Ursula Le Guin - Los desposeídos

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin - Los desposeídos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1983, ISBN: 1983, Издательство: Minotauro, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los desposeídos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los desposeídos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Shevek, un físico brillante, originario de Antares, un planeta aislado y “anarquista”, decide emprender un insólito viaje al planeta madre Urras, en el que impera un extraño sistema llamado el “propietariado”. Shevek cree por encima de todo que los muros del odio, la desconfianza y las ideologías, que separan su planeta del resto del universo civilizado, deben ser derribados. En este contexto la autora explora algunos de los problemas de nuestro tiempo: la posición de la mujer en la estructura social, la complejidad de las relaciones humanas, los méritos y las promesas de las ideologías, las perspectivas del idealismo político en el mundo actual.

Los desposeídos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los desposeídos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Usted se contradice —dijo Dearri, con la tranquilidad del saber superior—. En otras palabras, uno de esos «aspectos» es real, el otro es simplemente una ilusión.

—Muchos físicos han dicho eso —admitió Shevek.

—Pero ¿qué dice usted? —le preguntó el que quería saber.

—Bueno, yo creo que es una manera fácil de salir del atolladero… ¿Se puede acaso desechar el ser, o el devenir, como una ilusión? El devenir sin el ser carece de sentido. El ser sin el devenir es el aburrimiento total… Si la mente es capaz de percibir el tiempo en estos dos aspectos, entonces una auténtica filosofía del tiempo incluiría un campo en el que la relación de los dos aspectos o procesos podría al fin comprenderse.

—Pero ¿para qué sirve esa clase de «comprensión» —dijo Dearri— si no resulta en aplicaciones prácticas, tecnológicas? Puro malabarismo verbal, ¿no?

—Sólo un propietario verdadero puede hacer esas preguntas —dijo Shevek, y nadie se dio cuenta de que había insultado a Dearri con la palabra más despectiva de su vocabulario; en realidad Dearri movió la cabeza afirmativamente, aceptando el cumplido con satisfacción. Vea, en cambio, advirtió la tensión, y estalló de pronto: —En realidad no entiendo una palabra de lo que dice, sabe, pero me parece que si entendí bien lo del libro, que realmente todo existe ahora… ¿no podríamos entonces predecir el futuro? ¿Si ya está aquí?

—No, no —dijo el hombre más tímido, sin ninguna timidez—. No está como un diván o como una casa. El tiempo no es el espacio. ¡Usted no puede dar un paseo alrededor del tiempo! —Vea asintió con vivacidad, como si en verdad estuviera contenta de que le hubiesen dado una lección. Como envalentonado por haber echado a la mujer fuera de los ámbitos del pensamiento elevado, el hombre tímido se volvió a Dearri y dijo: —A mí me parece que la física temporal tiene aplicación en el campo de la ética. ¿Está usted de acuerdo, doctor Shevek?

—¿Ética? Bueno, no sé. Yo hago fundamentalmente matemática, usted sabe. Usted no puede desarrollar ecuaciones del comportamiento ético.

—¿Por qué no? —dijo Dearri.

Shevek lo ignoró.

—Pero es verdad, la filosofía del tiempo implica una ética. Pues nuestro sentido del tiempo nos permite separar la causa y el efecto, los medios y los fines. El bebé, nuevamente, el animal, ellos no ven la diferencia entre lo que hacen ahora y lo que ocurrirá porque lo hacen. Ellos no pueden hacer una polea, o una promesa. Nosotros podemos. Adviniendo la diferencia entre el ahora y el no ahora, podemos relacionarlos. Y ahí entra la moral. La responsabilidad. Decir que por medios malos puedo obtener fines buenos equivale exactamente a decir que si tiro de la cuerda de esta polea levantaré el peso de aquella otra. Romper una promesa es negar la realidad del pasado; y negar por lo tanto la esperanza de un futuro real. Si tiempo y razón son funciones recíprocas, si nosotros somos criaturas temporales, entonces será mejor que lo sepamos, y tratemos de aprovecharlo lo mejor posible. De actuar de modo responsable.

—Pero mire una cosa —dijo Dearri, con la inefable satisfacción de su propia sagacidad—, ha dicho hace un momento que en el Sistema de la Simultaneidad de usted no hay pasado ni futuro, sólo una suerte de eterno presente. Si es así ¿cómo puede uno ser responsable por el libro que ya está escrito? Lo único que puede hacer es leerlo. No queda ninguna opción, ninguna libertad.

—Ese es el dilema del determinismo. Usted tiene toda la razón, está implícito en el pensamiento simultaneísta. Pero también el pensamiento secuencial tiene su dilema. Es así, para pintarle un cuadro un poco disparatado: usted le tira una piedra a un árbol, y si usted es un simultaneísta la piedra ya ha golpeado contra el árbol, y si usted es un secuencista nunca alcanzará el árbol. ¿Qué elige usted, entonces? Quizá prefiera tirar piedras sin pensarlo más, sin elegir. Yo prefiero el camino difícil, y elijo las dos interpretaciones.

—¿Cómo… cómo las reconcilia? —preguntó el hombre tímido con seriedad.

Shevek estuvo a punto de reírse de desesperación.

—No lo sé. ¡He estado trabajando mucho tiempo en eso! En última instancia la piedra golpea el árbol. Ni la pura secuencia ni la pura unidad podrán explicarlo. Nosotros no queremos pureza, sino complejidad, la relación de causa y efecto, cíe medio y fin. Nuestro modelo del cosmos tiene que ser tan inagotable como el cosmos mismo. Una complejidad que no sólo incluya la duración sino también la creación, no sólo el ser sino el devenir, no sólo la geometría sino la ética. No es una respuesta lo que buscamos, sino el modo de formular la pregunta…

—Todo está muy bien, pero son respuestas lo que la industria necesita-—dijo Dearri.

Shevek se volvió lentamente, lo observó un rato, y no dijo nada.

Se hizo un silencio pesado, en el que Vea saltó, graciosa e inconsecuentemente, a su tema de la predicción del futuro. Había otros interesados, y pronto todos empezaron a narrar sus experiencias con adivinos y clarividentes.

Shevek resolvió no decir nada más, no importaba lo que le preguntasen. Estaba más sediento que nunca; permitió que el camarero le volviera a llenar la copa, y bebió aquella cosa efervescente de sabor agradable. Miró alrededor de la sala, tratando de tranquilizarse, observando a otra gente. Pero éstos también se comportaban de una manera muy emocional, para ser ioti: gritaban reían a carcajadas. Se interrumpían unos a otros. En un rincón una pareja se entretenía en las preliminares de un juego sexual. Shevek miró para otro lado, con repugnancia. ¿Hasta en el sexo eran egotistas? Acariciarse y copular en presencia de gente sin pareja era tan grosero como comer en presencia de un hambriento. Volvió la atención al grupo que lo rodeaba. Habían abandonado el tema de la predicción, y se habían volcado a la política. Estaban todos discutiendo sobre la guerra, sobre cuál sería el próximo paso de Thu, cuál el próximo paso de A-Io, cuál el del CGM.

—¿Por qué sólo hablan en abstracto? —inquirió intempestivamente, preguntándose mientras hablaba por qué estaba hablando, cuando había resuelto no hacerlo—. No sólo nombres de países, son gentes que se están matando, unos a otros. ¿Por qué van los soldados? ¿Por qué un hombre va a matar a desconocidos?

—Pero si los soldados estancara eso —dijo una mujercita rubia con un ópalo en el ombligo. Varios hombres empezaron a explicarle a Shevek el principio de la soberanía nacional. Vea los interrumpió:

—Pero déjenlo hablar. ¿Cómo resolvería usted el embrollo, Shevek?

—La solución está a la vista.

—¿Dónde?

—¡Anarres!

—Pero lo que hacen ustedes en la Luna no resuelve nuestros problemas aquí.

—El problema del hombre es siempre el mismo. Supervivencia. Especie, grupo, individuo.

—Defensa nacional… —gritó alguien.

Ellos discutían, él discutía. Sabía lo que quería decir: algo claro y verdadero que podía convencer a todos, pero por alguna razón no conseguía decirlo con propiedad. Todo el mundo gritaba. La mujercita rubia palmeó el ancho brazo del sillón en que estaba sentada, y Shevek se instaló junto a ella. La cabeza rasurada y sedosa asomó por debajo de la cabeza de Shevek:

—¡Hola, Hombre de la Luna!—dijo.

Vea se había unido a otro grupo durante un rato, pero ahora estaba otra vez cerca de él. Tenía la cara encendida y los ojos grandes y líquidos. Shevek creyó ver a Pae del otro lado de la sala, pero había tanta gente que las caras se le confundían. Las cosas se sucedían en espasmos y paroxismos, con lagunas intermedias, como si le permitiesen asistir entre bastidores al funcionamiento del cosmos cíclico, según la hipótesis de la vieja Gvarab.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los desposeídos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los desposeídos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los desposeídos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los desposeídos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x