b) La inmaterialidad del lenguaje numérico (los medios digitales no manejan objetos concretos, sino datos e informaciones) hace que los contenidos adquieran una dimensión flexible y abierta, con circulación y gestión líquidas y libres; en este sentido, anticapitalistas y antifaustianas.
c) Los enlaces hipertextuales y la interactividad propia de los medios digitales y del ciberespacio permiten el acceso y la producción compartidos y en tiempo real de saberes y aplicaciones. El ciberespacio está generando (paulatinamente, por los muchos problemas que hay que resolver) culturas y economías alternativas al capitalismo tradicional, basadas en la colaboración, en la libertad y en la “justicia epistémica” (Spivak, 1995) 11.
d) La característica más relevante de la informática es que es una tecnología para hacer tecnología. Los lenguajes de programación son herramientas para hacer herramientas, pues el software genera otro software (por ejemplo, las apps ) que a su vez permite diseñar soluciones en varios campos aplicativos. Por primera vez, todos pueden crear sus propias herramientas, lenguaje y recursos y, por lo menos en teoría, liberar el desarrollo tecnológico de la lógica capitalista 12.
Sin embargo, no se debe olvidar que los medios y los lenguajes digitales pueden volverse más faustianos que las tecnologías analógicas del capitalismo industrial. Contrariamente a su naturaleza, lo digital es utilizado dentro un modelo epistemológico y económico que incrementa las diferencias entre aquellos que, al mando de sus procesos científicos y creativos, gozan de todas sus posibilidades, y los usuarios, que solo acceden a la capa aplicativa y por lo tanto quedan en un estado de carencia permanente. Es que hay algo en los medios digitales que detiene su libertad y su uso democrático: el saber tecnológico, salvo la capa aplicativa mediada por la interfaz, es ininteligible para el usuario normal porque está encriptado en ceros y unos, porque las herramientas digitales son cada vez más complejas y porque requieren de una creciente especialización y del dominio de una cantidad de conocimientos siempre mayor. Así, el saber y el poder tecnológico se concentran en monopolios mientras que a los usuarios se pasan los contenidos y los aspectos más triviales del consumo y de las relaciones sociales. En efecto, por lo menos en este sentido, la contradicción entre capitalismo y técnica que señala Severino es en cierta medida correcta. Es bajo este punto de vista que se vuelve necesario repensar la tecnología en sentido ecológico.
Como ya vimos, los problemas ecológicos son sobre todo culturales y sus batallas se ganan en términos de conciencia, de comunicación y de educación, así como rediseñando los medios digitales que los soportan tecnológicamente. Pero este no es el único enlace. Los medios digitales son parte de nuestro ecosistema, así que existe la necesidad de corregir su desarrollo. En relación con Spengler y Severino, aquí reinterpretamos las estrategias típicas de los ecologistas en términos digitales: el decrecimiento cognitivo, la descontaminación a través de la estética del vacío y la sostenibilidad mediante el paradigma generativo y el concepto de caritas .
6. Medios digitales, decrecimiento y epistemología
El decrecimiento es una estrategia propuesta por los ecologistas más radicales que rechaza cualquier hipótesis de desarrollo (inclusive sostenible) y postula, sencillamente, la reducción de la producción y del consumo, y el regreso a un estilo de vida con ritmos más naturales. El decrecimiento como proceso envuelve a todo el sistema social, económico y sobre todo cultural desde su complejidad. La sobreproducción y el consumismo están relacionados con los problemas culturales porque son parte de los procesos de manipulación y de persuasión del marketing y de la publicidad. La mediasfera y el ciberespacio, en este sentido, son ecosistemas cognitivos contaminados por informaciones inútiles y posverdades, lo que justifica construir el enlace, aparentemente arbitrario, entre ecología, cultura y tecnología, y explica por qué todo esto es esencial para cualquier nuevo paradigma educativo. La ecología puede enseñar muchas cosas a los medios digitales con base en cuatro elementos:
a) El modelo emergente. Significa que el cambio tendría que darse desde abajo hacia arriba, a través de la acción individual autoorganizada, porque los cambios impuestos desde arriba acaban en simulacros, porque los monopolios que los promueven (inclusive de buena fe) están comprometidos con el mismo sistema que pretenden corregir.
b) La importancia de la identidad cultural y de la tradición en tanto recupera hábitos, técnicas y soluciones naturales en el respeto de cada ecosistema (como el comercio justo o los productos a km 0) y de cada contexto histórico y social (como la justicia epistémica y la crítica al colonialismo tecnológico).
c) Un nuevo sentido de la democracia y de la justicia, porque la utopía del ciberespacio, al igual que la de la ecología, suponen la distribución de los recursos materiales y conceptuales.
d) La importancia de los medios de comunicación que aseguran el flujo de los recursos. Desde el punto de vista de la estética y de la educación, el decrecimiento cognitivo implica una revisión de los principios estéticos románticos que todavía dominan el arte y la comunicación contemporánea (incluyendo sus instituciones, como las galerías y los museos) y de varios paradigmas pedagógicos (conductismo, cognitivismo, constructivismo), que internet no ha logrado ni siquiera en una mínima parte debilitar. No es difícil darse cuenta, tanto en la educación como en el arte, de la resiliencia de contenidos faustianos, jerárquicos y “extractivos” típicos de la producción industrial.
7. Medios digitales, decontaminación y estética del vacío
En la filosofía del decrecimiento hay varios aspectos que podemos relacionar con el conocimiento y la comunicación: la reparación de la salud y la liberación del medio ambiente de la contaminación, de la antropización y de la cementificación; la recuperación y la reconversión de áreas industriales en áreas verdes o agrícolas, y el rediseño urbanístico 13. En el dominio cognitivo, comunicacional y educativo, la contaminación consiste en la plétora de productos culturales banales e inútiles (y hasta reveladores de lo peor del ser humano, como sucede en las redes sociales) que están exasperando los comportamientos cultural y socialmente desviantes y contribuyendo a la destrucción de la tradición. Y hay otro aspecto negativo del exceso y de la contaminación cognitiva, no menos importante, que es la pérdida del sentido causada por la sobreproducción cultural: en un entorno saturado en el que todo está ya hecho (y varias veces), la caída de la atención y el agotamiento de la creatividad son inevitables. En la educación los efectos negativos de estas dinámicas son bien claros y documentados (Carr, 2010; Morozov, 2015; Oppenheimer, 2004), aunque también han sido cuidadosamente ocultados por la industria cultural y por los magnates de Silicon Valley.
Para los medios digitales, la recuperación y la descontaminación se pueden definir conceptualmente como una estética del vacío. El vacío es estético no tanto en el sentido del horror vacui , del abismo donde no hay nada, sino en el de algo predispuesto a recibir y a escuchar y que es, por lo tanto, proactivo (Pasqualotto, 2001) 14. Esto implica liberar el espacio ambiental de la fantasmagoría de mensajes, del oversharing , de las nubes de datos; en suma, hacer una suerte de limpieza cognitiva; una idea que se confronta con los conceptos de “inaugurar” y de “hacer espacio” de Heidegger (2000b). Originalmente, en Heidegger hacer espacio (abrir nuevos recorridos creativos, nuevos lenguajes y nuevas posibilidades formales) es la función primordial del arte. Ahora bien, puesto que los territorios para explorar son cada vez más escasos, la creatividad se ha convertido en una actividad combinatoria automatizada. Entonces, hacer espacio significa en realidad “liberar espacio”.
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