Terry Goodkind - La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños
Здесь есть возможность читать онлайн «Terry Goodkind - La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Richard le sostuvo la mirada, comprendiendo al fin. El Buscador siempre era nombrado por un mago, pero desde que Zedd huyera de la Tierra Central mucho tiempo atrás, la espada se convirtió en un trofeo que se compraba o se robaba. La Espada de la Verdad tenía una pésima reputación por culpa de los falsos Buscadores, pues la utilizaban por razones egoístas y no para los fines previstos por quienes la habían imbuido de magia. Richard había sido el primero en décadas que había sido nombrado Buscador de la Verdad por un mago. Richard comprendía la magia de la espada, su terrible poder y la responsabilidad que conllevaba el poseerla. Richard era un verdadero Buscador.
— Me fue entregada por un mago de la Primera Orden. Fui nombrado —respondió crípticamente.
— Un Buscador —susurró la anciana, estrechando la manta contra su abundante pecho. El aire se le escapaba por los huecos entre los dientes—. Alabados sean los espíritus. Un verdadero Buscador.
La niña, que no comprendía la conversación, miró detenidamente la moneda que reposaba en la mano de su abuela y a continuación tendió a Richard la torta de miel más grande de las que había sobre la mesa. Richard la aceptó con una sonrisa.
La anciana se inclinó ligeramente sobre la mesa y bajó la voz para decir:
— ¿Habéis venido para librarnos de esos indeseables?
— Más o menos. —Richard dio un bocado a la torta de miel y sonrió de nuevo a la niña—. Sabe tan bien como prometiste.
— ¿Veis? La abuela hace las mejores tortas de miel de toda la calle Stentor —proclamó la niña, radiante.
Calle Stentor. Bueno, al menos había dado con la calle correcta. «Pasado el mercado, en la calle Stentor», le había dicho la señora Sanderholt. Richard guiñó un ojo a la pequeña mientras masticaba.
— ¿Qué indeseables? —preguntó a la anciana.
Los ojos de la anciana se posaron brevemente en su nieta.
— Mi hijo y su madre nos han abandonado para permanecer cerca de palacio, en espera del oro prometido. Yo les dije que trabajaran pero ellos me replicaron que soy una vieja tonta y que simplemente esperando lo que les pertenece podrán conseguir mucho más de lo que ganarían trabajando.
— ¿Por qué razón creen que el oro les pertenece?
La anciana se encogió de hombros.
— Porque alguien de palacio lo dijo. Dijo que tenían derecho a él, que todo el pueblo tenía derecho al oro. Algunos, como el holgazán de mi hijo, lo creyeron. En los tiempos que corren los jóvenes no quieren trabajar. Así pues, están ahí sentados esperando recibir algo, esperando que alguien les solucione la vida en lugar de arreglárselas solos. Y se pelean por quién debe recibir antes el oro. Algunos de los más débiles y ancianos han muerto en las peleas.
»Mientras tanto, como son pocos los que trabajan, los precios no dejan de subir. A duras penas podemos permitirnos comprar pan. Y todo por una estúpida sed de oro —declaró la anciana con amarga expresión—. Mi hijo trabajaba para Chalmer, el panadero, pero ahora se limita a esperar que le entreguen el oro, y su hija cada día está más hambrienta. —Por el rabillo del ojo miró a la pequeña y sonrió con cariño—. Sin embargo, ella sí trabaja. Me ayuda a hacer las tortas y a venderlas para poder comer. Yo no dejo que vague sola por las calles como tantos otros muchachos.
Su mirada era sombría al posarla en Richard.
— Ellos son los indeseables. Ellos, que nos arrebatan lo poco que podemos ganar o fabricar con nuestras manos con la vana promesa de que pronto nos lo devolverán, y encima esperan que les agradezcamos su generosidad. Ellos, quienes empujan a las buenas personas a ser holgazanas a fin de dominarnos como borregos junto al pesebre. Ellos, quienes nos privan de nuestra libertad y nuestras costumbres. Incluso una pobre mujer como yo sabe que los haraganes no tienen opiniones propias y que sólo piensan en ellos mismos. No sé adónde vamos a llegar.
Cuando finalmente pareció quedarse sin aliento, Richard indicó con un gesto la moneda que apretaba en un puño mientras tragaba el bocado de la torta. Entonces le dirigió una mirada muy elocuente.
— Te estaría muy agradecido si, por el momento, olvidaras el aspecto de mi espada.
— Pues claro —accedió la anciana, cabeceando—. Lo que gustéis, milord. Que los buenos espíritus os acompañen. Espero que deis a esos indeseables lo que se merecen.
Richard se alejó un trecho y fue a sentarse un momento sobre un barril al lado de un callejón para acabarse la torta de miel. Estaba muy rica, aunque él no prestara excesiva atención al sabor. Tampoco le servía para acabar con la sensación de aprensión en el estómago. No era exactamente la misma sensación que lo advertía de la presencia de un mriswith, sino más bien lo que sentía al notar que alguien lo observaba. Los pelillos de la nuca se le erizaron. Una vez más escrutó las caras, pero nadie parecía especialmente interesado en él.
Tras lamerse la miel de los dedos volvió a lanzarse al sinuoso fluir de la muchedumbre en la calle, rodeando carros y carretas tirados por caballos. A veces era como nadar contra corriente. El barullo, el metálico repicar de los arreos, el ruido sordo de los cascos, el traqueteo del cargamento en los carros, el crujido de los ejes, el crepitar de la nieve dura, los gritos de los vendedores ambulantes y de los charlatanes así como el zumbido de las conversaciones, algunas de ellas en un sonsonete, y la amalgama de idiomas incomprensibles, lo ponían nervioso. Richard estaba acostumbrado al silencio de su bosque, donde como mucho se oía el susurro del viento en los árboles o el agua saltando sobre las rocas. Aunque iba a menudo a la ciudad del Corzo, la capital de la Tierra Occidental no era más que una pequeña ciudad; nada comparado con las grandes urbes, como Aydindril, que había visto desde que abandonara su hogar.
¡Cuánto echaba de menos su bosque! Kahlan le había prometido que un día regresarían juntos. Richard sonrió para sí al imaginarse los bellos parajes que le mostraría: los miradores, las cascadas, los escondidos pasos de montaña. Y aún sonrió más al imaginar lo sorprendida que se quedaría y lo felices que serían juntos. Al recordar la especial sonrisa de Kahlan, ésa reservada sólo a él, no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.
Echaba de menos a Kahlan mucho más de lo que nunca llegaría a echar de menos su bosque. Deseaba reunirse con ella cuanto antes. Pero primero tenía que resolver algunos asuntos en Aydindril.
Oyó gritos, alzó la mirada y se dio cuenta de que, sumido como estaba en sus ensoñaciones, no se había fijado por dónde iba y estaba a punto de ser pisoteado por una columna de soldados. El oficial soltó una maldición y ordenó bruscamente a sus hombres que se detuvieran.
— ¿Es que estás ciego? —vociferó—. ¡Hay que ser un idiota para ir directo hacia una columna de jinetes!
Richard echó un vistazo en torno. Todo el mundo se había apartado de los soldados y, por sus caras, uno hubiese pensado que jamás se les habría ocurrido caminar por el centro de la calle. De hecho, se comportaban como si los soldados no existieran y muchos de ellos trataban de hacerse invisibles.
El joven fijó la vista en el oficial que lo había increpado y por un instante sopesó la posibilidad de volverse invisible antes de que surgiera algún conflicto y alguien resultara herido. No obstante, a su mente acudió la Segunda Norma de un mago: de las mejores intenciones puede resultar un gran mal. Había aprendido que jugar con magia podía tener resultados desastrosos. La magia era peligrosa y debía usarse con cautela. Así pues, decidió que lo más prudente y sensato sería disculparse.
— Lo siento. No miraba por dónde iba. Perdonadme.
No guardaba memoria de haber visto nunca unos soldados como aquéllos, montados sobre sus caballos formando filas exactas y precisas. Todos exhibían una expresión adusta y llevaban armaduras de un brillo cegador a la luz del sol. Además de impecable armadura perfectamente abrillantada, también espadas, cuchillos y lanzas refulgían. Llevaban asimismo una capa carmesí que formaba exactamente los mismos pliegues sobre el flanco del respectivo caballo blanco. Era como si un poderoso monarca estuviera a punto de pasar revista.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.