Robert Jordan - Encrucijada en el crepúsculo

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Encrucijada en el crepúsculo: краткое содержание, описание и аннотация

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Mat Cauthon huye con la hija de las Nueve Lunas mientras la Sombra y el imperio seanchan emprenden una persecución implacable. Por su parte, las Aes Sedai sienten un inmenso flujo de Poder en un lejano paraje del oeste y temen que sea obra de los Renegados o incluso de la propia Sombra.
La heredera del Trono de Andor, rodeada de enemigos y de amigos siniestros que planean su destrucción, puede caer en manos de la Sombra y arrastrar consigo al Dragón Renacido, y Egwene al’Vere pone sitio al centro de poder Aes Sedai, pero ha de vencer con rapidez para evitar que los Asha’man sean los únicos capaces de defender el mundo del Oscuro.
Tras limpiar la mitad masculina de la Fuente Verdadera, Rand al’Thor se ve obligado a correr grandes riesgos sin saber con certeza quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos.

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Egwene miró al frente, hacia el sur. A Tar Valon. Las blancas murallas relucían a la luz de una luna que empezaba a menguar y el fulgor de las lámparas a través de las ventanas otorgaba a la urbe un resplandor difuso, casi como si la ciudad estuviera abrazando el saidar . La Torre Blanca descollaba incluso en la oscuridad: la imponente mole brillaba bajo la luna con las ventanas iluminadas. Algo pasó veloz como un rayo ante el astro y Egwene contuvo la respiración. Por un instante creyó haber visto un Draghkar; una mala señal, precisamente en esta noche. Se dijo que sólo era un murciélago. La primavera estaba bastante próxima para que los murciélagos se aventuraran a salir. Se ciñó más la capa y clavó la mirada en la ciudad que iba acercándose más y más.

Cuando la muralla de Puerto del Norte surgió imponente delante del bote, los remeros invirtieron el impulso en el agua, dando marcha atrás; faltó un pelo para que la proa tocara la muralla, junto a la bocana del puerto. Egwene casi alargó la mano para esquivar la pálida piedra antes de que el bote chocara contra el muro. Ese impacto lo habrían oído los soldados que estuvieran de guardia. Sin embargo, los remos sólo hicieron un pequeño gorgoteo al impulsarse hacia atrás y el bote se detuvo en un punto donde Egwene habría podido tocar la enorme cadena cruzada de lado a lado de la bocana, con los inmensos eslabones emitiendo su propio brillo apagado a causa de la grasa que los cubría.

Pero no hubo necesidad de tocarlos. Y tampoco había razón para esperar. Egwene abrazó el saidar y apenas fue consciente de la gozosa sensación que la colmaba de vida antes de que tuviera colocados los tejidos. Tierra, Fuego y Aire envolvieron la cadena; Tierra y Fuego la tocaron. El negro hierro irradió blanco repentinamente, todo a lo largo de la bocana.

Egwene sólo tuvo tiempo de percibir que alguien abrazaba la Fuente a corta distancia por encima de ella, en la muralla, y entonces algo golpeó el bote, la golpeó a ella, y sintió el frío del agua a su alrededor, cerrándose sobre ella, entrándole por la nariz y la boca. Oscuridad.

Egwene sintió algo duro debajo. Oyó voces de mujeres. Voces excitadas.

—¿Sabes quién es?

—Bien, bien. Indudablemente hemos conseguido más de lo que esperábamos.

Algo se apretó contra sus labios y un líquido caliente, con un ligero sabor a menta, penetró en su boca. Tragó con una convulsión y de repente fue consciente de estar helada, tiritando. Abrió los ojos de golpe. Y se quedaron prendidos en el rostro de una mujer que le sostenía la cabeza y la copa. Las linternas que enarbolaban los soldados que se apiñaban en derredor daban luz suficiente para distinguir esa cara con claridad. Un semblante intemporal. Estaba dentro del Puerto del Norte.

—Eso es, pequeña —dijo en tono alentador la Aes Sedai—. Bébetelo todo. Una fuerte dosis, por ahora.

Egwene intentó apartar la copa, intentó abrazar el saidar , pero sintió que se hundía de nuevo en la oscuridad. La estaban esperando. Alguien la había traicionado. Pero ¿quién?

Epílogo

Una respuesta

Rand miraba por la ventana la constante lluvia que caía de un cielo gris. Descargaba otra tormenta procedente de la Columna Vertebral del Mundo. De la Pared del Dragón. Creía que la primavera no tardaría en llegar ya. Al final siempre llegaba. Allí, en Tear, antes que en casa, aunque no había señales de ella. Los relámpagos surcaban el cielo en rastros azul-plateados que se bifurcaban, y el estallido del trueno tardaba en sonar largos segundos. Relámpagos lejanos. Las heridas del costado le dolían. Luz, las garzas grabadas en sus palmas le dolían, después de tanto tiempo.

«A veces el dolor es lo único que te permite saber que estás vivo», susurró Lews Therin, pero Rand no hizo caso de la voz que sonaba en su mente.

La puerta se abrió a su espalda con un chirrido, y Rand giró la cabeza para mirar al hombre que entró en la sala de estar. Bashere llevaba una chaqueta gris de seda, corta, una prenda de intenso brillo, y portaba el bastón de mariscal de Saldaea —una vara de marfil rematada por una cabeza de lobo dorada— metido en el cinturón, junto a la espada envainada. Las botas de boca vuelta estaban lustradas hasta brillar. Rand procuró no exteriorizar su alivio. Habían estado ausentes mucho tiempo.

—¿Y bien? —inquirió.

—Los seanchan son tratables —contestó Bashere—. Están como cencerros, pero son tratables. No obstante, exigen una reunión con vos en persona. El mariscal de Saldaea no es el Dragón Renacido.

—¿Con esa tal lady Suroth?

Bashere sacudió la cabeza.

—No. Al parecer ha llegado un miembro de su familia imperial. Suroth quiere que os reunáis con una persona a la que llaman la Hija de las Nueve Lunas.

A lo lejos destelló un relámpago;
el restallido del trueno desgarró el aire.
En la creciente tormenta, jinetes del viento,
cabalgamos hacia el fragor de los truenos.
Entre cegadores relámpagos danzamos,
y en dos al mundo desmembramos.

Fragmento de un poema anónimo supuestamente escrito al final de la Era anterior, llamada por algunos la Tercera Era. A veces atribuido al Dragón Renacido.

Glosario

Aclaración sobre las fechas de este glosario

El calendario Tomano (ideado por Toma dur Ahmid) se adoptó aproximadamente dos siglos después de la muerte de los últimos varones Aes Sedai y registró los años transcurridos después del Desmembramiento del Mundo (DD). Muchos anales resultaron destruidos durante las Guerras de los Trollocs, de tal modo que, al concluir éstas, se abrió una discusión respecto al año exacto en que se hallaban en el antiguo sistema. Tiam de Gazar propuso un nuevo calendario, en conmemoración de la supuesta liberación de la amenaza trolloc, en el que los años se señalarían como Año Libre (AL). El calendario Gazariano ganó amplia aceptación veinte años después del final de la guerra. Artur Hawkwing intentó establecer un nuevo anuario que partiría de la fecha de fundación de su imperio (DF, Desde la Fundación), pero únicamente los historiadores hacen referencia a él actualmente. Tras la generalizada destrucción, mortalidad y desintegración de la Guerra de los Cien Años, Uren din Jubai Gaviota Voladora, un erudito de las islas de los Marinos, concibió un cuarto calendario, el cual promulgó el Panarch Farede de Tarabon. El calendario Farede, iniciado a partir de la fecha, arbitrariamente decidida, del fin de la Guerra de los Cien Años, que registra los años de la Nueva Era (NE), es el que se utiliza en la actualidad.

Abanderado:Rango militar seanchan equivalente al de portaestandarte.

Acechante:Véase Myrddraal.

Aceptadas, las:Jóvenes que se hallan en fase de formación para convertirse en Aes Sedai y que han accedido a cierto grado de poder y superado determinadas pruebas. Las novicias tardan normalmente de cinco a diez años para ascender a la condición de Aceptadas. Las Aceptadas no están tan sujetas a las reglas como las novicias y tienen la posibilidad de elegir, si bien de forma restringida, las áreas en que prefieren centrar sus estudios. Una Aceptada tiene derecho a llevar un anillo con la Gran Serpiente, pero únicamente en el tercer dedo de la mano izquierda. Cuando es promovida al rango de Aes Sedai, escoge su Ajah, accede al privilegio de vestir el chal y puede ponerse el anillo en cualquier dedo o no llevarlo, según dicten las circunstancias. (Véase también Aes Sedai.)

A’dam:Un artilugio creado para controlar, en contra de su voluntad, a mujeres capaces de encauzar; sólo lo puede utilizar una mujer que encauza o una que podría aprender a hacerlo, pero no surte efecto en quien no posea esta habilidad. Crea un vínculo entre las dos mujeres. La versión seanchan consiste en un collar y un brazalete unidos mediante una correa, todo ello de metal plateado. Sin embargo, se ha creado un ejemplar de una versión sin correa, y se cree que existe otra variante, única en su clase, que permite a una mujer controlar a un hombre capaz de encauzar. Si a un hombre de estas características se lo vincula por medio de un a’dam corriente a una mujer que también encauza, el resultado más probable es la muerte de ambos. Cuando el artilugio lo lleva puesto una mujer con la habilidad de encauzar la energía, el simple hecho de tocar el a’dam puede ocasionar dolor a un hombre que encauza. El collar lo lleva la damane , y el brazalete, la sul’dam . (Véanse damane , seanchan y sul’dam , coligación y seanchan.)

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