Julia Quinn - El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Quinn - El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A la edad de diez años, Miranda Cheever no mostraba indicios de Gran Belleza. E incluso a los diez, Miranda aprendió a aceptar las expectativas que la sociedad tenía para ella… hasta la tarde en que Nigel Belvestoke, el guapo y gallardo vizconde Turner, besó su mano solemnemente y le prometió que un día ella se convertiría en ella misma, que un día sería tan hermosa como inteligente.
E incluso a los diez años, Miranda supo que lo amaría para siempre.
Turner siempre ha considerado a Miranda como de la familia. Tras un desastroso matrimonio, Turner sabe que el amor que pudiera sentir lo destruyeron las infidelidades de su difunta esposa.
Pero a pesar de su cinismo, Turner se sorprende a sí mismo al darse cuenta del incontrolable deseo que Miranda empieza a despertar en él.

El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Él se rió por lo bajo, el condenado, y dijo:

– Es tan divertida como una dominatrix.

– Basta -gritó Miranda. Él seguía hablando acerca de cosas que ella no entendía, y le odió por eso-. ¿Por qué me besó? Usted no me ama.

Se clavó las uñas en las palmas de las manos. E stúpida, chica estúpida. ¿Por qué había dicho eso?

Pero él sólo sonrió.

– Me olvido de que sólo tiene diecinueve años y no se da cuenta de que el amor nunca es un requisito previo para un beso.

– No creo que yo le guste.

– Tonterías. Por supuesto que sí. -Parpadeó, como si tratara de recordar cuándo, exactamente, la había conocido-. Bien, ciertamente no me produce aversión.

– No soy Leticia -murmuró ella.

En medio segundo, una mano se había enrollado alrededor de la parte superior de su brazo, apretando casi al extremo del dolor.

– No mencione su nombre nunca más. ¿Me ha oído?

Miranda se quedó mirándolo fijamente, asombrada por la cruda ira que emanaba de sus ojos.

– Lo siento -dijo precipitadamente-. Por favor, déjeme ir.

Pero él no lo hizo. Aflojó el apretón, pero sólo ligeramente, y casi era como si viese a través de ella. A un fantasma. Al fantasma de Leticia.

– Suélteme, por favor -murmuró Miranda-. Me está lastimando.

Su expresión se suavizó, y dio un paso atrás.

– Lo siento -dijo. Miraba hacia otro lado, ¿a la ventana?, ¿al reloj?-. Mis disculpas -dijo bruscamente-. Por asaltarla. Por todo.

Miranda tragó saliva. Debería irse. Debería abofetearle otra vez y luego debería irse, pero se había comportado de forma miserable, y no podía perdonarse lo que había dicho.

– Siento que ella le hiciera tan infeliz.

Sus ojos volaron hacia los de Miranda.

– Los chismes viajan hasta llegar a las aulas, ¿es así?

– ¡No! -dijo Miranda rápidamente-. Es sólo que… puedo explicarlo.

– ¿Oh?

Miranda se mordisqueó el labio, preguntándose lo que debería decir. Hubo cotilleos en el aula. Pero además de eso, lo había visto por sí misma. Había estado tan enamorado en su boda. Sus ojos habían brillado con amor, y cuando miraba a Leticia, Miranda pudo prácticamente ver al mundo desaparecer. Era como si estuvieran en su propio pequeño universo, solamente ellos, y ella estuviese mirando desde el exterior.

Y la siguiente vez que le vio… había sido diferente.

– Miranda -la apremió.

Miró hacia arriba y dijo con delicadeza.

– Cualquiera podía darse cuenta de que su matrimonio le hacía infeliz.

– ¿Y cómo es eso? -Turner bajó la mirada hacia ella, y había algo tan urgente en sus ojos que Miranda sólo podía decirle la verdad.

– Acostumbraba a reír -dijo suavemente-. Solía reír, y sus ojos brillaban.

– ¿Y ahora?

– Ahora es frío y duro.

Él cerró los ojos, y por un momento Miranda pensó que estaba sufriendo. Pero al final le dirigió una mirada fija y penetrante, y una esquina de su boca se curvó hacia arriba en una parodia sardónica de sonrisa.

– Lo soy -cruzó los brazos y se apoyó insolentemente contra una librería-. Le ruego me diga, Señorita Cheever, ¿desde cuándo se ha vuelto tan perceptiva?

Miranda tragó saliva, luchando contra la decepción que ascendió por su garganta. Sus demonios habían ganado otra vez. Durante un momento, cuando sus ojos habían estado cerrados, casi pareció como si la hubiera oído. No sus palabras, sino el significado que había tras ellas.

– Siempre lo he sido -dijo Miranda-. Usted solía hacer comentarios al respecto cuando era pequeña.

– Esos grandes ojos marrones -dijo con una despiadada risa ahogada-. Siguiéndome a todas partes. ¿Cree que no me di cuenta de que estaba encaprichada conmigo?

Las lágrimas escocieron los ojos de Miranda. ¿Cómo podía ser tan cruel como para decir eso?

– Fue muy amable conmigo cuando era un niño -dijo suavemente.

– Supongo que lo fui. Pero de eso hace mucho tiempo.

– Nadie se da cuenta de eso más que yo.

No dijo nada, y Miranda tampoco. Y después finalmente…

– Váyase.

Su voz sonó ronca y dolida y llena de angustia.

Ella se fue.

Y esa noche no escribió nada en su diario.

La mañana siguiente Miranda se despertó con un objetivo claro. Quería ir a casa. Le traía sin cuidado perderse el desayuno, no le importaba si los cielos se abrían y tenía que avanzar con dificultad a través de la lluvia torrencial. Sencillamente no quería estar aquí, con él, en la misma casa, en la misma propiedad.

Era demasiado triste. Se había ido. El Turner que había conocido, el Turner que había adorado se había ido. Ella lo había sentido, por supuesto. Lo había sentido en sus visitas a casa. La primera vez habían sido sus ojos. La siguiente su boca, y las líneas blancas de cólera grabadas en las esquinas.

Lo había sentido, pero hasta ahora verdaderamente no se había permitido saberlo.

– Estás despierta.

Era Olivia, completamente vestida y luciendo encantadora, incluso con su negro de luto.

– Desafortunadamente -murmuró Miranda.

– ¿Qué dices?

Miranda abrió la boca, luego recordó que Olivia no iba a esperar para obtener una respuesta, ¿para qué gastar energía?

– Bien, date prisa -dijo Olivia-. Vístete, y enviaré a mi doncella para los toques finales. Es sin lugar a dudas mágica con el pelo.

Miranda se preguntó cuando se daría cuenta Olivia de que no había movido un solo músculo.

– Levántate, Miranda.

Miranda casi se puso de pie de un salto.

– Dios mío, Olivia. ¿Nadie te ha dicho que es de mala educación gritar en el oído de otro ser humano?

La cara de Olivia se asomó por encima de la suya, bastante cerca.

– No pareces muy humana esta mañana, a decir verdad.

Miranda se dio la vuelta.

– No me siento humana.

– Te sentirás mejor después del desayuno.

– No tengo hambre.

– Pero no te puedes perder el desayuno.

Miranda apretó los dientes. Tal vitalidad debe ser ilegal antes del mediodía.

Miranda.

Miranda se puso una almohada encima de la cabeza.

– Si dices mi nombre una vez más, tendré que matarte.

– Pero tenemos trabajo que hacer.

Miranda hizo una pausa. ¿Acerca de qué diantres estaba hablando Livvy?

– ¿Trabajo? -repitió.

– Sí, trabajo -Olivia le arrancó la almohada y la lanzó al suelo-. He tenido la idea más maravillosa. Me sobrevino en un sueño.

– Estás bromeando.

– Muy bien, estoy bromeando, pero me vino esta mañana cuando estaba en la cama.

Olivia sonrió con un tipo de sonrisa más bien felina, realmente del tipo que significaba que había tenido un destello de genialidad o iba a destruir el mundo tal y como lo conocían. Y entonces Olivia esperó, se trataba de la primera vez que esperaba, y Miranda la premió con un…

– Muy bien, ¿cuál es?

– Tú.

– Yo.

– Y Winston.

Por un momento, Miranda no pudo hablar. Luego dijo.

– Estás loca.

Olivia se encogió de hombros y se recostó.

– O muy, muy inteligente. Piensa en ello, Miranda. Es perfecto.

Miranda no podía imaginarse el pensar en tener una relación con algún caballero en ese momento, mucho menos uno con el apellido Bevelstoke, aunque no fuera Turner.

– Le conoces bien, y estás en la edad -dijo Olivia, enumerando los motivos con los dedos.

Miranda negó con la cabeza y escapó hacia el otro lado de la cama.

Pero Olivia era ágil, y estuvo a su lado en cuestión de segundos.

– Tú realmente no quieres una temporada -continuó-. Lo has dicho en numerosas ocasiones. Y odias conversar con personas que no conoces.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever»

Обсуждение, отзывы о книге «El Diario Secreto De La Señorita Miranda Cheever» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x