Charles Harness - Los Hombres paradójicos

Здесь есть возможность читать онлайн «Charles Harness - Los Hombres paradójicos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Hombres paradójicos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Hombres paradójicos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En un lejano futuro una minoría aristocrática, totalitaria y belicista domina los Estados Unidos de América, explotando el trabajo de hombres y mujeres que han preferido vivir como esclavos antes que morir en la pobreza. Las paradojas de Einstein y las concepciones históricas de Toynbee animan este libro singular, un clásico eminente de la ciencia-ficción contemporánea.
La novela Los Hombres Paradójicos puede ser considerada como el clímax del banquete de un billón de años.Entreteje el espacio y el tiempo con altura, amplitud y belleza; zumba dando vueltas por el sistema solar como una avispa enloquecida; es ingeniosa, profunda y trivial, todo a la vez, y ha demostrado tener una inventiva que muchas hordas de presuntos imitadores han tratado de alcanzar en vano.

Los Hombres paradójicos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Hombres paradójicos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sentía la lengua seca dentro de la boca. Llevaba una espada que no le era familiar y estaba exhausto; sobrevivía pura y simplemente gracias a su energía nerviosa. Aunque lograra detectar una salida a los jardines…

– ¿Su máscara, señor?

Era Thurmond. Estaba de pie ante él, con la mano en el pomo de su espada. Por un largo y horrible momento el Ladrón sintió que las piernas cedían, que lo dejarían caer sobre el suelo de mármol. No pudo evitar el gesto instintivo de humedecerse los labios. Los agudos ojos del policía no perdieron detalle; hubo un atisbo de sonrisa en sus labios.

– Su máscara, señor -repitió suavemente.

Tal vez se le había acercado desde atrás de la columna, en uno de esos brincos de gato que lo habían rodeado de fama y de temor. Ya estaba sacando lentamente la hoja, como si la rápida respiración del Ladrón le procurara un placer casi sensual.

Faut-il s' éloigner la masque? Pourquoi? -preguntó ásperamente Alar- Qu' etes vous? (1)

Por el rostro de Thurmond cruzó la sombra de una levísima duda. Pero la espada ya estaba desnuda y su extremo centelleaba aun en la velada luz de ese salón.

– El Canciller querría hablar con usted -prosiguió Thurmond-. Si no puedo arreglar esa conversación debo matarlo a usted. Las conversaciones son cháchara inútil y podría perderlo en el trayecto, de modo que lo voy a matar. Ahora. Aquí mismo.

Alar logró al fin tomar aliento. Hubo más destellos de acero a su alrededor: los hombres de gris habían sacado las espadas y se deslizaban hacia él. Dos o tres parejas habían interrumpido el baile y los miraban fascinados.

¡Una mancha en movimiento! Thurmond estaba un paso más cerca; parecía imposible que un ser humano se moviera con tanta celeridad. No era que el pobre Corrips, espadachín nada experto, hubiera durado apenas segundos ante la veloz hechicería de Giles Thurmond. Sin embargo no atacaba. ¿Por qué? Ese falso francés de diplomático debía haber socavado su absoluta seguridad. Era evidente que no lo mataría mientras no se quitara la máscara.

Vous m'insulte, tovavrich -exclamó Alar-. Je vous demande encore, pourquoi dois-je déplacer la masque? Qu'étes vous? Je demande votre identité. Si vous désirez un duel, mes séconds… "(2)

Thurmond vaciló. En seguida explicó en tono cortante:

Il faut déplacer le masque parceque il y a un enemi de l'etat au bal. C'est mon devoir de l'apprendre. Alors, monsieur, s'il vous plait, le masque… (3)

(1) ¿Hay que sacarse la máscara? ¿Por qué.?- (2) Usted me insulta, tovavrich. Vuelvo a preguntarle, ¿por qué debo sacarme la máscara? ¿Quién es usted? Quiero saber su identidad. Si desea un duelo, mis padrinos… (3) Es necesario sacarse la máscara porque en el baile hay un enemigo del estado. Mi deber es apresarlo. Por lo tanto, señor, sírvase quitarse la máscara (N. de la T.)

El ministro de policía acababa de tener en cuenta la única posibilidad en un millón de estar equivocado, de que Alar fuera en realidad un dignatario visitante que no había comprendido el anuncio del Canciller. Ya estaba listo para matar al Ladrón, se quitara la máscara o no.

La mente de Alar empezó a flotar con esa curiosa independencia que prescindía del tiempo. Su corazón se había estabilizado en 170 latidos por minuto. En uno o dos segundos más la hoja de Thurmond lo atravesaría contra los gruesos tapices como si fuera un insecto. No era la muerte apropiada para un Ladrón.

– Madame, messieurs!

Se inclinó en una agradecida reverencia: Keiris había aparecido desde tras las columna, con el Canciller y el embajador Shimatsu, uno a cada lado. La hoja de Thurmond se agitó a dos centímetros de su pecho.

– Madame -prosiguió suavemente el Ladrón-, voulezvous expliquer à cet homme mon identité? (1)

Los ojos de Keiris se dilataron con una expresión innombrable. Había llegado finalmente el momento que ve nía temiendo desde hacía años. Si salvaba la vida al Ladrón su doble existencia se descubriría muy pronto. ¿Que sería entonces de ella? ¿Acaso la venderían a Shey?

– Comete usted un grave error, general Thurmond -dijo serenamente-. Permítame presentarle al doctor Hallmarck, de la universidad de Kharkov.

Alar se inclinó, mientras Thurmond envainaba lentamente el arma. Era evidente que no estaba convencido. Shimatsu también observaba a Alar con expresión de duda. Abrió la boca para decir algo, peto se arrepintió. Haze-Gaunt fijó sus ojos duros en el Ladrón.

– Es un gran honor, señor. Pero por mera cortesía, ¿tendría a bien…?

– Comment, monsieur? -preguntó Alar, encogiéndose de hombros-. Je ne parle pas l'anglais. Veuillez, madame, voulez-vous traduire? (2)

La mujer soltó una risa artificiosa y se volvió hacia el Canciller.

– El pobre no sabe de qué se trata. Debía bailar esta pieza conmigo. Yo le haré sacar la máscara. Y usted, general Thurmond, debería poner más cuidado.

No se había alejado mucho aún cuando ella dijo:

(1) Señora, ¿querría usted explicar a este hombre quién soy?

(2) ¿Cómo dice, señor? No se hablar inglés. Señora, ¿puede traducir, por favor? (N. de la T.)

– Me parece difícil que puedas escapar ahora. Pero tu mejor oportunidad consiste en hacer exactamente lo que Yo te diga. Sácate la máscara ahora mismo.

Alar obedeció, guardando el antifaz en el bolsillo. Keiris maniobró cuidadosamente, de modo tal que el Ladrón quedara de espaldas al grupo del Canciller, y ambos se deslizaron en un amplio giro a través de la sala. Al tenerla tan próxima, al sentir el roce constante de su cuerpo, sintió que se reactivaba aquella especie de tentador recuerdo del balcón: sólo que ahora venía multiplicado. La diferencia de estatura no era mucha; en cierto momento la nariz de Alar se hundió entre los delicados cabellos de su sien, y entonces notó que hasta su perfume le era familiar hasta la exasperación. ¿Acaso había conocido a esa mujer en alguna época de su fantasmagórico pasado? Probablemente no, puesto que ella no daba señales de reconocerlo.

– Si tienes algo pensado -le urgió él- hazlo pronto. Cuando nos alejamos Shimatsu le decía a Haze-Gaunt que me ha oído hablar inglés. Thurmond no necesitará saber más.

En ese momento se vieron libres de la multitud, en la sombreada galería de la fuente.

– Sólo puedo acompañarte hasta aquí, Alar -dijo la mujer, apresuradamente-. Al fondo de este corredor hay una, boca de residuos. La rampa te lanzará a uno de los pozos incineradores que hay en los sótanos de palacio. En cualquier momento encenderán el fuego, pero tendrás que correr el riesgo. Hallarás gente amiga en una gran cántara contigua a los incineradores. ¿Estás asustado?

– Un poco. ¿Quiénes son esos amigos?

– Ladrones. Están construyendo una extraña nave espacial.

– ¿ La T -veintidós? ¿No es un proyecto imperial? Es un secreto absoluto. Está a cargo del mismo Gaine, subsecretario de Espacio.

– Dos policías vienen por el salón -observó ella rápidamente-. Ahora están seguros. Tendrás que correr.

– Todavía no. Creen que estoy acorralado y aguardarán refuerzos. Mientras tanto, ¿que será de tí? A Haze-Gaunt no le gustará esto.

Ambos se miraron en silencio por un instante, ligados por el futuro desconocido y peligroso.

– No tengo miedo de él, sino de Shey, el psicólogo. El sabe hacer daño hasta que la gente le dice cuanto desea saber. A veces creo que tortura por el placer mismo de ver sufrir: Quiere comprarme para eso, pero Haze-Gaunt, hasta el momento, no ha dejado que me toque. Pase lo que pase, trata de no caer en las manos de Shey.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Hombres paradójicos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Hombres paradójicos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Hombres paradójicos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Hombres paradójicos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x