Greg Bear - Música en la sangre

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Música en la sangre: краткое содержание, описание и аннотация

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Vergil Ulam era el genio del proyecto biológico. La reestructuración de las células. Células capaces de pensar. Cuando Genetron canceló el proyecto, Vergil sacó el trabajo de su vida fuera del laboratorio del único modo que podía: Inyectándose el mismo con ellas. Al principio, los efectos de los linfocitos inteligentes se redujeron a pequeños milagros, su vista , su estado general de salud, incluso su vida sexual, mejoraron. Pero ahora, algo extraño está ocurriendo. La trama celular de Vergil está capacitada para formar organismos complejos e incluso sociedades completas en su sangre y en su cuerpo. Vergil lleva consigo un universo. Un universo de células.

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El recuerdo era borroso, como una vieja fotografía, y no muy profuso en detalles. Pero allí estaba, y él ni siquiera había nacido, pero estaba viéndolo, y luego contempló su noche de bodas, maravillándose con los rápidos atisbos de su propia creación y cómo tan poco había cambiado entre un hombre y una mujer, maravillándose de la pasión y el placer de su madre, y de la pericia precisa, sabia y doctoral de su padre, médico incluso en la cama…

Y su padre se fue a la guerra, sirviendo como soldado en Europa, y luego en el III Ejército, con Patton, en las Ardenas, y atravesando el Rhin, cerca de Coblenza — esenta y cinco millas en tres días—, y su hijo miraba lo que no podía de hecho mirar. Y luego veía lo que su padre probablemente no podía haber visto.

Un soldado en la oscuridad, húmedo zaguán de un burdel en París; no era su padre, ni nadie que él conociera…

En penumbra, pero clara silueta de una mujer meciendo a un niño a la luz anaranjada del sol, a través de una ventana…

Un hombre que pesca con cormoranes en un río gris por la mañana temprano…

Un niño que mira por la ventana de un granero a unos hombres que, en círculo en el patio de abajo, descuartizan un buey enorme, blanco y negro, de grandes ojos…

Hombres y mujeres despojándose de sus largos vestidos blancos y nadando en un río de aguas turbias rodeado de rojos peñascos…

Un hombre en pie junto a un acantilado, con un cuerno en la mano, mirando a una manada de antílopes que atraviesan una llanura de hierba brumosa…

Una mujer pariendo en un subterráneo oscuro, iluminado por antorchas de sebo, mientras es observada por pintarrajeados rostros ansiosos…

Dos hombres viejos peleándose por unas bolitas de arcilla con incisiones dentro de un círculo dibujado en la arena…

—No me acuerdo de estas cosas, no me corresponden, no las he experimentado…

Interrumpió el fluir de la información. Con ambas manos, intentó alcanzar los círculos rojos y brillantes que había sobre su cabeza, tan cálidos y atractivos.

—¿De dónde vienen? —Tocó los círculos y sintió la respuesta en su cuerpo de cien células.

Toda la memoria no procede de la vida de un sólo individuo.

—¿De dónde, entonces?

La memoria se almacena en neuronas —memoria interactiva—, transportada en carga y potencial, luego descargada para su almacenamiento químico en las células, luego descargada de nuevo a nivel molecular. Almacenada en los intrones de las células individuales.

La penetrante visión interior era imponente por su perfección e intensidad.

Las bacterias simbióticas y los virus de transferencia —que se dan de manera natural en todos los animales y que son específicos en cada especie— son implantados con la memoria molecular transcrita desde el intrón. Salen del individuo y pasan a otro individuo, «infectan», transfieren la memoria a las células somáticas. Algunos de los recuerdos son luego devueltos al estatus de almacenaje químico, y unos cuantos son retransferidos a la memoria activa.

—¿A lo largo de generaciones?

A lo largo de milenios.

—Los intrones no son secuencias sobrantes…

No. Son un almacenamiento de memoria altamente condensada.

Vergil Ulam no había creado biología en las células partiendo de la nada. Se había tropezado con una función natural —la transferencia de la memoria racial—.

Había alterado un sistema que ya existía.

—¡No me importa! No quiero más revelaciones. No quiero ver nada más. Ya he tenido suficiente. ¿Qué me ha pasado a mí? ¿En qué me he convertido? ¿De qué sirve la revelación, si se malgasta en un loco?

Estaba de nuevo en el marco del Universo de Pensamiento. Miraba las imágenes que surgían a su alrededor, las fuentes simbólicas de diferentes ámbitos de información, luego hacia los círculos que había sobre su cabeza. Ahora brillaban con luz verde.

Estás ANGUSTIADO. Tócalos.

Estiró los brazos y los tocó de nuevo.

Sintió un tirón y se retorció en la interfase, empezando la integración con el Bernard macroescalar; hacia arriba, por el túnel de la disociación, hacia la cálida oscuridad del laboratorio. Era de noche o, al menos, hora de dormir.

Se tendió en el camastro, sin poder casi moverse.

No podemos sostener tu forma corporal mucho más tiempo.

—¿Qué?

Volverás pronto a nuestro mundo, dentro de dos días. Todo tu trabajo en macroescala deberá haber sido completado para entonces.

—No…

No tenernos elección. Hemos aguantado demasiado tiempo. Hemos de transformar.

—¡No! ¡No esoy preparado! ¡Esto es demasiado para mí! —Se dio cuenta de que estaba gritando y se tapó la boca con las manos.

Se sentó al borde del camastro, con la cara, grotescamente arrugada, perlada de sudor.

40

—¿Os vais a ir otra vez? ¿Así como así? —Suzy agarró la mano de Kenneth. El se detuvo frente al ascensor. La puerta se abrió.

—Es duro volver a ser simplemente un humano, ¿sabes? —le contestó—. Da sensación de soledad. De modo que volvemos, sí.

—¿Soledad? ¿Y yo qué voy a sentir? Estaréis muertos otra vez.

—Muertos no, nenita. Ya lo sabes.

—Como si lo estuvierais.

—Puedes unirte a nosotros. Suzy se puso a temblar.

—Kenny, tengo miedo.

—Mira. Te han dejado en paz, como tú les pediste, y te van a dejar ir. Pero lo que puedas hacer ahí fuera, eso no lo sé. La ciudad ya no está hecha a medida de las personas. Te alimentarán y estarás bien, pero… Suzy, todo está cambiando. La ciudad va a cambiar aún más. Tú estarás ahí en medio… pero no te harán daño. Si tú lo escoges, te dejarán de lado como un parque nacional.

—Ven conmigo, Kenny. Tú y Howard y mamá. Podemos volver…

—Brooklyn ya no existe.

—Jesús, eres como un fantasma o algo así. No se puede hablar contigo de cosas con sentido común.

Kenny señaló hacia el ascensor.

—Nenita…

—¡Deja de llamarme así, caramba! ¡Soy tu hermana, so animal! Y me vais a dejar ahí tirada…

—Es a tu elección, Suzy —dijo Kenneth con calma.

—O a convertirme en un zombi.

—Sabes que no somos zombis, Suzy. Sentiste cómo eran y lo que pueden hacer por ti.

—¡Pero ya no seré yo!

—Deja de gimotear. Todos cambiamos.

—¡Pero no de esa manera! Kenneth pareció compadecerse.

—Ahora eres distinta de cuando eras una niña pequeña. ¿Te daba miedo entonces crecer? Suzy le miró fijamente.

—Todavía soy pequeña —dijo—. Soy lenta. Eso es lo que todo el mundo dice.

—¿Te daba miedo de no ser un bebé? Esa es la diferencia. Los demás están todavía bloqueados en el estadio bebé. Nosotros ya no. Tú puedes crecer también.

—No —dijo Suzy. Se dio la vuelta—. Voy a volver a hablar con mamá.

Kenny la asió por el brazo.

—Ya no están ahí —dijo—. Es muy molesto ser reconstruido de esta manera.

Suzy se le quedó mirando, luego se metió deprisa en el ascensor y se apoyó en la pared del fondo.

—¿Bajas conmigo? —le preguntó.

—No —dijo Kenneth—. Yo vuelvo. Todavía te queremos, nenita. Te cuidaremos. Tendrás más madres, hermanos y amigos de los que nunca podrás conocer. Quizá nos dejes estar contigo, alguna vez.

—¿Quieres decir dentro de mí, como ellos? Kenneth asintió.

—Siempre estaremos alrededor. Pero no vamos a reconstruir nuestros cuerpos por ti.

—Ahora quiero bajar —dijo Suzy.

—Pues bajando —dijo Kenenth. Las puertas del ascensor empezaron a cerrarse— Adiós, Suzy. Ten cuidado.

—¡KennnNETHHH! —Pero la puerta se cerró y el ascensor inició el descenso.

Se quedó quieta en el centro, manoseándose el pelo con dedos nerviosos.

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