– Le pedí que no te contara nada.
– Me complace que lo hiciera. Estaba tan convencido de que estabas enamorada de Charles que cuando escuché lo que habías hecho por mí, empecé a tener esperanzas de que quizá, después de todo, yo estuviera equivocado. Así que vine aquí directamente y esperé… y esperé… ¡y esperé! ¿Dónde estabas?
Skye descansó la cabeza contra el hombro de él, con un suspiro…
– Sólo vagaba por ahí, sintiéndome desdichada e imaginando lo feliz que tú eras con Moira.
– ¿Qué rayos te hizo pensar que yo estaba enamorado de Moira?
– Ella parecía ser exactamente el tipo de chica que te gusta -le explicó-, y te vi con ella esa noche cuando regresamos de Kielven. Al día siguiente, ella llevaba esa bufanda que le compraste, y parecía tan feliz que era obvio que estaba enamorada.
– Lo está -aceptó Lorimer de forma inesperada-. Y mucho, pero no de mí. Llevé a Moira a cenar para celebrar su compromiso con Andre Peters. Si supieras algo de golf, sabrías que él es el mejor jugador de Escocia, ahora está en Estados Unidos, por eso invité a Moira sola. Ella es una de las personas más agradables que conozco y una buena amiga, y la bufanda era un regalo de compromiso para ella.
– ¡Ojalá lo hubiera sabido! -dijo Skye-. Por eso acepté cenar con Charles y fue una de las peores noches de mi vida. Y lo peor de todo fue tener que enfrentarme contigo al final, sabiendo que me habías visto besarlo y que no me creerías, aunque te dijera que yo no lo había alentado…
Los brazos de Lorimer la apretaron.
– Pensaste que había sido la peor noche de tu vida, pero no fue nada comparado con lo que yo sentí. Estaba decidido a decirte lo que sentía por ti. Intenté despreciarte, pero no funcionó. Creo que he estado enamorado de ti desde que te sentaste en mi oficina y me contaste todas esas absurdas historias para que te diera el empleo.
Hizo una pausa y continuó:
– Yo no quería enamorarme de ti, Skye. La experiencia con mis padres me afectó mucho, pero tú me hiciste cambiar. Descubrí que yo no quería un futuro seguro y solitario, sino que te quería a ti. Y a pesar de todo lo que pensaba que sabía acerca del matrimonio, a pesar de todo lo que pensé que sabía de ti, tú eras mi única oportunidad de felicidad. No sabía cómo había sucedido o por qué, sólo sabía que era verdad. No importaba lo exasperante que fueras pues no te podía sacar de mi mente y ese fin de semana en Kielven sólo empeoró las cosas. ¿Sabes lo que fue para mí tenerte entre mis brazos toda la noche y saber que a ti no te importaba? Casi te lo dije en la playa, en la oscuridad, pero no tuve valor, en parte por el orgullo y en parte porque no quería que tú te retiraras justo cuando nos estábamos haciendo amigos.
Cambió de posición y se arrellanó en el sillón para estar más cómodo antes de proseguir;
– Tú no me facilitaste las cosas, Skye -tomó una de sus manos y le besó la palma-. Te sentías tan bien en mis brazos y tan bien en mi casa… Te llevé allí porque quería ver cómo se veían las habitaciones contigo en ellas y supe entonces que si no estabas tú allí, la casa me parecería vacía, sin importar cuántos muebles comprara. Entonces te vi llorando y pensé que era por Charles -hizo una pausa-. Estaba furioso conmigo por permitirme soñar y me dije que estaría mejor si te ignoraba, pero eso no me impidió desear golpear a cada hombre que te invitara a bailar esa noche y cuando bailamos juntos y sentí tu suavidad y calor en mis manos… pues perdí la cabeza.
Ladeó la cabeza de Skye y sonrió directo a sus ojos.
– No fue justo que te besara de esa forma y lo sé, pero tuve que detenerte de alguna manera y si te sirve de algo, después me sentí fatal. Por eso vine hasta aquí esa noche, para disculparme y preguntarte si existía alguna posibilidad de que pudiéramos empezar de nuevo… y entonces vi a Charles besándote -vaciló y entonces preguntó-: En realidad, ¿estabas enamorada de él?
– Eso pensé, pero era sólo un enamoramiento infantil. No estaba enamorada del Charles verdadero. Creo que estaba enamorada de la idea de enamorarme -miró profundo a los ojos de Lorimer y su propio color azul y calidez brillaban por la felicidad-. Eso fue antes de conocerte y saber qué era el amor en realidad -le explicó y lo besó de nuevo-. Continúa -dijo después de un rato apoyando su rostro contra la garganta de él, con un suspiro de satisfacción.
– Ya no hay mucho más. Me fui a casa pensando que había quedado como un tonto y me he comportado de forma muy desagradable desde entonces… pero era sólo porque estaba profunda y desesperadamente enamorado y la vida no parecía valer la pena de vivirse sin ti para darme aliciente.
La besó hasta que Skye se sintió la mujer más feliz del mundo.
– ¿Estás seguro de que me amas? -preguntó sin aliento ante el delicioso asalto de sus manos y el roce de sus labios en su garganta-. Soy el tipo equivocado de chica para ti. Soy un caso perdido, soy atolondrada y juego mal al golf y además soy inglesa y tengo un gusto terrible para los pendientes.
Lorimer levantó la cabeza y tomó con firmeza su rostro entre las manos.
– Lo sé y por supuesto, todo eso son inconvenientes graves. Eres la última chica de la que yo esperaba enamorarme pero de alguna forma, a pesar de todo, me di cuenta de que la chica equivocada era correcta para mí, la única -sonrió amoroso-. ¿Y quién sabe? Podrías cambiar -la molestó-. Con un poquito de práctica puedes mejorar tu golf y comprarte otros pendientes, aunque me da igual, te amo exactamente como eres.
– Podría intentar ser más eficiente y mejorar mi mecanografía -ofreció Skye preparada para sacrificarse para complacerlo.
Lorimer pareció considerarlo.
– No creo que valga la pena afinar tus habilidades secretariales por una semana -decidió-. Después de todo, Moira se hará cargo después de Navidad.
Ella retrocedió y lo miró inquieta, sintiéndose insegura.
– ¿Quieres decir que sólo me querrás durante una semana?
– Sólo te necesito como secretaria por una semana -dijo Lorimer-. Después, te necesitaré como esposa, ¡lo que requiere de diferentes habilidades!
Apaciguada, Skye se relajó contra él con un suspiro de felicidad al besar su oreja.
– ¿Por cuánto tiempo? -le susurró y él la abrazó con fuerza.
– Para siempre.
***