Mirando las cosas de un modo superficial, en Gen 3, 15, parecen posibles los sentidos de inhiare y de conterere , pero el significado de inhiare priva a la palabra de Dios de su carácter profético que se le ha reconocido desde el principio. Por eso las traducciones han dado preferencia ya en el tiempo antiguo al sentido de conterere, contundere , aplastar.
Nosotros aceptamos también como punto de partida ese sentido (aplastar), siguiendo así las traducciones antiguas (LXX ἐκτρίψῃ, targum מדקדּק, comminuens ). Más aún, ese es el significado que responde mejor a los dialectos y lenguas del entorno, mientras que el sentido inhiare solo podría defenderse a partir de una comparación con שׁאף y con el árabe sâfa (oler, olfatear, aspirar el aroma).
Por otra parte, “asaltar con ira” (Hirzel, Ewald) sería una desfiguración de inhiare , que, en sentido fuerte significa aprovechar abruptamente (Schlottmann), y más en concreto arrebatar, apoderarse. Hemos traducido por tanto él me aplastaría , como si fuera una tempestad, y multiplicaría sin causa mis heridas, sin dejarme respirar, y así me llenaría (ynI[;ªBif.y:÷, con pathach y rebia mugrasch ) con amarguras (~yrI)roM.m;, con dagesh dirimens , que hace que la palabra tenga una expresión más patética).
El significado de Job 9, 19 es que Dios destruye desde el principio todo intento de oposición del hombre, de manera que no deja a los hombres que entren en disputa con él para tratar de aquello que es justo. הנּה (con הנּני como איּה, Job 15, 23, o como איּו). Dios dice: ¡Aquí estoy! Como añadiendo: Yo preparado para imponerme sobre todo y sobre todos. Esta es la palabra de Dios, que puede entenderse como quis citare possit me (cf. Jer 49, 19; 50, 44), que parece como un eco de este pasaje de Job.
El texto supone así que la creatura está siempre equivocada ante Dios… un pensamiento que es verdadero en sí mismo, aunque Job olvida que el derecho de Dios en oposición a la creatura es siempre un derecho bueno, objetivo, justo en sí mismo. פּי, con sufijo, para indicar la conexión lógica de esta palabra con todo lo anterior, como en Job 15, 6: Mi propia boca 43.
En ynIvE)q.[.Y:w:) el jirek del hifil queda suavizado en forma de sheva , como en 1 Sam 17, 25; cf. Gesenius 53, 4. El sujeto es Dios, no “mi boca” (Schlottmann): Aunque yo tuviera razón, él me condenaría; aunque fuera inocente, él me declararía culpable.
`yY")x; sa;îm.a, yviªp.n: [d:îae-al{) ynIa'â-~T'( 21
`hL,(k;m. aWhå [v'ªr"w>÷ ~T'î yTir>m:+a' !KEï-l[; ayhiî tx;ªa; 22
`g['(l.yI ~YIåqin> tS;Þm;l. ~ao+t.Pi tymiäy" jAvâ-~ai 23
`aWh)-ymi aApåae al{ß-~ai hS,_k;y> h'yj,îp.vo-ynE)P. [v'ªr"-dy:b>) hn"íT.nI Ÿ#r
24
21Aunque fuera inocente, yo no me acepto a mí mismo, mi vida es ofensiva para mí.
22Hay solo una cosa, y por eso digo: Al inocente y al malvado él los destruye.
23Si un azote mata de repente, él se ríe del sufrimiento del inocente.
24Si tierra es entregada en manos de impíos, él cubre el rostro de sus jueces. Y si no es así ¿qué otro puede hacerlo?
Job 9, 21se toma de ordinario como una declaración de inocencia por parte de Job, pero sin que ella tenga un efecto positivo, estando él como está en peligro de ser destruido. “Yo soy inocente y lo digo abiertamente, incluso con desdén de mi vida” (Schnurrer, Hirzel, Ewald, Schlottmann). Pero aunque yviªp.n: [d:îae-al pueda significar no me importa mi alma, es decir, mi vida (cf. Gen 39, 6), el primer significado de esas palabras es: “No conozco mi alma”, es decir, no me conozco a mí mismo, y este sentido cuadra bien con el contexto.
Job es inocente, pero la contradicción que existe entre su suerte y su inocencia parece mostrar que su autoconciencia es engañosa, y hace que él se convierta en un misterio para sí mismo, de forma que no pueda conocerse. Y habiéndose así convertido en un extraño para sí mismo, Job aborrece esta vida hecha de contradicciones, por lo que no puede desear en modo algunos una larga continuación en ella (cf. Job 7, 16).
La palabras ayhiî tx;ªa; de 9, 22 no se explican por tanto de esta forma: “es para mí lo mismo vivir o no vivir”, sino, da lo mismo ser inocente o no serlo. El mismo Job es una prueba de ello. Por eso, él mantiene, etc. Sin embargo es también posible que esta expresión tenga el mismo sentido que Ecl 9, 2 (hay un mismo fin, אחד מקרה, para el justo y para el malvado; pues ante Dios es lo mismo ser justo o no serlo), expresión que ha sido bien traducida por el targum.
Eso significa que hay una misma medida, de מכילא (es decir un מדּה, μέτρον, Mt 7, 2), una misma forma de conducta de Dios para todos los hombres, sin que él haga distinción entre justos y malvados. Esto se refiere a lo que sigue, y por tanto la frase “yo mantengo” es como un paréntesis (como אמרתי, Sal 119:57; cf. אמר לי, Is 45, 24), y en esa línea he traducido lo que sigue. Ciertamente, el texto tiene un tipo de suspense, y על־כן introduce una afirmación de Job, que está fundada en el hecho de la prolongación de su propia desgracia, una cosa que él mantiene en directa contradicción con lo que dicen sus amigos, una afirmación que será criticada por Elihu.
Con unos ejemplos sorprendentes, Job 9, 23 completa la tesis anterior, mostrando con ellos la forma de conducta de Dios en unos casos que son como los de su relación con Job. שׁוט, un azote, significa un juicio que sobreviene sobre una nación (Is 28, 15). Ese azote destruye también a los inocentes, de forma que Job concluye diciendo que Dios se deleita en מסּה, es decir, en el πειρασμός, en la prueba o, quizá para decirlo de manera más clara, en la destrucción (con מסס, como en Job 6, 14) de los inocentes, es decir, en su aniquilación en medio de la angustia y de la falta de fuerza. Conforme a este pasaje, parece que Dios se alegra de la aniquilación de los inocentes, de su destrucción. Jerónimo indica que en todo el libro de Job no hay nada que sea asperius , es decir, más duro, que lo que se dice aquí, en 9, 23.
Otro ejemplo a favor del sentido que damos a este palabra desconsolada (ayhiî tx;ªa; , una misma cosa para todos…), es aquello que sucede cuanto toda una tierra o país (con buenos y malos por igual) queda entregada en manos de malvados: el mismo Dios deja que el rey sea un malvado, y cubre también el rostro de los jueces, de manera que ellos no imparten justicia, no distinguen lo que es justo y lo injusto, y dictan sentencia a favor de los malvados, no de los justos. Dios mismo es la causa última de todo. Si no es él ¿quién puede serlo?
Conforme a la opinión corriente, אפו (que aparece en el libro de Job cuatro veces, en lugar de la forma usual אפוא) se coloca por hipérbaton en condicional, en vez de aparecer en una frase interrogativa. Según eso, מי y אפו no han de tomarse en unidad, en contra de lo que piensa Hirzel. De todas formas, aquí no estamos ante un verdadero hipérbaton, sino que אפו concede intensidad a la pregunta, aunque no lo hace directamente como en Job 17, 15 (Gesenius 153, 2), sino solo indirectamente, de manera que lo que siga tenga un sentido más fuerte, como en Job 24, 25 y en Gen 27, 37.
De esa forma hay que traducir: Si no es realmente así … (cf. la expresión homérica ει ̓ δ ̓ ἄγε). Es indudable que Dios es el causante último de esta miseria humana, aparentemente llena de contradicciones, con la que nos encontramos en la historia de la humanidad, una miseria que Job experimenta ahora con tanta fuerza.
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