—¿Sabes qué tipo de lugar era? —preguntó Richard.
—No, pero tenía la sensación de que sabía dónde estaba.
—¿Lo reconociste?
—Sí. No. Tuve la sensación de que lo reconocía, pero no puedo…
—Sacudió la cabeza, frustrada. No era extraño que sus sujetos terminaran encogiéndose mansamente de hombros.
Tish volvió a tomarle el pulso y empezó a quitarle los electrodos de la cabeza.
—Reconocí el lugar, pero…
—¿Pero al mismo tiempo sabías que nunca habías estado allí?
—dijo Richard—. ¿Tuviste una sensación de deja vu, de experimentar algo nuevo y sentir que lo habías experimentado antes?
—No —dijo ella, tratando de recordar la huidiza sensación. Le había parecido familiar, no, familiar no, pero sí tuvo la sensación de que la reconocía—. Tal vez. Puede que haya sido un deja vu —dijo , vacilante.
—Hay un fuerte indicador de la intervención del lóbulo temporal —dijo él, y no pudo evitar que la emoción asomara a su voz—. La sensación de deja, vu ha sido localizada claramente en el lóbulo temporal. Tish terminó de quitarle la intravenosa y retiró el equipo.
—¿Me necesitan para algo? —preguntó.
—Creo que no —dijo Richard, ausente—. Implicación del lóbulo temporal… ¿Tuviste una experiencia extracorporal?
—Estás dando pistas —dijo Joanna—. No. Estaba en el laboratorio y de pronto aparecí en el pasillo, con nada intermedio.
—¿Sentiste…? —Se interrumpió y empezó otra vez—. ¿Qué sensaciones experimentaste?
—La luz no me hizo sentirme cálida y segura, ni amada. Me sentí… tranquila. Supongo que se podría describir como en paz, pero era más bien… tranquilidad. No estaba asustada.
—Interesante. ¿Te sentiste despegada? ¿Sentiste que estabas separada de lo que estaba pasando, que lo que estaba pasando era irreal, como un sueño?
—No fue un sueño —dijo Joanna firmemente.
—Si no me necesitan para nada, me marcho —dijo Tish, y los dos la miraron, sorprendidos de que todavía estuviera allí—. ¿Me necesitarán mañana?
—Todavía no lo sé —dijo Richard—. Creo que sí. Ya la llamaré, Tish, gracias.
Se volvió expectante hacia Joanna.
—¿En qué se diferenciaba de un sueño?
—Los… sueños parecen reales mientras los tienes, pero cuando te despiertas te das cuenta de que no lo eran. Pero la ECM todavía parece real, incluso ahora. Es algo que casi todos mis sujetos han dicho, que lo que experimentaron era real. No sabía qué querían decir, pero tenían razón. No se parece al recuerdo de un sueño. Se parece al recuerdo de algo que ha pasado de verdad.
—¿Puedes ser más específica? Joanna sonrió.
—Yo… podía moverme de manera normal. No había sensación de flotar o de movimientos rápidos en el pasillo como han descrito algunos de mis sujetos, y no había interrupciones o incongruencias como en los sueños. Parecía que estaba ocurriendo de verdad.
—Has dicho que sentiste la presencia de alguien en la luz. Ella asintió.
—Me pareció que podía ver a alguien, pero la luz era demasiado brillante.
—La sensación de una presencia es también un efecto del lóbulo temporal —dijo él—. Yo había supuesto que la luz y la sensación de paz eran generadas por las endorfinas, pero tal vez sea el lóbulo temporal el que las causa… Quiero mirar tus escaneos.
Joanna asintió y empezó a levantarse de la mesa de reconocimiento.
—Espera —dijo Richard—. No hemos acabado todavía. Aún no has respondido la gran pregunta.
—¿La gran pregunta? ¿Quieres decir que si lo que vi era real? ¿Era el cielo? ¿O la puerta al Otro Lado?
—No. La gran pregunta —dijo él, y sonrió—. Dijiste que habías oído un sonido. ¿Bueno? ¿Era como un timbre o era un zumbido?
—Era… —dijo ella, y se detuvo, asombrada—. No tengo ni idea. Sé que lo oí. Estaba en el túnel…
—¿Fue fuerte o flojo?
“Fuerte”, pensó ella. Lo había oído con bastante claridad. Pero, al intentar recordarlo ahora, descubrió que no podía reconstruirlo, ni siquiera identificar el tipo de sonido que era. ¿Un timbre? ¿Un zumbido? ¿Un estrépito horrible, como un estante entero de latas desplomándose, como lo había descrito el señor Steinhorst?
—¿Se ha borrado el recuerdo? —preguntó Richard.
Ella reflexionó al respecto. Debía de ser eso, porque no podía recordarlo, pero tenía el resto de la ECM tan clara como cuando la estaba experimentando, y recordaba haber pensado que había oído el sonido y se volvió en su dirección para identificarlo. Así que no supo qué era ni siquiera durante la ECM.
—¿Joanna? —instó Richard.
—No, no es que lo haya olvidado, no creo. No puedo recordarlo. No, tampoco es eso. Lo siento —dijo, derrotada—. No soy mejor que el señor Sage.
—¿Estás de guasa? Eres maravillosa. Tendría que haber empezado contigo y haber mandado al infierno a todos los demás sujetos. Me has dado más detalles que todos ellos juntos, y esto es sólo la primera vez. Quiero someterte de nuevo a la prueba en cuanto sea posible, lo que significa en cuanto hayas eliminado la ditetamina de tu sistema. Tarda unas doce horas. ¿Qué te parece mañana por la tarde?
—Magnífico —dijo Joanna—. No puedo esperar.
Y era cierto. No quería más que volver allí y descubrir qué era el sonido, dónde estaba el lugar. No había habido nada peligroso o aterrador en la experiencia. Pero entonces ¿por qué cuando Richard le había pedido repetirla había sentido un súbito estremecimiento de miedo?
¿Lo había experimentado también Amelia Tanaka? ¿Por eso había renunciado?
Ni siquiera en el valle de las sombras de la muerte dos y dos serán seis.
Palabras de TOLSTOI en su lecho de muerte, al ser instado a volver al rebaño de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
—Es un efecto residual de la ditetamina —dijo Richard cuando Joanna le explicó el miedo que sentía.
—O una advertencia de que algo malo va a pasarte si vuelves a someterte a la prueba —dijo Vielle cuando fue a verla el jueves por la noche.
—No va a pasar nada malo —respondió Joanna, sacando un paquete de palomitas de la caja—. Mírame. Estoy bien. Mi cuerpo no se confundió cuando vio el túnel y la luz no disparó un proceso de muerte. No tuvieron problemas para recuperarme. No pasó nada.
—¿Entonces viste un túnel y una luz? —preguntó Vielle con curiosidad—. ¿Estaba allí Mandrake?
—No —Joanna rió—. No, ni el señor Mandrake ni el Ángel de Luz. Le contó a Vielle lo del pasillo y la luz que surgía de detrás de la puerta.
—No tuve tampoco ninguna experiencia extracorporal, ni una revisión de vida, al menos no esta vez. —Abrió el frigorífico—. ¿Qué quieres beber? Tengo Coca-Cola, ginger ale y… ginger ale.
—Coca-Cola —dijo Vielle—. ¿Qué quieres decir con “esta vez”? No vas a repetirlo, ¿verdad?
—Por supuesto —dijo Joanna, sacando del frigorífico dos Coca-Colas.
—¿Pero y esa sensación de miedo que tuviste? ¿Y si intentaba advertirte de que algo terrible te espera detrás de esa puerta?
—No tuve esa sensación cuando miré la puerta —dijo Joanna, entregándole a Vielle una Coca-Cola—. No la tuve durante toda la ECM, ni hasta casi una hora después.
—Cuando el doctor Right te pidió que volvieras a someterte a la prueba.
—Sí, pero sólo durante unos segundos, y no la tuve cuando fijó la hora para la sesión. Richard me mostró el cortisol en mis indicadores. Los niveles eran decididamente elevados, y el cortisol permanece en el sistema después de despertar. Es lo que causa esa sensación de miedo que no puedes evitar después de una pesadilla.
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