– Está bien.
– Vamos a ver tu casa, Cass. La casa donde tú, tu madre, tu padre y tu hermana vivían cuando eras una niña. ¿Ves la casa, Cassie?
Ella asintió.
– La veo. -Realmente la vio.
– ¿De qué color es la casa?
– Es marrón.
– ¿Hay contraventanas en las ventanas?
– Blancas. Con recortes que parecen aves.
– ¿Puede decirme qué tipo de pájaros?
– Gaviotas. Ellas vuelan… -Levantó sus manos, junto las palmas, y apuntó con los dedos hacia afuera.
– ¿Qué más ves?
– Flores. Rosadas por la puerta delantera. Mamá hizo que papá pusiera algo en la pared para que suban al segundo piso. -Sus ojos se movieron rápidamente detrás de los párpados-. Ellas crecieron sobre la puerta.
– ¿Son rosas? ¿Rosas rosadas sobre la puerta y el lado de la casa al segundo piso?
Cass asintió.
– ¿Ves las rosas en flor?
– Sí.
– Por lo tanto, debe ser junio, ya que las rosas florecen en junio. -Annie se inclinó más hacia Cass para seguir tranquilizándola-. Quiero que pienses en junio en particular, Cass. Quiero que pienses en la última vez que estuviste en esa casa. Era junio. La escuela había terminado. Ibas al campamento de verano ese año. Tú, Trish y Lucy, todas ustedes fueron juntas.
Los párpados de Cass empezaron a revolotear.
– Recuerda, Cass, puedes ver, pero nadie puede verte a ti. ¿Recuerdas? Te lo prometo, nadie puede verte.
Las manos de Cass agarraron los brazos de la silla.
– ¿Quieres tomar mi mano mientras lo haces? -Annie extendió sus manos, pero Cass ni abrió los ojos ni trató de tomarlas.
– Puedes tomarlas en cualquier momento que sientas que quieras, Cass, recuérdalo. Te prometo que estás segura. Te mantendré segura.
Cass asintió.
– Durante ese día, ese último día, dime lo que recuerdas acerca de la mañana.
Cass relacionó todo lo que sucedió antes. Despertar mientras todavía estaba oscuro. Levantarse para el campamento y estar emocionada por la fiesta a la que ella iba a ir más tarde ese día. Todo, seguir a su madre mientras bajaba las escaleras hasta volver a casa después del campamento, y entrar en ella.
– ¿Qué es lo que oyes cuando entras en la casa?
Cass sacudió su cabeza.
– ¿No escuchas nada?
– No sé lo que oigo.
– ¿A qué suena?
– Sólo… -Ella agitó sus manos, su frente se arrugó en concentración.
– ¿Conmoción?
– Pero… de alguna manera tranquila… No sabía de qué se trataba, pero el sonido, venía de arriba. Subí corriendo la escalera…
– ¿Llamabas a alguien? ¿Gritabas?
– Llamaba a mi mamá, pero ella no contestó. Entonces vi a Trish… ella volaba por el aire. Golpeó la pared cerca de la habitación de mamá. Ella no hacia ningún ruido. No podía entender como podía volar.
El sudor estalló en el labio superior de Cass.
– ¿Entonces que pasó?
– Subí corriendo la escalera, yo le estaba gritando. «¿Cómo volaste?» -Una mirada de confusión inundó su cara-. Pero ella estaba allí en el suelo…
Cass tragó con fuerza.
– … y alguien me agarró del cuello, y me levantó…
– Cass, cuando él te levantó, ¿pudiste verlo?
Ella sacudió la cabeza.
– Cassie, voy a pedirte que pruebes a mirar hacia abajo, mira hacia abajo desde un lugar más arriba, cuando el hombre te agarra y te levanta. -Tomó la mano de Cass para apoyarla-. ¿Qué puedes ver? ¿Puedes ver lo que lleva puesto?
– Mangas azules, arremangadas. -Ella tocó un codo.
– ¿Llevaba una camisa azul, con las mangas arremangadas hasta los codos?
– Sí.
– ¿Puedes ver sus manos?
Cass asintió lentamente.
– ¿Lleva algún anillo? ¿Un reloj?
– No.
– ¿Tiene algo en cualquiera de sus manos?
– Tiene un cuchillo. -Comenzó a temblar.
– No mires el cuchillo, Cass. Él lo dejó caer, no hay cuchillo. Quiero que te concentres en lo que te estoy diciendo, ¿está bien?
– Está bien, -dijo Cass, aunque su voz era temblorosa.
– Quiero que me digas a que huele.
– Tío Pete.
– ¿Huele como tu tío Pete? -Annie comenzó-. ¿Es tu tío Pete?
– No, huele como él. Como lo que lleva cuando él y la tía Kimmie salen.
La misma colonia o loción para después de afeitar que su tío llevaba. Bastante fácil de rastrear
– ¿Te habla? ¿Te dice algo?
– Grita, pero no lo entiendo. -Cass se tapó los oídos con las manos.
– Escucha lo que está diciendo, Cass. Recuerda, él no puede verte. Él no puede oírte. Y ya no tiene el cuchillo, ¿recuerdas? No puede lastimarte.
– No puedo entenderlo. Está… gritando. Maldiciendo. Está enojado conmigo. Está enojado…
– Cass, ¿hay cualquier otra cosa que veas? ¿Cualquier otra cosa que recuerdes de él?
Cass tocó con el índice derecho el dorso de la palma de su mano izquierda.
– La marca de pájaro.
– ¿Qué aspecto tiene? -Annie preguntó, pensando que Cass había dicho una marca de nacimiento.
– Como la que está en las cartas que mamá envió. Un pájaro grande con… -Sus manos semi empuñadas, los dedos extendidos como garras.
– ¿Una marca de pájaro? ¿Estás diciendo una marca de pájaro?
– Sí.
Anne Marie sintió una sacudida. Esta es, entonces, su primera auténtica pista.
– Cass, ¿hay algo más que veas, -preguntó de nuevo-, cualquier otra cosa sobre él que recuerdes?
Cass sacudió su cabeza.
– Eso está bien, lo hiciste muy bien. Ahora, voy a traerte de vuelta, sólo tienes que seguir mi voz de nuevo, Cass. Quiero que cuentes hacia atrás ahora, lentamente, desde veinticinco. Al llegar a uno, abrirás los ojos… te sentirás descansada y en paz. Empieza a contar ahora.
Cuando llegó a uno, Cass abrió sus ojos y parpadeó.
– ¿Cómo lo hice?
– Simplemente brillante. Es posible que nos hayas dado exactamente lo que necesitamos, Cass. Ahora, ¿cómo podemos hacer que venga el Jefe Denver?
– Cass, ¿puedes dibujar para mí lo que viste en la mano del asesino? -Craig Denver preguntó después de que Annie le relatara lo que Cass había dicho bajo hipnosis.
– No lo creo. En realidad no recuerdo lo que vi. -Cass sacudió su cabeza-. Lo siento. Sinceramente no recuerdo.
– Fue algo como esto. -Annie recogió un lápiz y su bloc de notas-. Ella dijo que un gran pájaro con garras de este tipo…
Annie dobló sus dedos para formar garras, como había hecho Cass mientras estaba bajo hipnosis.
– ¿Como un halcón? Como algún tipo de ave de rapiña. -Denver lo estudió durante un largo minuto, luego murmuró-: «que me condenen», -antes de llamar a Phyllis.
– Phyl, necesito que eches un vistazo a algo aquí.
Levantó el boceto cuando la secretaria apareció en el umbral.
– ¿Qué te recuerda esto?
Phyl no perdió ni un segundo.
– Parece el logo de la parte superior del boletín que recibimos del santuario. Justo recibimos uno el otro día.
– ¿Lo tienes todavía?
– Creo que sí. Déjeme mirar. -Ella desapareció detrás de la puerta cerrada.
– Debería habérmelo figurado a partir de su descripción. -Giró hacia Cass-. Tu madre contribuyó decisivamente para crear ese refugio de aves allí en Bay Road. Se trata de un gran proyecto suyo.
– Recuerdo eso. -Cass asintió y se volvió hacia Rick-. Te llevé allí. Abajo, cerca de donde encontramos…
– Cierto. Había una placa en memoria de tu madre.
– Tuvieron una gran ceremonia de entrega del santuario, cuando fue inaugurado. -El jefe se frotó su barbilla pensativamente-. Me parece que fue ese mismo verano.
Él alzó la vista cuando Phyl regresó a la habitación, sosteniendo el boletín de noticias. En la parte superior estaba la imagen de un halcón, con sus garras extendidas, como para alcanzar algo.
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