• Пожаловаться

Tatiana Rosnay: La Llave De Sarah

Здесь есть возможность читать онлайн «Tatiana Rosnay: La Llave De Sarah» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Tatiana Rosnay La Llave De Sarah

La Llave De Sarah: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Llave De Sarah»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

París, julio de 1942. Redada de Vel d’Hiv: más de 13.000 judíos son arrestados el mismo día y encerrados en un velódromo cerca de la Torre Eiffel. Tras una semana de hambre y humillaciones, son trasladados a los campos de las afueras de París y de ahí a Auschwitz, donde son asesinados. Ante la llegada de los nazis, Michel, un niño pequeño, se esconde en un armario y Sarah, su hermana mayor, de diez años, le encierra para protegerle y se guarda la llave, pensando que regresará en unas horas. Sin embargo es brutalmente arrestada con su familia por la policía francesa. París, mayo de 2002. En el 60ª aniversario de la Vel d’Hiv, a Julia Jarmond le encargan escribir sobre este asunto tan sensible para una revista americana con sede en París. En un principio algo aturdida por su propia ignorancia sobre el tema y por el silencio que envuelve todos estos acontecimientos en Francia, a través de su investigación consigue descubrir la terrible y traumática experiencia de Sarah.

Tatiana Rosnay: другие книги автора


Кто написал La Llave De Sarah? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La Llave De Sarah — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Llave De Sarah», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

¿Sabe dónde están el padre y el hijo? - preguntó el policía, entregándole las llaves del apartamento.

La concierge se encogió de hombros. Seguía sin mirar a la chica ni a la madre. Se guardó las llaves en el bolsillo con un movimiento rápido y codicioso que a la chica no le gustó.

No - contestó al policía -. No he visto mucho al marido últimamente. Tal vez ha huido a esconderse y se ha llevado al chico. Pueden buscar en las bodegas, o en las habitaciones de servicio que hay en el piso de arriba. Si quieren se las enseño.

Dentro del tabuco, el bebé empezó a quejarse. La concierge volvió la cabeza y miró por encima del hombro.

No tenemos tiempo - dijo el hombre del gabán -. Hemos de seguir. Si hace falta, volveremos más tarde.

La concierge cogió al bebé, que estaba llorando, y lo abrazó contra su pecho. Dijo que sabía que había otras familias en el edificio de al lado. Pronunció sus nombres con cara de asco; la chica pensó que lo hacía como si estuviera soltando palabrotas, esas expresiones malsonantes que se supone que no deben decirse en voz alta.

Al fin, Bertrand se guardó el teléfono en el bolsillo y me prestó atención. Me dedicó una de sus irresistibles sonrisas. ¿Por qué tendré un marido tan atractivo?, me pregunté por enésima vez. La primera vez que lo vi, hacía tantos años, esquiando en Courchevel, en los Alpes franceses, tenía un tipo esbelto, adolescente. Ahora, con cuarenta y siete, más robusto, más fuerte, exudaba masculinidad y esa clase tan francesa. Era como el buen vino: envejecía con poder y con gracia, mientras que yo me sentía como si hubiera extraviado mi juventud en algún lugar entre el río Charles y el Sena, y era evidente que no estaba floreciendo en la madurez. Si bien las canas y las arrugas parecían resaltar la belleza de Bertrand, estaba convencida de que mermaban la mía.

– ¿Y bien? -dijo, abarcándome el culo con una mano indiferente y posesiva, sin importarle que su socio y nuestra hija nos estuvieran mirando-. ¿Qué, a que es genial?

– Sí, genial -retrucó Zoë-. Antoine acaba de decirnos que hay que reformarlo todo. Lo que significa que probablemente tardaremos otro año en mudarnos.

Bertrand se rió. Era una risa asombrosamente contagiosa, un híbrido entre el sonido de una hiena y el de un saxofón. Ése era el problema con mi marido: su encanto embriagador. Y a él le encantaba ponerlo a máxima potencia. Me pregunté de quién lo habría heredado. ¿De sus padres, Colette y Edouard? Eran extremadamente inteligentes, refinados y eruditos, pero no encantadores. ¿De sus hermanas, Cécile y Laure? Bien educadas, brillantes, de modales exquisitos, pero sólo se reían cuando creían que tenían que hacerlo. Supongo que debía de haberlo heredado de Mamé, la rebelde y batalladora Mamé.

– Antoine es un pesimista -se rió Bertrand-. Nos instalaremos aquí muy pronto. Va a ser mucho trabajo, pero recurriremos a los mejores profesionales.

Lo seguimos por el largo pasillo, haciendo crujir la tarima bajo nuestros pies, y visitamos las habitaciones que daban a la calle.

– Esta pared tiene que desaparecer -dijo Bertrand, señalándola, y Antoine asintió-. Debemos arrimar la cocina. De lo contrario, aquí, miss Jarmond dirá que no lo encuentra «práctico». Pronunció esta palabra en inglés, mientras me hacía guiño de picardía y dibujaba unas comillas en el aire. -Es un apartamento bastante amplio -comentó Antoine-. Más bien enorme.

– Oh, sí, pero en los viejos tiempos era bastante más pequeño, muy humilde -informó Bertrand-. Fue una época muy dura para mis abuelos. Mi abuelo no consiguió amasar dinero hasta los sesenta, y entonces compró el apartamento del otro lado del descansillo y los unió.

– Así que, ¿cuando el abuelo era niño vivía en esta parte tan pequeña? -preguntó Zoë.

– Así es -respondió Bertrand-. En esta parte de aquí. Ésta era la habitación de sus padres, y él dormía en esta otra. Era mucho más pequeña.

Antoine golpeó en las paredes, pensativo.

– Sí, ya sé lo que estás cavilando -dijo Bertrand, sonriente-. Quieres unir estas dos habitaciones, ¿verdad?

– ¡Exacto! -admitió Antoine.

– No es mala idea, pero va a dar mucho trabajo. Aquí hay un trozo de pared bastante peliagudo. Te lo enseñaré después. Tiene un revestimiento de madera muy grueso, y conducciones por todas partes. No es tan fácil como parece.

Miré el reloj. Las dos y media.

– Me voy a ir -anuncié-. Tengo una reunión con Joshua.

– ¿Y qué hacemos con Zoë? -preguntó Bertrand.

Zoë puso los ojos en blanco.

– Puedo coger un autobús de vuelta a Montparnasse.

– ¿Y el colegio, qué?

Otra vez los ojos en blanco.

– Papá, hoy es miércoles. No hay colegio los miércoles por la tarde, ¿recuerdas?

Bertrand se rascó la cabeza.

– En mis tiempos era…

– Era los jueves, no había clase los jueves -salmodió Zoë.

– El ridículo sistema educativo francés -suspiré-. Y, para colmo, hay clase los sábados por la mañana.

Antoine coincidía conmigo. Sus hijos iban a un colegio privado donde no había clase los sábados por la mañana, pero Bertrand, como sus padres, era acérrimo partidario de la escuela pública francesa. Yo quería llevar a Zoë a un centro bilingüe, ya que había varios en París, pero el clan Tézac no lo habría permitido. Zoë era francesa, nacida en Francia. Tenía que estudiar en una escuela francesa. En aquel momento iba al lycée* Montaigne, cerca del Jardín de Luxemburgo. A los Tézac se les olvidaba que Zoë tenía una madre americana. Por suerte, el inglés de Zoë era perfecto. Nunca había hablado otro idioma con ella, y además viajaba con cierta frecuencia a Boston para visitar a mis padres, y pasaba la mayoría de los veranos en Long Island con mi hermana Charla y su familia.

Bertrand se volvió hacia mí. Tenía ese destello en los ojos que me ponía en alerta, el que anunciaba que iba a decir algo muy gracioso, o muy cruel, o ambas cosas a la vez. Era obvio que también Antoine sabía lo que significaba, a juzgar por la docilidad y atención con que se dedicó a estudiar las borlas de sus mocasines de charol.

– Oh, sí, claro, ya sabemos lo que miss Jarmond piensa sobre nuestras escuelas, nuestros hospitales, nuestras huelgas interminables, nuestras larguísimas vacaciones, nuestra fontanería, nuestro servicio postal, nuestra televisión, nuestros políticos, nuestras aceras llenas de cagadas de perro -dijo Bertrand, luciendo su perfecta dentadura-. Lo hemos oído tantas, tantas veces, ¿verdad? Me gusta estar en América, todo está limpio en América, ¡todo el mundo recoge la mierda de su perro en América *!

– ¡Papá, basta! ¡Eres un grosero! -dijo Zoë, agarrándome de la mano.

Fuera, la chica vio a un vecino en pijama que se asomaba a la ventana. Era un hombre muy simpático, profesor de música. Tocaba el violín, y a ella le gustaba escucharle. A menudo tocaba para ella y su hermano desde el otro lado del patio. Interpretaba viejas canciones francesas como Sur le pont d'Avignon yÀ la claire fontaine, y también piezas del país de sus padres, que hacían a éstos bailar alegremente. Las zapatillas de su madre se deslizaban por el entarimado mientras su padre la hacía girar una y otra vez hasta que todos acababanmareados.

¿Qué están haciendo? ¿Adónde se las llevan ? - gritó el vecino.

Su voz resonó en el patio, amortiguando el llanto del bebé.El hombre de la gabardina no respondió.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Llave De Sarah»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Llave De Sarah» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Tatiana Rosnay: Sarah’s Key
Sarah’s Key
Tatiana Rosnay
Michael Peinkofer: La llama de Alejandría
La llama de Alejandría
Michael Peinkofer
Sarah Waters: El ocupante
El ocupante
Sarah Waters
Tatiana Rosnay: La casa que amé
La casa que amé
Tatiana Rosnay
Tatiana Rosnay: Elle s'appelait Sarah
Elle s'appelait Sarah
Tatiana Rosnay
LaVyrle Spencer: Perdón
Perdón
LaVyrle Spencer
Отзывы о книге «La Llave De Sarah»

Обсуждение, отзывы о книге «La Llave De Sarah» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.