—Podrías abrir un poco la mochila, no puedo respirar... –De inmediato Casio abrió un poco la parte del costado de la mochila y una bocanada de aire seco y frío le devolvió el alma a Salvador...
—¿Estás mejor? –le dijo Casio a Salva, Marina la miró y le contestó:
—Sí, hija, ¿por qué? –Casio se puso de todos colores, no sabía qué contestar.
—Por el calor, como acá hay aire... –Marina se echó a reír.
—Hija, yo voy a estar en la aseguradora acá al lado, en media hora o más nos vemos
—Bueno, antes de irte. ¿Me dejás algo más de plata?
—Sí, medite nada más… –Marina sacó de su cartera unos billetes y estuvo a punto de abrir la mochila para guardarlos, pero Casio fue rápida y los agarró...
Una dulce voz pero potente se oyó detrás del mostrador.
—¡Casiopea! –La cajera estaba avisando que su pedido ya estaba listo, su madre la miró y le dijo:
—Tu pedido, gorda, andá, te veo en un rato.
Marina había dejado la cafetería y como Casio ya tenía entre sus manos el delicioso batido con su nombre, se dirigió a unas mesas junto a la ventana, a esperar que su madre termine.
—Tendrías que hablar de una manera no verbal, te van a descubrir...
—Ja, ja, no me digas… ¿Cómo se hace?
—Con práctica… –le contestó cocorito Salvador.
Sin saberlo Casio se encontraba dentro del edificio donde funcionaba la Cámara Reguladora Argentina de Magia... Y justo esa tarde una importante reunión se estaba llevando a cabo.
Andrómeda lideraba la junta semanal y se ubicaba en la punta de la mesa, parte del círculo elemental mágico se encontraba a los costados junto a otros representantes de organismos afines, pero solo había dos representantes del mundo terrenal y eran de alto calibre… El vicepresidente de la República Argentina y la ministra de Seguridad Diana Monsalve. Ambas partes se habían congregado en aquel espacio dimensional mágico para tratar algunos temas sumamente delicados, los cuales podrían ser potencialmente peligrosos para su plano...
—Gracias por concurrir en este delicado momento... –Andrómeda intentaba contener su preocupación, ella debía dar una imagen de seguridad ante los dos representantes del gobierno nacional.
—Gracias a ustedes por llamarnos y acudir al Gobierno para unir fuerzas... –dijo Federico Arriaga, vicepresidente de la nación, Diana sonrió y agregó:
—Para nosotros su seguridad es tan importante como la de cualquier otro ciudadano, forman parte de nuestro mundo también.
—Me gustaría iniciar esta asamblea con una pregunta que tengo hace días sobrevolando mi cabeza... –dijo Federico. Luego de aclarar su garganta, posó sus codos sobre la mesa, entrelazó los dedos de sus manos, apuntó su mirada hacia Andrómeda y disparó.
—¿Las desapariciones de menores y adolescentes tiene que ver con la magia? –Esa pregunta había invocado a la mismísima incomodidad, todos en la mesa se miraron y Andrómeda les contestó:
—Efectivamente, señor vicepresidente, estamos trabajando para encontrar a los jóvenes y menores, llevamos contados al menos cuarenta y cinco desapariciones. –Las miradas entre Andrómeda, Selene y Kosmo habían comenzado.
—Si me permite, ministra Monsalve, la buena noticia es que todos están con vida, todavía podemos sentirlos activos. Algo o alguien los desplazó a alguna dimensión del inframundo, oculta por cierto, por eso todavía no pudimos dar con ellos –agregó Selene muy segura de sus investigaciones...
—Es bueno saber que están con vida. Por cierto, ¿están implementando alguna medida de seguridad para cuidar del resto y evitar más secuestros? –La pregunta de la ministra de Seguridad había “despertado” a Esteban, este frunció el ceño y se unió a la charla.
—Sí, desde el círculo de magos elementales, nos unimos al plan de consejo supremo de clausurar todos los portales que impliquen viajar a otras dimensiones, ya sea a través del agua, fuego, aire o tierra.
Esteban y Diana, a pesar de estar preocupados, sospechaban que la situación no estaba siendo abordada de manera efectiva ante los incidentes de público conocimiento.
—Solo por los portales terrenales está permitido viajar ya que no tienen conexión alguna con los otros mundos, es una ruta alternativa y totalmente segura, no hay peligro –comentaba Ignacia mientras bebía una infusión de cítricos, menta y especias. Con sus manos ella generaba el calor necesario para que su taza nunca se enfriara–… Por cierto, ¿alguien precisa calentar su infusión?
Federico observó maravillado y dijo:
—Yo… ¿Podría? –Ignacia apuntó sus ojos hacia la taza de té y elevó la palma de su mano, a medida que esta se elevaba la temperatura del té también lo hacía
—Gracias, que agradable gesto. Espero que todos aparezcan sanos y salvos, allá afuera la presión de los medios es grande
—Sé del esfuerzo que hacen.
—Gracias, señor vicepresidente y ministra, nosotros también esperamos encontrarlos, por el momento tenemos controlados los accesos y esperamos que se mantenga así, en cuanto a los desaparecidos no tengan dudas de que estamos haciendo hasta lo imposible. ¿Quién les dice que próximamente los tengamos de nuevo entre nosotros, no?
—Es lo que todos esperamos, bueno, gracias por todo, como siempre fue un placer –cerró Federico.
Una vez finalizada la reunión todos se despidieron cordialmente. Un grupo de camarógrafos y periodistas de la prensa estaban sobre la calle Perú esperando a ver si era real que el vicepresidente había visitado aquel misterioso edificio… Casio estaba muy tranquila contemplando la avenida cuando unas corridas la distrajeron, alzó la vista y observó un tumulto de gente en la otra calle. La piedra de Salvador había comenzado a brillar y un ruido muy particular lo obligó a salir de la mochila. Aprovechando aquel despliegue, decidió emprender camino hacia el baño de mujeres y cuando ingresó no encontró nada, aquel ruido se había intensificado. Dentro de la mente de Casio resonó una voz
—Casio Casio necesito que vengas a los baños
—Salvador, te dije que te quedaras adentro de la mochila, no que salgas… –En ese momento, Casio se apresuró, tomó su mochila y sin querer se volcó en su mano lo último que quedaba del frapuccino, la mesa era un enchastre, pero no había tiempo para limpiar, observó el entorno y en la cafetería todos estaban con sus celulares grabando y sacando fotos abarrotados en los ventanales, así que aprovechó todo ese revuelo y de inmediato corrió hacia el baño, al atravesarlo sintió como si hubiese atravesado una cortina invisible y el piso se movió, las líneas de las baldosas se curvaron y la voz de Salvador se había distorsionado un poco, por un segundo todo alrededor de ella había cambiado hasta que Salvador le dijo:
—¿Escuchas ese ruido? –Mientras miraba para todos lados, sus orejas se movían, caminaba en círculos...
—No, no escucho nada. ¿Qué hacemos acá? Volvamos a la mesa.
—¡No! Concentrate, este ruido me recuerda algo y no sé qué es...
Casio lo miró y se quedaron unos segundos en silencio, el sonido de fondo que ella llegaba a escuchar era la multitud de la gente, pero la acústica del baño dejaba aquel ruido en un cuarto plano. Me voy a lavar las manos, cuando termines de buscar me avisás. –Casio se enfrentó al espejo, abrió la canilla y el agua comenzó a brotar. Salvador inquieto se había subido a la mesada de las bachas.
—¿Qué pasa, Salva?
—El ruido ahora es más fuerte... –Salvador seguía insistiendo.
—No escucho ningún ruido. –Casio estaba terminando de lavarse las manos y el agua había cesado, pulsó el botón y nada, probó en las otras y tampoco nada, tenía las manos enjabonadas y Salva no paraba de caminar de un lado al otro.
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