John Darnton - Ánima

Здесь есть возможность читать онлайн «John Darnton - Ánima» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ánima: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ánima»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Nueva York: un chico de trece años yace en la cama de un hospital con el cerebro dañado a causa de un accidente. Dos científicos se hacen cargo de su destino. Ambos médicos alcanzarán juntos un resultado que superará todas las expectativas de la ciencia médica.

Ánima — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ánima», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Incluso Cometa, que permanecía durmiendo la mayor parte del tiempo, hecho un ovillo en el suelo, parecía deprimido.

A pesar de la bebida, la soledad y los miedos, nunca se perdía un día en el hospital. La enfermera utilizaba su tarjeta para abrir la puerta que daba acceso al área de observación y él permanecía allí durante horas interminables, acercando una silla a la ventana y observando desde allí a su hijo postrado en la cama. De vez en cuando, raramente pero lo suficiente como para mantenerlo vigilante, podía ver que los ojos de Tyler se movían levemente. Durante esos momentos pensaba que su hijo debía de estar soñando y eso le producía una especie de consuelo; si Tyler estaba soñando, podía despertarse, ¿no? El pecho se movía lenta pero regularmente arriba y abajo y las máquinas no mostraban ninguna alteración. La aguja que indicaba la inflamación del cerebro, pensó en una ocasión, se había movido hacia abajo quizá un poco.

Al controlar el monitor que registraba el ritmo cardíaco de Tyler creyó advertir que se aceleraba levemente cuando él llegaba y cuando hablaba. De modo que, tal vez, Kate estuviese en lo cierto, quizá, a algún nivel, Tyler seguía parcialmente consciente. Sin embargo, el ritmo cardíaco que salía del ordenador no cambiaba. Su ritmo era, invariablemente, cruelmente, siempre el mismo, un modelo perfecto de líneas dentadas que atravesaban la pantalla.

Entonces Scott notó algo que lo desconcertó. A veces, cuando aparecía Kate, el corazón de Tyler se aceleraba aún más. Los latidos surgían del monitor en un veloz staccato. Y lo que resultaba incluso más raro era que esto no sucedía siempre que Kate estaba presente, sino sólo en algunas ocasiones. Él se lo comentó y Kate tampoco supo qué decir.

En parte para animar a Scott, un residente del hospital instaló un sistema de micros para que pudiese hablar con Tyler, algo que hacía de manera incesante. Luego llevó un libro -Las aventuras de Huckleberry Finn, por supuesto-, y se lo leía una y otra vez. Estaba convencido de que su hijo podía oírlo; aun cuando no pudiese seguir las palabras, tal vez reconocería sus pautas de discurso y, por si acaso estuviese solo y sufriendo horribles pesadillas; también, encerrado en alguna parte en el fondo de una tumba, quería que al menos escuchase una voz familiar y reconfortante.

A veces giraban la cama de modo que Tyler quedaba suspendido boca abajo, mirando al suelo y sostenido por gruesas correas que atravesaban la barbilla, el pecho, el abdomen y las piernas. Esta operación se realizaba para evitar las llagas. Pero era incluso peor verlo en esa posición; parecía perdido y pequeño en medio de esa parafernalia que lo rodeaba, como un muñeco en una máquina que parecía un giroscopio gigante.

Scott había establecido una rutina diaria: el hospital, una cafetería donde comía media hamburguesa o un bocadillo de atún, luego de vuelta a casa para sacar a Cometa y pasar más tiempo en el cuarto de revelado, y finalmente beber hasta casi perder el sentido en las primeras horas de la madrugada.

Un día, cuando abandonaba el hospital, se encontró con Kate, y ella pareció observarlo fijamente. Aquella noche se contempló ante el espejo del baño y vio que estaba hecho un auténtico desastre; la barbilla cubierta con barba de tres días, los ojos enrojecidos y la piel flácida y pálida. Se afeitó, pero no sirvió de mucho.

Kate llamó a la mañana siguiente. Cuando escuchó su voz temió que le llamase para darle malas noticias sobre Tyler, pero ella se encargó rápidamente de calmar sus temores.

– Es mi día libre -dijo-. Si no es demasiado pedir, si no está ocupado, ¿cree que podría hacerme un gran favor? – ¿Qué?

– En el Centro Internacional de Fotografía se celebra una exposición que quiero ver. Y me gustaría verla con alguien que sepa de fotografía. ¿Querría acompañarme?

Él permaneció en silencio varios segundos, los suficientes como para parecer desconsiderado. No quería ir, pero no era capaz de encontrar la forma de decirlo, de modo que, finalmente, accedió. Se arrepintió en el mismo momento en que colgó el teléfono. Pensó en llamarla para anular la cita, pero eso era demasiado difícil. Se puso unos vaqueros y una camiseta y salió.

Encontró a Kate en la Sexta Avenida, esperándolo en la acera, apoyada contra un edificio. Él no había esperado encontrarse con ella de ese modo, de forma que fue como si la viese por primera vez. Era extraño verla sin su bata de médico. Llevaba una blusa de seda, un collar de perlas de una sola vuelta y tenía los brazos cruzados sobre el pecho de una manera informal. Kate sonrió simpáticamente al verlo. El fotógrafo que había en él advirtió que en ese momento ella habría representado un tema muy interesante.

– Empezaba a preocuparme que no pudiese venir -dijo ella.

Él miró su reloj con expresión confundida.

– Lo siento -dijo-. ¿Hace mucho que espera? Salí de casa después de recibir su llamada, o al menos, eso creo. -No, no, está bien. Yo he llegado temprano. Lo llamé desde una cabina cercana.

Él farfulló otra disculpa, pero ella ya se había dado la vuelta y estaba entrando en el edificio. Scott vio que sacaba dos entradas del bolsillo del pantalón. Kate se hizo a un lado para que él entrase primero.

– Hacía tiempo que quería ver esta exposición. Había leído sobre ella en el Times. La mayoría son fotografías nuevas. Tres o cuatro de ellas ganaron un Pulitzer.

La exposición llevaba por nombre Up Close. La primera sección, titulada «El paisaje urbano», estaba repleta de las habituales fotografías desoladas de los guetos urbanos, chicos jugando con el chorro que brotaba de una boca de riego y viejos cansados de la vida que miraban desde los porches de las vetustas casas. De vez en cuando, sin embargo, Scott descubría una foto que parecía ir contra la naturaleza del entorno y captaba algo sorprendente. Conocía a muchos de los fotógrafos y podía identificar con un simple vistazo la mayor parte de su obra.

Kate estaba de pie ante una fotografía que mostraba a un grupo de adolescentes negros que mataban el tiempo delante de una heladería, con una boca de metro en el fondo.

– Ésta me gusta mucho -dijo-. Aunque no estoy segura de por qué.

Él se colocó junto a ella.

– Son los chicos, están sonriendo, probablemente por algo que hizo éste. -Señaló a uno de los adolescentes que estaba poniendo una cara triste-. Están flirteando. Precisamente a esa edad, doce o trece años; una edad difícil. Tienen el sexo en el cerebro. La ansiedad se palpa en el aire a pesar de las sonrisas. Tres chicos y dos chicas, una combinación peligrosa. Los chicos probablemente están pensando que uno de ellos quedará fuera de juego.

Ella asintió y añadió su propia interpretación.

– Y cada una de las chicas está preocupada de que la otra sea más atractiva -dijo-. Ésta está sonriendo con cierta timidez, como si intentase ocultar los hierros de la ortodoncia.

– Y si mira a través de la ventana de la heladería, puede ver a un viejo blanco que los está observando; parece divertido.

Ella sonrió.

– Ahora entiendo por qué me gusta.

– Ahí están pasando muchas cosas y la cámara lo capta todo -dijo él-. Uno mira la fotografía y siente deseos de construir una historia sobre ella.

Continuaron la visita en la sección titulada «Catástrofe», que describía incendios, explosiones, inundaciones y terremotos. Seres humanos de todos los tamaños, formas y colores escapaban, miraban, eran rescatados de casas aplastadas, montañas de ruinas, maderas calcinadas. Después de un rato, tanto sufrimiento resultaba insoportable.

– Es demasiado para absorberlo de golpe -dijo Kate-. Me imagino que ustedes, los fotógrafos, llegan a ver el lado más terrible de la vida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ánima»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ánima» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Denis Johnson - The Name of the World
Denis Johnson
libcat.ru: книга без обложки
Maureen Johnson
John Dobbyn - Neon Dragon
John Dobbyn
John Darnton - Experimento
John Darnton
John Darnton - Neanderthal
John Darnton
Jane Tanner - Nanna_s big boy
Jane Tanner
Charles Stephen Dessain - John Henry Newman
Charles Stephen Dessain
Cardenal John Henry Newman - Discursos sobre la fe
Cardenal John Henry Newman
John Henry Newman - La idea de una universidad
John Henry Newman
Отзывы о книге «Ánima»

Обсуждение, отзывы о книге «Ánima» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x