George Martin - Sueño del Fevre

Здесь есть возможность читать онлайн «George Martin - Sueño del Fevre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1982, ISBN: 1982, Издательство: Acervo, Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sueño del Fevre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sueño del Fevre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un magnífico barco “Sueño del Fevre”, está dispuesto a vencer a todos los aspirantes al título “Reina del Mississipi”. Es un sueño hecho realidad para su capitán Abner Marsh, una magnífica propiedad para el extraño Joshua York. Pero para este último es principalmente un medio contra su terrible enemigo Damon Julian, el maestro del último enclave de una vieja raza que emerge durante la noche y cuyo placer y necesidad se sacian con sangre humana. Sueño del Fevre es una novela de vampiros, especialmente interesante para los que creen que todo estaba dicho sobre el tema.

Sueño del Fevre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sueño del Fevre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Faltaban dos horas para la medianoche cuando se le acercó un miembro de la tripulación.

—El capitán York ha regresado, capitán. Trae consigo a algunas personas. El señor Jaffers las está instalando en camarotes.

—¿Ha subido Joshua a su camarote?—preguntó Marsh. El hombre asintió y Abner se encaminó hacia las escaleras, con el puño fuertemente asido al bastón.

Al llegar ante la puerta del camarote, dudó un instante, echó hacia atrás sus anchos hombros y dio unos golpes secos en ella con la empuñadura del bastón. York abrió al tercer golpe.

—Entre, Abner —le dijo con una sonrisa. Marsh entró, cerró la puerta tras sí y se apoyó contra la madera mientras York cruzaba la estancia y reanudaba lo que estaba haciendo. Acababa de sacar una bandeja de plata y tres vasos. Sacó un cuarto.

—Me alegro de que haya venido. He traído a bordo a unas personas que quiero que conozca. Vendrán a tomar una copa en cuanto se hayan instalado en sus camarotes.

York cogió una botella de su bebida privada del rincón donde las guardaba, buscó su cuchillo e hizo saltar el sello de cera.

—No se preocupe por eso —le dijo Marsh con brusquedad—. Joshua, tenemos que hablar.

York dejó la botella sobre la bandeja y volvió la cara hacia Marsh.

—¡Ah! ¿Sobre qué? Parece usted trastornado, Abner.

—Mire, Joshua: Yo tengo una copia de cada llave del barco. El señor Jeffers me las guarda en la caja fuerte. Cuando usted fue a Natchez, cogí la de este camarote y entré para husmear.

Joshua York apenas se movió, pero al escuchar las palabras de Marsh sus labios se crisparon ligeramente. Abner Marsh le miraba de frente, como debe hacer un hombre en tales ocasiones, y notó la frialdad y la furia de quien se siente traicionado en la mirada de su socio. Casi hubiera preferido que Joshua empezara a gritarle, o incluso que desenvainara un arma, antes que soportar aquella mirada.

—¿Y encontró algo que le interesara?—preguntó York al fin, con voz inexpresiva.

Abner Marsh apartó su mirada de los ojos grises de Joshua y señaló el escritorio con el bastón.

—Esos libros —dijo—. Están llenos de muertos.

York no respondió. Dirigió una breve mirada al escritorio, frunció el ceño y se sentó en uno de los sillones mientras se servía una copa de aquella bebida suya tan espesa y repugnante. Tomó un poco, y sólo entonces le hizo un gesto a Abner para que se sentara.

—Siéntese —le ordenó. Una vez Marsh hubo tomado asiento frente a él, York añadió una pregunta terminante—: ¿Por qué?

—¿Por qué?—repitió Marsh, un poco enfadado—. Quizá porque estaba harto de tener un socio que no me cuenta nada, que no confía en mí.

—Tenemos un pacto.

—Ya lo sé, Joshua. Y lo siento mucho, si eso sirve para algo. Lamento haberlo hecho, y lamento aún más que me descubrieran —continuó con una sonrisa triste—. Esa Katherine me vio salir, y posiblemente se lo dirá a usted. Mire, comprendo que debería haberme dirigido directamente a usted para hablarle de lo que me estaba corroyendo. Voy a hacerlo ahora. Quizá sea demasiado tarde, pero aquí estoy, Joshua. Amo a este barco nuestro como nunca he amado nada, y el día que le quitemos los cuernos al Eclipse va a ser el más grandioso de mi vida. Pero he estado pensando y he llegado a la conclusión de que prefiero renunciar a ese día y a este barco, antes de dejar que las cosas continúen como están. El río está lleno de canallas, estafadores, predicadores extravagantes, abolicionistas, republicanos y todo tipo de gentes extrañas, pero de todas ellas, la más extraña es usted. Lo juro. Lo del horario nocturno no me importa, ni me quita el sueño. Esos libros llenos de muertos ya son otra cosa, pero no le incumbe a nadie lo que otro hombre lea o deje de leer. Una vez conocí a un piloto del Gran Turco que tenía unos libros capaces de hacer enrojecer de vergüenza al mismísimo Karl Framm. En cambio, lo que no puedo soportar son esas paradas suyas, esos viajes a tierra por su cuenta, usted solo. Está retrasando el barco, maldita sea, y está arruinando nuestra reputación antes incluso de que la tengamos. Bueno, Joshua, eso no es todo. Le observé la noche que regresó de Nueva Madrid. Tenía sangre en las manos. Niéguelo si quiere, o insúlteme si lo prefiere, pero estoy completamente seguro. Tenía usted sangre en las manos, vaya si la tenía.

Joshua York tomó un largo trago y frunció el ceño mientras volvía a llenar la copa. Al levantar de nuevo la mirada, el hielo que antes había en ella se había fundido. Parecía pensativo.

—¿Está usted proponiéndome que disolvamos nuestra sociedad? —preguntó.

Marsh sintió como si una mula le hubiera pegado una coz en el estómago.

—Si así lo quiere, está en su derecho. No tengo dinero para cubrir mi parte, por supuesto, pero puede usted quedarse el Sueño del Fevre y yo me quedaré mi Eli Reynolds y quizá pueda sacarle algún provecho, que le remitiré por poco que sea.

—¿Es eso lo que prefiere?

Marsh se quedó mirándolo.

—Maldita sea, Joshua, bien sabe que no…

—Abner —dijo York—, le necesito. No puedo gobernar el Sueño del Fevre yo sólo. Estoy aprendiendo a pilotar un poco, pero ambos sabemos que no soy un marinero del río, pese a que me he familiarizado bastante con él y sus rutas. Si me deja, la mitad de la tripulación le seguirá. Seguro que el señor Jeffers, y el señor Blake y Hairy Mike se van con usted, y sin duda otros más. Le son leales.

—Puedo ordenarles que se queden aquí —se ofreció Marsh.

—Yo preferiría que se quedara usted. Si accedo a olvidar su invasión de mi intimidad, ¿podemos seguir como antes?

Abner Marsh tenía un nudo tan fuerte en la garganta que pensó que iba a ahogarse. Tragó saliva y pronunció la palabra más difícil de todas cuantas había dicho en su vida, desde su nacimiento.

—No.

—Vaya… —musitó Joshua.

—Yo tengo que confiar en mi socio —dijo Marsh—. Y él tiene que confiar en mí. Cuéntemelo, Joshua, explíqueme que está ocurriendo, y seguirá teniendo un socio.

Joshua York hizo un gesto y tomó un largo sorbo de su bebida, meditando.

—No me creerá —dijo al fin—. Es una historia mucho más extraordinaria que las que explica el señor Framm.

—Inténtelo. No hay ningún mal en ello.

—Sí, vaya si lo hay… Se lo aseguro, Abner —replicó York en tono serio. Dejó la copa y se acercó a la librería—. ¿Buscó usted entre los libros durante la inspección?

—Sí —asintió Marsh.

York sacó uno de los volúmenes sin título encuadernado en cuero, volvió al sillón y lo abrió por una página llena de extraños caracteres.

—Si hubiera sido capaz de leer esto —le dijo a Marsh—, este libro y los demás volúmenes gemelos le habrían dado la clave.

—Los miré, pero no les encontré sentido.

—Naturalmente que no —asintió York—. Abner, lo que voy a explicarle puede ser difícil de aceptar. Pero, tanto si lo cree como si no, no debe hablar de ello fuera de esta habitación, ¿comprendido?

—Sí.

York mantuvo los ojos fijos en él.

—Esta vez no quiero confusiones, Abner. ¿Lo ha comprendido bien?

—Sí —repitió Marsh, con un gruñido.

—Muy bien —dijo Joshua, al tiempo que colocaba un dedo sobre la página por donde tenía abierto el volumen—. Este código es relativamente sencillo, Abner, pero para descifrarlo debe comprender primero la lengua en que está escrito, un dialecto antiguo del ruso que se ha dejado de hablar hace varios siglos. Los documentos originales transcritos en este libro son muy, muy antiguos. Hablan de unas personas que vivieron y murieron en una zona al norte del mar Caspio, hace muchos siglos.—Hizo una pausa—. Perdón, no debería decir “personas”. El ruso no es una de las lenguas que mejor domino, pero creo que la palabra adecuada es edoroten .

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sueño del Fevre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sueño del Fevre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sueño del Fevre»

Обсуждение, отзывы о книге «Sueño del Fevre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x