Arthur Clarke - Canticos de la lejana Tierra
Здесь есть возможность читать онлайн «Arthur Clarke - Canticos de la lejana Tierra» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Год выпуска: 1989, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Canticos de la lejana Tierra
- Автор:
- Жанр:
- Год:1989
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Canticos de la lejana Tierra: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Canticos de la lejana Tierra»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Canticos de la lejana Tierra — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Canticos de la lejana Tierra», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Esta se había iniciado con un vídeo retrospectivo en el que se mostraba la construcción de la planta de congelación y el izado del primer bloque de hielo. A continuación aparecía un ballet espacial fascinante que, a velocidad acelerada, mostraba cómo se maniobraban los enormes bloques de hielo hasta colocarlos en su sitio y cómo se hacían encajar en el escudo que iba creciendo progresivamente. El principio fue en tiempo real, luego se aceleró rápidamente hasta que los últimos sectores fueron sumándose a un ritmo de uno cada escasos segundos. El mejor compositor de Thalassa había concebido una ingeniosa partitura musical que empezaba con una lenta pavana y acababa con una intensa polka, volviendo a la velocidad normal al final, cuando el último bloque de hielo era encajado en su sitio.
Luego la imagen cambió por otra en directo, captada por una cámara suspendida en el espacio a un kilómetro de la Magallanes, mientras ésta orbitaba en la zona de sombra del planeta. La gran pantalla solar que protegía el hielo durante el día había sido retirada, por lo que el escudo era visible en su totalidad por primera vez.
El enorme disco gris blanquecino brilló fríamente bajo los focos, pronto se enfriaría mucho más al penetrar en los pocos grados sobre cero absoluto de la noche galáctica. Allí sólo se calentaría con la luz lejana de las estrellas, con la pérdida de radiación de la nave y con la poco frecuente explosión de energía originada por el polvo que hiciera impacto sobre él.
La cámara recorrió lentamente el iceberg artificial, con el acompañamiento de la voz inconfundible de Moses Kaldor.
— Gentes de Thalassa, os damos las gracias por vuestro regalo. Tras este escudo de hielo, esperamos viajar a salvo al mundo que nos está esperando a setenta y cinco años luz, de aquí a trescientos años.
« Si todo va bien, cuando lleguemos a Sagan Dos aún transportaremos por lo menos veinte mil toneladas de hielo. Dejaremos que caiga sobre el planeta, y el calor de la entrada lo transformará en la primera lluvia que jamás haya conocido ese mundo glacial. Por un momento, antes de que vuelva a congelarse, será el precursor de los mares que aún no han nacido.
« Un día, nuestros descendientes conocerán mares como los vuestros, aunque no tan inmensos o tan profundos. Las aguas de nuestros dos mundos se mezclarán, dando vida a nuestro nuevo hogar. Y os recordaremos con amor y gratitud.
51. Reliquia
— Es precioso—dijo Mirissa reverentemente—. Ahora puedo comprender por qué se valora tanto el oro en la Tierra.
— El oro es la parte menos importante—contestó Kaldor al tiempo que sacaba la reluciente campana de su caja forrada de terciopelo—. ¿Adivinas qué es?
— Evidentemente es una obra de arte. Pero tiene que significar mucho más para ti, ya que lo has llevado contigo durante cincuenta años luz.
— Tienes razón, desde luego. Es una reproducción exacta de un gran templo, de más de cien metros de altura. En un principio, había siete de estos estuches, todos ellos de idéntica forma, y cada uno encajaba dentro de otro. Este era el más interior, el que contenía la Reliquia. Me fue entregado por unos viejos amigos en mi última noche en la Tierra. « Todo es atemporal—me recordaron—. Sin embargo, hemos conservado esto durante más de cuatro mil años. Llévalo contigo a las estrellas, con nuestra bendición. »
"A pesar de que yo no compartía su fe, ¿cómo podía rechazar un regalo tan valioso? Ahora lo dejaré aquí, donde los hombres llegaron por primera vez a este planeta. Otro regalo de la Tierra… quizás el último."
— No digas eso—respondió Mirissa—. Habéis dejado tantos regalos que nunca podremos contarlos todos.
Kaldor sonrió melancólicamente y por un momento no contestó, deteniendo su mirada en la familiar vista que se divisaba desde la ventana de la biblioteca. Allí había sido feliz, rastreando la historia de Thalassa y aprendieron muchas cosas que podrían ser de un valor incalculable cuando se creara la nueva colonia en Sagan Dos.
"Adiós vieja nave madre—pensó—. Hiciste bien tu trabajo. Aún nos espera un largo camino; ojalá la Magallanes nos sirva con tanta lealtad como tú has servido a la gente a la que hemos llegado a amar."
— Estoy seguro de que mis amigos habrían estado de acuerdo. He cumplido con mi deber. La Reliquia estará más segura aquí en Museo de la Tierra, que a bordo de la nave. Después de todo quizá nunca lleguemos a Sagan Dos.
— Claro que llegaréis. Pero aún no me has dicho qué hay en el séptimo cofre
— Es lo Único que queda de uno de los hombres más grandes que ha existido jamás; él fundó la única fe que nunca llegó a teñirse de sangre. Estoy convencido de que le habría divertido mucho saber que, cuarenta siglos después de su muerte, uno de sus dientes sería trasladado a las estrellas.
52. Cánticos de la lejana tierra
Ahora era el momento de la transición, de las despedidas, de las separaciones tan duras como la muerte. Sin embargo, a pesar de todas las lágrimas que se derramaron — tanto en Thalassa como en la nave—también había un sentimiento de alivio. Aunque ya nada volvería a ser lo mismo, ahora la vida podría volver a la normalidad. Los visitantes eran como unos invitados que se habían quedado un poco más de lo previsto; era hora de partir.
El mismo presidente Farradine lo aceptaba y había abandonado su sueño de una Olimpíada interestelar. Su consuelo fue grande: las unidades de congelación se trasladaban a la Isla Norte, y la primera pista de hielo de Thalassa estaría lista a tiempo para los Juegos. Si estaría listo también algún otro atleta era otro problema, pero muchos jóvenes thalassanos pasaban horas observando con incredulidad a algunos de los grandes maestros del pasado.
Mientras tanto, todo el mundo convino en que debía organizarse una ceremonia de despedida que marcara la partida de la Magallanes. Por desgracia, eran pocos los que se ponían de acuerdo en cuanto a la Forma que debía tomar. Hubo innumerables iniciativas privadas con las que se sometió a los interesados a una gran tensión física y mental, pero ninguna oficial y pública.
La alcaldesa Waldron, reclamando prioridad en nombre de Tarna, creía que la ceremonia debía realizarse en el lugar del primer aterrizaje. Edgar Farradine defendía que el Palacio Presidencial, pese a sus modestas proporciones, era más apropiado. Algunos graciosos sugirieron Krakan como solución intermedia, aduciendo que sus famosas viñas serían el lagar más adecuado para el brindis de despedida. Aún no habían resuelto la cuestión cuando la Compañía de Radiodifusión de Thalassa—una de las burocracias con más iniciativa del planeta—se apropió del proyecto en su totalidad.
El concierto de despedida iba a ser recordado, e interpretado, por las generaciones venideras. No hubo un vídeo que distrajera los sentidos; sólo música y un relato muy breve. Se estudió el patrimonio de dos mil años para evocar el pasado y dar esperanzas para el futuro. No sólo era un réquiem, sino también una canción de cuna.
Parecía un milagro que, después que el arte alcanzara la perfección tecnológica, los compositores de música tuvieran algo que decir. A lo largo de los mil años, la electrónica les había proporcionado un dominio total sobre todos los sonidos audibles por el oído humano, y podría haberse pensado que todas las posibilidades de este medio de expresión se habían agotado tiempo atrás.
De hecho, había habido alrededor de un siglo de pitidos, vibraciones y electroeructos antes de que los compositores hubieran dominado sus ahora infinitos poderes y unido de nuevo con éxito el arte con la tecnología. Nadie superó jamás a Beethoven o a Bach; pero algunos se les acercaron.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Canticos de la lejana Tierra»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Canticos de la lejana Tierra» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Canticos de la lejana Tierra» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.