• Пожаловаться

Julia Quinn: El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Quinn: El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Исторические любовные романы / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Julia Quinn El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever

El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A la edad de diez años, Miranda Cheever no mostraba indicios de Gran Belleza. E incluso a los diez, Miranda aprendió a aceptar las expectativas que la sociedad tenía para ella… hasta la tarde en que Nigel Belvestoke, el guapo y gallardo vizconde Turner, besó su mano solemnemente y le prometió que un día ella se convertiría en ella misma, que un día sería tan hermosa como inteligente. E incluso a los diez años, Miranda supo que lo amaría para siempre. Turner siempre ha considerado a Miranda como de la familia. Tras un desastroso matrimonio, Turner sabe que el amor que pudiera sentir lo destruyeron las infidelidades de su difunta esposa. Pero a pesar de su cinismo, Turner se sorprende a sí mismo al darse cuenta del incontrolable deseo que Miranda empieza a despertar en él.

Julia Quinn: другие книги автора


Кто написал El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– La presente compañía posiblemente podría ser excluida -enmendó.

– Creía que el brandy se debía servir en copitas para coñac -dijo ella.

Él la observó mientras tomaba asiento cuidadosamente. No estaba cerca de él pero tampoco estaba en la otra punta. Sus ojos nunca dejaban los suyos, y no pudo evitar preguntarse qué pensaba que le podría hacer. ¿Abalanzarse sobre ella?

– El brandy -anunció, como si le estuviese hablando a un público de más de una persona- se sirve mejor en lo que sea que uno tiene a mano. En este caso… -alzó su vaso y lo miró, observando cómo la luz del hogar danzaba en su superficie.

No se molestó en terminar la frase. No parecía necesario, y además, estaba ocupado sirviéndose otro trago.

– Salud. -Y se lo bebió.

La miró. Todavía estaba sentada allí, observándolo. No podía decir si lo desaprobaba; su expresión era demasiado inescrutable para eso. Pero deseó que dijese algo. Cualquier cosa, en realidad, incluso más tonterías sobre copas, sería suficiente para sacar a su mente del hecho de que todavía eran las once y media, y de que le quedaban treinta minutos antes de que pudiese declarar terminado aquel miserable día.

– Así que dígame, Señorita Miranda, ¿disfrutó del servicio? -preguntó, desafiándola con la mirada a que dijese algo más allá de lo que solía decirse en situaciones así.

La sorpresa se registró en la cara de ella, la primera emoción de la noche que Turner era claramente capaz de discernir.

– ¿Se refiere al funeral?

– El único servicio del día -dijo él, con considerable desenfado.

– Fue… er… interesante.

– Oh, vamos, Señorita Cheever, puede hacerlo mejor.

Ella capturó su labio inferior entre los dientes. Leticia solía hacer aquello, recordó él. Cuando aún pretendía ser inocente. Había dejado de hacerlo cuando el anillo había estado a salvo en su dedo.

Bebió otro trago.

– ¿No cree…?

– No -dijo él enérgicamente. No había suficiente brandy en el mundo para una noche como aquella.

Y en ese momento alargó la mano, cogió su vaso y tomó un sorbo.

– Creo que estuvo espléndido.

Maldita fuese. Tosió y farfulló, como si fuese él el inocente, tomando su primer sorbo de vino.

– ¿Perdón?

Ella sonrió plácidamente.

– Puede que ayude el tomar sorbos más pequeños.

La fulminó con la mirada.

– Es raro que alguien hable honestamente de una muerta -dijo ella-. No estoy segura de que fuese el lugar más apropiado, pero… bueno… no era una persona demasiado agradable, ¿verdad?

Parecía tan serena, tan inocente, pero sus ojos… eran perspicaces.

– Vaya, Señorita Cheever -murmuró él-. Creo que en realidad sí que tiene una vena vengativa.

Se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su bebida, uno pequeño, notó él.

– Para nada -dijo, aunque él estaba seguro de que la creía-. Pero soy una buena observadora.

Él rió entre dientes.

– Totalmente de acuerdo.

Se puso rígida.

– ¿Disculpe?

La había alterado. No sabía por qué lo encontró tan satisfactorio, pero no pudo evitar que le gustase. Había pasado mucho tiempo desde que no hacía nada que le produjera placer. Se inclinó hacia delante, sólo para ver si podía hacerla avergonzar.

– La he estado observando.

Palideció. Él pudo verlo incluso a la luz del hogar.

– ¿Sabe lo que he visto? -murmuró él.

Los labios de ella se entreabrieron, y negó con la cabeza.

Usted ha estado observándome.

Ella se levantó, lo repentino del movimiento casi tiró la silla al suelo.

– Debo irme – dijo-. Esto es totalmente poco ortodoxo, y es tarde, y…

– Oh, venga, Señorita Cheever -dijo él, poniéndose en pie-. No se apure. Usted observa a todo el mundo. ¿Cree que no me he dado cuenta?

Alargó la mano y la cogió del brazo. Ella se paralizó. Pero no se dio la vuelta.

Los dedos de él apretaron más. Sólo un toque. Sólo lo suficiente para evitar que se fuese, porque no quería que lo hiciese. No quería estar solo. Le quedaban veinte minutos más, y quería que ella se enfadase igual que él estaba enfadado, igual de enfadado que había estado durante años.

– Dígame, Señorita Cheever -susurró, colocando dos dedos en la parte inferior de su barbilla-. ¿Alguna vez la han besado?

CAPÍTULO 2

No habría sido una exageración decir que Miranda había soñado con este momento durante años. Y en sus sueños, siempre parecía saber qué decir. Pero en la realidad, por lo visto, estaba lejos de ser elocuente, y no podía hacer otra cosa excepto mirarle fijamente, sin respiración - literalmente- pensó, literalmente sin respiración.

Gracioso, siempre había pensado que era una metáfora. Sin respiración.Sin respiración.

– Pensé que no -estaba diciendo él, y Miranda apenas le podía oír por encima de la carrera frenética de sus pensamientos. Debería echar a correr, pero estaba paralizada, y no debería hacer esto, pero lo deseaba, al menos pensó que en verdad lo había querido desde que tenía diez años y particularmente aún no sabía qué era lo que había estado queriendo y…

Y sus labios tocaron los de ella.

– Adorable -murmuró él, dándole una lluvia de besos delicados, seductores, a lo largo de la mejilla hasta que alcanzó la línea de la mandíbula.

Se sentía como en el cielo. Se sentía como nada que hubiera conocido. Sintió una agitación interior, una tensión extraña, enrollándose y desperezándose, y no estaba segura de lo que significaba, así es que estaba allí quieta, aceptando sus besos mientras él se movía por su cara, a lo largo de su pómulo, de regreso a sus labios.

– Abra la boca -le pidió, y ella lo hizo, porque él era Turner, y ella quería esto. ¿No lo había querido siempre?

Su lengua se sumergió adentro, y se sintió atraída más firmemente contra él. Sus dedos estaban exigiendo, y después su boca exigía, y entonces se dio cuenta de que estaba equivocada. Éste no era el momento con el que había estado soñando durante años. Él no la deseaba. No sabía por qué la besaba, pero no la deseaba. Y ciertamente no la amaba. No había ternura en este beso.

– Devuélvame el beso, maldita sea -gruñó él, y presionó sus labios contra los de ella con insistencia renovada. Fue duro, y estaba enfadado, y por primera vez en la noche, Miranda comenzó a sentirse asustada.

– No -trató de decir Miranda, pero su voz se perdió contra su boca. Su mano de alguna manera había encontrado sus nalgas, y la estaba apretando, presionándola hacia arriba contra él en la mayoría de los lugares íntimos. Y no entendía cómo podía haber buscado esto y no desearlo, cómo él le podía hacer sentir un cosquilleo y hacer que se asustase, cómo podía amarle y odiarle al mismo tiempo, en igual medida.

– No -dijo ella otra vez, interponiendo las manos entre ellos, las palmas contra su pecho-. ¡No!

Y entonces él se alejó con brusquedad, sin el más leve indicio de querer quedarse.

– Miranda Cheever -murmuró, con lo que realmente era un tono cansado-, ¿quién lo diría?

Ella le abofeteó.

Sus ojos se entrecerraron, pero él no dijo nada.

– ¿Por qué ha hecho eso? -le preguntó, su voz tranquila aunque el resto de ella temblaba.

– ¿Besarla? -Se encogió de hombros-. ¿Por qué no?

– No. -Se echó hacia atrás, horrorizada por la nota de dolor que detectó en su propia voz. Deseó estar furiosa. Estaba furiosa, pero quería que se le notase. Quería que él lo supiera-. No puede optar por la salida más fácil. Perdió ese privilegio.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever»

Обсуждение, отзывы о книге «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.