Margaret Weis - La Guerra de los Dioses

Здесь есть возможность читать онлайн «Margaret Weis - La Guerra de los Dioses» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Guerra de los Dioses: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Guerra de los Dioses»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Palin y Tas cruzan el Portal y entran en el Abismo, donde aguarda Raistlin para llevarlos a presenciar un acontecimiento extraordinario: la asamblea de los dioses. En ella, Paladine accede a la petición de la Reina Oscura y de Gilean, que consiste en retirar los dragones del Bien para que los Caballeros de Takhisis se alcen con la victoria y unifiquen bajo un mando único todas las fuerzas de las distintas razas. De esta manera podrán afrontar la lucha contra Caos y evitar la destrucción de Krynn y de todo lo creado.
La Torre del Sumo Sacerdote cae en manos de las fuerzas de la Oscuridad por primera vez en la historia y el dominio absoluto de Ariakan se extiende rápidamente por Ansalon. Entre tanto, Steel Brightblade va a ser ajusticiado por haber dejado escapar a su prisionero, Palin Majere. En la posada El Último Hogar, Caramon y Tika tiene la alegría de volver a ver a su hijo, a quien creían muerto. Pero el joven Palin llega acompañado de un visitante inesperado: Raistlin Majere, quien ha vuelto al plano mortal para ayudar en la batalla contra Caos.

La Guerra de los Dioses — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Guerra de los Dioses», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Thomas la miró con preocupación.

—Hija Venerable, el día está declinando. Deberías regresar a Palanthas antes de que caiga la noche. Ordenaré que se prepare una escolta...

—Necesitas a todos los hombres que tienes, sir Thomas. Sé que serías capaz de hacer algo tan absurdo, amigo mío —dijo Crysania al tiempo que levantaba la cabeza—, pero no es preciso. Un dragón dorado que me sirve en nombre de Paladine nos trajo hasta aquí. Fuego Dorado nos llevará de vuelta sanos y salvos. —Acarició al tigre, que se había levantado—. Mi guía, Tandar, se ocupará de que no me ocurra nada malo.

Tandar los miró a todos, y a Tanis no le cupo duda alguna de que Crysania estaría tan a salvo con aquel compañero fiero, salvaje y leal como con un regimiento de caballeros.

La dama se puso de pie, dispuesta a partir. Los caballeros, Tanis y Dalamar se incorporaron en señal de respeto.

—Varios clérigos están de camino para ayudaros. Conducen una carreta llena de víveres y llegarán aquí en algún momento de la noche. Se ofrecieron voluntarios, milord —dijo, anticipándose a los protestas del comandante—. Creo que los necesitaréis.

—Serán muy bien recibidos —contestó el caballero—. Gracias, Hija Venerable.

—Es lo menos que podía hacer —dijo la mujer, suspirando—. Adiós. Que los dioses os guarden. Estaréis presentes en mis plegarias.

Se dio media vuelta y, guiada por el tigre, abandonó la estancia. En su camino hacia la puerta pasó al lado de Tanis, que la oyó decir en un suave murmullo:

—Si es que hay alguien escuchando...

—Yo también me marcho —anunció Dalamar—. Os ofrecería la ayuda de la magia, pero sé que no la aceptaríais. Sin embargo, os recuerdo que lord Ariakan cuenta con hechiceros como parte de su ejército, iguales en rango a los guerreros.

Sir Thomas ofreció las oportunas disculpas.

—Soy consciente de ello, señor mago, y agradezco tu oferta, pero nuestros caballeros nunca han practicado el arte de combinar el acero con la magia. Me temo que se haría más mal que bien en semejantes circunstancias.

—Probablemente tengas razón, milord —respondió el hechicero con una sonrisa sarcástica—. Bien, os deseo a todos mucha suerte. No os importará que diga que vais a necesitarla. Adiós.

—Gracias, lord Dalamar. Tu aviso puede haber evitado un desastre mayor —dijo Thomas.

Dalamar se encogió de hombros, como si el asunto hubiera dejado de interesarle. Miró a Tanis.

—¿Vienes conmigo?

Sir Thomas también miró al semielfo. Todos los presentes en la sala lo miraban.

¿Se quedaría o se marcharía?

Tanis se rascó la barba, consciente de que tenía que tomar una decisión. El único modo seguro de marcharse ahora era por el camino de la magia, con Dalamar.

Sir Thomas se acercó a Tanis y solicitó hablar en privado con él.

—Te esperaré, semielfo —dijo Dalamar, que añadió intencionadamente:— pero no por mucho tiempo.

Tanis y sir Thomas salieron a una pequeña balconada que había en el exterior de la sala del Consejo de Caballeros. Todavía no se había puesto el sol, pero las sombras de las montañas traían una noche prematura a la torre. En un patio, allá abajo, había un enorme y magnífico reptil con las escamas doradas. Era Fuego Dorado, el dragón al servicio de la Hija Venerable Crysania. Otros dragones, en su mayoría plateados, volaban en círculo sobre la torre, montando guardia.

Sir Thomas se apoyó en la balaustrada y contempló la creciente oscuridad del atardecer.

—Seré franco contigo, Tanis —dijo el caballero con voz reposada—. Me vendría bien tu ayuda, no sólo como espadachín, sino para ponerte al mando de tropas. Los caballeros que han quedado para defender la torre son en su mayoría hombres jóvenes, nuevos en la caballería. Sus padres y sus hermanos mayores, a los que normalmente habría puesto al mando, están en casa, defendiendo sus castillos y sus ciudades.

—Que es donde debería estar yo —señaló Tanis.

—Reconozco que tienes razón —admitió Thomas con prontitud—. Y si te marchas, seré el primero en desearte buena suerte. —El caballero se volvió y miró a Tanis a la cara—. Conoces la situación tan bien como yo. Nos enfrentamos a un enemigo cuya superioridad es abrumadora. La Torre del Sumo Sacerdote tiene que resistir, o toda Solamnia caerá. Ariakan controlará el norte de Ansalon, y establecerá aquí su base de operaciones. Desde esta posición puede atacar el sur a su conveniencia. Pasarán muchos meses antes de que podamos reagruparnos y reconquistar la torre... si es que lo conseguimos.

Tanis sabía todo esto; lo sabía perfectamente bien. También sabía que si cinco años antes las gentes de Ansalon les hubieran hecho caso a él, a Laurana, a Crysania y, sí, incluso a Dalamar, esto no habría pasado nunca. Si los elfos, los enanos y los humanos hubieran dejado a un lado sus mezquinas disputas e intereses y se hubieran unido en la alianza que se les proponía, ahora la torre contaría con defensores de sobra.

Tanis podía imaginarlo: arqueros elfos jalonando las almenas, esforzados guerreros enanos defendiendo las puertas, todos ellos combatiendo codo con codo con sus compañeros humanos.

Era una bella imagen, pero jamás se haría realidad. «Si regreso a casa», pensó, «la encontraré vacía.» Laurana no estaría allí. Ella y Tanis se habían despedido al separarse. Los dos sabían en ese momento que podía ser la última vez que se veían. El semielfo evocó la escena.

En su camino de Solace a la Torre del Sumo Sacerdote, Tanis había pasado por su casa esperando la cálida bienvenida habitual.

No la hubo.

Nadie salió corriendo de los establos para ocuparse del grifo en el que había volado. Ningún sirviente lo recibió en la puerta; los que se cruzaron con él iban y venían apresuradamente con una u otra tarea, y se limitaron a hacer una precipitada reverencia para luego desaparecer en otras partes de la gran mansión. A su esposa, Laurana, no se la veía por ningún sitio. Había un baúl de viaje en el centro del vestíbulo; tuvo que rodearlo para poder pasar. Se oían voces y pisadas, todas ellas en los pisos altos. Subió la escalera buscando la explicación de aquel barullo.

Encontró a Laurana en su dormitorio. Había ropas esparcidas sobre la cama y encima de todas las superficies disponibles, en las sillas, colgando de los biombos pintados a mano. Otro baúl de viaje, éste más pequeño que el que había en el vestíbulo, estaba abierto en medio de la habitación. Laurana y tres doncellas se dedicaban a separar, doblar y hacer el equipaje. Ni siquiera repararon en Tanis, parado en el umbral.

El semielfo permaneció callado, aprovechando este breve momento para contemplar a su esposa sin que se diera cuenta, para ver la luz del sol reflejándose en su cabello dorado, para admirar la gracia de sus movimientos, para escuchar su voz musical. Retuvo aquella imagen para guardarla en su mente del mismo modo que guardaba su retrato en miniatura en un bolsillo, cerca de su corazón.

Era elfa, y los de su raza no envejecían tan deprisa como los humanos. A primera vista, un observador humano habría pensado que Laurana estaba en plena juventud. Si se hubiera quedado en su patria, podría haber mantenido esta apariencia de eterna juventud. Pero no lo había hecho. Había elegido casarse con un mestizo; se había alejado de familia y amigos, y había instalado su residencia en tierras de humanos. Y había pasado todos estos años trabajando continua e incansablemente para que terminara el conflicto que dividía a las dos razas.

El trabajo, la carga, los destellos de esperanza seguidos de la destrucción de ilusiones, habían apagado la radiante serenidad y pureza elfas. Ninguna arruga estropeaba su cutis, pero la tristeza ensombrecía sus bellos ojos. Ninguna hebra gris se enredaba en el oro de su cabello, pero su lustre estaba atenuado. Cualquier elfo que la mirara diría que se había avejentado prematuramente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Guerra de los Dioses»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Guerra de los Dioses» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Guerra de los Dioses»

Обсуждение, отзывы о книге «La Guerra de los Dioses» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x