El sol, con sus diez planetas, surgió en una imagen tridimensional frente a sus ojos. Cerbero, el planeta recién descubierto más allá de Plutón estaba a un kilómetro y medio, más o menos, y resultaba apenas visible. El Ladrón manejó los diales con piano experta y el sistema se redujo rápidamente. Todos recogieron los largavistas que había en el panel y siguieron observando. Al fin Alar explicó:
– Nuestro sol es ahora una nota muy pequeña de polvo luminoso; ni siquiera con los largavista podemos ver Júpiter.
Activó más llaves, moviéndose con celeridad.
– Esa es Alfa del Centauro, una binaria visual que, en esta escala, está a doscientos metros del sol. Esa estrella brillante que se ve al otro lado es Sirio. Y allí está Proción. Todas están acompañadas por enanas demasiado débiles como para distinguirlas.
"En este Galactarium, que mide un kilómetro y medio de diámetro, tenemos ahora unas ochenta estrellas entre las más cercanas al sol. Según la misma escala, la galaxia cabría en un espacio tan grande como la luna, de ¡nodo que será necesario reducir la proyección aun más para ver una parte más o menos importante.
Siguió operando indicadores. Ante ellos comenzó a formarse una gran rueda luminosa de radios en espiral.
– La galaxia, nuestro universo local -continuó Alar-. O al menos un noventa y cinco por ciento de ella, reducida a un círculo de una milla de diámetro y ciento cincuenta metros de espesor. Ahora es apenas una masa luminosa: la Vía Láctea.
“Las principales características son las dos Nubes Magallánicas. Para identificarla mejor podemos apelar a la posición de los brazos en espiral, a los cien cúmulos globulares y a la configuración de la nube estelar situada en el centro de la galaxia. Fíjense ahora.
La rueda y sus satélites magallánicos se redujeron con rapidez.
– El Galactarium tiene en este momento un diámetro en escala de cinco millones de años-luz. Bien hacia la derecha, a unos ciento cincuenta mil años-luz de distancia, está nuestra galaxia hermana, la M 31 de Andrómeda, con sus propios cúmulos de satélites, M32 y NGC 205. Debajo hay dos galaxias menores, la IC 1613 y la M 33. Del otro lado está la NGC 6822. El fragmento de universo que aquí ven ustedes es exactamente lo que encontré en la placa estelar.
– Pero todo eso es cosa antigua -protestó Gaines, muy desilusionado.
– No -intervino Keiris-. Alar quiere decir que ha visto nuestra propia galaxia desde fuera.
– Exactamente -confirmó el Ladrón-. La teoría astronómica predijo hace dos siglos que nuestra propia galaxia quedaría visible en cuanto se construyera un telescopio capaz de penetrar los siete billones de años-luz que mide el diámetro del universo.
– ¡Caramba! -exclamó Gaines- i Desde fuera!
Hizo repiquetear los largavistas contra el panel en un ritmo apagado; parecía tónico.
– ¡En ese caso estamos mirando a través del universo! -volvió a decir.
– Bueno -replicó Alar, con una sonrisa levemente irónica-, eso no es obra mía. Cuando se terminó el Observatorio Lunar ese descubrimiento era sólo cuestión de tiempo. Mi contribución, al menos en ese aspecto, es mera rutina.
– Eso significa que has descubierto algo más -indicó ella.
– Sí. En primer lugar, la luz proveniente de la Vía Láctea, viajar en circuito cerrado a través del universo, debería regresar sólo tras siete billones de años; por lo tanto, lo que ahora vemos en la placa debería ser nuestra galaxia tal como era hace siete billones de años, es decir, en las vísperas de su formación a partir del polvo cósmico. En cambio la placa muestra la Vía Láctea tal como es ahora, precisamente como se la ve allí fuera.
– ¡Pero es imposible! -exclamó Gaines- ¡Tendría que haber una diferencia de siete millones de años!
El Ladrón respondió con una sonrisa:
– Tendría que ser imposible, ¿verdad? Sin embargo tanto la posición de los brazos en espiral como la velocidad periférica de la nebulosa, la posición de los cúmulos globulares, la edad espectral de nuestro propio sol y hasta la posición de los Planetas, incluyendo la Tierra, todo prueba lo contrario.
– ¿Qué explicación encuentras a eso? -preguntó Keiris.
– Mi hipótesis es la siguiente: según la teoría de Einstein, el tiempo, multiplicado por la raíz cuadrada de menos uno, es igual al espacio euclidiano. Es decir: un año-luz de distancia es igual a un año de tiempo multiplicado por la raíz cuadrada de menos uno. Por lo tanto, si el espacio es infinito el tiempo también debería serlo. Y el tiempo, como el espacio, se curva y vuelve sobre sí mismo, de modo tal que no hay principio ni fin. Nuestra galaxia avanza simultáneamente por el tiempo y el espacio, en coordinadas como éstas. Levantó dos lápices cruzados en ángulos rectos y prosiguió:
– Supongamos que el eje X es el tiempo y el eje Y corresponde al espacio; nuestra galaxia está localizada en la intersección. Ahora bien, moveré el lápiz Y hacia la derecha, subiéndolo simultáneamente. Cualquier cosa que esté en la intersección se moverá por ambas coordinadas.
Ofreció los dos lápices a Keiris, pero ella, meneando la cabeza, cedió el honor a Gaines. El subsecretario tomó los dos esbeltos artículos y los sostuvo en ángulo recto, para moverlos enseguida hacia arriba y hacia abajo, hacia atrás y hacia adelante, con los labios fruncidos y los ojos atentos. Keiris también observaba su prueba con la mayor concentración. Alar aguardó a que los dos hubiesen captado el concepto. Después se inclinó hacia ellos y tocó los lápices.
– Ahora -dijo-, supongamos que sustituimos lápices por dos argollas, de modo tal que ambas se crucen en ángulos rectos como la armazón de un giróscopo de juguete. Digamos que una argolla equivale a siete billones de años luz de espacio y la otra a la misma cantidad, pero en tiempo; nuestra galaxia está siempre en la intersección de ambas.
"Supondremos, además, que por cada intersección tiempo-espacio dada puede haber sólo una distribución de materia; el corolario será que cuando se produce la misma intersección estará allí la misma materia. De ese modo, cuando las argollas han cumplido media circunvalación se produce la misma intersección. De ahí se deduce que nuestra galaxia está en dos lugares al mismo tiempo; para decirlo con más precisión, en el mismo espacio al mismo tiempo.
"Pero el espacio y el tiempo se han desvanecido y rematerializado a través de los polos del universo; cuando así lo hicieron nuestra galaxia se materializó con ellos. La broma de mi ejemplo consiste en que tendemos a visualizar la rotación de las argollas en el espacio euclidiano, mientras que en realidad se asocia sólo a través de la raíz cuadrada de menos uno por medio de la cuarta dimensión. Sólo las intersecciones, tienen valores euclidianos mutuos.
Volvió a tomar los dos lápices que Gaines le devolvía y concluyó:
– Y, puesto que las dos intersecciones están diametralmente opuestas en el ciclo espacio-tiempo, una debería estar siempre siete billones de años-luz adelantada a la otra, de modo tal que cuando la luz parte de la intersección "futura" para viajar a través de los polos de tiempo y espacio hacia la intersección retrasada llega a la otra siete billones de años después, para ser recibida por el mismo continuo espacio-tiempo-materia que la originó. Esa es la causa de que la galaxia gemela haya tenido la misma edad que la nuestra ahora cuando su luz inició el largo viaje.
Los tres guardaron silencio por un momento. Al fin Gaines, dijo con timidez.
– En tu opinión, ¿qué significa eso, Alar?
– Como hecho aislado no significa nada, pero si lo consideramos a la luz de otras peculiaridades que aparecen en la placa podría tener mucha importancia. Ya seguiremos hablando de eso cuando haya visto a John Have; tengo que preguntarle algunas cosas.
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