Felix Guattari - Las luchas del deseo

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as luchas del deseo. Capitalismo, territorio, ecología de Félix Guattari es un libro construido a partir de otros dos libros, Cartografías del deseo(Francisco Zegers Editor, 1989) y El devenir de la subjetividad (Dolmen, 1998). Ambos, fieles retratos de la preparación y visita que Félix Guattari haría a nuestro país en 1991. Se tratan, en efecto, de una suerte de «introducción» al público chileno de las ideas de Guattari. Y cabe señalar que, como Pólvora Editorial, retomamos con esta nueva edición cierta «posta» o «relevo» que interroga ese tiempo de «transición» a la democracia, a más de 30 años y adportas de un plebiscito para el cambio constitucional.

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DE

CARTOGRAFÍAS DEL DESEO (CHILE, 1989)

El Capitalismo Mundial Integrado y la revolución molecular

Un concepto sin parangón en la historia de la modernidad atormenta nuestro planeta: el de “riesgo tecnológico mayor” . 31 Este concepto ya tiene endosado a su cuenta un terrible inventario de muertes y malformaciones. Me referiré a los últimos acontecimientos de mayor relevancia internacional: Seveso, Therre Mile Island, México 84 (explosión de un depósito de stock gas, con la proyección de fierros por sobre varios kilómetros y más de 1.000 muertos de un solo golpe, 7.000 heridos graves con el éxodo de 2.000.000 de personas durante el incendio); Bhopal, diciembre 84 (nube tóxica, 2.300 muertos, 60.000 heridos); Chernóbil 86; Bale (Suiza) 1986 (polución química del Rhin, simbolizada por la imagen de ese pez buscando agua para “respirar”); el descubrimiento en 1987 de la grave alteración de la capa de ozono que nos protege de los rayos cósmicos; la reciente “marea amarilla” que se puso a invadir y a devorar todo el ecosistema del mar del Norte…; en fin, a este inventario habría que agregarle —ya que evidentemente no es exhaustivo— la categoría de “muerte por hambre” o la de “muerte por hambruna” que deja sin vida, por minuto que pasa, a más de un millar de niños en el continente latinoamericano.

La dicotomía que prevaleció hasta nuestros días entre conocimiento y ética o entre “saber” (desvinculado de los agenciamientos concretos) y cotidianidad, se hace cada vez más evidente. Tanto las catástrofes ecológicas como las mayores miserias sociales están hoy a la orden del día.

El Capitalismo Mundial Integrado (CMI) tiende cada vez más a desplazar sus núcleos de poder de las estructuras productivas de bienes y de servicios hacia estructuras productivas de signo —código— y de subjetividad (M. N.). 32

***

El capitalismo contemporáneo puede ser definido como Capitalismo Mundial Integrado: 1. Porque sus interacciones son constantes con países que, históricamente, parecían habérsele escapado (los países del bloque soviético, China, los países del Tercer Mundo). 2. Porque tiende a que ninguna actividad humana, en todo el planeta, escape a su control.

Podemos considerar que el capitalismo ya ha colonizado todas las superficies del planeta y que lo esencial de su expresión reside actualmente en las nuevas actividades que pretende sobrecodificar y controlar.

Este doble movimiento, el de una extensión geográfica que se encierra sobre sí misma y el de una expansión molecular proliferante, es correlativo con un proceso general de desterritorialización. El CMI no respeta las territorialidades existentes; tampoco respeta los modos de vida tradicionales, como los de la organización social de aquellos conjuntos nacionales que parecen hoy día firmemente establecidos. Recompone tanto los sistemas de producción como los sistemas sociales en sus propias bases; sobre aquello que llamaría axiomática propia (“axiomática” en tanto opuesta en este caso a “programática”). 33 En otras palabras, no hay un programa definido de una vez por todas; siempre es posible, en el contexto de una crisis o de una dificultad imprevista, agregar axiomas funcionales suplementarios o sustraer otros. Ciertas formas capitalistas parecen derrumbarse frente a una guerra mundial o una crisis como la de 1929, pero luego renacen bajo otras formas, encontrando otros fundamentos. Esta desterritorialización/recomposición permanente concierne tanto a las formaciones de poder como a los modos de producción (prefiero hablar de formaciones de poder en vez de relaciones de producción, noción demasiado restrictiva en relación con el tema aquí considerado). Abordaré el problema del CMI desde los ángulos siguientes:

1. De sus sistemas de producción, de expresión económica y de axiomatización del socius ;

2. de las nuevas segmentaridades que éste desarrolla: a) a nivel transnacional, b) en el marco europeo y c) a nivel molecular;

3. de lo que yo llamo: las máquinas de guerra revolucionaria, los agenciamientos de deseo y las luchas de clase, desde el punto de vista de sus objetivos, de sus referencias y de sus modos de acción.

Los sistemas de producción, de expresión económica y de axiomatización del CMI

a) Sobre la evolución de los sistemas de producción del CMI seré breve e incluso esquemático, dado que este tema ya ha sido largamente desarrollado en otros lugares. Señalemos para empezar que hoy ya no sólo no existe una división internacional del trabajo, sino una mundialización de la división del trabajo, una captación general de todos los modos de actividad, incluidos aquellos que escapan formalmente a la definición económica del trabajo. Los sectores de actividad más “atrasados” y los modos de producción marginales, las actividades domésticas, el deporte, la cultura, etc., que hasta ahora no incumbían al mercado mundial, están cayendo uno tras otro bajo su dependencia.

El CMI integra el conjunto de sus sistemas maquínicos 34 al trabajo humano, de modo que se hace cada vez más difícil el pretender dar cuenta de los valores económicos únicamente a través de una noción cuantitativa de “trabajo socialmente necesario”; dado que lo que resulta pertinente en la asignación de un trabajador a un puesto productivo, no es sólo su capacidad de proporcionar un cierto tiempo de trabajo, sino el tipo de secuencia maquínica que va a introducir en el proceso de producción, donde se considera, evidentemente, un trabajo físico, pero de manera cada vez más relativa. Así, las reivindicaciones sindicales que apuntan a la disminución del tiempo de trabajo, pueden volverse perfectamente compatibles con el proyecto de integración del Capitalismo; y no sólo compatibles, sino incluso deseadas, para que el trabajador pueda dedicarse a actividades financieramente improductivas, pero económicamente recuperables. El ámbito de la integración maquínica ya no se limita únicamente a los lugares de producción, sino que se extiende también a todos los demás tipos de espacios sociales e institucionales (agenciamientos técnico-científicos, equipamientos colectivos, medios de comunicación de masas, etc.). La revolución infor mática acelera considerablemente este proceso de integración, que contamina también la subjetividad inconsciente tanto a nivel individual como social.

Esta integración maquínico-semiótica del trabajo humano implica, en consecuencia, que se tome en cuenta, dentro del proceso productivo, la modelización de cada trabajador no sólo a nivel de su saber —eso que ciertos economistas llaman el “capital de saber”—, sino también en el conjunto de sus sistemas de interacción con la sociedad y con el entorno maquínico (imbricando en este entorno, tanto las máquinas propiamente dichas, máquinas técnicas, como las máquinas semióticas y las máquinas deseantes, que funcionan como un logiciel 35 en los comportamientos sociales, en los tejidos urbanísticos, en todos los niveles de sensibilidad, de interiorización de los sistemas jerárquicos, etc.).

b) La expresión económica del CMI, su modo de sujeción semiótica de las personas y de las colectividades, no sólo atañe a una serie de sistemas de signos como el sistema monetario, el bursátil, los aparatos jurídicos relativos al salario, a la propiedad, al orden público, etc. Descansa igualmente en sistemas de servidumbre, pero en el sentido cibernético del término. 36 Los componentes semióticos del capital funcionan siempre en un doble registro: de la representación (donde los sistemas de signos son independientes y se encuentran distanciados de los referentes económicos) y del diagramatismo (donde los sistemas de signos se encadenan directamente con los referentes, como instrumentos de modelaje, de programación, de planificación de los segmentos sociales y de los “agenciamientos” productivos). De este modo, el capital es mucho más que una simple categoría económica relativa a la circulación de bienes y a la acumulación. Es una categoría semiótica que concierne al conjunto de los niveles de producción y al conjunto de los niveles de la estratificación de los poderes. El CMI se inscribe primeramente en el marco de las sociedades divididas en clases sociales, en clases raciales, burocráticas, sexuales, clases de edad, etc., y en segundo lugar, en el seno del tejido maquínico proliferante. Su ambigüedad con respecto a las mutaciones maquínicas materiales y semióticas características de la situación actual, está en el hecho de que utilizan toda su potencia maquínica, toda la proliferación semiótica de las sociedades industriales desarrolladas, al mismo tiempo que la neutraliza a través de sus medios de expresión económicos específicos.

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