—¡Es mi cumpleaños! —gimió Brittany.
Volví a guardar la libreta bajo la cama.
—Vaya, Peyton —dijo la madre de Lindsay—. Qué forma tan creativa tienes de demostrar tu necesidad de atención.
PIROGRABADO (1900–1905)
Técnica artesanal que fue de moda para grabar a fuego dibujos sobre madera o cuero con un hierro candente. Flores, pájaros, caballos y caballeros con armadura se marcaban en alfileteros, bandejas, cajas de lápices, de guantes, de cartas, de pipas, y otros artículos igualmente inservibles. Pasó porque requería un grado de habiliad demasiado alto. Todos los caballos parecían vacas.
El jueves el tiempo empeoró. Chispeaba nieve cuando llegué al trabajo, y a la hora del almuerzo era ya una tormenta en toda regla. Flip había conseguido estropear las dos fotocopiadoras, así que reuní todos mis recortes sobre las sentadas para copiarlos en Kinko's, pero cuando me dirigía al coche decidí que podían esperar, y corrí de vuelta al edificio, la cabeza agachada contra la nieve. Prácticamente, choqué con Shirl.
Estaba acurrucada junto a una furgoneta, fumando un cigarrillo.
Tenía un guante marrón en la mano con la que no sujetaba el cigarrillo, el cuello del abrigo vuelto, una bufanda alrededor de la barbilla, y estaba tiritando.
—¡Shirl! —grité contra el viento—. ¿Qué está haciendo aquí fuera?
Ella pescó torpemente un trozo de papel del bolsillo de su chaqueta y me lo tendió con su mano enguantada. Era un memorándum que declaraba todo el edificio libre de humo.
—Flip —dije, sacudiendo el memorándum ya húmedo—. Ella está detrás de esto —arrugué el papel y lo tiré al suelo—. ¿No tiene usted coche?
Ella sacudió la cabeza, tiritando.
—Me traen al trabajo.
—Puede sentarse en el mío —dije, y entonces se me ocurrió un sitio mejor—. Venga —la cogí del brazo—. Conozco un sitio donde puede fumar.
—Todo el edificio ha sido declarado prohibido para los fumadores —dijo ella, resistiéndose.
—Ese sitio no está en el edificio.
Apagó el cigarrillo.
—Es usted muy amable con una vieja —dijo, y las dos corrimos hacia el edificio a través de la nieve.
Nos detuvimos tras la puerta para sacudirnos la nieve y quitarnos los sombreros. Su cara correosa estaba colorada de frío.
—No tiene que hacer esto —dijo, desliando lentamente su bufanda.
—Cuando una se pasa tanto tiempo como yo estudiando las modas, desarrollas una clara antipatía hacia ellas —contesté—. Sobre todo hacia las modas de aversión. Sacan a relucir lo peor de la gente. Y esto es el principio. Luego podría ser la tarta de queso y chocolate. O la lectura. Vamos. La guié pasillo abajo.
—El sitio no será cálido, pero no habrá viento, y no quedará cubierta de nieve, al menos. Y esta moda antitabaco habrá pasado para la primavera. Está llegando a la etapa extrema en que inevitablemente produce una sacudida.
—La prohibición duró trece años.
—La ley. La moda no. La fiebre de McCarthy sólo duró cuatro —empecé a bajar las escaleras hacia Biología.
—¿Dónde está exactamente ese sitio? —preguntó Shirl.
—Es el laboratorio del doctor O'Reilly. Tiene detrás un porche con alero.
—¿Y seguro que no le importará?
—Seguro. Nunca presta atención a lo que piensa la gente.
—Debe de ser un joven extraordinario —dijo Shirl, y yo pensé, «desde luego que sí».
No encajaba en ninguna de las pautas habituales. No era un rebelde que se negara a seguir las modas para asegurar su individualismo. La rebelión también puede ser una moda, como ocurrió con los Ángeles del Infierno y los símbolos de la paz. Y sin embargo tampoco era tan olvidado. Era gracioso, inteligente y observador.
Traté de explicárselo a Shirl mientras bajábamos las escaleras camino de Biología.
—No es que no le importe lo que piensa la gente. Es que no ve qué tiene eso que ver con él.
—Mi profesor de física solía decir que Diógenes no tendría que haber perdido el tiempo buscando a un hombre honrado —dijo Shirl—. Tendría que haber buscado a alguno que tuviera criterio propio.
Llegamos al pasillo de Biología, y de repente se me ocurrió que quizás Alicia estuviera en el laboratorio.
—Espere aquí un segundo —le dije a Shirl, y me asomé a la puerta—. ¿Bennett?
Él estaba agazapado tras su mesa, prácticamente oculto por los papeles.
—¿Puede fumar Shirl aquí en el porche?
—Claro —dijo él, sin levantar la cabeza.
Salí y volví con Shirl.
—Puede fumar aquí si quiere —dijo Bennett cuando entramos.
—No, no puede. HiTek ha declarado todo el edificio libre de tabaco. Le dije que podría fumar fuera, en el porche.
—Claro —él se puso en pie—. Siéntase libre de bajar cuando quiera. Siempre estoy aquí.
—¿Sí? —dijo Shirl—. ¿Trabaja en su proyecto incluso durante el almuerzo?
Le dijo que no tenía ningún proyecto en el que trabajar y que tenía que esperar a que aprobaran su subvención antes de poder obtener sus macacos, pero yo no le prestaba atención. Estaba mirando lo que llevaba puesto.
Flip tenía razón respecto a Bennett. Llevaba una camisa blanca y una corbata azul Cerenkhov.
—¿Decidió Alicia que la teoría del caos era el proyecto óptimo para ganar la beca Niebnitz? —dije, y no pude evitar que mi voz sonara agria.
—No —contestó él, mirándome con el ceño fruncido—. Cuando habló el otro día de las variables, me dio una idea de por qué mi promedio de predicción no mejoraba. Así que repasé los datos. —¿Y sirvió de algo?
—No —dijo él, con aspecto abstraído, como cuando Alicia charlaba—. Cuanto más trabajo en el tema, más me parece que Verhoest tenía razón y hay una fuerza externa actuando sobre el sistema. Se volvió hacia Shirl.
—Probablemente no le interesará esto. Venga, déjeme mostrarle dónde está el porche —la acompañó a través de la sala hasta la puerta trasera—. Cuando lleguen mis macacos, tendrá que dar la vuelta.
Abrió la puerta y por ella entró viento y nieve.
—¿Seguro que no quiere fumar aquí dentro? Podría quedarse en la puerta. Déjela abierta al menos, para tener un poco de calor.
—Nací en Montana —respondió ella, cubriéndose el cuello con la bufanda mientras salía—. Esto es una suave brisa de verano —pero advertí que dejaba la puerta abierta.
Bennett volvió a entrar, frotándose los brazos.
—Uf, sí que hace frío ahí fuera. ¿Qué le pasa a la gente? Enviar a una señora mayor a la nieve en nombre de la rectitud moral. Supongo que Flip anda detrás de esto.
—Flip anda detrás de todo. —Miré el suelo cubierto de basura—. Supongo que será mejor que te deje volver al trabajo. Gracias por dejar a Shirl fumar aquí.
—No, espera. Había un par de cosas que quería preguntarte sobre el impreso de solicitud de fondos. —Rebuscó en su mesa hasta que encontró el papel. Lo hojeó—. Página cincuenta y uno, sección ocho. ¿Qué significa Método de Dispersión de Documentación?
—Se supone que tienes que poner KLA-Aumentado.
—¿Y eso qué significa?
—Ni idea. Es lo que Gina me dijo que pusiera.
Lo escribió a lápiz, sacudiendo la cabeza.
—Estos impresos de fondos van a ser mi perdición. Podría haber terminado el proyecto en el tiempo que se tarda en rellenar este formulario. HiTek quiere que ganemos la beca Niebnitz, que consigamos logros científicos. Pero dime un sólo científico que consiguiera un logro significativo mientras rellenaba un impreso. O asistía a una reunión.
—Mendeléiev —dijo Shirl.
Los dos nos volvimos. Shirl estaba junto a la puerta, sacudiéndose la nieve del sombrero.
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