Laurell Hamilton - El Corazón Del Mal
Здесь есть возможность читать онлайн «Laurell Hamilton - El Corazón Del Mal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Corazón Del Mal
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Corazón Del Mal: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Corazón Del Mal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
De la autora de la serie de Anita Blake, llega la novela El corazón del mal. La historia de una chica que se ve obligada a luchar entre su deseo de desarrollar sus dones para la magia y el de no comprometer a sus seres queridos.
El Corazón Del Mal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Corazón Del Mal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Se dejó caer aún más en la silla. Sus ojos azules se agitaron aun estando cerrados. Luego los abrió. Hizo un esfuerzo por sentarse más erguido en la silla, pero una aguda punzada de dolor le recorrió toda la pierna.
El aviso de Elaine había llegado a tiempo. Thordin y Blaine habían corrido a refugiarse, pero el desconocido que los acompañaba no había comprendido el grito de Blaine. Era un aldeano de Cortton que había emprendido el viaje para solicitar ayuda a Jonathan. Y ellos habían actuado como sus escoltas, como su guardia personal. Cuando el árbol atacó al hombre, intentaron ayudarlo. Pero el árbol parecía invulnerable; ¿cuál era el punto débil de un árbol? No tenía corazón, ni cabeza… Habían hecho todo lo que habían podido, pero el hombre estaba muerto. Había gritado durante un buen rato antes de morir.
Se oyó un débil sonido procedente del lecho, un gemido suave, más que una palabra. Blaine se enderezó.
– ¿Elaine?
La muchacha se agitó debajo del montón de mantas, moviendo la cabeza sobre la almohada.
Blaine alargó un brazo hasta rozarle la mejilla.
– Elaine, abre los ojos por favor.
Ésta así lo hizo. Una sonrisa amable asomó a sus labios. La sonrisa más hermosa que Blaine había visto nunca.
– Blaine, estás vivo. -Su voz era suave, casi ronca, como si le doliera la garganta.
– ¿Cómo te encuentras? -preguntó él.
Los ojos azul turquesa parpadearon, devolviéndole la mirada.
– Estoy bien.
Blaine sonrió.
– No te creo.
Elaine desvió la vista hacia el brazo vendado.
– Estás herido. -
– Konrad ha vuelto a poner todo en su sitio. Ahora me preocupas tú.
– ¿Por qué? -preguntó con extrañeza.
Blaine le acarició el pelo peinando sus cabellos hacia atrás desde la frente, y se sintió aliviado ante la calidez de su piel.
– Hemos mandado buscar a un mago.
Elaine frunció el ceño.
– Has estado a punto de morir, Elaine. Estabas fría como el hielo. Te trajimos a casa y te envolvimos en mantas con ladrillos al rojo, bolsas de agua caliente, todo lo que se nos ocurrió. Pero seguías helada. -Respondió a la pregunta que se leía en sus ojos-. No sabemos qué te sucedió. Teresa mandó buscar a un mago. Incluso Jonathan se mostró partidario de ello.
– ¿Accedió a que un mago entrara en la casa? -Su voz denotaba cierto asombro.
– Todos temíamos por tu vida.
– Pero Jonathan no permite que ningún mago entre en la casa. Casi nos echó cuando supo que tenía visiones.
– Las visiones no son lo mismo que la verdadera magia.
Elaine sonrió.
– Me acuerdo de las discusiones.
En la casa se habían formado dos bandos. Ninguno quería realmente tener a un mago en la casa, pero nadie quería tampoco echar a los dos niños. Únicamente cuando Teresa se unió a aquellos que deseaban que los niños se quedaran, Jonathan había transigido.
Jonathan Ambrose era exterminador de magos. Era su trabajo, formaba parte de su ser. Había sido un antimago radical. Tras aceptar a Elaine y sus visiones en la casa, se había vuelto más comprensivo, y lo pensaba dos veces antes de condenar como brujería todo aquello que fuera sobrenatural. Aceptó que Elaine podía tener extraños poderes que no fueran malignos.
Jonathan solía decir que Elaine le había abierto la mente, y que le estaría eternamente agradecido por ello. Sin que nadie lo expresara en voz alta, los gemelos sabían que lo querían.
– ¿Está aquí el mago? -preguntó Elaine.
– No lo sé. He estado aquí todo el tiempo, desde que te metieron en la cama.
– Estás herido. Necesitas descansar de verdad, y no precisamente en una silla.
Blaine hizo una mueca.
– Del mismo modo que tú necesitabas descansar en una cama caliente después de tu visión, en lugar de salir afuera con este frío invernal.
Elaine se sonrojó.
– Tenía que ir.
– Y yo tenía que estar aquí cuando despertaras.
Elaine alargó un brazo hacia él. Se apretaron las manos en silencio. Sobraban las palabras.
Llamaron a la puerta. Konrad abrió sin esperar respuesta.
– Ha llegado el mago. ¿Se encuentra Elaine en condiciones de bajar la escalera si la ayudamos?
– ¿Por qué? ¿Es que el mago no puede subir? -preguntó Blaine.
– Jonathan no permitirá que el mago vaya más allá de la cocina. Dice que ya es bastante que lo haya dejado entrar por la puerta de atrás.
– ¿Estás bien como para bajar la escalera, Elaine? -inquirió Blaine.
– Creo que sí. -Se sentó con cuidado, apoyando los brazos estirados en la cama.
Blaine la asió por el brazo.
– ¿Estás temblando?
– No tengo frío, pero me siento débil. No estoy segura de poder bajar.
– Yo te ayudaré.
– Con mucha suerte podrías bajar tú solo la escalera -intervino Konrad, quien entró en la habitación-. Yo cargaré con Elaine.
Blaine abrió la boca para oponerse, pero se dio cuenta de que Konrad tenía razón. Tal vez sería capaz de bajar renqueando, pero en ningún caso podría cargar con el peso de otra persona.
Konrad ya estaba inclinado sobre la cama.
– Necesito una bata -dijo Elaine.
Konrad se irguió de golpe.
– Por supuesto. A veces se me olvida que ya no eres una niña. -Giró sobre sí mismo para echar un vistazo en la habitación, como si esperase que la bata apareciera por arte de magia. Después se volvió hacia Elaine-. No veo ninguna.
– Está en el armario.
Konrad se dirigió hacia el enorme armario de madera de roble que ocupaba la pared del fondo y abrió las puertas talladas. En los distintos estantes aparecía cuidadosamente doblada la ropa de Elaine; varios vestidos y una bata azul colgaban de las perchas al lado de los estantes. Konrad sacó la bata y se la acercó a Elaine.
– Date la vuelta, por favor.
– Blaine sólo tiene un brazo disponible. ¿Realmente crees que puede levantarte para ayudarte a vestirte?
– Me vestiré yo sola -replicó ella.
Konrad profirió un leve bufido.
– Estás demasiado débil.
Elaine apretó la bata entre sus brazos.
– Date la vuelta. -Era una orden.
Konrad suspiró, pero finalmente se volvió, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su pose con la espalda exageradamente erguida daba a entender que consideraba todo aquello una tontería.
Elaine se incorporó con ayuda de los brazos, los codos rígidos. El esfuerzo la hizo temblar. Los labios se convirtieron en una fina línea, mientras aguantaba la respiración. El camisón blanco que llevaba le cubría más el cuerpo que algunos de los vestidos que Elaine había lucido ante Blaine, pero no se trataba de eso. Este no podía entender que un grueso camisón fuera más íntimo que un vestido escotado; pero así era para la mayoría de las mujeres. O como mínimo para Elaine. Blaine sabía que era mejor no discutir.
Le tendió la bata de forma que un brazo quedaba parcialmente disponible para ella. Elaine apoyó la espalda contra la cabecera de la cama, que utilizó para mantenerse en pie. Presionó una mano contra la manga, y Blaine se alzó todo lo que pudo para ayudarla a introducir el brazo hasta el hombro. Pero una punzada de dolor le recorrió la pierna, por lo que volvió a dejarse caer en la silla, jadeando.
– Si me dejarais ayudaros, ya podríamos estar bajando la escalera -dijo Konrad.
– No -repuso Elaine con la respiración entrecortada.
– El pudor es una virtud, Elaine, pero esto es ridículo. Déjame darme la vuelta.
– ¡No!
Por primera vez, Blaine se dio cuenta de que Elaine no era tan recatada ante ningún otro hombre de la casa, incluidos los sirvientes. Blaine demostraba a veces ser un poco lento en esas cuestiones, pero cuando le asaltaba una idea, era muy difícil que la abandonara. A Elaine le gustaba Konrad.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Corazón Del Mal»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Corazón Del Mal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Corazón Del Mal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.