El proceso de sustitución de importaciones modificó la fisonomía social y económica del país. La acelerada industrialización y el impacto de la crisis en el sector rural generaron un importante proceso de migraciones internas. Poco a poco, obreros provenientes del interior fueron reemplazando a los de origen europeo (Ben Plotkin, 2007). El crecimiento industrial tuvo como consecuencia la expansión urbana (Potash, 1981: 15). El desplazamiento de poblaciones rurales al cinturón urbano de Buenos Aires y el aumento de las clases trabajadoras originaron un cambio demográfico y social. Nuevos actores se agregaron al escenario de una Argentina en época de cambios (Torre, 2014: 45).
La clase trabajadora vivía un proceso de plena expansión hacia 1943 pero el movimiento obrero estaba muy dividido. Existían diferentes corrientes ideológicas –anarquistas, comunistas, socialistas y trotskistas– e innumerables divisiones hacia el interior de cada una de estas organizaciones. Esa atomización atentaba contra los intereses laborales y explica que una porción considerable de los trabajadores no quisiera afiliarse a los sindicatos correspondientes debido a la falta de representación real de esos gremios.
La fortaleza de un movimiento sindical no se produce, exclusivamente, por un aumento de cantidad de miembros. Hace falta un elemento cualitativo que es la unidad y los objetivos comunes de esas organizaciones. Solo cuando, años después, logre organizarse, cohesionarse detrás de un mismo proyecto político y se afinque en los intereses de los trabajadores de esta tierra, va a nacer el poderoso movimiento obrero argentino.
En definitiva, así se encontraba la sociedad argentina en 1943. Era un país en plena efervescencia. Con profundos cambios estructurales y con ebullición de ideas. Como se ha observado, fueron años de fructífera actividad para el catolicismo argentino. También fue profuso el movimiento a nivel mundial. La guerra internacional conmovió a toda la humanidad y la Iglesia, por supuesto, no quedó al margen. Se alentó la difusión del pensamiento católico: la doctrina socialcristiana y el humanismo cristiano fueron promovidos como solución a los graves problemas políticos, sociales y económicos, alejada de las opciones liberales, socialistas, nazis o fascistas. La divulgación de las ideas humanistas cristianas en nuestro país fue nutrida y fecunda. Esos principios animaron e inspiraron al movimiento revolucionario de 1943. La Argentina vivía un despertar de la conciencia nacionalista y un resurgir de los valores y el pensamiento católicos. Sus Fuerzas Armadas estaban cada vez más decididas a ser parte de los asuntos políticos y la clase obrera se encontraba en pleno proceso de expansión. Ese era el ambiente en el que se produjo la revolución nacional.
1. El mismo Leopoldo Marechal (2014: 145; 1998: 385), en un artículo publicado en forma póstuma, señaló que en los años 30 tuvo un “reencuentro” con el cristianismo y recordó su paso, a principios de esa década, por los Cursos de Cultura Católica.
2. Achille Ratti, nacido en Desio, región de la Lombardía (Italia). Fue pontífice entre 1922 y 1939 (Caporilli, 2006: 80).
3. Asimismo, Pío XI describió las diferentes modalidades en que debía operar la asociación (adultos varones, mujeres adultas y ramas juveniles, también distinguidas por sexo).
4. Años más tarde, muchos dirigentes y cuadros de la organización ocuparán cargos durante el gobierno revolucionario iniciado en 1943 (Zanatta, 2013: 60).
5. Publicada el 15 de mayo de 1891 (León XIII, 1891).
6. León XIII (Gioacchino Pecci), nacido en Carpineto, en la región del Lacio (Italia). Su pontificado se desarrolló entre 1878 y 1903 (Caporilli, 2006: 79).
7. “La Iglesia es la que saca del Evangelio las doctrinas que pueden resolver el conflicto” ( Rerum novarum , N.º 13).
8. Esta característica va a ser tomada por Perón a la hora de plantear las líneas generales del régimen de asociaciones profesionales que impulsó en 1945.
9. Se llama concordato a todo convenio sobre asuntos eclesiásticos entre el gobierno de un Estado y la Santa Sede .
10. Los pactos fueron firmados el 11 de febrero de 1929 entre el cardenal Pietro Gasparri –en nombre del papa Pío XI– y el presidente del Consejo de Ministros Benito Mussolini –en nombre del rey Vittorio Emanuele III–, en el Palacio de Letrán ( Palazzo del Laterano ), que ha sido sede papal y residencia oficial de los papas durante siglos. Está ubicado al lado de la basílica de San Juan de Letrán ( Basilica di San Giovanni in Laterano ), que es la catedral de la diócesis de Roma (sede episcopal del obispo de Roma). Tanto el palacio, la basílica y otros edificios cercanos gozan de estatus de territorialidad dentro del Estado italiano, como consecuencia del Concordato de 1929.
11. Carta encíclica sobre la educación cristiana de la juventud, dada en Roma el 31 de diciembre de 1929.
12. Escrita en italiano porque hacía referencia a un tema puntual de esa nación europea.
13. Zentrum, el partido católico alemán que previo a la llegada de los nazis al gobierno, había alcanzado a poseer 92 diputados propios y aportado varios dirigentes para conformar gobiernos durante la República de Weimar (García de Cortázar y Lorenzo, 2005: 87).
14. “Imperio pagano”, lo llama Jacques Maritain (1955a: 23) en su obra Cristianismo y democracia , escrita en el verano de 1942.
15. Se le endilgaba no tener en cuenta la formación integral y armónica del cuerpo y el espíritu a los ejercicios deportivos del nazismo. Asimismo, se le imputaba no cuidar la vida de familia ni el mandamiento de santificar el día del Señor. Es dable agregar que el papa Pío XI (1929) ya había condenado los excesos de la exaltación del atletismo en Divini illius Magistri .
16. Para esa fecha (marzo de 1937) ya habían sido asesinados católicos en Dachau –primer campo de concentración creado por el régimen–, ubicado en las afueras de Múnich. Años después de la promulgación de la encíclica, durante la llamada Segunda Guerra Mundial, sufrieron martirio muchos sacerdotes católicos.
17. Es pertinente recordar aquí aquella anécdota de Stalin y las divisiones del papa. Escribió Marcelo Gullo (2018: 58): “«¿Cuántas divisiones tiene el papa?», preguntó con desprecio Stalin en Yalta […] Ciertamente la respuesta se hizo esperar, pero treinta y cinco años después de Yalta la dirigencia soviética supo que el papa tenía muchas divisiones. Tres décadas después de que Stalin formulara su pregunta, la dirigencia soviética experimentó en carne propia que el Vaticano era un actor de peso en el sistema internacional”.
18. Profunda influencia ejercerá esta idea en el pensamiento de Perón.
19. Explícitamente Arturo Sampay reconoció la inspiración católica del concepto de propiedad cuando legisló sobre el asunto en la Convención Constituyente de 1949.
20. En el cargo de presidente de la comisión de prensa del Congreso fue designado Gustavo Martínez Zuviría, quien, menos de una década luego de estas jornadas, tendrá un rol central en el restablecimiento de la enseñanza religiosa en la Argentina (Lubertino Beltrán, 1987a: 33).
21. Buenos Aires ha generado muchos hitos a lo largo de la historia del catolicismo romano. En la capital argentina se llevó a cabo en 1934 el primer Congreso Eucarístico Internacional en tierras de América Latina. En abril de 1987 se celebró la Primera Jornada Mundial de la Juventud, fuera de Roma. Y por si fuera poco, en esa ciudad nació el primer papa latinoamericano de la historia –y el primero no europeo en varios siglos–, quien era arzobispo al momento de ser electo sucesor de Pedro. La capital de la República Argentina fue fundada, según el acta labrada por Juan de Garay, con un nombre íntimamente ligado a la fe católica, a la que la expedición del ilustre fundador vino a ensalzar: Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de Buenos Aires (Zinny, 1920: 25-27).
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