James Morrow - Remolcando a Jehová

Здесь есть возможность читать онлайн «James Morrow - Remolcando a Jehová» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 2001, ISBN: 2001, Издательство: Norma, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Remolcando a Jehová: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Remolcando a Jehová»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Remolcando a Jehova

Remolcando a Jehová — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Remolcando a Jehová», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Observando las estrellas? —le preguntó el capitán a Cassie.

—Algo parecido. —Se llevó el termo a los labios y tomó un gran trago de café. Era la quinta vez que se había topado con él allí. Sospechaba que la estaba persiguiendo, una idea halagadora, pero lo último que quería justo en ese momento era que su adversario empezara a enamorarse de ella—. Es hora de que haya una mitología totalmente americana, ¿no cree? Mire, ahí está el Mito de la Familia. Allí está Igualdad. Allí está Una Nación Bajo Dios con Libertad y Justicia para Todos.

—Odia a nuestro cargamento, ¿no?

Cassie asintió con la cabeza.

—Por eso estoy aquí, es lo máximo que puedo alejarme de Él sin acabar en el agua. ¿Y qué hay de usted, capitán? ¿Odia a nuestro cargamento?

—Nunca le conocí —el capitán bostezó; el reflejo le invadió, le onduló la cara y los hombros—. Sólo sé que es un placer estar embarcado otra vez.

—Está exhausto, capitán.

—Hemos estado tratando de transvasar su sangre a los tanques —una forma de hacer que vayamos más rápido—, pero el cuello no quiere aceptar las cánulas —otro bostezo intrincado—. Lo peor es… no estoy seguro de qué palabra usar… la anarquía, Cassie. ¿Se ha fijado en el ojo morado de ese marinero? Se lo hizo en una pelea. Ha sido una semana de peleas a puñetazos, de intentos de violación, puede que hasta de un asesinato. He tenido que meter a tres hombres en el calabozo.

Una extraña combinación de terror y fastidio se apoderó de Cassie.

—¿Asesinato? Por Dios. ¿Quién ha muerto?

—Un marinero llamado Zook, se asfixió con gas en un compartimiento de carga. Ockham dice que estamos sometidos al cadáver. No al cadáver en sí, sino a la Idea del Cadáver. Con Dios fuera de escena, la gente ha perdido la razón principal para ser moral. No pueden evitar experimentar con el pecado.

Como siempre hacía en presencia de argumentos intelectualmente insostenibles, Cassie se metió la mano izquierda en el bolsillo y se pellizcó el muslo interno a través de la tela.

—¿No pueden evitarlo? Déme un respiro, Anthony. Todo esto es una coartada. Una coartada ingeniosa, pero nada más. Estos marineros suyos… ¿quiere saber qué opino? Se aprovechan de la carcasa para racionalizar sus crímenes. La muerte de Dios les resulta muy conveniente.

—Creo que va más allá. —Anthony se metió la mano en la chaqueta de béisbol y sacó una hoja de papel beige cubierto de letras negras borrosas y, por un instante horrible, Cassie se imaginó que quería enfrentarla a una copia del comunicado de Oliver—. Hágame un favor, doctora. Lea esto. Es de mi padre.

La carta estaba escrita a mano en papel de Exxon Shipping: unos garabatos apretados y ligeros que le parecieron extrañamente femeninos.

Querido Anthony:

Dices que quieres venir a visitarme, pero no es muy buena idea. A Tiffany enseguida le ponen nerviosa los invitados y es probable que tengas intención de sacar a relucir un montón de cosas por las que estás resentido, como el…

—Esto parece muy personal.

—Léalo.

… asunto del loro. Mi idea de un retiro relajado¿puedes creerlo? —, incluye que mi primogénito no se pase por aquí a gritarme.

No creas que no tuve una sorpresa agradable al recibir tu carta. Eres un buen marino, hijo. Nervioso, pero bueno. Te merecías recuperar el Val, aunque no me imagino para qué necesita el Vaticano un transportador de crudo ultra grande.

¿Estáis transportando agua bendita?

Un abrazo,

papá.

—Bueno, ¿qué le parece?

—¿Quién es Tiffany?

—Mi madrastra. Una cabeza de chorlito importante. ¿Qué me está diciendo?

Una sensación de humildad por su mentalidad provinciana se apoderó de Cassie. Hasta entonces, las peores cargas que había tenido que soportar en su vida eran reseñas asquerosas en el Voice y estudiantes pánfilos en sus clases, nada remotamente comparable a un padre hostil, un cuello imposible de traspasar o la tripulación de un superpetrolero que se había enviciado.

—Yo no soy psicóloga… pero cuando dice que está resentido con él, tal vez esté diciendo en realidad que él está resentido con usted.

—Claro que está resentido conmigo. Le deshonré en la Bahía de Matagorda. Arrastré el apellido por una marea negra.

—¿Qué es este «asunto del loro»?

Anthony resopló, hizo una mueca y se puso las gafas de espejo.

—Cuando cumplí diez años, papá trajo un guacamayo escarlata de Guatemala.

—De la orden de los Psittaciformes y de la familia de los Psittacidae.

—Sí. Un ave preciosa. Llegó hablando en español. «Vaya con Dios» «¿Qué pasa?» Intenté enseñarle «Hola, pajarito sin cola», pero no se le quedó. La llamé Arco iris. Entonces, cuatro meses después, ¿qué hace papá? Decide que Arco iris nos está costando demasiado en comida para loros y facturas de veterinario y que además es ruidosa y sucia, así que nos lleva a mí y al pájaro en coche al otro lado de la ciudad a una tienda de animales y va al mostrador y dice: «Si viene alguien que quiera esta bestia miserable, me repartiré lo que recaude con usted, mitad y mitad».

—Qué malo.

—De hecho aquí hay una pauta. Tenía once años, ¿vale?, y lo que más quería para Navidad era un kit de Revell del USS Constitution de plástico, uno a la escala cuarenta y dos, doscientas treinta piezas separadas, con lona auténtica para las velas. Papá me compra el kit, seguro, pero no me deja montarlo. Dice que lo joderé.

—¿Así que lo hace él?

—Sí, y ahora viene la parte rara. Hace que un soplador de vidrio de Wilmington selle mi barco dentro de una botella para el agua grande y azul. Así que no puedo tocarlo, ¿vale? No puedo coger el Constitution ni jugar con él. En realidad no es mío. —Anthony volvió a coger el fax, hizo un taco con él y se metió la bola en la chaqueta—. El problema es que necesito a ese cabrón.

—No, no le necesita.

—Es el que puede quitarme el petróleo.

—¿La Bahía de Matagorda?

—Sí. No estaré libre hasta que papá me mire a la cara y me diga: «Buen trabajo, Anthony. Enterraste sus restos».

—Venga ya.

—Lo supe directamente de boca de Rafael.

—Me da igual de qué boca lo supo. —Una teoría completamente irracional decidió Cassie mientras se bebía lo que quedaba del café—. No tiene sentido. —La brisa se volvió desagradable, arañándole la cara, mordiéndole los dedos. Se subió la lengüeta de la cremallera de la cazadora de Lianne lo más arriba posible—. Necesito un poco de chocolate caliente de Follingsbee.

El capitán ladeó la cabeza. Aries se reflejaba en las dos lentes de sus gafas de espejo.

—Por mis sueños vuelan pájaros.

—¿Pájaros? ¿Se refiere a loros?

—Garcetas, ibis, garzas… chorreando de petróleo. Me ducho, pero no sirve. Sólo mi padre… ¿Entiende?

—No. No lo entiendo. Pero aunque lo hiciera… bueno, ¿qué pasa si su padre considera la absolución como sólo un regalo más? ¿Qué pasa si le da una conciencia tranquila y luego, bang, también se la quita?

—No lo haría.

—El hombre que le envió ese fax —Cassie señaló el bulto de la chaqueta de Anthony— no es un hombre del que se pueda fiar. —Empezó a subir la escalera, retirándose no tanto del frío como de ese hombre confuso, aterrador, extrañamente seductor, ese capitán que soñaba con garcetas cubiertas de petróleo—. ¿Sabe una cosa, capitán? Cuando regresemos a Nueva York, le compraré un guacamayo escarlata.

—Eso me gustaría, doctora.

—¿Sabe otra cosa? —se detuvo en el travesaño más alto—. No hay absolutamente ningún problema en odiar a nuestro cargamento. De verdad, no hay ningún problema.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Remolcando a Jehová»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Remolcando a Jehová» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Remolcando a Jehová»

Обсуждение, отзывы о книге «Remolcando a Jehová» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x