Ted Dekker - Negro

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Nada es como parece cuando se estrellan los sueños y la realidad.
Huyendo de sus agresores por callejones abandonados, Thomas Hunter apenas se escapa yéndose al techo de un edificio. Luego una bala silenciosa de la noche roza su cabeza… y su mundo se vuelve negro. De la negrura surge la asombrosa realidad de otro mundo, un mundo donde domina el mal. Un mundo en el que Thomas Hunter se enamora de una mujer hermosa. Pero luego se acuerda del sueño en el que lo perseguían por un callejón mientras extiende su mano para tocar la sangre en su cabeza.? ¿Dónde termina el sueño y comienza la realidad? Cada vez que se queda dormido en un mundo, se despierta en otro. Pero en ambos, le aguarda un desastre catastrófico… quizás incluso sea causado por él.

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Tom se palpó el vendaje alrededor de la cabeza.

– Estoy soñando acerca de este corte porque me caí sobre una piedra en el bosque negro. Aunque no todo se correlaciona con exactitud, porque no tengo un brazo roto como me lo rompí allí.

Kara lo miró, incrédula. Por un instante no dijo nada, y él creyó que ella podría estar entrando en razón. Quizá con la persuasión adecuada podrías convencer a la gente en tus sueños que sólo viven en tus sueños.

– ¿No volviste a pensar en nuestra situación con los neoyorquinos? -. inquirió ella.

No. Kara aún estaba en negación.

– No estás escuchando, Kara. No hubo persecución anoche. Este corte me lo hice en el bosque negro. Este es un su…

– ¡Basta, Thomas! Y deja de sonreír de ese modo.

Sin duda que la sinceridad de ella parecía real. Él se presionó los labios.

– No puedes hablar en serio acerca de esta tontería -indicó Kara.

– Con absoluta seriedad. Reflexiona. ¿Y si este es realmente un sueño? Al menos considera la posibilidad. Quiero decir, ¿qué tal que todo esto… qué tal que todo esto sólo esté en tu mente? -objetó Tom apartando los brazos-. Michal me dijo que todo esto estaba sucediendo, y lo está, exactamente como lo dijo. Créeme, ese no fue un sueño. Fui atacado por los shataikis. No se supone que los conozcas, pero son enormes murciélagos negros con ojos rojos…

Dejó de hablar. Quizá debería dar a conocer los detalles. Estas realidades le parecerían absurdas a Kara sin haberlas experimentado de antemano.

– En realidad, vivo en la otra Tierra. Estoy esperando a Michal, pero él tarda una eternidad, así que me senté y recosté la cabeza contra un árbol. Me acabo de quedar dormido. ¿No ves? -explicó volviendo a sonreír.

– No, en realidad no.

– Me acabo de quedar dormido, Kara. ¡Estoy durmiendo! Exactamente en este mismo momento estoy durmiendo debajo de un árbol. Así que contéstame, ¿cómo podría estar parado aquí, si sé que duermo debajo de un árbol esperando a Michal? ¡Contéstame eso!

– De modo que vives en un mundo con enormes murciélagos negros y… -señaló ella, y suspiró-. ¡Escúchame, Thomas! Esto no es nada bueno. Ahora te necesito cuerdo. ¿Estás seguro que no tomaste más de esas pastillas?

Tom sintió que su frustración aumentaba, pero permaneció tranquilo. Después de todo, se trataba de un sueño. Podría sentir todo lo que quisiera en un sueño. Si un fantasma gigantesco con colmillos se le abalanzara ahora mismo, él sencillamente podría enfrentarlo y reír, y se desvanecería. No necesitaba abatir del todo a Kara… difícilmente podría culparla. Si él no la convencía, le seguiría el juego. ¿Por qué no? Michal lo despertaría en cualquier momento.

– Bueno, Kara. Bueno. Pero ¿y si puedo probártelo?

– No puedes. Debemos resolver qué vamos a hacer. Debo vestirme y luego llevarte al hospital. Tienes una conmoción cerebral.

– ¿Y si puedo probar que estamos en un sueño? ¿Quiero decir, en realidad? Digo, sólo mueve tu mano de esta manera -señaló él moviendo la mano en el aire-. ¿No te das cuenta de que esto no es real? Yo sí. ¿Puedes sentir que algo no está muy bien? El aire se siente menos espeso…

– Por favor, Thomas, me estás empezando a asustar.

– Está bien -reconoció él, bajando la mano-, pero ¿y si puedo probarlo de manera lógica?

– Eso es imposible.

– ¿Y si te puedo decir cómo se acabará el mundo?

– ¿Eres ahora un profeta? ¿Vives en un mundo con murciélagos negros, y puedes leer el futuro? ¿No te parece ridículo todo eso? Reflexiona, Thomas, ¡reflexiona! Despabílate.

– No es una ridiculez. Te puedo decir cómo se acabará el mundo porque en realidad ya se acabó, y está escrito en las historias.

– Por supuesto que así es.

– Exactamente. Empezará con la especie Raison… alguna clase de virus que viene de una empresa francesa. Todo el mundo cree que es una vacuna, Pero muta bajo un calor intenso y devastará al mundo en algún momento en el año 2010. No estoy muy seguro del último detalle.

– ¿Es esa tu prueba? ¿Que el mundo se acabará en algún momento este año?

Ella no creía el argumento.

De pronto se le ocurrió a Tom otra idea. Una bastante divertida, en realidad. Fue hacia la puerta principal, giró la manilla, y la abrió.

– Muy bien, te lo probaré -advirtió, y salió.

– ¿Qué estás haciendo? ¿Y si ellos están afuera?

– No están aquí porque no existen. ¿Le estoy hablando aquí a una pared?

La luz le hizo arder los ojos. Pasó por sobre el pasillo de afuera y se agarró de la barandilla. Se hallaban en el tercer piso. El estacionamiento abajo era de concreto.

– ¡Thomas! -gritó Kara corriendo a la puerta-. ¿Qué estás haciendo?

– Voy a saltar. No te puedes lastimar en sueños, ¿de acuerdo? Si salto…

– ¿Estás loco? ¡ Te lastimarás! ¿Cómo llamas a la bala que te hirió la cabeza?

– Te lo dije, eso fue de una roca en el bosque negro.

– Pero ¿y si estás equivocado?

– No lo estoy.

– ¿Y si lo estás? ¿Y si hubiera incluso la más leve posibilidad de que te equivocaras? ¿Y si es de la otra manera?

– ¿Qué quieres decir?

– ¿Y si esta es la verdadera Tierra, pero crees que lo es la otra porque la sientes muy real?

– El corte en mi cabeza por la caída, es real. ¿Cómo puedes…?

– A no ser que realmente fuera una bala la que te hirió en la cabeza y soñaras algo, como la roca. Retrocede, Thomas. No estás pensando con claridad.

Tom miró hacia abajo, impresionado repentinamente por esa posibilidad. Aquí afuera en la luz matutina, su confianza disminuyó. ¿Y si ella tenía razón? Él se había herido la cabeza tanto en el bosque negro como en su sueño aquí. ¿Y si hubiera una relación verdadera? ¿Y si él tuviera los sueños al revés?

– Tom. Por favor.

Él retrocedió de la barandilla, el corazón de repente le palpitó con fuerza. ¿En qué estaba pensando?

– ¿Crees que eso sea posible? -preguntó.

– ¡Sí! Sí, lo creo. ¡Lo sé!

Tom se frotó los dedos, luego miró a Kara. En realidad, ahora que pensaba al respecto, ella era su hermana. Si sólo estuviera soñando, ¿significaba eso que en realidad Kara no existía?

El periódico de la mañana estaba en la puerta de entrada. Si ella tenía razón, entonces eso quería decir que tenían un verdadero problema. Agarró el periódico.

– Está bien, entremos.

Ella entró rápidamente, y él cerró la puerta.

– Me preocupaste -anunció Kara mientras le quitaba el periódico y llevaba a Tom a la cocina-. Este no es un buen sentido del tiempo. Es obvio que esa bala hizo más daño del que creíamos.

Ella dejó el periódico sobre el mesón, abrió la llave del agua, y revisó la primera página mientras se lavaba las manos.

– Lo siento, sinceramente, yo sólo soy…

Tom no sabía realmente qué era. A las claras era tiempo de decidir. Después de todo debía suponer que se hallaba en Denver, y no como parte de un sueño sino en la realidad. Lo que dijo respecto del bosque negro y de Michal le hizo girar la cabeza. No tuvo la capacidad cerebral de entenderlo en el momento. Si en realidad los neoyorkinos lo persiguieron anoche, él y Kara estaban en aprietos.

El pánico se le subió por el estómago. Tenían que salir de la ciudad.

– ¿Tom?

– Tenemos que salir de aquí -dijo, levantando la mirada. Ella no estaba oyendo. Sus manos húmedas estaban sobre el fregadero, inmóviles. Tenía la mirada fija en el periódico a su izquierda.

– ¿Cómo dijiste que se llamaba ese virus?

– ¿Qué virus? ¿La variedad Raison?

– ¿Una empresa francesa?

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