Victoria Ocampo - Darse

Здесь есть возможность читать онлайн «Victoria Ocampo - Darse» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Darse: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Darse»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Durante muchos años la fama de Victoria Ocampo ha impedido valorar su obra. Instigadora de importantes proyectos culturales, como la revista
Sur, feminista y pensadora, amiga de escritores, artistas y compositores que pasaron por su Villa Ocampo, se ha querido ver en ella a una musa sin obra, protagonista de algunos de los momentos más emocionantes del siglo XX. Darse es una cuidada selección de sus textos autobiográficos y ensayísticos, casi una novela de vida. El resultado es una de las cumbres de la literatura memorialística de nuestro idioma. Un libro donde la amistad con intelectuales como José Ortega y Gasset, Virginia Woolf, Rabindranath Tagore, Jorge Luis Borges o Igor Stravinski convive con agudas reflexiones sobre los celos, el amor adúltero y el arte de «descifrar un rostro». Todos los prejuicios de su época parecen haber concluido en un momento en el que mujer y autobiografía vuelven a estar en el centro de la literatura del siglo XXI. Quizá porque, como ella misma escribió, el principal enemigo de la literatura (y de la mujer) es el pudor.

Darse — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Darse», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En cuanto a los Ocampo, vivían en un casi perenne estado emotivo que producía cierta trepidación crónica (mi abuela era una excepción e irradiaba calma). Perpetuamente alerta en lo que se refería a sentir; siempre inquietos de lo que podría ocurrirle a un miembro del clan; perdiendo un tanto la cabeza, y perdiéndola indistintamente frente a un sarampión, una tos convulsa, una indigestión de la gente menuda, o un parto normal de las mujeres, como ante una agonía. Con lágrimas atragantándolos por cualquier percance de orden sentimental. Perturbados fácilmente y fatalmente perturbadores, de rebote. Hablo a grandes rasgos de estas familias, y, claro está, había excepciones y matices.

La Morena, mi madre, había heredado la alegría de los Herrera, pero acompañada por un temperamento y una finura, un aguante terco y una altivez secreta que denunciaban una copiosa dosis de Aguirre en su constitución. Su optimismo y su risa contagiosa (tenía una encantadora sonrisa) contrastaban con la tendencia a la melancolía y al pesimismo de mi padre. Estas características no le impedían a él un muy marcado sentido del humor, de lo cómico en todos sus matices.

En una carta de mi bisabuelo a una de sus hijas le dice: «Cómo se reiría Manuel, aunque siempre es tan silencioso para todo». El Manuel de aquellos años era jovencito, y ya amigo de callar, por lo visto. Además, el que lo hereda no lo hurta. Mi abuelo, neurasténico desde el saque, acabó siéndolo con bombos y platillos en su vejez. Es decir, que nadie podía ignorar sus estados de ánimo, porque si bien mi padre era silencioso (aunque creo que con mi madre no lo era), mi abuelo comunicaba al universo sus menores males, y a gritos. Esto a partir de los setenta, que es cuando yo más vivamente lo recuerdo.

Mi abuela contaba diálogos nocturnos, de un cuarto a otro, como el que sigue:

—¡Angélica! No puedo dormir.

—Hay que tener paciencia, Manuel. Ya estamos muy viejos. El insomnio es cosa de viejos.

—¡Entonces, me joderé, carajo!

Mi abuela sonreía, pues mi abuelo se le había transformado en un hijo malcriado, para quien su presencia sedante era indispensable.

En cuanto a mi padre, sé que estaba tan ansioso e impaciente por verme llegar al mundo que temía morirse antes. Yo fui la mayor de sus seis hijas. En aquellos días de abril, habrá mirado por la ventana de nuestra casa las palomas que se pasean sobre las cornisas de las Catalinas, como a menudo iba a mirarlas yo. Esas campanas, destinadas a ser la música de fondo de muchas crisis interiores y exteriores, sonarían una tarde de abril, como todas las tardes, cuando a las cuatro y media, más o menos, empecé a llorar.

PROPÓSITOS

Lo que intento escribir se parece a la confesión, porque pretende ser verídico y porque proclama una fe, al margen de la fe que me enseñaban cuando, arrodillada en el reclinatorio de las Catalinas, pedía al cielo, con fervor, un destino muy distinto del que escondía el enrejado de madera mirado con curiosidad y aprensión por mis ojos tan nuevos. Es decir que ya estaba saliéndome del dogma rígido que no tardé en rechazar con recóndita violencia.

Estas páginas se parecen a la confesión en tanto que intentan explorar, descifrar el misterioso dibujo que traza una vida con la precisión de un electrocardiograma. No veo por qué ha de ser más fidedigno uno que otro para el diagnóstico de un ser y de la época en que le tocó vivir.

No sé si fracasará mi plan, porque, como observa Aldous Huxley, en el arte (y para que la cosa escrita cobre vida ha de ser arte o será nonata) no bastan la verdad, la sinceridad, la voluntad, la perseverancia, la honestidad intelectual: hace falta talento.

Las cartas de amor de Keats despiertan interés apasionado —dice Huxley—. Son tal vez más importantes, literariamente, que sus poemas. Pero ¿cuántas cartas de amor verdadero se habrán escrito, y cuántas personas habrán conocido, en el correr de los siglos, con la misma intensidad que Keats, las angustias y la frágil dicha del amor? Sin embargo, pocas, contadísimas son las cartas de amor que perduran y que «parecen» sinceras. Para ser sincero por escrito el talento es un ingrediente indispensable.

Mallarmé aseguraba que la poesía no se escribe con ideas sino con palabras. También se podría asegurar —y tal vez con más razón— que la sinceridad solo llega al lector por el trujamán del talento. Para que la sinceridad se exprese, es obligatorio que la socorra, que la traduzca el talento.

Por estos motivos he pensado que así como he dado el título de Testimonios a mis artículos y ensayos, tendría que darle a mi Autobiografía, a mis Memorias, un título prudente: Documento. Documento en la tercera acepción del vocablo (diccionario de la Academia Española): «Cualquier cosa que sirve para ilustrar o comprobar algo».

Trotski escribe, refiriéndose a sus recuerdos de infancia: «Cuando he bosquejado por primera vez estos recuerdos, me ha parecido más de una vez que describía no ya mi infancia, sino un viaje de antaño en un país lejano. Hasta he tratado de contar lo que había vivido hablando de mí en tercera persona. Pero esa forma convencional cae demasiado fácilmente en la pura literatura, y es lo que yo quería ante todo evitar».

También a mí me hubiera aliviado hablar en tercera persona de mí misma, no solo por las ventajas que ofrece (especialmente si uno habla de sí mismo en esa tercera-primera persona que son tan a menudo las novelas y cuentos), sino porque me siento, por momentos, tan lejos de cierta mí misma como lo puedo estar del pelo que me han cortado y barren en la peluquería, o de la uña que me limo y vuela al aire hecha polvo. Yo no soy «aquello», lo perecedero que formó parte de mí y ya nada tiene que ver conmigo. Soy lo otro. Pero ¿qué?

La tercera persona es un instrumento que no he aprendido a manejar. Además, coincido con Trotski: es una forma convencional. No coincido con él en el deseo de evitar la literatura. Parecería que usa la palabra en su sentido peyorativo únicamente. Creo que hay otro, el bueno. En el malo, yo también trato de evitarla, pues la aborrezco. Aborrezco eso que podría llamarse: hacer literatura, fabricarla torpemente, sin capacidad para usar las palabras como instrumentos de precisión adecuados al fin que nos proponemos. Es decir, caer en la afectación, deficiencia mucho más lamentable que el uso de los borrosos lugares comunes.

Tampoco quiero hacer «literatura» entre malévolas comillas. Y menos con recuerdos. Pero declaro que, en lo que atañe a la buena literatura, no soy yo quien la evita, será ella quien se aparta de mí, en todo caso. Pues una de las cosas que más he admirado es la cosa escrita.

Deseo que este documento se acerque a la buena literatura, porque así comunicará su verdad. Si se aproxima a la mala, quedará incomunicado.

HACIA EL ARCHIPIÉLAGO

Como esos sueños que no conseguimos reconstruir, al despertar, sino por fragmentos, de los que conservamos, por lo contrario, la atmósfera de angustia o de felicidad, mis primeros recuerdos emergen en mi memoria consciente como un archipiélago caprichoso en un océano de olvido.

¿Por qué tal recuerdo y no tal otro? Este es el gran enigma que no ha sido resuelto. Esa elección que se produce, involuntaria como el parpadear cuando se nos entra una nada de polvo en el ojo, ha de estar ligada a la marea baja o alta del inconsciente (¿o subconsciente?), a sus flujos y reflujos. Ha de significar, ha de traducir una naturaleza, una intolerancia para determinadas temperaturas o incitaciones exteriores. Ha de dibujar el carácter de un ser, pues evidentemente recordamos siempre lo que ha causado el mayor impacto o lo que queda asociado a una circunstancia que lleva una máscara. Nuestros amores de niños (y por amor entiendo aquí nuestra manera personal de amar a quienes amamos, padres, hermanos, tíos, maestros, camaradas de juego, etcétera) ¿no son acaso los precursores, los avant-coureurs de nuestros amores de adultos? En lo que me concierne, es así. Yo podría ponerle como título a mis Memorias la divisa de María Estuardo, usándola al revés: «En mi comienzo está mi fin».

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Darse»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Darse» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Darse»

Обсуждение, отзывы о книге «Darse» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x