El hallazgo del macho de una rara subespecie: Adelpha justina maira Orellana, 1996
La hembra de esta especie fue descrita por primera vez por Fruhstorfer en 1915, a partir de un ejemplar de la colección Staudinger (ahora en el Museo de Historia Natural de Berlin , ZMHU). En ese entonces, Fruhstorfer supuso que la localidad en donde fue colectado este ejemplar estaba en Venezuela. Sin embargo, la hembra depositada en el ZMHU que coincide con la descripción de Fruhstorfer no tiene datos de localidad (Willmott, 2003).
No obstante, Neild (1996) sugirió que esta especie podría encontrarse en la SNSM y basó su sospecha en la similitud de esta con Adelpha zina inachia (una subespecie endémica de la SNSM). Solo recientemente Gabriel Rodríguez, un geólogo y entomólogo colombiano, demostró que tal hipótesis era correcta al dar a conocer el hallazgo del macho de Adelpha justina maira en las localidades de Minca y San Pedro a una elevación de 1.500 m, en la SNSM, en el 2014 y en el 2017, respectivamente (Rodríguez, 2018).
En el caso de este estudio, hace pocos años, ya se había fotografiado un ejemplar, desconociendo su estatus específico, en las montañas de Bella Vista, a 1.500 m de altitud, en un claro de bosque bastante conservado en donde abundan árboles de porte inmenso. En este claro la subespecie comparte hábitat con Archaeoprepona chromus, Adelpha zina, Adelpha irmina, Pedaliodes symmachus, Catonephele chromis y Lucida lucia, entre otras. Luego, en diciembre de 2020, curiosamente en el mismo punto, se volvió a fotografiar a esta subespecie, en esta ocasión lo que parece ser un macho. Por último, y como para recordar la hipótesis de Neild, el mismo día y a pocos metros de este macho, se halló un ejemplar de Adelpha zina inachia, otra rara especie de los bosques de esta región.
Foto 18. Adelpha justina maira ♂, libando fluidos
en pescado descompuesto
Fuente: elaboración propia.
En mayo de 2021, al observar una cópula, se pudo notar con sorpresa que ambos individuos tenían una mancha blanca en el ala posterior, a pesar de que la hembra de Staudinger no se caracteriza por dicho atributo. Desde Rodríguez (2018), se sabe que las dos formas (con mancha blanca en el ala posterior o sin ella) ocurren en los machos, pero al parecer estas formas también se presentan en la hembra (Willmott, comunicación personal).
Foto 19. Cópula en Adelpha justina maira
Fuente: elaboración propia.
El caso de Anthanassa dubia (A. Hall, 1929): una posible especie exclusiva del Caribe colombiano y del norte de Venezuela
Esta pequeña mariposa, común en Santa Marta, en especial en la temporada de lluvias y en los espacios no urbanizados, aparece nombrada como Anthanassa hermas dubia (A. Hall, 1929) en BOA, en donde aparece la fotografía de un ejemplar colectado en San Esteban, Puerto Cabello, norte de Venezuela. El mismo ejemplar es nombrado por Lamas (2004) como Anthanassa frisia dubia. Es decir que BOA y Lamas ubican a esta mariposa en especies diferentes, a pesar de que BOA basa su organización en Lamas (2004).
Tratando de hacer una aproximación taxonómica, inicialmente, Andrew Neild, un experto en mariposas de Venezuela, apoyándose en los estudios de Higgins (1981), concordó con Lamas (2004) y Hall (1929). De tal manera, en su libro The Butterflies of Venezuela. Part 2: Nymphalidae II (Acraeinae, Libytheinae, Nymphalinae, Ithomiinae, Morphinae) nombra a esta mariposa como Anthanassa frisia dubia (Neild, 2008). Sin embargo, hoy en día, el mismo Neild sostiene que no es fácil saber si varias poblaciones aisladas son subespecies o especies.
En el caso de Anthanassa frisia dubia hay varios problemas: las poblaciones del Caribe muchas veces suelen ser endémicas, así como las poblaciones del sureste de Brasil y de esa zona biogeográfica (A. hermas). Por lo tanto, no se puede determinar si la población de Venezuela (dubia), que habita en el norte de este país, pero también en la zona fronteriza con Colombia y sin duda en la SNSM, es la misma especie que la caribeña A. frisia (Lamas, 2004) o la brasileña A. hermas, o si las tres son especies distintas. En todos los casos, dubia es un taxón válido, por lo que para “conciliar” esta disparidad se puede nombrar a esta especie como Anthanassa dubia (Neild, comunicación personal).
Foto 20. Anthanassa dubia (A. Hall, 1929)
Fuente: elaboración propia.
La especie del Caribe colombiano es la misma que aparece en BOA (la de Venezuela). Esto se puede afirmar por la similitud en los patrones de coloración y maculación, además de la afinidad en la distribución geográfica entre estas. Por lo tanto, cabe suponer que es Anthanassa dubia. No obstante, en el futuro estudios moleculares definirán el verdadero estatus de las poblaciones del norte de Venezuela y de Colombia, bien sea como especie monotípica, o una subespecie de A. frisia o de A. hermas.
En la foto 21 se pueden identificar las siguientes partes de una mariposa:
1.Ala anterior ventral (AAV).
2.Ala posterior ventral (APV).
3.Abdomen.
4.Tórax.
5.Proboscis.
6.Antena.
Foto 21. Anatomía de una mariposa (1)
Fuente: elaboración propia.
Por otra parte, la foto 22 da cuenta de estas otras partes anatómicas:
1.Celda discal (CD).
2.Margen anal.
3.Margen distal.
4.Ala anterior dorsal (AAD).
5.Margen costal.
6.Ala posterior dorsal (APD).
Foto 22. Anatomía de una mariposa (2)
Fuente: elaboración propia.
Finalmente, la figura 1 distingue las zonas alares de una mariposa:
1.Basal.
2.Submedial.
3.Marginal.
4.Submarginal.
5.Medial.
6.Postbasal.
Figura 1. Zonas alares de una mariposa
Fuente: elaboración propia.
¿Por qué proteger las mariposas?
Las mariposas son indicadoras de la salud de los ecosistemas (Vélez y Salazar, 1991). Basta con hacer algunos recorridos por diferentes ambientes para verificar este principio. Por ejemplo, en gran parte del corredor Minca-Marinka, ubicado en la parte noroeste de la SNSM, a unos 650 m de altitud, se halla un bosque conservado con árboles de gran porte que brindan sombra y mantienen la humedad del suelo, permitiendo el desarrollo de helechos y muchas hierbas. Una quebrada recorre en un tramo importante de este sector y es alimentada por algunos riachuelos que desembocan en ella. Al adentrarse un poco en la sección del bosque menos intervenida por el humano, se puede detallar que el suelo está cubierto por una alfombra verde de hierbas; los arboles están adornados con enredaderas, algo de musgo y algunas orquídeas epífitas. A medida que las personas se desplazan, montones de mariposas de vuelo pausado, que descansaban o se alimentaban del excremento de un ave o de otro material en plantas del sotobosque, se espantan, moviéndose en cortos trayectos para posarse nuevamente en otra planta del mismo estrato. En algunos puntos del dosel, los rayos de sol se filtran, abriéndose paso a través de la sombra densa y uniforme que generan los árboles, y son aprovechados por algunas mariposas para calentar sus cuerpos. El silencio de la selva es interrumpido ocasionalmente por el ruido inconfundible del aleteo de las oropéndolas (Psarocolius decumanus).
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