Vladimir Dudincev - Lo mejor de la ciencia ficción rusa

Здесь есть возможность читать онлайн «Vladimir Dudincev - Lo mejor de la ciencia ficción rusa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1972, Издательство: Editorial Bruguera, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lo mejor de la ciencia ficción rusa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lo mejor de la ciencia ficción rusa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Teniendo en cuenta que el libro es de la época de la Guerra Fría, resulta sumamente interesante ver lo que se escribía por allí en materia de ciencia-ficción. Los cuentos (como cabría esperar) no son todos del mismo nivel, pero aún así el libro no tiene desperdicio. Gran trabajo como compilador de Jacques Bergier (compañero de Louis Pauwels en «El retorno de los brujos» y «La rebelión de los brujos»). Recomendable.

Lo mejor de la ciencia ficción rusa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lo mejor de la ciencia ficción rusa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

(1) No es insensato considerar novela de ciencia-ficción a No sólo de pan se vive. En efecto, la estampadora continua de tubos metálicos imaginada en el libro transformaría radicalmente los problemas planteados en la construcción de nuevas ciudades. Por otra parte, una máquina de este tipo ha sido construida por el ingeniero Godenne, en las acerías del Escalda, en Francia. Actualmente está en fase de prototipo.

(2) Una nueva novela de Gurevic, El primer día de la creación ha sido publicada por entregas en Técnica para jóvenes. Se trata de una utopía avanzadísima. Ingenieros planetarios cortan a pedazos los planetas gigantes del sistema solar, para obtener pequeños mundos semejantes a la Tierra y habitables por el hombre. La idea ha sido seriamente propuesta por el astrónomo americano Zwicky. Gurevic se adentra en particulares tecnicismos muy sutiles y crea, además, una serie de personajes válidos desde el punto de vista psicológico, aunque sean muy distintos del género humano terrestre. El primer día de la creación reúne todos los méritos para ser considerada como un acontecimiento de la ciencia-ficción soviética.

Vladimir Dudincev

Cuento de Año Nuevo

Yo vivo en un mundo fantástico, en un país de fábula, en una ciudad creada por mi imaginación. En ella suceden aventuras asombrosas, y yo también he tomado parte en ellas. Les contaré algo aprovechando el hecho de que en Año Nuevo los hombres se muestran propicios a escuchar, confiados, cualquier fábula. Les hablaré de algunas jugarretas que nos juega el tiempo. El tiempo no conoce límites, es ubicuo. Pero en mi mundo imaginario es posible, si se quiere, regular los relojes con la señal horaria de Moscú. Es por eso por lo que me he decidido a contar mí historia. Puede suceder que para algún lector ciertos pasos de mi fábula crucen su vida verdadera y no imaginaria.

Llegó volando a nuestra ciudad un pájaro misterioso, una lechuza, y visitó a algún afortunado. El primero fue mi jefe superior, director del Laboratorio de Investigaciones Solares donde trabajo. El segundo, un médico, especialista en neuropatología, compañero mío de colegio. Para tercero, la lechuza me eligió a mí. Es un pájaro singular. No estaría de más que se estudiasen sus costumbres y que su imagen se reprodujese en las enciclopedias.

En aquella época yo había publicado trabajos científicos sobre ciertas propiedades de la luz solar. Era ayudante de cátedra de ciencias, tomaba parte, en calidad de consejero, en diversas comisiones e intentaba convertirme, lo más pronto posible, en una persona situada. Imitando los modales de nuestros ilustres ancianos, aprendí a mantener, con ellos, la cabeza alta; como ellos meditaba largamente las preguntas que se me formulaban y, como ellos, alzando una ceja, emitía con voz musical mi preciosa y ponderada respuesta. Otro de mis rasgos característicos era el cuidado que dispensaba a mi abrigo. Teníamos armarios en nuestras habitaciones de trabajo y, tal como hacían los viejos, dejaba el mío en un colgador de madera marcado con mis iniciales.

Dada mi condición de hombre no privado de talento, tomé la costumbre, por consejo de un académico, de anotar las ideas que se me ocurrían. Ya es sabido que las ideas más brillantes no son las que llegan con fatiga, tras horas y horas de trabajo en la mesa. A veces, las ideas brillantes llegan como empujadas por el viento. Te pueden sorprender caminando por la calle. Anotaba aquellos pensamientos y luego los olvidaba. En compensación, la mujer que encendía nuestras estufas, recordaba muy bien que en los cajones de mi escritorio se hallaban mágicos papeles que ardían como la pólvora. Tenía el detalle de limpiar mi mesa y con aquellos papeles encender todas las estufas del laboratorio.

Dentro de mí había un ingeniero nato. Y — ¿por qué no? — un profesor de ciencia. Un científico de mejillas mofletudas que a veces hacía novillos, especialmente por la tarde, cuando nosotros, los solteros, nos sentábamos frente al televisor de nuestra habitación e, inmóviles, como hipnotizados, con los ojos abiertos, observábamos durante horas las piernas de los futbolistas que relampagueaban en la azulina pantalla.

Como veis, no me adulo a mí mismo. Exhibo y continuaré haciéndolo, muchos aspectos de mi carácter, para que podáis juzgarlos con pleno conocimiento. Yo soy mi primer juez. De un tiempo a esta parte, es como si se me hubieran abierto los ojos. Justo desde aquel día en que la lechuza me hizo la primera visita. Ha sido ella la que me los ha abierto. Y se lo agradezco.

Por ejemplo, he podido ver desde un ángulo distinto mi polémica con un tal S., miembro correspondiente de una academia científica de provincias. Hace cinco años, en un artículo suyo, definió un trabajo mío como «fruto de ociosas elucubraciones»… Debía replicar. En un nuevo artículo refuté, corno por casualidad, las tesis fundamentales de S. e inserté —a propósito— palabras como éstas: «Es precisamente lo que en vano intenta demostrar el ayudante S.» (Sé con certeza que, como miembro correspondiente, S. es igual que yo, un ayudante). A este ataque mío, S. contestó al punto con un opúsculo, donde, casi de pasada, afirmaba que yo forzaba los resultados de mis experimentos, para darles estado de teoría, colocando la palabra teoría entre comillas. Poco después, publiqué un ensayo sobre mis observaciones sobre el sol, que confirmaba la teoría puesta entre comillas y destruían por completo los cálculos de S. «El crucero ha recibido un torpedo en plena santabárbara», observaron por aquel entonces mis compañeros. No había mencionado el nombre de S. en mi artículo. Sabía que mi adversario no soportaría este segundo torpedo. Me había limitado a decir: «Ciertos autores…» Pero el crucero resistió y contestó…

Y así sucesivamente. Esta escaramuza, empezada cinco años atrás, había sacudido notablemente mis nervios. Y no sólo los míos…

Pero volvamos a los hechos. Una mañana nos reunimos todos en nuestro laboratorio, colgamos nuestros capotes en los percheros y, antes de ponernos a investigar, iniciamos, como de costumbre, la conversación matutina de preparación. Fue nuestro anciano y reverendísimo director, titular de ciencias, el que empezó. A ratos perdidos se dedicaba a las antigüedades, coleccionaba hachas de la edad de piedra, monedas antiguas y libros. Creo que todo el sentido de su plácida vida reposaba más en estas aficiones que en nuestro trabajo.

— ¡Qué curioso! — Dijo, invitándonos a prestar atención—. Hace poco tiempo, al descifrar una inscripción en una lápida de piedra, encontré esta figura.

Y nos enseñó una hoja blanca sobre la que estaba dibujada, con tinta china, una orejuda lechuza.

— También he podido leer la inscripción — continuó el director con orgullo—. Decía: «Y los años de su vida eran novecientos».

— Ya… — murmuró pensativo uno de mis compañeros de grupo, seductor y burlón—. A mí me bastaría con cuatrocientos.

— ¿Para hacer qué? —intervino, de improviso, un hombre de mediana edad, seco y rechoncho, habitualmente silencioso. Se sentaba junto a mí y se distinguía de todos nosotros por una marcada dejadez en el vestir, por un carácter taciturno y una inaudita capacidad de trabajo.

«Esos cuatrocientos años no le servirían de nada — replicó—. Ni siquiera ahora tiene usted prisa.

— Quiero hacerles observar — el director levantó la voz, como reproche por haber sido interrumpido—. Quiero hacerles observar que tales lechuzas han sido halladas, en distintas épocas, en muchos países. En un desierto existe una gigantesca lechuza de granito. Pero en nuestra localidad es la primera que se ha encontrado. Puedo sentirme orgulloso de ello.

En este momento se iluminó con una amplia sonrisa.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lo mejor de la ciencia ficción rusa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lo mejor de la ciencia ficción rusa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Lo mejor de la ciencia ficción rusa»

Обсуждение, отзывы о книге «Lo mejor de la ciencia ficción rusa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x