Orson Card - La memoria de la Tierra

Здесь есть возможность читать онлайн «Orson Card - La memoria de la Tierra» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 2000, ISBN: 2000, Издательство: Ediciones B, Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La memoria de la Tierra: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La memoria de la Tierra»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Desde hace 40 millones de años la colonia humana del planeta Armonía ha sido regida por un poderoso ordenador conocido como Alma Suprema, que es venerado casi como un dios. Su misión consiste en mantener alejado al hombre de la capacidad destructiva que le obligó a abandonar la Tierra. La tecnología apenas existe en Armonía. Hay ordenadores y placas solares, pero el medio de transporte es el caballo y la única arma, la espada «energética». Alma Suprema, sin embargo, ha detectado fallos en sus propios sistemas y sólo podrá evitar una guerra catastrófica viajando a la Tierra de nuevo. Para ello debe escoger a un hombre íntegro y revelarle el antiguo conocimiento de los viajes a través de las estrellas.

La memoria de la Tierra — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La memoria de la Tierra», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Elemak y Mebbekew lo miraron en silencio.

—Estabais dispuestos a matarme porque no os gustaban mis palabras —dijo Nafai—. ¿Ahora estáis dispuestos a seguirme, obedeciendo las palabras del Alma Suprema?

—¿Cómo sabemos que tú no preparaste esa silla? —dijo Mebbekew.

—Muy listo —replicó Nafai—. Antes de que fuéramos a la ciudad supe que me culparíais por todo y que intentaríais matarme, así que Issya y yo preparamos la silla para que soltara ese discurso.

—No seas imbécil, Meb —dijo Elemak—. Nos matarán, pero ya que hemos perdido todo lo demás, no me importa demasiado.

—Que tú seas un fatalista no significa que yo desee morir —espetó Mebbekew.

Issib puso la silla en marcha.

—Vamos —le dijo a Nafai—. Seguiré al Alma Suprema, y a ti como su servidor. Andando.

Nafai asintió y echó a andar cuesta arriba. Por un rato sólo oyó el chasquido de sus propias pisadas y el zumbido de la silla de Issib. Al cabo de un rato, las zancadas de Elemak y Mebbekew los siguieron por el barranco.

15. ASESINATO

Si queremos alentar alguna esperanza, pensó Nafai, debemos desistir de forjar nuestros propios planes. Gaballufix nos burla en cada ocasión.

Y ahora quedaban aún menos esperanzas, pues Elemak y Mebbekew se negaban a colaborar. ¿Por qué el Alma Suprema les había dicho que Nafai los guiaría? ¿Cómo podía impartir órdenes a sus hermanos mayores, que preferirían ver su fracaso antes que contribuir a su triunfo? Issib no presentaría problemas, desde luego, pero quizá no pudiera aportar gran cosa, ni siquiera con sus flotadores. Era demasiado conspicuo, demasiado frágil y demasiado lento.

Poco a poco, mientras atravesaban el desierto —con Nafai a la cabeza, no porque él quisiera, sino porque Elemak se negaba a ayudarle a escoger un camino—, Nafai llegó a una ineludible conclusión: le iría mejor a solas que con sus hermanos.

No pensaba, por supuesto, que a solas pudiera irle muy bien. Pero el Alma Suprema le ayudaría. El Alma Suprema ya le había ayudado a escapar de Basílica.

Pero cuando el Alma Suprema lo sacó de Basílica fue porque Luet le cogía la mano. ¿Quién sería su Luet esta vez? Ella era la vidente, tan familiarizada con el Alma Suprema como Nafai con su propia madre. Luet sentía la presencia del Alma Suprema a cada paso; Nafai sólo sentía la guía del Alma Suprema en escasas ocasiones y de forma confusa. ¿Qué era esa visión de un soldado de manos ensangrentadas recorriendo las calles de Basílica? ¿Un enemigo a quien tendría que enfrentarse? ¿Era su muerte? ¿O su guía? ¿Cómo podía trazar un plan si estaba tan confundido?

Se detuvo.

Los demás también se detuvieron.

—¿Y ahora qué? —preguntó Mebbekew—. Esclarécenos, oh gran líder ungido por el Alma Suprema.

Nafai no respondió. En cambio, trató de vaciar la mente. Desanudar el miedo que le oprimía el estómago. El Alma Suprema no le hablaba como a Luet porque Luet no pensaba en trazar un plan. Luet escuchaba. Escuchaba primero, entendía primero.

Si Nafai deseaba ayudar al Alma Suprema, tratando de ser sus pies y manos en la faz de este mundo, tendría que desistir de sus absurdos planes y permitir que el Alma Suprema le hablara.

Estaban cerca de Villa del Perro, que se extendía a lo largo de los caminos que salían de la Puerta del Embudo. Hasta ahora Nafai había creído que le convenía sortear Villa del Perro y escoger un barranco que regresara hacia el Camino del Bosque para entrar en Basílica por Puerta Trasera. Pero ahora aguardó, sopesó las ideas. Pensó en continuar, sortear Villa del Perro, y sus pensamientos vagaron a la deriva. Luego se volvió hacia el Embudo y sintió un torrente de confianza. Sí, pensó, el Alma Suprema procura guiarme, siempre que me calle y escuche, tal como debí callarme y escuchar mientras Elemak regateaba con Gaballufix esta tarde.

—Qué bien —exclamó Mebbekew—. Vayamos hacia una de las puertas mejor vigiladas. Atravesemos el barrio más pobre, donde Gaballufix compra a todos los que están en venta, es decir a todos los que están vivos.

—Cállate —ordenó Issib.

—Déjale hablar —rezongó Nafai—. Así atraerá a todos los hombres de Gaballufix y nos hará matar de inmediato, que es precisamente lo que Mebbekew quiere, porque mientras morimos podrá decir: «¡Mira, Nyef, nos has hecho matar!» Con lo cual morirá feliz.

Mebbekew quiso acercarse a Nafai, pero Elemak lo detuvo.

—Nos callaremos —dijo Elemak.

Nafai los condujo hasta la Calle Mayor, que iba desde Villa de la Puerta hasta Villa del Perro. Aunque abundaban las casas, no era segura a esas horas de la noche y había poca gente. Nafai los condujo hasta el centro del camino, miró a izquierda y derecha y cruzó a la carrera. Aguardó en una zanja seca del otro lado del camino.

Los demás no lo seguían.

No lo seguían.

Han decidido abandonarme ahora, pensó Nafai. Bien, así sea.

Pero aparecieron. No a la carrera, como Nafai, sino caminando. Los tres. Desde luego, pensó Nafai. Habían esperado para sacar a Issib de la silla. Debí haber pensado en eso.

Mientras se aproximaban, Nafai comprendió que Issib no flotaba, sino que los otros dos le ayudaban, cogiéndole los brazos y llevándolo a rastra. Para cualquier observador, Issib parecía un borracho a quien sus amigos llevaban a casa.

Y no caminaban en línea recta, sino que zigzagueaban como si siguieran los ángulos de la calle pero se extraviaran en la oscuridad, o como si el borracho los obligara a desviarse. Al fin cruzaron y se internaron entre los arbustos.

Nafai se les acercó mientras bajaban a Issib y le ayudaban a ajustar los flotadores.

—Eso ha estado muy bien —susurró—. Mil personas pudieron haberos visto y nadie os habría dado importancia.

—Fue idea de Elemak —dijo Issib.

—Tú deberías ser el líder —dijo Nafai.

—No según el Alma Suprema —respondió Elemak.

—La silla de Issib, querrás decir —masculló Mebbekew.

—También fue prudente que tú cruzaras primero, Nyef —señaló Elemak—. Los guardias buscarán a cuatro hombres, uno de ellos flotando. En cambio vieron a tres, uno de ellos borracho.

—¿Adonde vamos ahora? —preguntó Issib. Nafai se encogió de hombros.

—Por aquí, supongo.

Encabezó la marcha, atravesando el terreno desierto que mediaba entre la Calle Mayor y el Embudo.

Se distrajo. No sabía qué hacer a continuación. No se le ocurría nada.

—Alto —dijo. Pensó en seguir adelante con ellos, pero no le convencía. En cambio, le atraía la idea de continuar solo—. Esperad aquí. Entraré solo en la ciudad.

—Pero qué listo —se burló Mebbekew—. Pudimos haber esperado allá con los camellos.

—No. Por favor. Os necesito aquí. Necesito tener la certeza de que al salir por la puerta os encontraré aquí.

—¿Cuánto tardarás? —preguntó Issib.

—No lo sé.

—Bien, ¿qué piensas hacer?

No podía decirles que no tenía la menor idea.

—Elemak no nos dijo cuál era su plan.

—Espléndido —protestó Mebbekew—. Juega a ser el gran hombre.

—Aguardaremos —convino Elemak—. Pero si seguimos aquí cuando salga el sol, estaremos a la vista de todos y nos atraparán. ¿Comprendes?

—Con las primeras luces del alba, si no he regresado, coged la silla de Issib y volved adonde están los camellos.

—De acuerdo —asintió Elemak.

—Si nos viene en gana —añadió Mebbekew.

—Nos vendrá en gana —intervino Elemak—. Y Meb estará aquí con nosotros.

Nafai sabía que Elemak aún lo odiaba, aún lo despreciaba, pero también sabía que Elemak cumpliría con su palabra. Aunque Elemak deseaba su fracaso, le daba una razonable oportunidad de triunfar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La memoria de la Tierra»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La memoria de la Tierra» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La memoria de la Tierra»

Обсуждение, отзывы о книге «La memoria de la Tierra» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x