Rodolfo Cardozo - Alma, corazón y fuego

Por la tarde estaba en casa limpiando mi habitación y sonó mi teléfono, era un compañero, preguntándome si estaba disponible para ir a la escuela número 9 en avenida 11, me cuenta que había que ir por una nena, pero que vaya tranquilo, que no era urgente y tenía tiempo, calculo que esto fue así por la poca información brindada por la directora del establecimiento al llamar, de todos modos, fui lo más rápido que pude. Llego al cuartel y nos fuimos en el móvil 6, al llegar una de las maestras nos esperaba en la puerta para guiarnos no muy lejos, era en uno de los salones de abajo, cerca de la escalera, entramos al salón y una nena de unos 10 años, estaba atrapada en un banco de esos que las patas del asiento se unen con las del pupitre, se había arrodillado sobre la tabla de sentarse y las dos rodillas se metieron por debajo, quedando atrapada sin poder salir ni para atrás ni el costado por el filo del chapón estante, donde los alumnos ponen sus cosas debajo.

Al ver esta situación les dije a todas las maestras que nos rodeaban; -esto era para venir urgente. -¿hace cuanto que tienen esta nena así acá? solo se excusaron. Comenzamos a tratar de sacarla, pero cualquier movimiento que hacía le causaba dolor, cuando nos vio se asustó más y se puso a llorar al ver los equipos, armamos la tijera hidráulica, tomamos posición, ella al ver semejante máquina que cuando abre sus hojas parece que te va a comer gritaba del miedo, fue algo insólito como había quedado atrapada en ese banco, así que había que trabajar rápido, metí de punta la herramienta y la usé para liberar la presión en sus piernas y con mis manos le hice fuerza al banco y salió, a esto ya había llegado la mamá que rápido se la llevó a su casa, ella abrazó a su madre y seguía llorando, solo nos miró y sus ojos decían gracias.

En los primeros tiempos comencé aprender cosas nuevas las cuales fueron formando mi carácter y a su vez ocupando esos lugares vacíos de los cuales les hablé al principio, con sabiduría y experiencias, también empecé a experimentar sensaciones que solo brinda esta profesión, por ejemplo; Ir parados y agarrados atrás en los estribos del móvil, si hay algo que más extraño es esto, para muchos hoy es una locura esto que se hacía, pero no supe nunca que un bombero se haya caído de la autobomba por hacerlo, te puedo decir que si supe de muchos colegas que se lastimaron o perdieron la vida de otras formas, por órdenes mal dadas, atropellos o por distintas razones, pero por ir colgado no, al menos en todos estos años no lo supe, el punto es que ir colgados a 120 kilómetros por hora en los estribos con la sirena abriendo camino y en la parte trasera de un camión de bomberos es algo espectacular, imagínate, tienes que ir agarrado con tus manos bien fuerte y a la vez tener las rodillas flojas para qué amortigüen los saltos que el vehículo puede dar producto de algún pozo o desnivel en las calles o caminos, sin olvidar el propósito, que era el servicio a brindar, había que concentrarse y enfocarse en lo que estábamos haciendo y disociarse de la realidad para entrar ya en lo más profundo de lo extraordinario. A Veces cierro los ojos en esos momentos que tengo para mí y me imagino yendo atrás colgado del glorioso móvil 1, nostalgias de un mundo vivido, recuerdos de aquel viejo amor que hoy está un poco dormido aguardando que la pasión que aquellos apagaron vuelva arder, como aquella princesa que espera ser despertada por un beso.

Estar de guardia es cubrir una franja horaria donde se debe estar alerta a lo que pueda suceder. Había un cuartelero una gran persona a la cual respeté y aprecié mucho pues el ya no está entre nosotros, al cual se le ha pagado mal en mi opinión; Don Moreno Mercedes el cual trabajaba de 07 a 19 horas y lo que restaba del día lo cubríamos entre todos. Las primeras guardias fueron maravillosas, sentir esa expectativa y ansiedad, casi ni dormía en el turno que me tocó a mí, durante años tuve el mismo compañero que se volvió un amigo, como un hermano, salíamos juntos, éramos muy unidos, él siempre decía que yo era su mejor amigo, nos confiábamos todo o casi todo, hacíamos comidas o compramos pizza y empanadas, la pasábamos lindo, charlábamos toda la noche, no existía internet ni celular, escuchábamos música o mirábamos televisión, la radio base la hacíamos escanear comunicaciones y enganchábamos la marítima, de barco a barco o alguna remisera, o un grupo de radioaficionados, eso nos entretenía. Nos acostábamos a dormir un rato antes de que llegue el cuartelero, momentos que ya no volverán y solo quedarán en el recuerdo. La vida tiene muchas idas y vueltas y te muestra que las cosas y personas pueden cambiar muchísimo en poco tiempo por producto de debilidades. Una vez estábamos en la habitación por dormir y escuchamos un auto entrar muy rápido, abrimos la ventana y era la patrulla policial que venía a dar aviso de un incendio, lo atendimos por la ventana, tomamos conocimiento del lugar del siniestro y cuando quisimos salir de la habitación mi compañero se quedó con el picaporte de la puerta en la mano, que desesperación nos dio; -córrete que tiro la puerta abajo -me dice mi compañero. -no pará qué le pego el grito al policía que se estaba por ir -le dije. heeee heeee heeee paraaa paraaa, gracias a eso escuchó nuestros gritos desesperados, le explicamos lo sucedido y entró al cuartel, por suerte la puerta principal del galpón no tenía puesta la traba y nos abrió la puerta de la habitación desde afuera. Levantamos sirena, convocando al personal para que vaya a un incendio vehicular y todo siguió su curso.

Teníamos a Pedro O de presidente y todas las mañanas llegaba al cuartel y se metía en la habitación para ver quién estaba durmiendo a las 09:07 horas y los sacaba diciéndoles; -acá no es un hotel para estar durmiendo a esta hora. -levántate y anda a dormir a tu casa vago, Pedro tenía la voz gruesa y gruñona. Con nosotros dos lo intentó un par de veces, pero nunca logró que le hagamos caso y lo corríamos diciéndole; -déjate de molestar salí de acá que estamos durmiendo, a lo cual Pedro respondía gruñendo y maldiciendo, cerraba la puerta y nos dejaba descansar. En nuestra guardia nunca pasó mucho gracias a Dios, esta fue una de las pocas veces y me quedó ese recuerdo.

En la parte del papeleo, en la sección ayudantía improvisada, uno de los muchachos comenzó a escribir algo, como por ejemplo legajos personales y reglamento interno, a mí en principio y por mi bajo perfil me tocó el número 09 luego el 07 después el 05 hasta que se hicieron bien las cosas y por antigüedad me quedo el legajo 03 hasta el día de hoy, mi fecha de ingreso el 01/03/1991. Por esas cosas de la vida soy uno de los bomberos de más antigüedad y de los fundadores desde que se logró la autonomía institucional, un orgullo para los que me quieren y para mí.

Casco, botas, mameluco y equipo estructural. Mi protección, y algunas de mis armas.

Las fechas de ingreso son relativas, no exactas en algunos de nosotros, como no había nada registrado las pusieron al azar sacando un cálculo aproximado. Se diagramó un parte de servicio que fue evolucionando con los años, él parte de servicio es donde se plasma toda la información; tipo de servicio, nombres y apellidos, teléfono, dirección de los intervinientes, hora de llamada, de salida y llegada al lugar, duración del mismo, móviles y personal participante. De los demás temas legales como registros y balances no teníamos ni idea, por lo menos yo, estaba abocado pura y exclusivamente a lo laboral, solo pensaba en ser bombero y que los demás sean leales y honestos. Durante el día hacíamos tareas de orden interno entre todos, cada uno tenía su trabajo, una sección, un departamento a su cargo. Se organizó una jefatura de cuerpo activo formada por los de más antigüedad, el jefe ya estaba puesto como cabeza del grupo ascendido por comisión directiva, se denominó un segundo jefe, tres oficiales y dos suboficiales, como éramos un cuartel en formación los cargos y jerarquías fueron otorgadas sin rendir los exámenes correspondientes, por ser uno de los primeros y con más antigüedad fui el primer oficial, gran responsabilidad y como tal había que hacer honor a esa designación, aprendí sobre la marcha a tomar decisiones en conjunto e individuales, con el correr del tiempo me hice de una fortaleza y serenidad en los servicios por lo cual sirvió de escudo ante los hechos que me tocaban y me tocan vivir, para tomar decisiones rápidas sin equivocarme, llevando a cabo una disociación de lo cotidiano a lo extraordinario, en este tipo de grupos de mujeres y hombres que realizan estas tareas donde la adrenalina y nerviosismo se mezclan con el miedo a equivocarse dado que en algunas ocasiones está en juego la vida de un ser humano, entonces hay que estar muy preparado y saber quién te rodea, en el servicio es común ver a bomberos ser más tranquilos y desenvueltos que un oficial o jefe, en muchas oportunidades he sido testigo de órdenes mal dadas y ejecutadas mejor por corrección de quien las recibió. Se sabe también de aquellos que no dan ninguna orden y dejan actuar a los demás por si solos (los poncio Pilato) estrategia de quien es buena persona y buen cebador de mates, si algo sale mal él no dijo nada y si todo sale bien qué es lo más probable porque siempre lo salvan los demás se lleva los laureles del servicio bien manejado, en infinidades de lugares sucede esto que puede ser peligroso, pero en un gran porcentaje las cosas son como tienen que ser, gente preparada con un temple de hierro y una capacidad de manejar todo sin perder detalles, mis compañeros dicen que así soy yo o lo era, había que sacarse el sombrero en la parte operativa, pero a veces es eso lo que puede causar envidia o recelo, súmale ser el abanderado durante una década es mucho tiempo.