—Ésta no es una de las Marcas del Ángel —respondió Clary—. No pertenece al Libro Gris. Es segura, lo prometo.
El caballero hada no pareció convencido.
Con un suspiro, Magnus se echó la manga hacia atrás y alargó una mano a Clary.
—Adelante.
—No puedo —dijo—. El cazador de sombras que te ponga la Marca será tu compañero, y yo no voy a combatir en la batalla.
—Menos mal —dijo Magnus.
Miró en dirección a Luke y a Jocelyn, que se encontraban de pie juntos.
—Vosotros dos —dijo—. Adelante, entonces. Mostrad al hada cómo funciona.
Jocelyn parpadeó sorprendida.
—¿Qué?
—Suponía que vosotros dos seríais compañeros —dijo Magnus—puesto que estáis prácticamente casados de todos modos.
El rostro de Jocelyn enrojeció violentamente, y ésta evitó mirar a Luke.
—No tengo una estela…
—Toma la mía —Clary se la entregó—. Adelante, mostrádselo.
Jocelyn se volvió hacia Luke, que pareció totalmente desconcertado. Alargó la mano antes de que ella pudiera pedirla, y ella le hizo la Marca en la palma con una apresurada precisión. La mano de él temblaba mientras ella dibujaba, y Jocelyn le sujetó la muñeca para mantenerla inmóvil; Luke bajó la mirada para contemplarla trabajar, y Clary pensó en la conversación que habían tenido sobre su madre y lo que él le había dicho sobre sus sentimientos por Jocelyn, y sintió una punzada de tristeza. Se preguntó si su madre sabía siquiera que Luke la amaba, y si lo sabía, qué diría.
—Ya está. —Jocelyn retiró la estela—. Hecho.
Luke alzó la mano, con la palma hacia fuera, y mostró la arremolinada marca negra de su centro al caballero hada.
—¿Estás satisfecho, Meliorn?
—¿Meliorn? —dijo Clary—. Yo te he visto antes, ¿verdad? Tú salías con Isabelle Lightwood.
Meliorn se mostró casi inexpresivo, pero Clary podría haber jurado que parecía ligerísimamente incómodo. Luke sacudió la cabeza.
—Clary, Meliorn es un caballero de la corte seelie. Es muy poco probable que…
—Salía con Isabelle, sin duda —dijo Simon—, y ella lo dejó, además. Al menos dijo que iba a hacerlo. Una ruptura dura, amigo.
Meliorn le miró con un pestañeo.
—¿Tú —dijo con desagrado—, tú eres el representante elegido por los Hijo de la Noche?
Simon negó con la cabeza.
—No. Sólo estoy aquí por ella. —Señaló a Clary.
—Los Hijos de la Noche no están aquí, Meliorn —dijo Luke, tras una breve vacilación—. Lo cierto es que transmití la información a tu esposa. Ellos han elegido… seguir su propio camino.
Las delicadas facciones de Meliorn se fruncieron en una mueca de desagrado.
—Ojalá lo hubiese sabido —repuso—. Los Hijo de la Noche son un pueblo sabio y prudente. Cualquier plan que suscita su ira suscita mi desconfianza.
—No he dicho nada respecto a ira —empezó a decir Luke, con una mezcla de calma deliberada y leve exasperación; Clary dudó que nadie que no lo conociera bien se diese cuenta de que estaba irritado.
La muchacha pudo percibir cómo varió su atención: Luke miraba abajo en dirección a la multitud. Siguiendo su mirada, Clary vio una figura familiar que se abría paso por la habitación… Isabelle, con su larga melena balanceándose y el látigo enroscado a la cintura como una serie de brazaletes dorados.
Clary agarró la muñeca de Simon.
—Los Lightwood. Acabo de ver a Isabelle.
Él echó un vistazo hacia la multitud, frunciendo el ceño.
—No me había dado cuenta de que los buscases.
—Por favor, ve a hablar con ella por mí —susurró Clary, echando una ojeada para ver si alguien les prestaba atención; nadie lo hacía.
Luke hacía señas en dirección a alguien que había entre el gentío; entretanto, Jocelyn le decía algo a Meliorn, que la contemplaba casi alarmado.
—Yo tengo que permanecer aquí —siguió Clary—, pero… por favor, necesito contarle a ella y a Alec lo que mi madre me ha contado. Sobre Jace y sobre quién es realmente, y sobre Sebastian. Tienen que saberlo. Diles que vengan a hablar conmigo en cuanto puedan. Por favor, Simon.
—De acuerdo. —A todas luces preocupado por la intensidad de su tono de voz, Simon desasió la muñeca de su mano y le acarició la mejilla con un gesto tranquilizador—. Regresaré.
Descendió los peldaños y desapareció entre la muchedumbre; cuando ella volvió la cabeza, vio que Magnus la miraba, con la boca crispada en una mueca.
—No hay problema —dijo, evidentemente respondiendo a cualquiera que fuese la pregunta que Luke acababa de hacerle—. Estoy familiarizado con la llanura Brocelind. Colocaré un Portal en la plaza. Uno tan grande no durará mucho tiempo, no obstante, así que será mejor que los hagas cruzar a todos muy deprisa en cuanto tengan la Marca.
Mientras Luke asentía y se volvía para decirle algo a Jocelyn, Clary se inclinó para susurrar al brujo:
—Gracias por todo lo que hiciste por mi madre.
La sonrisa irregular de Magnus se ensanchó.
—No creías que fuese a hacerlo, ¿verdad?
—Me lo pregunté —admitió Clary—. En especial teniendo en cuenta que cuando te vi en la casita no consideraste conveniente contarme que Jace trajo a Simon con él a través del Portal cuando vino a Alacante. No tuve la oportunidad de enfadarme por eso antes, pero ¿en qué estabas pensando? ¿Qué no me interesaría?
—Que te interesaría demasiado —respondió él—. Que lo dejarías todo y subirías corriendo al Gard. Y necesitaba que buscases el Libro de lo Blanco.
—Eso es despiadado —dijo Clary enojada—. Y te equivocas. Habría…
—… hecho lo que cualquiera hubiera hecho. Lo que yo habría hecho si se tratase de alguien que me importase. No te culpo, Clary, y no lo hice porque pensase que eras débil. Lo hice porque eres humana, y sé cómo funciona la humanidad. Llevo vivo mucho tiempo.
—Como si tú nunca cometieses estupideces porque tienes sentimientos —dijo Clary—. ¿Dónde está Alec, por cierto? ¿Por qué no estás por ahí eligiéndolo como compañero en este instante?
Magnus pareció estremecerse.
—No me acercaría a él con sus padres ahí. Ya lo sabes.
Clary apoyó la barbilla en la mano.
—Hacer lo correcto porque quieres a alguien es un fastidio a veces.
—Ya lo creo —respondió Magnus.
El cuervo voló en lentos círculos perezosos, avanzando por encima de las copas de los árboles en dirección a la pared occidental del valle. La luna estaba alta, lo que eliminaba la necesidad de una luz mágica mientras Jace lo seguía, manteniéndose en el linde de los árboles.
La pared del valle se alzaba hacia el cielo en forma de escarpada pared de roca gris. La senda del cuervo parecía seguir la curva del arroyo a medida que serpenteaba hacia el oeste para desaparecer finalmente en el interior de una fisura estrecha de la pared. Jace casi se torció el tobillo varias veces sobre rocas húmedas y deseó poder maldecir en voz alta, pero Hugo le oiría sin duda. Doblado en una incómoda posición medio acuclillada, en su lugar se concentró en no romperse una pierna.
Tenía la camiseta empapada de sudor cuando por fin alcanzó el borde del valle. Por un momento creyó haber perdido de vista a Hugo , y se le cayó el alma a los pies, luego vio la negra figura descendente cuando el cuervo inició un picado muy bajo y desapareció en el interior de la oscura fisura abierta en la pared de la roca del valle. Jace corrió hacia el frente, saboreando el alivio de poder corren en lugar de gatear. A medida que se acercaba a la grieta, pudo ver una abertura más grande y oscura al otro lado: una ensenada. Rebuscando en el bolsillo para sacar su piedra de luz mágica, Jace se lanzó adentro en pos del cuervo.
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