Ella aclaró con una mano.
– Yo solía desatarlo cada vez que podía. Era una especie de juego tonto entre nosotras. Esa mañana, cuando bajábamos la escalera, extendí la mano, agarré la cinta y se la saqué, pensando que su pelo caería libre, pero ella había usado una goma, también, por lo que el moño subsistió. Ella se rió, porque me había burlado ese día, y se ató la cinta de nuevo en su pelo.
– Quizá deberíamos dar a Cass un descanso, -dijo Rick abruptamente, mirando directamente a Annie-. Creo que todos podemos aprovechar un pequeño descanso.
Cass frunció el ceño.
– Acabamos de tener un pequeño descanso.
– Oh. Excelente idea. -Annie había notado su expresión, la que decía, sólo confía en mí-. Sabes, estuve sentada durante varias horas en el coche camino aquí, y me encantaría tener la oportunidad de estirar las piernas.
Se volvió a Cass y preguntó:
– ¿Hay algún lugar cerca donde pueda comprar helado? Me muero por un cono de helado.
– Hay un lugar a pocas cuadras de aquí.
– ¿Te importaría mostrármelo? ¿Damos un pequeño paseo?
– Claro. ¿Por qué no? Déjame buscar mi bolso. Lo dejé en mi oficina.
Después de que Cass dejó el cuarto, Annie giró hacia Rick y preguntó en voz baja,
– ¿Cuánto tiempo quieres?
– Todo el tiempo que puedas darme.
Annie asintió, y salió al pasillo, cerrando la puerta detrás de ella.
Rick se dirigió al jefe y le dijo:
– Realmente necesitamos ver el archivo del homicidio Burke, Jefe. Lo siento. Quise decir lo que dije en su oficina. No estoy tratando de pisarle los dedos y me disculpo de antemano si usted piensa lo contrario. Pero en este momento, tengo que ver si ese archivo todavía está aquí.
– Por supuesto que está aquí. Hay un par de cajas con cosas que encontramos en la escena. No somos unos completos palurdos, sabe, -dijo bruscamente Denver-. ¿Qué está buscando?
– Sea lo que sea que las pruebas puedan decirnos. Cualquier cosa que nos pueda decir algo que aún no sepamos.
– ¿Está seguro de que esto es todo? -Rick miró a Denver. Acababa de registrar el contenido de las tres cajas de pruebas que habían transportado del cuarto de almacenamiento del departamento al final del pasillo, donde habían estado desde que las trasladaron del garaje del ex jefe de policía cuando se construyó el nuevo edificio municipal-. ¿Estas son las únicas cajas?
– Esto es todo lo que tenemos. Tres cajas. Puedo asegurarlo yo mismo. Es todo lo que hemos tenido siempre.
– ¿Hay alguna posibilidad de que otra caja de pruebas quedara en el garaje cuando este material se trasladó aquí? ¿Una caja más pequeña, tal vez, que podría haber sido pasada por alto?
– No. Yo fui uno de los agentes que limpió el garaje del jefe después de su muerte y traje los archivos y los puse en el cuarto de almacenamiento. Puedo decirle, que cada ápice de evidencia que fue puesto allí volvió ahí adentro. El cuarto siempre está cerrado, y Phyllis tiene la única llave. Usted quiere algo, tiene que pedírselo a ella, como tuvimos que hacer.
– El jefe… ¿cuál era su nombre?
– Wainwright.
– ¿Cómo es que todas sus cajas de pruebas terminaron en el garaje del Jefe Wainwright, de todos modos?
– No había otro lugar para almacenar el material. La antigua comisaría tenía sólo tres pequeñas habitaciones. -Denver se encogió de hombros-. No nos pareció una gran cosa en aquel entonces. No pensábamos en cosas como la cadena de mando o pruebas manipuladas. No teníamos otro lugar para almacenar los archivos viejos, así que cuando él construyó ese nuevo garaje grande, ocupamos parte de él. Además, se trataba de un caso resuelto. Teníamos a nuestro hombre. Había sido juzgado y condenado. Usted puede decir lo que quiera ahora, Agente Cisco, pero el jurado estaba convencido. No hubo ninguna otra maldita razón para pensar que otra persona aparte de Fulmer Wayne estuviera implicada. No estoy todavía seguro de que exista ahora.
– Mantengamos ambos la mente abierta, Jefe. Admitiré que la evidencia contra Wayne era bastante sólida y usted admitirá que las cosas quizás no eran lo que parecían en ese momento. Ahora, ¿qué guardaba el Jefe Wainwright en la otra parte del garaje?
– Él tenía un viejo coche en el que trabajaba. Restaurándolo. No recuerdo cual era, francamente.
– ¿Entonces cualquiera podría haber entrado en el garaje y examinado las cajas?
Denver frunció el ceño.
– No es probable. La propiedad de Wainwright estaba toda vallada en la parte de atrás. Aparte de eso, tenía el perro más grande, y más malo en la costa de Jersey, corriendo por ese garaje. El jefe tenía una de esas puertas para perros y el perro solía entrar y salir. Puedo decirle por propia experiencia, que era un perro arisco. No me puedo imaginar a un extraño eludiéndolo.
Rick dio otro vistazo rápido más a la caja que contenía las prendas de vestir de Jenny Burke.
– ¿Quiere decirme qué es lo que está buscando?
– En primer lugar, estoy buscando la cinta que Jenny tenía en el pelo esa mañana. Cass dijo que llevaba una cinta en el pelo.
– Sí, recuerdo verla en el juicio. La cinta del pelo, sus pendientes. Una fina cadena de oro que llevaba alrededor del cuello, tenía un pequeño corazón en él. Todas esas cosas pequeñas se encontraban en sobres separados.
Denver miró el inventario.
– Dice aquí que hay una cinta, mire aquí. Una cinta rosada. -Denver se inclinó sobre un lado de la caja, apartando a Rick-. Se guardó, está todavía aquí…
Él hurgó la caja durante unos minutos, murmurando,
– Podría haberse caído del sobre, tiene que estar aquí en algún lugar… -Luego levantó la mirada, perplejo.
– No está aquí.
– Yo no lo vi, tampoco.
– ¿Dónde podría estar? -Denver frunció el ceño-. Se guardó, justo después del juicio.
Comenzó a sacar artículos de la caja, uno tras otro.
– Aquí está la cadena con el corazón… los pendientes. Ninguna cinta. Tal vez en esta caja… -Denver comenzó a buscar en una segunda caja. Cuando llegó con las manos vacías, pasó a la tercera.
– ¿Por qué tomaría alguien la cinta y dejaría las joyas de oro? -Rick se preguntó en voz alta.
– Cierto. Si usted va a robar de la caja de pruebas, ¿por qué no tomar los artículos que tenían algún valor? ¿De qué sirve…? -Denver se detuvo a mitad de la frase y giró para mirar a Rick.
– Esas fibras rosadas que el laboratorio encontró en el pelo de las víctimas, -dijo rotundamente.
– Eso es lo que pienso. La pregunta es, ¿cómo lo consiguió?
– ¿Cómo quien consiguió qué? -Cass entró en la habitación, seguida de Annie, que, al darse cuenta de que Rick podría haber aprovechado un poco más de tiempo, le sonrió contrita-. Les trajimos a ambos un poco de helado.
Cass procedió a desempaquetar la bolsa.
– Chocolate para el jefe… Sé que es su favorito. Annie pensó que te gustaría el café, Rick.
Rick asintió.
– Sí. Gracias.
– ¿Qué hay en las cajas? -Cass frunció el ceño, entonces observó la etiqueta del lado de la caja más cercana al final de la mesa.
Homicidio Burke.
Cass miró de Rick al jefe y atrás otra vez.
– Sabes, no tenías que enviarme por helados, como si yo fuera una niña. -Ella se dirigió a los hombres, enojada con ambos-. Me siento realmente insultada porque ninguno de ustedes pensó que podía hacerle frente a esto, que yo no era lo suficiente profesional o lo suficientemente estable…
– No los culpes a ellos, -Annie la interrumpió-. Fui yo. Entendí por la expresión de Rick que algo le estaba molestando y parecía que necesitaba sacarnos de en medio. Yo no estaba segura del por qué. El helado fue lo único que pude pensar, ya que me salté el almuerzo y el helado es la primera cosa que pienso cuando tengo hambre. Discúlpame. No fue pensado como algo más que un medio para comprar a Rick un poco de tiempo para… lo que sea que quería hacer.
Читать дальше