Patrick Rothfuss - El Nombre Del Viento

Здесь есть возможность читать онлайн «Patrick Rothfuss - El Nombre Del Viento» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Nombre Del Viento: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Nombre Del Viento»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
`Me llamo Kvothe. Quizás hayas oído hablar de mi.`
Kvothe es un personaje legendario, el héroe y el villano de miles de historias que corren entre la gente. Todos le dan por muerto, cuando en realidad vive con un nombre falso en una posada apartada y humilde, de la que es propietario. Nadie sabe ahora quién es. Hasta que una noche un viajero, llamado el Cronista, le reconoce y le suplica que le revele su historia, la verdadera, a lo que finalmente Kvothe accede. Pero habrá mucho que contar, le llevará tres días. Este es el primero…Kvothe (que podría pronunciarse ´Kuouz´) es el hijo del director de una compañía itinerante de artistas -actores, músicos, magos, juglares y acróbatas- cuya llegada a los pueblos y ciudades siempre es un motivo de alegría. En ese ambiente Kvothe, un niño prodigio muy alegre y servicial, aprende distintas artes.
Para él, la magia no existe, sabe que son trucos. Hasta que un día se tropieza con Abenthy, un viejo mago que ha dominado los arcanos del saber, y le ve llamar al viento. Desde ese momento Kvothe solo anhela aprender la gran magia de conocer el nombre auténtico de las cosas. Pero ese es un conocimiento peligroso y Abenthy, que intuye en el niño un gran don, le enseña con cautela mientras lo prepara para que un día pueda ingresar en la Universidad y convertirse en un maestro de magos. Una tarde en que su padre ha estado ensayando el tema de una nueva canción sobre unos demonios legendarios, los Chandrian, Kvothe se va a pasear al bosque. Cuando regresa ya anochecido, descubre los carromatos incendiados y que todos, también sus padres, han sido asesinados. Unos desconocidos están sentados alrededor de la hoguera, pero luego desaparecen. Durante meses Kvothe vaga atemorizado por el bosque con su laúd por única compañía y cuando llega el invierno se dirige a la gran ciudad.

El Nombre Del Viento — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Nombre Del Viento», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Es por eso por lo que Cronista había estado mirando con fijeza al joven pupilo de Kvothe, tratando de decidir qué era eso que le hacía parecer diferente. Cuando terminó la conversación entre Kvothe y Bast, la mirada de Cronista podía describirse como intensa por lo menos, por no decir grosera. Cuando Bast se dio la vuelta, Cronista abrió mucho los ojos y desapareció el escaso color de su cara.

Cronista metió una mano debajo de su camisa y se arrancó algo que llevaba colgado del cuello. Lo puso encima de la mesa, tan lejos como alcanzaba su brazo, entre él y Bast. Todo eso lo hizo en unas milésimas de segundo, y sin que sus ojos se apartaran del joven moreno que estaba junto a la barra. El rostro de Cronista reflejaba serenidad cuando apretó firmemente el disco de metal contra la mesa.

– Hierro -dijo. Su voz tenía una extraña resonancia, como si fuera una orden que había que obedecer.

Bast se dobló por la cintura, como si hubiera recibido un puñetazo en el estómago; estiró los labios mostrando los dientes e hizo un ruido entre un gruñido y un grito. Moviéndose con una velocidad sinuosa y nada natural, se llevó una mano a la nuca y se puso en tensión para enderezarse.

Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, asombrosamente, Kvothe había sujetado a Bast por la muñeca con una mano de largos dedos. Sin notarlo, o sin importarle, Bast se lanzó hacia Cronista, pero se quedó clavado, como si la mano de Kvothe fuera un grillete. Bast forcejeó violentamente para soltarse, pero Kvothe permaneció de pie detrás de la barra, con un brazo estirado, inmóvil como el acero o la piedra.

– ¡Quieto! -La voz de Kvothe hendió el aire como un precepto, y sus palabras resonaron en el silencio que se produjo a continuación, furiosas y afiladas-. No voy a permitir peleas entre mis amigos. Ya he perdido a demasiados sin ellas. -Miró a Cronista-. Deshaz eso o lo romperé yo.

Cronista se quedó quieto un instante, impresionado. Entonces movió los labios y, con un ligero temblor, apartó la mano del círculo de metal mate que había puesto sobre la mesa.

La tensión desapareció del cuerpo de Bast, y por un instante quedó lánguido como una muñeca de trapo; Kvothe seguía sujetándolo desde detrás de la barra. Tembloroso, Bast consiguió enderezarse y apoyarse en la barra. Kvothe lo miró a los ojos y le soltó la muñeca.

Bast se dejó caer en un taburete sin dejar de mirar a Cronista. Se movía con cuidado, como quien tiene una herida reciente.

Y había cambiado. Los ojos que observaban a Cronista todavía eran de un asombroso azul marino, pero no había ni pizca de blanco en ellos; eran como piedras preciosas, o como una honda charca del bosque. Y en lugar de las botas negras de piel blanda tenía unas elegantes y hendidas pezuñas.

Kvothe le hizo una seña imperiosa a Cronista para que se acercara; entonces se volvió y agarró dos vasos de cristal grueso y una botella, aparentemente al azar. Puso los vasos en la barra, mientras Bast y Cronista se miraban con recelo.

– Bueno -dijo Kvothe con enfado-, ambos habéis actuado de forma comprensible, pero eso no significa que ninguno de los dos os hayáis comportado correctamente. Así que será mejor que empecemos de nuevo.

Respiró hondo.

– Bast, te presento a Devan Lochees, también conocido como Cronista. Sin duda alguna, un gran narrador, recordador y recopilador de historias. Además, si no me equivoco, consumado miembro del Arcano, Re'lar como mínimo, y una de las quizá dos veintenas de personas en el mundo que conocen el nombre del hierro.

»Sin embargo -prosiguió Kvothe-, pese a todas esas virtudes, parece un poco ingenuo con relación a los usos mundanos. Como demuestra su absoluta falta de ingenio al emprender un ataque casi suicida contra el que supongo que es el primer ser Fata que ha tenido la suerte de ver.

Cronista permaneció quieto durante la presentación, observando a Bast como si fuera una serpiente.

– Cronista, te presento a Bastas, hijo de Remmen, príncipe del Crepúsculo y del Telwyth Mael. El alumno más inteligente, es decir, el único alumno al que he tenido la desgracia de instruir. Seductor, barman y, no menos importante, amigo mío.

»Quien, en sus ciento cincuenta años de vida, por no mencionar mis casi dos años de tutela personal, ha conseguido no aprender unos cuantos hechos importantes. El primero es este: atacar a un miembro del Arcano lo bastante hábil para realizar un vínculo de hierro es una estupidez.

– ¡Él me ha atacado a mí! -protestó Bast, acalorado.

Kvothe lo miró con frialdad.

– Yo no he dicho que tu reacción no estuviera justificada. He dicho que es una estupidez.

– Le habría ganado.

– Es muy probable. Pero habrías resultado herido, y él habría resultado herido o muerto. ¿No recuerdas que te lo he presentado como mi invitado?

Bast no dijo nada, pero su expresión seguía siendo beligerante.

– Muy bien -dijo Kvothe con crispada jovialidad-. Ya os he presentado.

– Encantado -dijo Bast con frialdad.

– Igualmente -replicó Cronista.

– No hay ninguna razón para que vosotros dos no seáis amigos -continuó Kvothe con irritación-. Y así no es como se saludan los amigos.

Bast y Cronista se miraron a los ojos, pero no se movieron.

Kvothe dijo en voz baja:

– Si no acabáis con esta estupidez, podéis marcharos los dos ahora mismo. Uno lo hará con un pequeño fragmento de historia, y el otro podrá empezar a buscarse otro maestro. Si hay algo que no voy a tolerar es el delirio del orgullo.

La intensidad de la débil voz de Kvothe hizo que los otros dos dejaran de mirarse. Y cuando se volvieron y lo miraron, les pareció que detrás de la barra había alguien muy diferente. El jovial posadero había desaparecido, y en su lugar había un personaje fiero y misterioso.

«Qué joven es -se dijo Cronista, admirado-. No puede tener más de veinticinco años. ¿Cómo no me di cuenta antes? Me partiría con las manos como si fuera una astilla para encender el fuego. ¿Cómo pude tomarlo por un posadero, ni que fuera un instante?»

Entonces reparó en los ojos de Kvothe. Se habían vuelto de un verde tan oscuro que parecían negros. «Es a él a quien he venido a ver -se dijo-. Este es el hombre que ha aconsejado a reyes y que ha recorrido viejos caminos sin otra guía que su ingenio. Este es el hombre cuyo nombre tanto han elogiado como maldecido en la Universidad.»

Kvothe miró con fijeza a Cronista y luego a Bast; ninguno de los dos pudo sostenerle mucho rato la mirada. Tras una pausa incómoda, Bast ofreció su mano. Cronista vaciló un instante antes de alargar un brazo rápidamente, como si metiera la mano en el fuego.

No pasó nada; ambos parecían un tanto sorprendidos.

– Asombroso, ¿verdad? -observó Kvothe con tono mordaz-. Cinco dedos y sangre bajo la piel. Casi se diría que al otro lado de esa mano había una persona.

El sentimiento de culpa se reflejó en el semblante de los dos hombres. Se soltaron la mano.

Kvothe vertió el líquido de la botella verde en los vasos. Ese sencillo gesto lo cambió. Se fue apagando hasta ser el de antes, hasta que no quedó casi nada del hombre de ojos oscuros que estaba detrás de la barra hacía solo un instante. Cronista se quedó un momento sin saber qué hacer mientras contemplaba al posadero, que tenía una mano envuelta en un trapo de hilo.

– Bueno. -Kvothe les acercó los vasos-. Coged vuestras bebidas, sentaos a una mesa y hablad. Cuando vuelva, no quiero encontrar ningún cadáver ni el edificio en llamas. ¿De acuerdo?

Bast sonrió, turbado, mientras Cronista tomaba los vasos y volvía a la mesa. Bast lo siguió y, antes de sentarse, regresó a la barra y cogió también la botella.

– No os paséis con eso -los previno Kvothe antes de desaparecer en la cocina-. No quiero oíros reír mientras cuento mi historia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Nombre Del Viento»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Nombre Del Viento» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Nombre Del Viento»

Обсуждение, отзывы о книге «El Nombre Del Viento» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x