El autor señala que las cuestiones de significado no pueden separarse del todo de las cuestiones de validez. A través de este supuesto señala que lo básico de la teoría del significado es saber qué es lo que se quiere decir o, en otras palabras, cómo entender el significado de una expresión lingüística y bajo cuáles contextos esa expresión puede ser aceptada como válida. Esto es relevante en el sentido de entender el significado de una expresión lingüística en términos de su uso. Bajo esta perspectiva, es posible señalar que existe en las emisiones lingüísticas una orientación de validez, la cual pertenece a las condiciones pragmáticas, ya no solo al entendimiento, sino que a la propia comprensión del lenguaje. En este sentido, el lenguaje posee una dimensión del significado y una dimensión de la validez que están íntimamente unidas unas con otras.
Habermas introduce a la semántica veritativa para ratificar la idea sobre la oración asertórica que es cuando la oración es verdadera. Según esta teoría la problemática de la validez se sitúa exclusivamente en la relación del lenguaje con el mundo como totalidad de hechos. Entonces como validez se equipara a la verdad de los enunciados, la conexión entre significado y validez de las exposiciones lingüísticas solo se establece en el habla constatadora de los hechos (siendo la función expositiva solo una de las tres funciones co-originarias del lenguaje).
Hay tres planteamientos de la teoría de la comunicación que parten de una de las tres dimensiones del significado, están: la semántica intencionalista, la semántica formal y la pragmática, inaugurada por Wittgenstein y que se refiere, en última instancia, a todos los plexos de interacción en que se ha crecido, en los que las expresiones lingüísticas cumplen funciones prácticas, explorando el significado desde su uso en las interacciones. Habermas cree que la determinación unidimensional de validez que explora cada uno de estos tres planteamientos, como cumplimiento de condiciones de verdad proposicional, quedaría aún la teoría del significado prisionera del cognitivismo de la semántica veritativa. Y dice, es este punto el que hay que subsanar porque todas las funciones del lenguaje, y no tan solo la expositiva, llevan consigo las pretensiones de validez.
Todo acto de habla (considerado en conjunto) dice Habermas, puede ser criticado como no verdadero en lo que concierne al enunciado hecho, como no correcto en lo que concierne a los contextos normativos vigentes, y como no veraz en lo que concierne a la intención del hablante. A partir de esto Habermas explica las consecuencias que tocan en cuanto a las cosas básicas de la teoría del significado: ya no hay que definir a la pretensión de verdad semántica, ni siquiera solo desde la perspectiva del hablante. Las pretensiones de validez constituyen un punto de convergencia del reconocimiento intersubjetivo por todos los participantes. Por tanto, estas cumplen un papel pragmático en la dinámica que representan todas las ofertas contenidas en los actos de habla y toma de posturas de afirmación o negación por parte de los destinatarios. Este es el giro pragmático de la semántica veritativa y exige una revaluación de la fuerza ilocucionaria. Así, este componente ilocusionario se «convierte en sede de una racionalidad que se presenta como una conexión estructural entre condiciones de validez referidas a ella y las razones para el desempeño discursivo de tales pretensiones. Ahora, las pretensiones de validez ya no quedan ajenas al contenido proposicional y surge el espacio para la introducción de otras pretensiones de validez que no se dirigen a condiciones de verdad, esto quiere decir que no están cortadas al talle de la relación entre lenguaje y mundo objetivo» (1978b, p. 84).
Un hablante, al asumir con su pretensión de validez, susceptible de crítica, la garantía de aducir razones que avalen la validez del acto de habla, así como el oyente que conoce las condiciones de aceptabilidad entiende lo dicho, debe tomar una postura racionalmente motivada. Si reconoce la pretensión de validez acepta la oferta que el acto de habla comporta y asume la parte que le toca de obligaciones relevantes para el posterior uso de la interacción. Lo anterior puede ser comprendido a través del siguiente ejemplo: dos niñas van a una fiesta y una le pide una falda a la otra. Para que una le preste una falta a la otra tiene que aceptar la oferta de las tres pretensiones de validez que ella aduce, y que son susceptibles de crítica, que tiene que ver incluso con la propia compresión del lenguaje en que la niña le hable.
Niña Q: Debes prestarme una falda.
Niña P: ¿Por qué debo hacerlo?
Niña Q: Porque te lo dijo tu mamá.
Niña P: Si es cierto, tómala de mi ropero.
En este caso niña P, acepta las tres pretensiones de validez (ya que es verdadera, recta y veraz), pues ella efectivamente tenía una falda y debía prestarla, pues su mamá se lo había dicho y esto era sincero, pues ella lo sabía también. Todo esto fue entendido, y aceptado por la niña P. Este ejemplo demuestra la estrecha relación entre significado y validez.
Conclusiones
Habermas en su teoría de la acción comunicativa, presenta los fundamentos de una teoría comprehensiva para explicar a la sociedad en sus dinámicas de interacción, sosteniendo que dicha acción tiene como componente esencial aquellas normas de acción definidas recíprocamente entre los sujetos sobre su conducta, por lo que deben ser reconocidas y comprendidas intersubjetivamente. Sin embargo, dentro de las orientaciones de la acción del sujeto, es posible encontrar funciones implícitas necesarias para la sociedad que devienen en sistemas, los cuales constituyen una dinámica externa al sujeto. Este trabajo ha intentado explicar los principales tópicos desarrollados por este autor en la obra que lleva este nombre. A continuación, se presentan dos conclusiones en torno a lo revisado:
1. La acción comunicativa es una parte de la acción social, lo que la vuelve un factor determinante en el proceso de socialización. Actualmente, esto es esencial para entender la relevancia que tienen los medios de comunicación de masas en la formación de imágenes de mundo de los sujetos. La dinámica comunicativa define la recepción y reproducción cultural, la integración social, así como el desarrollo de la personalidad y de la identidad personal.
2. La acción comunicativa está mediada por símbolos y responde a la idea de reconocimiento compartido. Este es un tema relevante para entender el concepto de deliberación en la acción política, como un medio de reconocimiento e integración de las personas en las decisiones de carácter público.
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