—Tenía razón —dijo Easy—. Parecían sorprendidos de que nadie supiera dónde iba a producirse un estremecimiento o cuándo y en qué dirección iba a verterse un lago. Ellos lo saben tan bien que han tenido muchos problemas en decirme lo que utilizan como signos —el geofísico y sus colegas se miraron unos a otros casi suplicantes.
—¡No dejes que abandonen el intento —dijo el primero ansiosamente—. Apunta todo lo que digan y pásanoslo, tanto si lo entiendes como si no. ¡Enseñaremos a los pupilos de Racker a conocer el dinamismo de la corteza de este planeta!
Esta irrelevancia fue la gota que desbordó el vaso por lo que concernía a Aminadabarlee. Sin respeto alguno por las reglas de cortesía, ni humanas ni drommianas, cargó contra la sala de comunicaciones, y su forma aerodinámica dividió a los ocupantes humanos al igual que un barco divide las aguas. Se colocó enfrente de la pantalla, mirando a través del rostro de Easy como si la niña no estuviera allí, y explotó en un hiriente galimatías de su propia lengua dirigido a su hijo. Ninguno de los hombres le interrumpió; su talla y sus miembros de diez garras habrían producido en la mayor parte de ellos ideas de precaución aunque no hubieran conocido nada de los drommianos. Pero el canciller Rich ya había dado a conocer algunos detalles impresionantes a la tripulación del Vindemiatrix, por lo que no tuvieron ni que pensarlo.
Los sonidos agudos recibían por el altavoz otros en respuesta; aparentemente, el hijo estaba intentando alguna palabra ocasional en la conversación, pero no lo consiguió. El discurso del padre sólo se detenía cuando parecía no tener palabras que decir. Por eso no fue Aminadorneldo quien contestó.
Lo hizo Easy y lo hizo en su propio lenguaje pues sus cuerdas vocales no podían adaptarse a la fonética drommiana.
—Ya se lo dije, señor. El doctor Raeker me pidió que se lo dijera cuando usted lo descubriera; usted acababa de abandonar su habitación cuando le pasamos la información y no pude dar con usted hasta ahora. Dijo que Nick y el bote estarían en el mar hasta antes de la noche. En ese momento se internarían tierra adentro; Swift dice que sería capaz de ver nuestras luces desde el mar, por eso el robot había regresado al campamento para encontrarse con los otros y ponerse todos en camino hacia aquí.
El drommiano pareció aturdido, pero pudo guardar sus formas hasta el punto de cambiar de lenguaje.
—¿Ya le ha pedido a Swift que le diga el camino desde el campamento hasta donde se encuentra el batiscafo? —preguntó sin mucha convicción.
—Oh, sí. Mina pensó en ello hace tiempo. Debería habérselo dicho al doctor Raeker o a uno de ustedes antes.
La noticia de que la idea había sido de su hijo calmó a Aminadabarlee considerablemente; en su interior, la mayor parte de los hombres que se encontraban en la habitación se preguntaban cuánto había de verdad en lo que la niña acababa de decir. Conocían la edad efectiva del joven drommiano y empezaban a conocer a Easy.
—¿Cuánto tiempo tardará en llegar hasta vosotros…? Me refiero a Nick —preguntó Aminadabarlee.
—Swift piensa que a pie llegaría a media tarde; pero no sabe a que velocidad irá el bote.
—¿Lee hablaste del bote?
—Por supuesto. Se preguntaba cómo conseguiría acercarse al batiscafo; nos encontramos en medio de una charca que es muy profunda para que los nativos la vadeen y no saben nadar. Le sugerí que flotaría sobre una balsa hecha de madera, pero descubrimos que la madera de este loco planeta se hunde.
—Creo que has hablado mucho con esa gente. ¿Dominas realmente su lenguaje?
—Muy bien, aunque todavía con lentitud. Pero si quiere preguntar algo a Swift puedo hacerlo.
—No… nada por ahora —dijo el drommiano precipitadamente—. ¿No le sugeriste a tu amigo Swift que hiciera una balsa como la de Nick?
—Así es, pero no puede hacerla. Su gente puede conseguir las pieles que quieran, pero no pueden hacerlas suficientemente resistentes —iba a decir impermeables—. Desconocen la forma de fabricar la cola que Nick utiliza… y yo también. Está esperando a que Nick llegue aquí con el bote.
—Y entonces se lo quitará.
—Oh, no. No tiene nada contra Nick. Le dije quién es Nick. Cómo el robot robó los huevos de donde los habían dejado los antepasados de Nick para empollarlos. Creo que se asombró un poco con la idea del robot. Le dije que le enseñaría todo lo que quisiera saber y que Nick ya había aprendido mucho y le ayudaría. Nos llevamos muy bien.
El drommiano estaba muy sorprendido y lo demostró.
—¿Le sugirió todo eso el doctor Raeker?
—Oh, no; lo pensé yo sola… o casi; Mina y yo lo hicimos. Me pareció más conveniente que fuéramos amigos de los cavernícolas; puede que no fueran capaces de dañar la nave si se enfadaban con nosotros, pero no podíamos estar seguros.
—Comprendo.
Aminadabarlee estaba algo atónito. Terminó la conversación cortésmente —nunca había utilizado con Easy las maneras que eran habituales en él cuando hablaba con otros seres humanos— y regresó a la sala de observación de Raeker. Los científicos comenzaron de nuevo a interrogar a la niña antes de que él hubiera salido de la habitación.
Ese día parecía predestinado a dar malos pasos. Se encontraba en los corredores cuando Easy había dado el punto de localización del batiscafo a Raeker y a Nick; también estaba en ellos cuando regresaron los cuatro exploradores que habían descubierto el volcán y dieron su informe al profesor. Se había detenido para comer, para ser exactos, y no regresó a la sala de observación hasta que el informe había concluido. En aquel momento los cuatro nativos y el robot se encaminaban hacia el sur, respondiendo sin cesar al torrente de preguntas de los científicos, algunos de los cuales se habían contentado con usar el sistema de conexión con la sala de Racker mientras que otros habían elegido la sala de observación. El perplejo drommiano encontró el último departamento tan repleto como había estado antes la sala de comunicación, y le costó cierto tiempo enterarse de las preguntas y comentarios que flotaban a su alrededor.
—Puede ser que averigüemos la distancia por triangulación…, el viento del campamento y el del batiscafo deben dirigirse hacia el.
—Pero no conocemos nada de las direcciones en ninguno de los casos. Además el viento puede estar sufriendo una desviación por la acción de Coriolis.
—No excesiva en un planeta como Tenebra. Las tenemos por atrás, empero; la montaña ya está en los mapas. Con unos cuantos datos más podremos usar la dirección del viento para conocer la del batiscafo…
Eso fue lo que oyó el drommiano al entrar…, y quedó bastante confuso. Un poco más tarde, cuando dedujo la existencia del volcán, extrajo de ello un poco más de sentido; ahora podía comprender que una fuente de calor podía producir corrientes incluso en un entorno tan brutalmente comprimido como el de Tenebra. Pero entonces ya le perturbaba otra cuestión.
—¿Qué fuerza supone usted que tiene el viento? Si hace penetrar el mar tierra adentro todas las noches, y el mar arrastra consigo el batiscafo, ¿cuándo se acercarán esos niños al volcán?
—No creo que debamos preocuparnos por eso durante cierto tiempo. Con viento o sin él, el mar que penetra en la tierra estará compuesto en su mayor parte de agua y no les permitirá flotar mucho. Estoy seguro de que si eso continúa ni siquiera habría agua líquida en unas millas, de día o de noche.
—La diferencia de viscosidad existe.
Aminadabarlee no oyó nada más; ya tenía algo de lo que preocuparse y se encontraba bien con sus preocupaciones. Volvió a la sala de comunicación a la máxima velocidad, que en él era bastante. No quería que nada más ocurriera mientras el estuviera fuera de contacto. Trató de alcanzar su meta sin herir a nadie, pero uno o dos escaparon por los pelos mientras su enorme forma cruzaba los pasillos como un relámpago.
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