Laurell K. Hamilton
El Cadáver Alegre
Anita Blake, cazavampiros / 2
Título original: The Laughing Corpse
© 1994, Laurell K. Hamilton
Traducción del inglés: © 2007, Natalia Cervera
¿ Qui é n es Anita Blake? ¿ C ó mo lleg ó a convertirse en reanimadora, ejecutora judicial de vampiros y asesora de la polic í a? ¿ Hay que tener poderes especiales para levantar muertos, o se trata de un trabajo m á s? ¿ Qu é terribles sucesos de su pasado hacen que tema y odie con tal intensidad a los vampiros, en un mundo en que son legales, fuente general de fascinaci ó n y generadores de estilos y modas? ¿ Es posible mantener el equilibrio caminando por el filo de la atracci ó n y el p á nico que le inspira Jean-Claude, ahora amo de los vampiros de la ciudad? ¿ Estar á esta chica de mejor humor cuando llegue el invierno y pueda guardarse c ó modamente el armamento en los bolsillos del abrigo, en vez de tener que ingeni á rselas cada d í a para esconderlo debajo de la camiseta? ¿ Es posible disimular una pistola y varios pu ñ ales llevando un traje de dama de honor en la boda de tu mejor amiga?
Por supuesto, ninguno de estos misterios llega a resolverse en El Cad á ver Alegre. Y no es porque Anita Blake se ande con contemplaciones, ni mucho menos porque se muestre timorata. Muy al contrario, desde la primera p á gina nos introduce de lleno en su mundo; leerla es meterse en su cabeza. Sin embargo, ella misma desconoce muchas de las respuestas, en otras prefiere no pensar y algunas le dan mucho miedo. Con su mala leche y su verborrea cotidiana, entre dosis trepidantes de acci ó n, misterio y cr í menes terribles, las reflexiones de la protagonista dejan entrever sucesos de su pasado que podr í an explicar c ó mo se convirti ó en lo que es y muestran sentimientos y emociones en perpetua contradicci ó n con la indiferencia que pretende aparentar ante quienes la rodean. No, los misterios que la rodean no se resuelven, pero s í se levantan algunos velos que conducen a revelaciones sorprendentes.
En esta segunda aventura de la Ejecutora, que comienza apenas un mes despu é s de concluir la primera, el personaje de Anita se va afianzando y definiendo. Esta vez, los vampiros pierden el protagonismo para convertirse en un elemento circunstancial, a excepci ó n del inevitable Jean-Claude, cuya sola presencia es capaz de alterar y desconcertar a Anita, sabedora de que la morbosa atracci ó n que siente por é l y las promesas de un poder que ya ha podido paladear son para ella un peligro mucho mayor que cualquiera de sus temibles enemigos. Ahora el vud ú , los zombis y los poderes de Anita como reanimadora son los elementos de este peculiar universo alternativo en los que se centra la trama, conducida de nuevo a trav é s de una investigaci ó n policial. Si en Placeres Prohibidos Anita se ve obligada a colaborar en la investigaci ó n a rega ñ adientes, en El Cadáver Alegre , la naturaleza de los cr í menes a los que se ve enfrentada y las circunstancias que los rodean son tan impactantes para ella que atrapar al culpable se convierte en una obsesi ó n.
Es evidente que el combinado es explosivo, y que el misterio, el terror, la acci ó n, la sangre a borbotones y las sorpresas est á n servidos. Aquellos a quienes les gust ó Placeres Prohibidos disfrutar á n a ú n m á s con este nuevo libro y esperar á n impacientes el pr ó ximo. A los que se acerquen a la serie por primera vez, les recomiendo la lectura previa del primero. Sin que esto signifique que ambos no puedan leerse de forma independiente, s í se perder í an algunas referencias muy valiosas, no para seguir la trama de este, pero s í para disfrutarlo plenamente.
Por ú ltimo, una advertencia: cuidado, que engancha. M á s all á de la fantas í a, la ambientaci ó n y el misterio, engancha Anita. Una chica que no se parece a nadie pero a la que cualquiera podr í a parecerse; que no provoca exactamente simpat í a, sino una suerte de empatía intermitente y una creciente curiosidad por sus secretos. Al terminar el libro se quiere saber m á s sobre ella, independientemente de las aventuras que le toque vivir en el pr ó ximo. Lo m á s probable es que hubiera encajado igual de bien en cualquier otro g é nero; es f á cil imagin á rsela en una novela negra ambientada en los cincuenta. Afortunadamente, la autora y el destino han querido crearla rodeada de criaturas terribles y sucesos extraordinarios. Mejor as í .
Carmen Pila
Para Ricia Mainhardt, mi agente: bella, inteligente, certera y honrada. ¿ Qu é m á s podr í a pedir un escritor?
Como siempre, a Gary, mi marido, quien, al cabo de casi nueve a ñ os, sigue siendo mi amorcito. A Ginger Buchanan, nuestra supervisora editorial, que crey ó en Anita y en m í desde el principio. A Carolyn Caughney, nuestra supervisora editorial brit á nica, que nos ha llevado a Anita y a m í al otro lado del charco. A Marcia Woolsey, que ley ó el primer cuento de Anita y le gust ó . (Marcia, por favor, ponte en contacto con mi editorial; me encantar í a hablar contigo.) A Richard A. Knack, buen amigo e historiador alternativo honorario. Al final conseguiste leer el resto del libro. A Jami Lee Simner, Marella Sands y Robert K. Sheaf, que garantizaron que este libro se mantuviese por s í solo. Suerte en Arizona, Janni. Te echaremos de menos. A Deborah Millitello por cogerme de la mano cuando lo necesitaba. A M. C. Sumner, vecino y amigo. ¡ Vivan los historiadores alternativos! Gracias a todos los que asistieron a mis lecturas en la Windycon y en la Capricon.
La casa de Harold Gaynor, resplandeciente bajo el sol de agosto, estaba rodeada de un césped verde intenso, elegantemente tachonado de árboles. Bert Vaughn, mi jefe, aparcó en la gravilla del camino, tan blanca que parecía sal gema tamizada a mano. Les aspersores, audibles aunque situados fuera del campo visual, proporcionaban una hierba inmaculada en mitad de la sequía más intensa que había sufrido Missouri en los veinte últimos años. Pero no había ido a hablar con el propietario de las medidas de ahorro de agua, sino de levantar muertos.
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