Herman Parret - Epifanías de la presencia
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Abordaremos ahora el caso de la fantasía , donde la diferenciación en sujeto presentificante y sujeto reproducido no conduce a ninguna síntesis: la vivencia del noema fantasmático está atravesada por una alteridad que no se deja recuperar. El análisis husserliano del “noema fantasmático” demuestra esa sutil relación asimétrica de la ausencia con la presencia. La fantasía es precisamente una de esas intencionalidades interesantes, ciertamente, pero de estructura compleja, que pertenecen al flujo de la vivencia, muy alejadas ya de lo sensible y de lo percibido. Husserl despliega un serio esfuerzo 7para hacer valer que la fantasía es una forma de vida que se enraíza en cierta ausencia, una ausencia bien presente. No hay amalgama posible entre la fantasía y la experiencia “real”: el noema fantasmático será determinado como radicalmente diferente del noema cuyo núcleo es el percepto de objeto como tal. La vivencia noética de la “presencia” del noema fantasmático rompe con el ideal de un sentido bien organizado y jerarquizado en torno al núcleo marcado por la tripleta [ real, existente, actual ]. La fantasía, para Husserl, instaura una pausa en la vida de la conciencia, un reposo sin finalidad ni eficacia, aunque sea tan “natural” como otros tipos de investimientos noéticos. Y, sin embargo, la presencia del noema fantasmático es una presencia nutrida de ausencia. El sujeto fantasmante es un sujeto desdoblado: en la fantasía , no puede realizarse ninguna síntesis entre el sujeto que vive y ejecuta la fantasía y el sujeto de la reproducción fantasmática. ¿Cuál es entonces la naturaleza de la relación vivida de un sujeto así desdoblado ante el noema fantasmático, o más ampliamente, ante el noema ficcional ? En este análisis, pueden introducirse tres elementos descriptivos.
El primer elemento es el funcionamiento del mecanismo de la neutralización , que ya hemos discutido páginas arriba como un mecanismo necesario de desmodalización de la vivencia de los noemas epistémicos. Los fantasmas, para Husserl, son igualmente de orden epistémico, y por eso invocan la modificación de neutralización. El sujeto “fantasmante” modifica espontáneamente el noema fantasmático en un noema tético : el sujeto “fantasmante” da testimonio de una actitud de certeza. La presentificación fantasmática “neutraliza” la pertinencia misma de una predicación existencial: el noema fantasmático “está presente”, el sujeto está seguro de ello, y la cuestión de la existencia ni siquiera se plantea, ni poco ni mucho. No existe ninguna distancia, ninguna reserva: la tripleta [ real, existente, actual ] es neutralizada a favor de una presencia que se impone sin fallas a la vivencia subjetiva.
El segundo elemento nos lleva más lejos: la presencia del noema fantasmático implica su irrealidad . Husserl hace notar con gran tino que esa vivencia de irrealidad no es el producto de una inferencia : no es por saber que no he visto jamás un centauro o un unicornio por lo que vivo la irrealidad de esos noemas fantasmáticos. Irreal, pues, e indeterminado, indeterminable . El noema fantasmático no se sitúa, no se mide a partir de la especificidad del acto de fantasmar: la “presencia” del fantasma no se determina a partir de la realidad del acto de fantasmar. Husserl dirá que noesis y noema, en el caso de la fantasía, no se determinan recíprocamente. La noesis fantasmante no puede petrificarse en ego responsable de sus producciones noemáticas. Aunque íntimamente ligado a sus noemas —más íntimamente ligado que en el caso en que el noema es un percepto de objeto—, el sujeto fantasmante solo puede sufrir la indeterminación de su relación con los noemas fantasmáticos. El sujeto que aparece en el noema fantasmático no es ni un yo ni otro; es un sujeto indeterminable por la intencionalidad noética. No es posible ninguna identificación entre el sujeto fantasmante y el sujeto fantasmado. Por consiguiente, la opacidad identitaria de la intencionalidad fantasmante 8coloca al sujeto en un malestar disfórico.
El tercer elemento que completa el análisis husserliano de la fantasía, especifica mucho más ese malestar. A pesar de que la fantasía es vivida como una afección interesante y creadora, el sujeto solo puede constatar su carácter anónimo, su ineficacia. La afectación por la fantasía es vivida como algo gratuito, frente a otros actos intencionales afectados por la volición o por el deseo. El interés del sujeto fantasmante por los noemas fantasmáticos o ficcionales no es un interés existencial . El sujeto fantasmante no permanece ciertamente indiferente durante la lectura de una novela, o mientras asiste al espectáculo de una tragedia griega, puesto que su intencionalidad es una vivencia . Sin embargo, esa vivencia no es asumida , ya que es una vivencia ineficaz, sin efectos prácticos. La asunción personal de una vivencia eficaz falta totalmente en el acto fantasmante. Por eso, la presencia de un fantasma es una presencia traumatizante y al mismo tiempo catártica . Uno queda afectado y traumatizado, pero el efecto sobre el sujeto será más bien catártico porque se encuentra “seguro”: no está obligado a asumir la vivencia.
Concluimos así la evocación de las grandes líneas de fuerza de la fenomenología de la presencia, tal como aparecen en la filosofía de Husserl, su fundador. Cuando Roland Barthes escribe en La cámara lúcida : “En esa búsqueda de la fotografía, la fenomenología me ha prestado un poco de su proyecto y otro poco de su lenguaje”, 9es sin duda de esta fenomenología de la presencia de la que habla: fenomenología de la fotografía de la madre, icono de un recuerdo, presentificación compleja, cuya teoría ha elaborado excelentemente Husserl en Ideas I y en los manuscritos consagrados a la fantasía y al recuerdo. Presencias múltiples de la presencia en la disociación de la presencia y de la tripleta [ real, existente, actual ], proliferación de la presencia según los múltiples intereses intencionales de la conciencia. La presencia, sin duda, es una cuestión de cualidad y de grado.
En Merleau-Ponty asistimos a una transposición ejemplar de la herencia husserliana. La introducción a la Fenomenología de la percepción explicita sin ambigüedad que el fenomenólogo “puede poner en suspenso, para comprenderlas, las afirmaciones de la actitud natural, pero [debe aceptar] también que el mundo está siempre “ya allí” antes de cualquier reflexión, como una presencia inalienable”. 10Husserl había insistido en el hecho de que la presencia es el efecto de la estructura noético-noemática dominada enteramente por la intencionalidad que encadena el sujeto al mundo y el mundo al sujeto. Al hacer del mundo, ante todo, un “mundo percibido” y al sostener que la teoría del cuerpo es ya una teoría de la percepción, Merleau-Ponty hipostasia el percepto de objeto como el núcleo de toda noemática. Y eso es seguir a Husserl al pie de la letra. Sin embargo, Lo visible y lo invisible hace evolucionar dramáticamente el curso de la fenomenología, sobre todo en la concepción de la estructura noético-noemática. Para Husserl, el mundo es, ante todo, un mundo visible, y la noesis, una mirada. La relación noético-noemática comporta, por consiguiente, una distanciación interna que preconiza la conjunción de la noesis y del noema antes que su confusión . En Lo visible y lo invisible , Merleau-Ponty acentúa su crítica de la “fe perceptiva”, 11pero sobre todo reformula radicalmente la concepción de la estructura noético-noemática. Ya no es la intencionalidad la que conjunta noesis y noema, sino la carne participativa la que las confunde . A esa confusión noético-noemática, Merleau-Ponty le da el nombre de entrelazamiento o quiasmo. 12 Ese deslizamiento de la conjunción noético-noemática hacia la confusión, el entrelazamiento, el quiasmo ha sido posible por una inversión de la jerarquía de los sentidos: de lo visible a lo tangible, en el plano noemático; de la mirada a la caricia, de la vista al tacto, en el plano noético. Merleau-Ponty dice ahora que la mirada “envuelve, palpa, abraza las cosas visibles”, 13es decir, que la mirada toca . Entrelazamiento de mi cuerpo visible y contenido en el gran espectáculo del mundo, y mi cuerpo vidente, bajo el signo de lo Sensible en sí , que llamamos carne . Esa reversibilidad confunde noesis y noema en la sublimación de la carne. 14La noción de carne en Merleau-Ponty es pasablemente inmanentista, puesto que la tensión intencional desaparece totalmente de la esfera carnal: la Presencia es inmanente a la carne. A pesar de que esa radicalización se inscribe en cierto modo en la lógica husserliana, llegamos, en este final de recorrido fenomenológico, a un recodo problemático: la Presencia inmanente, de la que toda tensión intencional ha desaparecido, no abre ningún espacio a la emergencia del Il y a [Ahí hay algo], a la provocación del evento. *
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