E. M Valverde - Sugar, daddy

Здесь есть возможность читать онлайн «E. M Valverde - Sugar, daddy» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sugar, daddy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sugar, daddy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una colaboración empresarial y el deseo de complacer la voluntad de su madre, hará que Areum caiga en manos del Señor Takashi, un hombre narcisista que disfruta corrompiendo personalidades débiles y llevándolas a su mundo sádico. Areum aprenderá a malas que las rosas más bellas también poseen las espinas más dañinas y difíciles de olvidar, y que la maldad del ser humano a veces es simplemente innata y autodestructiva.

Sugar, daddy — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sugar, daddy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Una vibración ahuyentó el silencio, y aunque sabía que era de mi teléfono, lo ignoré. ¿Quién coño me hablaría un viernes por la noche?

—Es el tuyo, Areum, no tengo notificaciones emergentes.

Escondí la pantalla contra mi pecho, y mis ojos flojearon.

Detrás de ti...de vosotros, más bien

—T.K

Tienes dos minutos para subirte en el coche

—T.K

Giré la cabeza como un búho, y me caí del banco cuando mi cuerpo se congeló. Había un range rover negro con la luces encendidas en la acera de enfrente, con los intermitentes encendidos.

—Hostia menuda caída, ¿estás bien? –Kohaku pronto estuvo agachado a mi lado y me ayudó a levantarme–. Menos mal que no te has manchado el vestido, que vas de blanco.

¿Pero qué hacía Takashi aquí? ¿No estaba de viaje de negocios?

—¿Ari? –mi amigo pelinegro llamó mi atención, y le miré nerviosa sin saber qué hacer–. Se te ha puesto la cara muy pálida.

Cogió mi cara para examinarla, pero sabía que Takashi nos estaba mirando, y le aparté delicadamente.

—Debe ser el alcohol –me excusé, señalando el todoterreno a sus espaldas–. Joji –mentí–, ha venido a por mí.

—Ah, vale... –Kohaku estaba tan distraído que no se fijó en que ese no era el coche de siempre–, pero no te vayas todavía. Tengo algo para ti.

Chequeó mi cuello por segundos, y sonrió nerviosamente al sacar una cajita alargada del bolsillo de su chaqueta. El claxon sonó impaciente, y simulé que no tenía los nervios a flor de piel.

—Es para ti –susurró, entregándome la caja. Pandora. Últimamente las joyas me perseguían.

—¿Para mí? ¿Por qué me haces un regalo cuando el cumpleañero eres tú? –me reí tontamente, pero al ver su cara íntimamente ilusionada, me obligué a callar. Abrí la caja aterciopelada, y se me calentó el pecho al ver un fino collar de plata.

—Es mi forma de agradecerte que seas mi amiga, te...aprecio mucho.

Joder, yo no le había regalado nada

—Yo también te quiero mucho, Kohie –le tendí el collar, y aparté el pelo para que me lo pusiese. Noté sus dedos temblorosos en el broche, y algo frío cuando el metal cayó en mis clavículas–. Todavía no tengo tu regalo, de verdad que lo siento mucho...

Su cara regordeta apareció delante de mí, e ignoré el segundo aviso del claxon. No sabía qué pasaría si había un tercero.

—No hace falta que me compres nada, tu compañía me hace muy feliz –algo caliente tocó ambas mejillas, y me di cuenta de que eran sus manos acunando mi cara con la misma delicadeza que a un bebé.

—Te daré tu regalo igualmente –sonreí, temiendo por el espectador del coche.

—¿Me ayudarás con la mudanza?, ¿me visitarás de vez en cuando? –sus dedos temblaron ligeramente contra mis mejillas, inseguridad.

—Eso está hecho –avancé para darle un abrazo, y rodeó mi espalda de forma protectora y cariñosa. Me sentía bien, sus abrazos eran de esos que te calmaban con dulzura en vez de anestesia.

—Gracias por bailar conmigo, aunque creo que ha sido un poco...intenso –soltó una risita contra mi coronilla, sus brazos apretándome más, y me agobié un poco.

—Pero me ha gustado –le guiñé un ojo al separarme, y caminé de espaldas hacia el coche mientras me despedía silenciosamente de él–. Buenas noches, Kohaku.

—Adiós, Ari –movió la mano, y solo le hacía falta un sonrojo excesivo para recrear una escena típica de un manga romanticón. Tenía más estrellas en sus ojos que en el cielo contaminado.

No vi nada a través de los cristales tintados del coche, por lo que abrí la puerta de copiloto y tomé asiento rápidamente, esperando mi sentencia.

Pasó un minuto en completo silencio, en el que solo se oían sus dedos repiquetear contra el volante. Kohaku miraba en nuestra dirección con la cara inclinada, seguramente pensando en por qué no me iba ya.

—Creía que estaba de viaje de negocios, Señor Takashi –dije fría, mirando de reojo a Takashi. No parecía contento.

Cogió mi mandíbula con brusquedad y me hizo mirarle. Me sentí pequeña cuando sus ojos enfadados buscaron algo específico en mi cuello, y se rió amargamente al ver el colgante de plata sobre mis clavículas

—¿Qu... –

—Estás castigada.

15. [manos gucci]

Areum

Vaya, se me había pasado la borrachera de repente.

—¿Por qué estoy castigada? –logré murmurar–. No he hecho nada.

Me apoyé contra la puerta y le di mi peor mirada. Me había arruinado la noche con mi mejor amigo, ¿y para qué? Era cansino jugar en su tablero y ser su peón.

—Ni siquiera sé por qué me he subido a tu puto coche –espeté seca, alcanzando el asa para abrir la puerta y largarme. Kohaku seguía confundido en el banco. Había pasado un minuto, y Joji era un conductor excelente y rápido que no se demoraría tanto, Kohaku lo sabía. Comenzaría a sospechar.

—¿Que no lo sabes, dices? –me hizo gritar al sentir el familiar ardor en el cráneo, y no soltó mi pelo hasta que me tiró sobre sus piernas. No me clavé la palanca de cambios en la espalda de milagro. Le miré con rabia y lágrimas, su mirada siniestra vista desde abajo–. Te has subido en mi puto coche porque sabes qué es lo que te conviene –acarició mi mejilla con cinismo, su sonrisa mostrando sus malas intenciones.

Noté cómo su muslo se estiró bajo mi cabeza, pisando suavemente el acelerador hasta que el motor ronroneó. Quería levantarme de sus piernas para ver a Kohaku, pero hundió suave los dedos en mi pelo y cerré los ojos involuntariamente.

De repente ya no me quería mover de ahí, y él sabía perfectamente la magia de la que sus dedos eran capaces.

—Llego cansado de hacer negocios en el extranjero y ansioso de jugar un poco contigo...¿y qué me encuentro cuando vengo a por ti? –inquirió, su masaje consistente y relajante.

—¿Hmmn? –le miré a escondidas, concentrado en la carretera a pesar de tener la mandíbula en tensión.

—Que sigues igual de insolente que siempre –el reflejo rojo del semáforo proyectaba una imagen turbia en su cara–. Zorreando con el primero que pasa y rechazando mis regalos... –el desprecio en su voz me hizo sentir menos–. Tskk...debería haber llamado a Soyeon.

¿”Soyeon”? ¡Ese también era un nombre coreano! ¿Era también una de sus sumisas?

—Eres muy poco original, Takashi –hice el amago de apartar su mano para recolocarme en el asiento de copiloto, pero intensificó el agarre.

—Cuidado con lo que dices, te recuerdo que sigues castigada. Vacilarme no te va a beneficiar para nada –paseó los dedos por mi piel hasta engancharlos en la cadena de plata de Kohaku–. ¿Dónde está el collar?

En el bolsillo de mi chaqueta, pero no tenía por qué enterarse de eso.

—Desde luego, aquí no –espeté entre dientes, y aparté sus dedos anillados de un manotazo para incorporarme. Bajé el dobladillo del vestido al sentarme, y miré los neones que se difuminaban por la velocidad del vehículo–. ¿A dónde vamos?

No me respondió, y me tuve que resignar a esperar de brazos cruzados durante el trayecto a casa. Acabé dormida con la cara enfadada, y desperté al oír el golpe de una puerta.

Vi la cara angulosa de Takashi a través de la ventanilla, y abrió mi puerta de copiloto en silencio.

—¿Dónde estamos? –pregunté de nuevo, mirando el frío aparcamiento afuera.

—Si no bajas en los próximos diez segundos te puedo asegurar que te arrepentirás –se apoyó contra la puerta, presionándome para que bajase–. Diez...

Crucé las piernas y los brazos con bravuconería, esperando a que acabase el numerito.

—Cinco...

Le miré de reojo solo para ver cómo estaba manejando mi desobediencia, y se me escapó una sonrisa cuando vi su lengua apretada contra su mejilla. Me daba satisfacción darle de su propia medicina, para qué negarlo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sugar, daddy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sugar, daddy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sugar, daddy»

Обсуждение, отзывы о книге «Sugar, daddy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x