Jessica Hart - Esposa por un día

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Esposa por un día» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Esposa por un día: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Esposa por un día»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Todo empezó cuando Homer, su querido e indisciplinado perro, rompió un jarrón de inestimable valor para Ran Masterson… y Pandora se ofreció a reemplazarlo. Al parecer, el precio de jarrón era tan elevado que la joven sólo podría pagar el destrozo accediendo a hacerse pasar, durante veinticuatro horas, por la esposa del propietario de Kendrick Hall. Pandora tenía dos opciones, o representaba la comedia, o bien pagaba, y consideraba que hacer de señora de la misión durante un día no podía ser peor que deberle a Ran miles de libras. ¡Lo que no sabía, cuando aceptó, era que compartir la cama de Ran formaba parte del trato!

Esposa por un día — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Esposa por un día», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pandora necesitó mucho tiempo para dormirse. El morro frío de Homer la despertó a la mañana siguiente. Sin abrir los ojos, buscó a tientas el reloj. Eran las nueve menos cinco.

– ¡Oh, Dios! Y él va a pasar a buscarme a las nueve y media -gritó mientras echaba a Homer a un lado sin explicarle quién era él.

Ran la había llamado la noche anterior, tan cortante como siempre, para decirle que estuviera preparada a esa hora.

– Y quizá puedas esforzarte un poco más con tu aspecto -añadió severamente-. No quiero llevar a comer a Annie «la huerfanita».

Pandora se echó agua en la cara y, con el cepillo de dientes en la boca, fue a inspeccionar con aire pesimista su vestuario. Aparte del vestido que su madre había insistido en darle, no tenía absolutamente nada elegante que ponerse. Resignada, pensó que no podía hacer otra cosa. Se puso la falda con dibujos negros, marrones y verdes, y un jersey holgado de color gamuza, lo que fue un poco difícil puesto que todavía llevaba el cepillo de dientes en la boca. Por lo menos, ni la falda ni el jersey tenían agujeros, no que se vieran, claro.

No había tiempo para desayunar. Silbó para llamar a Homer y abrió la puerta. Hacía una hermosa mañana de junio. La lluvia del día anterior había dejado los setos verdes y lustrosos y el sol brillaba sobre sus hojas trémulas. Era un día demasiado bueno para llevar a Homer de la correa cuando iba a tener que pasarse el resto del día encerrado. Pandora le permitió que fuera husmeando delante de ella mientras paseaba lentamente por la senda disfrutando del aire de la mañana. Ni siquiera había muchos tractores por aquellos caminos.

Consultó su reloj, tenían que regresar. No le parecía que Ran Masterson fuera un hombre que tolerara la impuntualidad. Buscó a Homer con la mirada a tiempo de verle desaparecer a través de una cerca meneando el rabo furiosamente. Pandora echó a correr. Por suerte, un olor particularmente desagradable había atraído la atención del perro, por lo que podía seguirle sin dificultad. Con todo, tuvo que atravesar una zanja y vadear el seto, que le llegaba a la cintura, antes de sujetarlo por el collar. A continuación hubo un forcejeo que la dejó jadeante, despeinada y con la mitad del seto encima, pero consiguió volver a arrastrar al chucho a la carretera.

Ya eran las nueve y media, casi. Sujetando la correa con firmeza, Pandora echó a correr. Captando el espíritu del juego, Homer trotó delante de ella, saltando para lamerle la cara mientras ladraba animadamente. El jaleo hizo que Ran saliera del patio del establo y asistiera al espectáculo. Pandora era arrastrada por aquel chucho infame, tenía las mejillas encendidas por el esfuerzo y el pelo lleno de ramitas y hojas.

– Siento llegar tarde -dijo jadeando cuando llegó a su lado.

Homer se empeñó en saludar a Ran como si fuera un viejo amigo, haciendo caso omiso de las evidencias en contra.

– ¡Siéntate! -ordenó Ran, antes de que el perro le pusiera perdido el traje.

Homer bajó las orejas sumisamente y se contentó con olisquearle los tobillos y menear la cola. Ran se volvió a Pandora y la contempló con desagrado.

– ¿Dónde demonios te has metido?

– Tenía que sacar a Homer antes de encerrarlo.

Frente a la compostura de Ran, Pandora se sintió acalorada, molesta y mucho más jadeante que antes. Él parecía reservado, con un traje gris impoluto, camisa blanca y corbata gris. Tendría que haber parecido raro con aquellas ropas formales, pero las llevaba como si fueran parte de él y le daban un aspecto más duro y contenido que nunca.

– Tengo la impresión de que ha sido él quien te ha sacado a ti a pasear -dijo Ran cáusticamente mientras le quitaba unas hojas del hombro-. ¿Hay algún motivo para que te hayas puesto encima la mitad del campo?

Apenas la rozó, sin embargo, Pandora sintió que el hombro le ardía. Aquella hipersensibilidad estúpida hizo que se enfadara y se sacudió impaciente el pelo y el jersey.

– He tenido que sacar a Homer de un seto. Voy a encerrarlo para que podamos irnos.

– ¿Es que no te vas a cambiar?

Pandora lo miró sorprendida.

– ¿Qué quieres decir?

– Creía que te había dicho que te pusieras algo elegante.

– ¡Esto es elegante!

Ran frunció el ceño, irritado.

– ¡Tienes que ser capaz de algo mejor! ¡Ni siquiera tú te casarías con algo que parece un trozo de saco!

– ¡No esperaba casarme cuando vine! De lo contrario, habría traído el vestido blanco y el velo que tengo en el armario preparado por si acaso a alguien se le ocurre hacerme proposiciones.

– Nadie te ha dicho que saques un traje de novia de una chistera, pero debes tener algo mejor para una foto de bodas que ese jersey marrón.

– Pues bien, da la casualidad de que no lo tengo.

Ran suspiró exasperado ante su tono infantil.

– Supongo que tendrás que comprar algo apropiado en Wickworth. No será la capital de la moda del norte, pero seguro que puedes encontrar algo mejor que lo que llevas.

– No veo por qué tiene que importar.

Pandora metió a Homer en la cocina, de la que había retirado previamente todo lo que fuera remotamente masticable, y se llevó una manzana para comer en el coche.

– El fotógrafo puede hacernos una foto que sólo abarque el busto.

– Porque le he dicho al fotógrafo que queríamos una foto de boda y parecería muy raro que yo me presentara con traje mientras que tú vas como si quisieras quitar las malas hierbas del jardín.

– Suena raro, te pongas como te pongas -dijo ella con la boca llena de manzana-. Si queríamos una foto, ¿por qué no nos la hicimos el mismo día de la boda?

– Pudimos casarnos de repente.

Era obvio que Ran se sentía irritado por el cuestionamiento al que Pandora sometía su historia. Los dos cerraron las puertas del coche con más fuerza de la necesaria.

– No me cabe en la cabeza que seas capaz de algo tan romántico -dijo ella, provocativamente.

– Desde luego, no me considero capaz de algo tan estúpido -respondió él, mientras salía marcha atrás del patio-. Pero el fotógrafo no tiene por qué saber que la idea de casarme, por no hablar de una boda precipitada con una mujer tan desastrosa como tú, es prácticamente inconcebible, ¿no?

– ¿Por qué? ¿Qué tienes en contra del matrimonio?

Pandora dio otro mordisco furioso a la manzana y decidió que iba a ignorar aquellos comentarios tan poco halagadores.

– Todo. Otra gente pierde la cabeza por casarse, pero yo pienso evitar esa trampa.

Pandora lo miró de reojo, preguntándose por qué era tan vehementemente contrario al matrimonio. La línea de su mentón y su garganta se recortaba nítida en la luz clara de la mañana. Todo en él era tajante y definido, el ligero ceño de concentración entre sus cejas, la línea arrogante de su nariz, las sorprendentes pestañas negras que bordeaban los ojos claros. Pandora contempló la boca fría e inquietante y, de repente, su estómago desapareció.

Pandora apartó rápidamente los ojos. Era más fácil pensar en lo gruñón y desagradable de su comportamiento que preguntarse por qué se sentía tan extraña siempre que miraba su boca.

– O sea, que la historia es que estábamos tan enamorados que no pudimos esperar a celebrar una boda normal y corriente, ¿no?

– Algo parecido -dijo él con disgusto.

– Si no nos tomamos la molestia entonces, ¿por qué íbamos a preocuparnos ahora por hacernos una foto?

– No sé -dijo él con irritación creciente-. Para mandársela a tu madre que está enferma en Canadá o algo por el estilo.

– ¡Pero mi madre vive en Dorset!

– Mira, me importa un rábano dónde viva tu madre. Y al fotógrafo menos. El sólo tiene que hacernos una foto como si estuviéramos razonablemente enamorados.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Esposa por un día»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Esposa por un día» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Esposa por un día»

Обсуждение, отзывы о книге «Esposa por un día» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x