Vaygay y Eda estaban dedicados por completo a los misterios de la física gravitacional:
los tuistores, la propagación de fantasmas, los vectores de Killing, el reenfoque geodésico y, por supuesto, la propia y diferente teoría de Eda sobre la superunificación. Bastaba verlos para darse cuenta de que no habían sacado en limpio ninguna explicación, aunque quizás al cabo de unas horas lograran avanzar en la resolución del problema. La superunificación abarcaba prácticamente todos los aspectos de la física que se conocían en la Tierra; por eso costaba creer que ese… túnel no fuese una solución, hasta ese entonces no descubierta, de las ecuaciones de campo de Eda.
— ¿Alguien vio una singularidad desnuda? — preguntó Vaygay.
— No sé qué aspecto tienen — respondió Devi.
— Perdona. Probablemente no sería desnuda. ¿No percibieron ninguna inversión de la causalidad, nada estrafalario — algo muy loco —, algo relacionado con lo que estaban pensando, como por ejemplo unos huevos revueltos que volvieron a armarse en claras y yemas?
Devi entrecerró los ojos para mirar a Vaygay.
— No te preocupes — se apresuró a intervenir Ellie —. Aunque te parezca una locura, todos ésos son interrogantes serios respecto de los agujeros negros.
— No — dijo Devi —, salvo la pregunta misma. — Luego se le iluminó el rostro —. Por el contrario, el viaje me resulta maravilloso.
Todos, en especial Vaygay, eran del mismo parecer.
— Esto es una versión acentuada de la censura cósmica — continuó él —. Las singularidades son invisibles incluso dentro de los agujeros negros.
— Vaygay está bromeando — opinó Eda —. Una vez que se entra en el horizonte de los eventos, no hay forma de escapar de la singularidad del agujero negro.
Pese a la advertencia de Ellie, Devi miraba a Vaygay y Eda con desconfianza. Los físicos solían inventar palabras y frases para explicar conceptos alejados de la experiencia cotidiana. Tenían por costumbre evitar los neologismos, y en cambio se valían de analogías triviales. La otra alternativa era designar las ecuaciones y los descubrimientos con el nombre de uno u otro. Pero si alguien los escuchaba sin saber que hablaban de física, seguramente pensaría que estaban locos.
Ellie se puso de pie para acercarse a Devi, pero en ese instante Xi los sobresaltó con un alarido. Las paredes del túnel producían movimientos ondulantes, se cerraban sobre el dodecaedro, lo apretaban hacia adelante. Cada vez que parecía que el dodecaedro iba a detenerse, las paredes le daban otro apretón. Ellie comenzó a sentir mareos. En algunos lugares la marcha se tornaba difícil, las paredes se esforzaban, al tiempo que ondas de contracción y expansión recorrían el túnel. En los tramos rectos, apenas si lograban deslizarse.
A una gran distancia divisó Ellie un puntito de luz que poco a poco adquiría mayor intensidad. Un brillo blanco azulado inundó el interior del dodecaedro reflejándose en los negros cilindros de erbio, ya casi inmóviles. Aunque el viaje parecía no haber durado más de diez o quince minutos, el contraste entre la luz tenue de todo el trayecto, y el poderoso resplandor que tenían al frente, era impresionante. Se precipitaban hacia esa luz, abandonaban el túnel para emerger luego al espacio. Ante sus ojos, un enorme sol blanco azulado, sorprendentemente próximo. Ellie comprendió en el acto que se trataba de Vega.
No quería mirarlo directamente, por medio de la lente para largas distancias focales; hubiera sido una tontería mirar incluso el Sol, que era una estrella más fría y opaca. No obstante, tomó un papel blanco, lo colocó en el plano focal de la lente y proyectó una imagen brillante de la estrella. Divisó dos grupos de manchas solares y un atisbo, una sombra de parte de la materia de ring plane. Dejó la cámara, estiró un brazo con la palma de la mano hacia afuera para cubrir sólo el disco de Vega, y tuvo la satisfacción de ver una corona brillante alrededor de la estrella que antes no había podido vislumbrar debido al resplandor.
Con la mano aún tendida, examinó el anillo de materia que rodeaba la estrella. La naturaleza del sistema de Vega había sido objeto de discusión en el mundo entero desde que se recibió el Mensaje con los números primos. Por representar a la comunidad astronómica del planeta Tierra, deseó no estar cometiendo ningún error grave. Filmó todo en vídeo con diferentes aberturas de foco y velocidades. Habían emergido casi en el ring plane mismo, en una brecha circunstelar carente de residuos. El anillo era sumamente delgado si se lo comparaba con sus amplias dimensiones laterales. Ellie percibió leves gradaciones de color, pero ninguna de las partículas individuales de los anillos. Si se asemejaban a los anillos de Saturno, una partícula de pocos metros de diámetro sería gigantesca. A lo mejor los anillos de Vega estaban compuestos de motas de polvo, terrones de roca, fragmentos de hielo.
Se volvió para mirar el sitio donde habían emergido y sólo vio un campo negro, una negrura circular, más negra que el terciopelo o que el cielo nocturno, que eclipsaba un sector del anillo de Vega que, de no haber quedado oculto por esa sombría aparición, sería claramente visible. Escudriñando en forma minuciosa por la lente creyó ver unos débiles destellos irregulares que procedían del centro mismo. ¿Sería luz proveniente de la Tierra? Del otro lado de esa negrura total se hallaba Hokkaido.
¿Dónde estarán los planetas? Exploró el ring plane con el objetivo de larga distancia focal en busca de algún planeta o al menos del sitio de resistencia de los seres que habían transmitido el Mensaje. Procuraba localizar un mundo cuya influencia gravitacional hubiera despejado el polvo estelar, pero no diviso nada.
— ¿No encuentras planetas? — preguntó Xi.
— Ninguno. Alcanzo a ver la cola de algunos cometas grandes en las inmediaciones, pero nada que se parezca a un planeta. Debe de haber millones de anillos separados, y me da la impresión de que están constituidos por desechos. El agujero negro parece haber despejado una enorme brecha en los anillos, y es precisamente en ese sitio donde nos encontramos ahora, orbitando lentamente alrededor de Vega. El sistema es muy joven — unos pocos cientos de millones de años —, y para algunos astrónomos es demasiado pronto como para que se hayan formado planetas. Pero si no, ¿de dónde provenían las transmisiones?
— A lo mejor esto no es Vega — sugirió Vaygay —. Puede que la señal de radio proceda de Vega, pero que el túnel conduzca al sistema de otra estrella.
— Quizá, pero me llama la atención la coincidencia de que esa otra estrella tenga el mismo color de temperatura que Vega — mira, desde aquí se aprecia que es azulada — y residuos de la misma especie. Cierto es que no se lo puede verificar debido al resplandor, pero me atrevería a afirmar que esto es Vega.
— Entonces, ¿dónde están ellos? — quiso saber Devi.
Xi, que tenía muy buena vista, miraba hacia arriba, en dirección al cielo que se extendía más allá del ring plane. Como no dijo nada, Ellie siguió el derrotero de sus ojos.
Sí, algo había a lo lejos, algo que brillaba al sol. Al contemplarlo con el objetivo, advirtió que se trataba de un inmenso poliedro irregular, cada una de sus caras cubierta de…
¿una especie de círculo? ¿Un disco? ¿Una bandeja?
— Toma, Quiaomu, mira por aquí y dime lo que ves.
— Son… lo mismo que tienen ustedes: miles de radiotelescopios, apuntados en muchas direcciones. No es un mundo sino sólo un mecanismo. Uno a uno fueron pasándose la cámara, y Ellie disimuló la impaciencia hasta que volvió a tocarle el turno. La naturaleza fundamental del radiotelescopio estaba más o menos explicitada por la física de las ondas de radio, sin embargo, la desilusionaba que una civilización capaz de producir — o aunque sólo fuese usar — los agujeros negros para una especie de transporte hiperrelativista aún se valiera de radiotelescopios de reconocible diseño, por numerosos que fueren. Le parecía un rasgo de atraso de los veganos, una falta de imaginación. El hecho de que hubiera miles de ellos enfocando todo el cielo sugería una exploración total de la esfera celeste, algo así como un Argos en gran escala. Se estaban escudriñando innumerables mundos en busca de transmisiones de televisión, radares militares o quizás otras variedades de emisiones de radio desconocidas en la Tierra. ¿Encontraban a menudo esas señales, o acaso habría sido la Tierra su primer éxito en un millón de años de observación? No había rastros de ningún comité de bienvenida. ¿Tan poca importancia le asignaban a la delegación que no habían designado a nadie para ir a recibirlos?
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