Desde épocas muy tempranas, el PCOE puso sus esperanzas en los avances que algunos partidos comunistas estaban consiguiendo en el panorama internacional. Por eso, rápidamente, declaró su entusiasmo por la línea del Partido Comunista Portugués. Precisamente, fue en esta primera etapa cuando el prestigio del PCP en el movimiento comunista y sus buenas relaciones con el PCUS atrajeron las miradas de los militantes del PCOE hacia el partido portugués. Un ejemplo representativo de este tipo de dinámicas tuvo lugar cuando en 1973 Álvaro Cunhal fue condecorado con la prestigiosa «Orden de la Revolución de Octubre». 185Esto motivó que Enrique Líster le felicitara en nombre del Comité Central del PCOE, siendo publicado en la portada de su periódico. En esta carta utilizaba varios de los elementos identitarios que ya se han señalado anteriormente. Además, realizaba llamamientos a la confraternización de los comunistas ibéricos. Entre las loas a la heroicidad y al sacrifico de los comunistas lusos, se señalaba especialmente el papel individual que el propio Cunhal había prestado a la causa antifranquista en sus años de joven militante. 186Sin embargo, sería con la llegada de la Revolución de los Claveles cuando el PCP se convertiría en uno de los principales referentes para este partido. Tanto es así, que la portada de su edición de Mundo Obrero (cabecera roja) de mayo de 1974 abría bajo el titular de «¡Viva Portugal democrático!». Según el PCOE esta revolución era una lección muy importante para los comunistas españoles, ya que marcaba el camino que seguir. 187Además, se reproducía una nueva carta de Líster a Cunhal donde felicitaba al que consideraba su camarada por los éxitos del partido y de todos los portugueses. 188Sin embargo, la crisis que atravesó la revolución portuguesa también preocupó mucho al PCOE. Esta preocupación por la situación en el país luso se transformó en impotencia, ya que los militantes del PCOE poco podían hacer desde el otro lado de la frontera. Así lo reflejaba una carta que militantes sevillanos del PCOE enviaron a Vasco Gonçalves, alertándole de la posibilidad de que Portugal se convirtiera en el «Chile de Europa». 189El desasosiego no desapareció tras el 25 de noviembre de 1975, fecha que marcaría oficialmente el fin de la revolución portuguesa. La preocupación por lo que ocurría en el país vecino se centraba en poder mantener las conquistas que la revolución había conseguido y, sobre todo, evitar un golpe de Estado que supusiera una vuelta al pasado. 190
De las organizaciones que pertenecen a la primera ola disidente, el PCOE fue la más longeva. El partido existió desde 1973 hasta 1986 en su primera etapa y de 1986 al año 2000 en la segunda. 191La composición sociológica de este partido era bastante homogénea. La mayoría de su militancia estaba formada por personas de clase obrera con una media superior a los cincuenta años. Sin embargo, también había militantes más jóvenes y con un perfil intelectual. Ese fue el caso de Alejandro Fernández, responsable de la organización asturiana. Alejandro era un joven trabajador de banca, miembro del Comité Ejecutivo y responsable político de la organización regional. 192Sin embargo, el desarrollo organizativo del PCOE fue menor que el de los demás partidos de esta ola, con escasos centenares de miembros. Esto no quita para que con los años lograra una implantación respetable en algunos territorios. Para comienzos de la Transición el partido ya tenía organización consolidada en Andalucía, Cataluña y Asturias. A ellas se unían otros núcleos más reducidos en Madrid, Valencia, Euskadi, Galicia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Tenerife, Aragón, Navarra y Baleares. 193Además, mantuvo estructuras en el exilio, especialmente en París y Bruselas, pero también en la URSS, Cuba, la RDA y Hungría. En Cataluña se constituyó el Partit Comunista Obrer de Catalunya (PCOC), que elaboraba su propio periódico, Endavant , desde finales de 1974. En sus páginas se mezclaban artículos en castellano y catalán. La defensa del idioma y la cultura catalana era para los comunistas del PCOC una prioridad, estaban seguros de que el pueblo catalán conquistaría su reconocimiento. 194La existencia de un partido autónomo ligado al PCOE no dejaba de ser un intento de continuar con la tradición del PCE/PSUC. Con todo, el nuevo PCOE no tuvo en sus inicios mucho arraigo en el interior. Por esa razón, varios emisarios aprovecharon sus vacaciones para hacer contactos políticos. Ese fue el caso de Ramón Bada desde Bélgica, y de José Molina o Robustiano Fernández, Tano , ambos desde Alemania. 195El uso de enviados de otros territorios, incluso de la emigración, era descrito en la jerga militante como «paracaidismo». Este «paracaidismo» de militantes del PCOE, a su vez, era duramente criticado desde las filas del PCE (VIII-IX Congresos) de Eduardo García. Para ellos, lo peor de estos enviados era que «presentaban a su grupo como campeón de las gestiones a favor de la unidad de los comunistas». 196
Sin embargo, el aislamiento fue uno de los principales rasgos del PCOE durante toda su historia. La praxis política de esta organización se caracterizó en muchos casos por las continuas polémicas desatadas por Líster. Destacaban aquellas que con un tono brusco acusaban a Carrillo de diversos crímenes. 197También hubo fuertes críticas públicas hacia los demás grupos comunistas. Incluso, utilizando argumentos casi siempre personales, lo que no benefició precisamente a su causa. 198Un buen ejemplo de esto fue el intento de unificación a finales de 1976 con la OPI. El acercamiento acabaría siendo abortado de forma brusca. Existieron varios motivos para la ruptura de dicho proceso. En primer lugar, Líster difundió a la prensa el acuerdo de manera sorpresiva y unilateral desde Bruselas, lo que podía poner en peligro a los militantes clandestinos de la OPI. 199El segundo motivo se encontraba en las formas empleadas por el dirigente del PCOE. Su anuncio se realizó mezclado con fuertes insultos a Carrillo, lo que sorprendió bastante a una militancia universitaria acostumbrada a otra forma de actuar en política. 200Por su parte, el PCOE, que parece que se había tomado mucho más en serio la unificación con la OPI, mostró mucho malestar por la forma en que había terminado el proceso. En 1978 publicó algunos documentos internos para tratar de legitimar su postura frente a los procesos unitarios fallidos en los que había participado. Según su relato, había sido la OPI la que había faltado a su palabra, pues ya habían firmado varios documentos conjuntos e incluso en un mitin público en Bruselas se había anunciado que la unificación se produciría bajo la sigla de PCOE en unos pocos meses. Según el PCOE, la actitud claudicante de la OPI se debía a dos motivos. El primero de ellos era de índole teórica. En su opinión, la OPI presentaba una gran confusión ideológica con respecto a la noción de bloque histórico gramsciano, que «se inspiraban más en el eurocomunismo que en el marxismo-leninismo». La segunda tenía que ver con la concepción de grupo de presión existente en la OPI, que no renunciaría a cambiar el PCE desde dentro. Sin embargo, pese a la ruptura, a mediados de marzo de 1977 los dirigentes de la OPI volvieron a dirigirse al PCOE con la intención de unificarse de cara a poder presentarse a las elecciones, cuestión que para el partido de Líster significaba un alto grado de oportunismo y, precisamente por eso, esta vez fueron ellos los que rechazaron la integración en esos términos. 201
El PCOE encaró el proceso de agotamiento político del Franquismo y el comienzo de la Transición anclado a una dinámica de resistencia. Entre la denuncia constante del «entreguismo» del PCE y el intento de integrarse en los organismos unitarios de la unidad antifranquista. En septiembre de 1974 el PCOE denunciaba abiertamente a la Junta Democrática como una «nueva maniobra carrillista» creada «de espaldas al consenso popular». Al mismo tiempo, el partido recalcaba la necesidad de que todas las fuerzas antifranquistas, al menos las que consideraban que realmente trabajaban por terminar con el franquismo, desarrollaran un trabajo conjunto y unitario. 202Ante la aproximación de la muerte de Franco, el PCOE fue tejiendo redes y alianzas con algunos grupos, especialmente en la emigración en Francia y Bélgica. Una buena muestra de ello fue el comunicado conjunto firmado por el PCOE y el FRAP en Lieja (Bélgica) anunciando la creación de un comité para coordinar a todas las fuerzas democráticas y revolucionarias que se oponían al continuismo monárquico. 203El PCOE buscaba integrar en estos comités prioritariamente a los grupos socialistas, aunque también a sectores del FRAP, nacionalistas revolucionarios o incluso libertarios. Esta dinámica de impulsar comités unitarios de índole antifascista y republicana se amplió a otros lugares. A comienzos de 1975 se creaba en París un autodenominado Comité Antifascista de Unión Popular (CAUP) integrado por el PSOE, ARDE, FRAP y PCOE. Para el partido de Líster este era un primer paso que debía ser seguido de la creación de organismos unitarios de estas características en el interior de España. 204
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