Para terminar, expreso mi agradecimiento a colegas, colaboradores y amigos, y a todas las personas que han contribuido, directa o indirectamente, a culminar este trabajo. Agradezco al Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima por la confianza puesta en mi labor investigadora y a José Ignacio López Soria y Javier Protzel por su valioso aporte y sus consejos, que han permitido subsanar muchas carencias de este trabajo. Finalmente, debo muchísimo a amigos y colegas, sobre todo a las conversaciones y discusiones con Jaime Bailón, compañero de aventuras en el todavía desconocido territorio que están perfilando los medios digitales.
Capítulo 1
Sobre las relaciones entre capitalismo, cultura y tecnología
Las dificultades sociales y políticas que preocupan a las sociedades globalizadas son señales del choque de principios filosóficos que, sobre todo en Occidente, evidencian la contradicción pendiente con el pluralismo y el relativismo característicos de la posmodernidad. Este verdadero estado de crisis se complica por los excesos del neoliberalismo, los problemas ecológicos, la influencia de la industria cultural y la aceleración de los avances tecnológicos.
Se trata de cuestiones aparentemente desvinculadas que comparten sus causas y fundamentos. Desde el punto de vista de la educación, el arte y la tecnología, este entramado se muestra en toda su complejidad. En este ensayo trataré de precisar sus aspectos analizando la crítica a la técnica de Spengler (2002) y sobre todo, la crítica al capitalismo de Emanuele Severino (2012) 1, pues la obra de Severino, tras las huellas de Spengler, Heidegger y Habermas, logra explicar por qué el capitalismo, la técnica y la tradición (la cultura) entran necesariamente en conflicto y cuáles son los peligros de un futuro totalitarismo tecnológico. Entregarse a este destino implicaría sacrificar, como ya sucede, las tradiciones culturales, artísticas y religiosas, de donde nace la radical oposición del Islam y también el desencanto que hoy circula entre las ciencias humanas, incluyendo el arte, y, como ha señalado varias veces Mario Vargas Llosa (2012), la crisis de la alta cultura y de la educación depende esencialmente de estas dinámicas conflictivas.
Pero el futuro de la técnica y de la cultura no es tan oscuro e inevitable como teme Severino; sus problemas podrían presentar una oportunidad para la evolución de la educación, del arte e inclusive de los medios digitales, cuyos procesos están todavía anclados en los paradigmas del romanticismo y de la revolución industrial 2.
Esta hipótesis se justificará, en primer lugar, mostrando la peculiar naturaleza de las tecnologías de la información, en modo especial lo que se refiere a los procesos interactivos y a la hipertextualidad, como, por ejemplo, los conceptos de “metaforma” de Johnson (1997) o de “interfaz cultural” de Manovich (2006) 3. Las características de los nuevos medios permitirían repensar la tecnología en modo abierto, creativo, humanista y fundado en el respeto de las identidades y de las diferentes tradiciones culturales. Por otro lado, hay una cuestión que Severino (y en general la producción académica sobre la educación y la tecnología) no considera: que la urgencia de los temas ecológicos, la contaminación, el exceso y la saturación cultural rediseñan, paulatina pero consistentemente, el telos de la posmodernidad.
Mi objetivo en este momento es precisar los factores y el sistema de las cuestiones indicadas por Spengler y Severino, lo que servirá como una suerte de marco teórico para el análisis más detallado que el lector encontrará en en los siguientes capítulos. Para esto comenzaré resumiendo algunos tópicos de la relación entre técnica y decadencia de Spengler; en segundo lugar haré una síntesis de la reflexión de Severino sobre la relación entre capitalismo, técnica y nihilismo; luego, examinando ambas teorías en relación con la complejidad social y ecológica, y con base en las propiedades de los medios digitales, haré una crítica a Severino, lo que se justifica porque, como la mayoría de los filósofos, este en realidad no comprende lo que son realmente los medios digitales. Finalmente presentaré algunas alternativas al pesimismo del filósofo italiano al revisar, desde el punto de vista epistemológico, educativo y tecnológico, temas como el decrecimiento, el concepto de caritas de Vattimo, la justicia epistémica y la estética del vacío.
1. Spengler: la técnica y el declive de Occidente
La relación entre técnica, capitalismo y decadencia planteada por el filósofo alemán revela varios problemas subestimados por la posmodernidad, aunque varios acontecimientos recientes (véase el fanatismo islámico) deberían haber centrado su atención. Para comenzar, la razón principal de la crisis, según Spengler, es que Occidente ha elegido el pensamiento puramente técnico. Al olvidar las grandes cuestiones metafísicas que han alimentado la vida espiritual desde la Grecia antigua hasta la modernidad, se ha impuesto un modelo de vida que privilegia lo artificial (la ciudad, el lujo, los artefactos) sobre lo natural. Spengler llama a la actitud que está detrás de este modo de pensar y vivir el “espíritu faustiano” 4. Se trata de un paradigma que se compone de tres principios: que la idea vale solamente como working hypothesis , es decir, que no debe ser verdadera sino útil; que el hombre crea su propio universo (el lema de Fausto: Deus sive Natura ); y por último, que el desarrollo cultural es un lujo que está ligado al bienestar económico y a la técnica. Ahora bien, escribe Spengler, para el hombre faustiano cada conquista tecnológica es como una marca deportiva, un logro que sirve al ego y que vale por sí mismo. Entonces, el desarrollo tecnológico puede proceder sin tomar en cuenta sus efectos y consecuencias.
Por otro lado, lo que es más importante, la cesión del control a los procesos tecnológicos aleja al hombre de los saberes naturales y, poco a poco, establece una distancia enorme entre quien comprende la tecnología (el ingeniero) y quien no la comprende o simplemente la usa (el obrero o, en términos digitales, el usuario). La técnica, pues, es siempre más esotérica y distante del hombre común. Ya que este proceso de separación se acelera constantemente, el hombre faustiano termina sometido a la tecnología, lo que facilita la concentración del saber y la formación de los monopolios tecnológicos y económicos. Aceptar el dominio totalitario de la técnica implica renunciar a integrarse armoniosamente con el trabajo y con la naturaleza, precisamente lo que Spengler denomina tradición . Y Spengler, a continuación, supuso que la espiral tecnocrática saturaría la existencia del hombre a tal punto que este terminará deseando liberarse de ella 5. La contradicción del hombre faustiano consiste en que la técnica destruye a la tradición, pero es la tradición la que da lugar a la técnica. En suma, no hay solución porque la enfermedad tecnocéntrica ha destruido su propia medicina 6.
Hay otra explicación de la decadencia de Occidente en la teoría de Spengler que es necesario señalar porque permite ver (olvidando el lenguaje racista) el enlace entre la educación y las tecnologías de la información. Consiste en el hecho de que Occidente ha preparado su propia destrucción regalando su sabiduría técnica a las demás civilizaciones: “Los blancos la han ofrecido con benevolencia a todo el mundo…” (Spengler, 2002, p. 101). Además, y es el concepto realmente interesante:
Para la gente de color (incluyendo en este concepto a los rusos) la técnica faustiana no es en ningún caso una exigencia interior. Es solo el hombre faustiano que piensa, siente y vive en esta forma. Para él es una exigencia del espíritu […] para la gente de color, por lo contrario, no es más que un arma en contra de la cultura faustiana […]. (Spengler, 2002, p. 103)
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