RESPÌRE Y ME HABLARON LAS HORMIGAS. Una historia para dejar de buscar la felicidad y empezar a VIVIR - Rafa Mota Vergés
© Rafa Mota Vergés
© 2022, Ediciones Corona Borealis
Avda. Gregorio Prieto, 19 A
29010 Málaga
Tlf. 0034-951336282
www.coronaborealis.es
Maquetación editorial: Georgia Delena
Diseño de cubierta: Javier Lanzac
ISBN: 978-84-124277-6-9
Primera edición: enero 2022
Todos los derechos reservados. No está permitida la reimpresión de parte alguna de este libro, ni tampoco su reproducción, ni utilización, en cualquier forma o por cualquier medio, bien sea electrónico, mecánico, químico de otro tipo, tanto conocido como los que puedan inventarse, incluyendo el fotocopiado o grabación, ni se permite su almacenamiento en un sistema de información y recuperación, sin el permiso anticipado y por escrito del editor.
A mi madre , por todo
“La energía ni se crea ni se destruye” Primera ley de la termodinámica
Todos los ejercicios propuestos en el libro tienen como objetivo generar consciencia y conexión con uno mismo para aumentar niveles de bienestar, energía y entusiasmo y están basados en la propia experiencia del autor y en su trayectoria como coach profesional, donde prepara, acompaña y supervisa personalmente los procesos de crecimiento interior de todas las personas que entrenan con él.
Estas dinámicas no sirven para curar enfermedades o patologías, ni pueden ser, en ningún caso, sustitutivas de terapias y/o seguimientos psicológicos, psiquiátricos o farmacológicos. En caso de enfermedad, patologías mentales, anomalías respiratorias o crisis de cualquier índole, antes de practicar los ejercicios propuestos deben consultar primero a su médico, psiquiatra o especialista para descartar cualquier tipo de contraindicación. Queda bajo la responsabilidad del usuario estar al corriente de su estado de salud en el momento de la práctica.
Muchas gracias y buen entreno
Índice
Portada
Título
Créditos RESPÌRE Y ME HABLARON LAS HORMIGAS. Una historia para dejar de buscar la felicidad y empezar a VIVIR - Rafa Mota Vergés © Rafa Mota Vergés © 2022, Ediciones Corona Borealis Avda. Gregorio Prieto, 19 A 29010 Málaga Tlf. 0034-951336282 www.coronaborealis.es Maquetación editorial: Georgia Delena Diseño de cubierta: Javier Lanzac ISBN: 978-84-124277-6-9 Primera edición: enero 2022 Todos los derechos reservados. No está permitida la reimpresión de parte alguna de este libro, ni tampoco su reproducción, ni utilización, en cualquier forma o por cualquier medio, bien sea electrónico, mecánico, químico de otro tipo, tanto conocido como los que puedan inventarse, incluyendo el fotocopiado o grabación, ni se permite su almacenamiento en un sistema de información y recuperación, sin el permiso anticipado y por escrito del editor.
Dedicatoria A mi madre , por todo
Cuando todo se derrumba
Introducción
Cuando pierdes la inocencia
El pecado original
La etiqueta
La negación
Cuando te crees lo que no eres
La mentira
La estructura
Las “señales”
Cuando el “karma” te persigue
El “karma” y la incoherencia
El éxito
La fatiga
La agonía
La “muerte”
Cuando respiras
El portal
La conexión
El secreto
El susurro
Cuando la inspiración viene a visitarte
El embrión
“Buenas noches, dulces sueños y muchas estrellas”
Ángel y demonio
La reconstrucción
Cuando el diablo se disfraza de consciencia
Los primeros pasitos
La trampa: espiritualidad a pensión completa
La rueda de la vanidad y la “droga” del dinero
MIEDO al miedo: la resistencia
Amor, sexo, dependencia y seducción
La última cena: “Rafa se va a Nueva York”
Cuando bajas a limpiar la “basura”
Alquimia -parte 1- : la decisión
Alquimia -parte 2-: la preparación
Alquimia -parte 3-: la sincronización
Cuando caminas con la VIDA
Células limpias
La MAGIA de lo sencillo
La última tentación
Agradecimientos
Cuando todo se derrumba
Y un día, como si del fin del mundo se tratara, todo se derrumba.
Todo se rompe.
Todo se esfuma.
Todo se apaga.
Tan oscuro se queda todo, que no hay palabras para expresar el terror que uno siente en esos momentos, cuando las circunstancias te desgarran, te muelen y te vapulean. Desde la perspectiva que dan el tiempo y la distancia, si ahora lo tuviera que explicar, teniendo en cuenta lo luchador y lo controlador que yo he sido, TODO fue demoledor.
No ocurrió de la noche a la mañana, sino poco a poco, en silencio. Lentamente, sin que me enterara, como aquel veneno que te va intoxicando y te va matando sin que lo sepas.
Día tras día.
En algo más de tres años, casi cuatro, mientras yo seguía viviendo como si nada ocurriera, escondiéndome de lo que ya estaba sucediendo, me fui hundiendo. Huyendo de mi realidad, fui cavando mi propia tumba.
Mientras negaba mis MIEDOS y mi dolor -por MIEDO precisamente a sentirlos-, aguantando lo inaguantable, sin pedir ayuda -por MIEDO a aceptar mi vulnerabilidad y a que los demás pensaran que no era lo suficientemente fuerte-, después del mayor error de cálculo de mi historia con una inversión que me llevó a una quiebra millonaria, mi vida estalló en mil pedazos.
Se desmontó como nunca hubiese imaginado.
O sí.
Imaginar, sí lo había imaginado.
Durante esos tres años de dolorosa e imparable caída en los que estuve intentando aparentar una normalidad que ya no existía por ninguna parte, viví muchas pesadillas e imaginé todo lo imaginable.
Cuando me acostaba, muerto de MIEDO por la dimensión que la situación estaba tomando, lo imaginaba.
Cuando me comían terroríficos pensamientos que me nublaban la visión hasta perder el control sobre mí y llegar a desmayarme, lo imaginaba.
Cuando me despertaba a medianoche sudando, con taquicardias por las deudas que se iban amontonando, lo imaginaba.
Cuando me llamaban del banco a todas horas porque se estaban atrasando las cuotas de los préstamos, sabiendo que iba a perder el patrimonio familiar, lo imaginaba.
Cuando me daban palmaditas en la espalda, felicitándome por lo valiente que había sido al ampliar el negocio en plena crisis y yo, roto por la situación, sonreía mintiendo para no demostrar públicamente mi inminente hundimiento, lo imaginaba.
Cuando agobiado por la presión y la angustia, me escapaba a cualquier sitio con tal de no llegar al despacho y ver los números rojos de la cuenta corriente, lo imaginaba.
Cuando me iba al parque a escondidas a llorar de desesperación pensando en la que se me venía encima, lo imaginaba.
Cuando me culpaba, noche tras noche, y mi mente se cebaba contra mí, por el error tan garrafal que había cometido, lo imaginaba.
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