—¿Qué te ha parecido?
—Ha sido divertido —dijo Neil—. Los dos sois geniales.
Nicky sonrió aún más, pero Aaron soltó un bufido.
—Kevin se suicidaría si te oyera decir eso.
—Kevin cree que solo malgastamos oxígeno —dijo Nicky, encogiéndose de hombros.
—Al menos no vas a ser un completo estorbo —dijo Aaron—. Tardaremos la mayor parte de la temporada en conseguir que estés al nivel que necesitamos, pero veo por qué Kevin te escogió.
—Y hablando de él… —Nicky señaló la pared con la cabeza—. Creo que está listo para empezar a darte caña.
Neil siguió la dirección del gesto con la mirada, más allá de la pared hasta el banquillo de los Zorros. Andrew había reaparecido y estaba tumbado bocarriba en el banco, jugando a lanzar y atrapar una pelota. Kevin había tomado su raqueta en algún momento y le daba vueltas mientras los observaba. Incluso con media cancha y una pared de centímetro y medio de grosor entre ellos, Neil sentía su mirada como si fuera algo sólido.
—Teme por tu vida —dijo Nicky—. No es un profesor comprensivo y no sabe cómo ser amable. Kevin es capaz de cabrear a cualquiera en una cancha de exy, incluso a un Andrew colocado. Bueno, a cualquiera menos a Renee, pero ella no es humana, así que no cuenta.
Neil volvió a mirar a Andrew.
—Creía que la medicación hacía que eso fuera imposible.
—Esta primavera nos ha enseñado muchas cosas. —Nicky se apoyó la raqueta en el hombro y echó a andar hacia la puerta—. Tendrías que haberlo visto. Andrew le habría arrancado la cabeza a Kevin de un raquetazo si Kevin no le hubiese lanzado antes la raqueta hasta el otro lado de la cancha. Estoy deseando ver cómo lo manejas tú.
—Fantástico —dijo Neil, agarrando el cubo de pelotas para seguirlos hasta salir de la cancha.
Andrew se incorporó con el golpe de la puerta cerrándose tras ellos y le lanzó a Nicky la pelota que tenía en las manos. Se había traído el whisky , el cual había dejado en el suelo a sus pies. Ahora lo recogió y desenroscó el tapón.
—Ya era hora —dijo—. Es un aburrimiento tener que esperarte, Nicky.
—Ya hemos terminado —dijo este, enganchando el casco en el mango de su raqueta para poder agarrar el whisky— . Va siendo hora de que dejes eso, ¿no te parece? Abby me va a machacar si se da cuenta de que has estado bebiendo.
—Me parece que eso no es problema mío —respondió Andrew con una sonrisa deslumbrante.
Nicky se volvió hacia Aaron en busca de ayuda, pero este se adelantó camino de los vestuarios. Nicky fingió que se volaba los sesos con dos dedos en forma de pistola y fue tras él. Neil tenía intención de seguirlos, pero cometió el error de mirar a Kevin. Una vez se encontró con sus ojos, no logró apartar la mirada.
Su expresión era indescifrable. Fuera la que fuera, no parecía especialmente alegre.
—Esta temporada va a ser eterna.
—Te dije que no estaba preparado.
—También dijiste que no jugarías conmigo, y aquí estás.
Neil no contestó a ese reproche. Kevin se le encaró y enredó los dedos en la red de su raqueta. Cuando empezó a tirar de ella, Neil la aferró con más fuerza, negándose a soltarla sin decir nada. Probablemente habría sido capaz de arrebatársela si lo hubiese intentado con un poco más de ímpetu, pero parecía contentarse solo con agarrarla.
—Si no vas a jugar conmigo, jugarás para mí —dijo Kevin—. Nunca llegarás a donde necesitas ir tú solo, así que entrégame tu juego.
—¿Y dónde necesito ir? —preguntó Neil.
—Si no eres capaz de averiguarlo, entonces nadie puede ayudarte.
Neil le devolvió la mirada en silencio, bastante seguro de que el lugar del que hablaba Kevin no era para gente como él. Este debió verlo en su expresión, porque alzó la mano que tenía libre y la usó para cubrirle los ojos.
—Olvídate del estadio —dijo—. Olvídate de los Zorros y de los inútiles de tu equipo, del instituto y de tu familia. Tienes que verlo de la única manera que importa, con el exy como el único camino posible. ¿Qué es lo que ves?
Imaginarse la vida en términos tan simplistas era tan ridículo que Neil casi se echó a reír. Evitó que la boca se le retorciera en un gesto despiadado tan solo a base de fuerza de voluntad. Aun así, algo debió de escapársele, porque Kevin dio un fuerte tirón a su raqueta.
—Céntrate.
Intentó imaginar un mundo en el que Neil Josten era de verdad lo único que había existido y existiría. Ponerlo en términos tan simples era casi suficiente para hacerle detestar el personaje, pero se tragó esa aversión y orientó la imagen mental hacia el exy.
Su juego. ¿Había sido de verdad suyo alguna vez? ¿O solo había estado tirando de él hasta aquel momento? El exy era el único destello de felicidad en su infancia fracturada. Recordaba cómo su madre lo había llevado a los partidos de las ligas infantiles, a una hora de Baltimore, allí donde nadie conocía a su padre y los entrenadores le dejaban jugar. Recordaba cómo lo animaba como si cada uno de sus movimientos no estuviera siendo supervisado por guardaespaldas armados. Los recuerdos eran algo fragmentado y onírico, distorsionado por la sangrienta realidad del trabajo de su padre, pero Neil se aferraba a ellos. Eran los únicos momentos en los que había visto sonreír a su madre.
No sabía durante cuánto tiempo había estado jugando en el equipo de las ligas infantiles, pero sus manos recordaban el peso de una raqueta tan nítidamente como el de una pistola.
Aquel pensamiento lo devolvió a la realidad y le recordó que la existencia de Neil Josten era algo efímero. Tan solo soñar con poder quedarse como estaba era una crueldad, pero Kevin había conseguido escapar, ¿no? De alguna manera había conseguido dejar atrás aquella habitación sanguinolenta en la Edgar Allan y convertirse en quien era ahora, y Neil quería lo mismo con tanta fuerza que casi podía saborearlo.
—Te veo a ti —dijo, por fin.
Kevin tiró de la raqueta una vez más y esta vez Neil la soltó.
—Di que me darás tu juego.
Nada bueno podía salir de aquello, pero él no pensaba inmiscuirse.
—Tómalo.
—Neil lo comprende —dijo Kevin, dejando caer la mano y lanzándole una mirada afilada a Andrew.
—¡Supongo que debo darte la enhorabuena! Pero como yo no tengo ninguna para darte, le diré a los demás que lo hagan. —Andrew se impulsó con las manos para ponerse en pie, dándole un trago al whisky mientras lo hacía—. ¡Hola, Neil! Volvemos a vernos.
—Ya nos hemos visto antes —dijo él—. Si esto es otro de tus trucos, puedes ahorrártelo.
Andrew le sonrió con la boca pegada a la botella.
—No seas tan desconfiado. Has visto cómo me tomaba la medicación. Si no lo hubiera hecho, ahora estaría doblado por la mitad en algún sitio, vomitando por culpa del síndrome de abstinencia. Aunque todo este fanatismo me está dando ganas de potar.
—Está colocado —dijo Kevin—. Cuando está sobrio, me lo dice, así que siempre lo sé. ¿Cómo lo averiguaste?
—Son gemelos, pero no son idénticos. —Neil levantó un hombro en un gesto de indiferencia—. Uno de ellos detesta tu obsesión por el exy, mientras que al otro no le podría importar menos.
Kevin miró a Andrew, pero este solo tenía ojos para Neil; tardó un segundo en procesar sus palabras antes de echarse a reír.
—¿También es humorista? Atleta, cómico y estudiante. Cuántos talentos. Qué gran fichaje para los Zorros. Estoy impaciente por descubrir qué más sabe hacer. Quizás podríamos montar un concurso de talentos para descubrirlo, ¿qué os parece? Ya veremos. Vámonos, Kevin. Tengo hambre.
Kevin le devolvió la raqueta a Neil y los tres se dirigieron al vestuario. Aaron y Nicky ya se estaban duchando cuando llegaron. Neil oyó el sonido del agua y se sentó en un banco a esperar.
Читать дальше