Kara sonrió.
—Eso no es muy exacto. Ahora estamos bromeando. Los fuegos hacen que la jungla se seque por un lado.
—Oh.
—Hay decenas de formas de vida en la jungla. Una de ellas es una especie de… espina. Ese ser vive en las profundidades, y se alimenta de musgo muerto que se aparta del centro. En la jungla todo contribuye a algo. El follaje está formado por varios tipos de plantas que arraigan en las concentraciones del corazón de la jungla, pero que pudren y alimentan el corazón de la jungla y lo escudan si algo grande golpea contra ella. Nosotros también hacemos nuestro trabajo. Bajamos fertilizante —hojas muertas y basura y a nuestros propios muertos— y matamos a los parásitos en sus madrigueras.
—¿Cómo se mueve la jungla? El Grad no lo sabía.
—Los pétalos plateados giran la jungla para colocar el embudo en la parte donde la jungla es más seca. Si siempre estuviera seco, el embudo expulsaría vapor caliente.
—¿Así?
—Clave, ya es hora de apagar los fuegos. Tengo que decírselo a los otros. Volveré.
Minya siguió a Dloris a través de los retorcidos túneles enramados. La presión de Minya en el brazo de Jinny se había aflojado; la volvería a sujetar si Jinny hacía cualquier otra locura. Pero la boca del árbol, y cualquier oportunidad de saltar hacia el cielo, se alejaban con cada paso que daban.
El camino entre los túneles se retorcía, Minya no sabía exactamente dónde estaba. Entre las ramas medias, pensó; y la mata podía estrecharse hasta la punta. No podía ver madera sólida más que desde el camino que señalaban las ramas espinosas, con la rama muy por debajo y a la izquierda. Más adelante pasó junto a un túnel espinoso y pudo escuchar las risas de los niños y los gritos de los decepcionados adultos: las escuelas. Podría volver a encontrar aquel sitio de nuevo.
La boca de una choza tejida se abrió sobre ella. Dloris se detuvo.
—Minya. Si alguien pregunta… tanto tú como Jinny creéis que estáis preñadas. Así el Aprendiz del Científico os examinará a las dos. Jinny, voy a hablar de ti con tu hermana, y espero que nadie se entere de mis asuntos.
Alcanzaron la choza. Dloris las empujó dentro. En el interior había dos hombres, uno vestido de azul, de la Armada, el otro…
—¿Tú quién eres? —preguntó Dloris.
—¿Señora Supervisora? Soy Jeffer, el Aprendiz del Científico… otro aprendiz. Lawri está ocupada con otras cosas.
Encontrarse con Jinny y con Minya era más de lo que Grad había esperado.
Presentó a las mujeres a su escolta de la Armada: Ordon parecía bastante interesado. Ordon y Dloris se quedaron mientras el Grad preguntaba a Jinny. No podía estar embarazada, se había equivocado en las cuentas, y así se lo dijo. Ella y Dloris asintieron como si lo esperasen y se marcharon de la choza por la parte trasera.
El Grad la hizo a Minya las preguntas adecuadas. Había menstruado doce sueños antes de que se desmantelase el Árbol de Dalton-Quinn. El Grad se dirigió al hombre de la Armada.
—Tengo que examinarla.
Ordon entendió la indirecta.
—Esperaré fuera.
El Grad explicó lo que necesitaba. Minya se quitó la lazada del poncho, lo levantó y se colocó encima de la mesa. El Grad la palpó el abdomen y los pechos. Comprobó las secreciones de su vagina con los jugos de plantas que Klance le había enseñado a utilizar. Había practicado ligeramente la técnica de examen en la Mata de Quinn, con la supervisión del Científico, como parte de su entrenamiento. Una vez.
—Sin problemas. Un embarazo normal —dijo—. Hay un huésped que esperar.
Minya suspiró.
—De acuerdo. Dloris también lo dice. Por lo menos he tenido una oportunidad de verte. ¿Podré ver a Gavving?
—La regulación es correcta, pero… sigues siendo asequible para los ciudadanos, ¿verdad?
—Sí.
—¿Minya, puedo decirle esto a Gavving?
—Déjame pensarlo. —Minya corría adelantándose a sus recuerdos. Algunos parecían confusos, y le gustaba que estuvieran así. ¿Se parecería a Gavving? Pero el enano arrogante la había reclamado por dos noches…— No. ¿Quién es el padre? ¿Puedo saberlo?
—No.
—Díselo. Ya veremos lo que pasa cuando veamos a quién se parece el niño.
—Conforme.
Jinny y Dloris habían bajado hasta el lugar donde estaban las mujeres embarazadas, situado a una distancia apropiada y segura. Afortunadamente, el guardián del Grad era un hombre. Una mujer podría no haberlos dejado solos durante el examen. Aún en posición de reconocimiento, Minya dijo:
—Quédate donde estás por si Ordon echa una mirada a escondidas. Grad, ¿hay alguna posibilidad de salir de aquí?
Mantener la cabeza tranquila en aquellas circunstancias no era fácil, pero el Grad se esforzó por conseguirlo.
—No os mováis sin mí. Lo procuraré. No podremos hacer nada hasta que no dejemos inutilizado el mac.
—No estaba segura de que estuvieras con nosotros.
—¿Con vosotros? —Estaba asustado… pensaba que tenía sus dudas. ¡Allí había mucho que aprender! ¿No les pasaba lo mismo a los demás, a Gavving o a Minya?—. ¡Por supuesto que quiero liberaros! Pero hagamos lo que llagamos, siempre que tengan el mac podrán pararnos. ¿Has visto ese enano que no hace más que dar vueltas? — Como Harp, pensó, aunque Minya no conocía a Harp.
—Le conozco. Mark. Actúa como si midiera tres metros de alto, pero mide menos de dos. De cuerpo ancho, montones de músculos; le gusta enseñarlos. —Los restos de magulladuras que aun quedaban en brazos la ayudaban a recordarlo.
—Es importante. Es el único que puede emplear la antigua armadura.
—¿Podemos hacer que tenga un accidente?
—Si fuera preciso. No lo haremos hasta que estemos reparados para entrar en acción.
Súbitamente, Minya rió.
—Admiro tu frialdad.
—¿De veras? Baja la vista. Minya lo hizo, y se ruborizó y se tapó la boca.
—Cuando te vi por primera vez pensé …no, no te muevas. Recuerda al guardia.
El Grad asintió y se quedó donde estaba.
—Grad… —dijo Minya— mi huésped… Espero que sea de Gavving, pero si todo va bien, no importa. Deja… —Minya susurraba las palabras, pero el Grad continuaba moviéndose. Ella terminó con una risa sin aliento—… que esto solucione tus problemas.
El poncho resultaba absurdamente conveniente. El Grad tuvo que morderse fuertemente la lengua para mantenerse en silencio. La mantuvo así durante unas decenas de latidos—. Gracias. Gracias, Minya. Ha sido… ella es… le daba miedo renunciar a las mujeres.
—No lo hagas. —La voz de Minya era ronca. Súbitamente se rió—. ¿Ella?
—La otra aprendiz es un ciudadano que me trata como fuera un copsik ladrón. Como si fuera basura para la boca del árbol, o un espía. De todos modos, es mi problema. Gracias.
—No ha sido un regalo, Grad. —Se agachó para tomarle las manos—. Me pone enferma que me traten como a una copsik. ¿Cuándo nos liberaremos?
—Pronto. Hay que hacerlo. El Primer Oficial está hablando. Movemos el tronco tan cuidadosamente como es posible.
—¿Cuándo será eso?
—Dentro de unos días, quizá menos. Lo sabré cuando regrese a la Ciudadela. Lawri está ya con la cuenta atrás del sistema de motores del mac. Habría dado cualquier cosa por estar en los dos sitios al mismo tiempo, pero no podía perder la ocasión de hablar contigo. ¿Puedes pasarle a Gavving un mensaje?
—De ninguna forma.
—Vale. Hay un grupo de chozas bajo la rama, y allí es donde están las mujeres que esperan huéspedes, para que la gravedad les afecte durante el desarrollo de los niños. Así es. ¿Hay alguien en la boca del árbol que pueda luchar junto a ti?
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