Giraba la tapa de plástico blanco en la botella cuando Rick entró en la habitación y levantó el pulgar, queriendo decir que los archivos solicitados estarían en camino. Ella asintió y continuó.
– Las víctimas, sin embargo, ahí es donde él estaba haciendo su declaración en ese entonces. Todas alrededor de la misma edad, mismo tipo de cuerpo, y por supuesto, el cabello. A quienquiera que él mataba, una y otra vez, había estado totalmente obsesionado por su pelo…
– Ah, Annie, creo que hay algo que necesitas saber que no está en ese archivo que te enviamos, -dijo Rick.
– ¿Oh?
Rick giró hacia Cass como si le preguntara algo en silencio, a lo que ésta respondió con una lenta cabezada.
– La madre de Cass fue víctima de un asesinato aquí en Bowers Inlet hace veintiséis años. Toda su familia fue atacada. Cass fue la única sobreviviente.
Denver se erizó.
– Eso fue completamente diferente, ya le dije. ¿Por qué lo saca a colación?
– Jefe, no puedo dejar de ver las similitudes…
– ¿Qué similitudes? ¿No piensa que si hubiera habido similitudes, lo habríamos notado?
– … Y con Lucy siendo atacada -Lucy, que se parece mucho a la madre de Cass…
– Para, espera un minuto. No tengo ninguna víctima llamada Lucy. -Annie revisó sus notas-. ¿Quién es Lucy?
– Lucy es mi prima. Ella ha estado quedándose conmigo desde la semana pasada, -le dijo Cass-. El domingo por la noche, fue atacada.
– ¿Por este asesino? -Annie dio un golpecito a las fotos.
– Eso creemos.
Antes de que pudiera decir algo más, Rick tocó a Cass en el brazo y le dijo:
– Dile lo que Lucy te dijo.
– Él la llamó Jenny, -dijo Cass-, reiteradamente. La llamó Jenny todo el tiempo.
– Espera, espera. -Annie levantó las dos manos para detenerlos-. Empieza desde el principio. ¿Quién es Jenny?
– Jenny era el nombre de mi madre.
– Tu madre… que fue asesinada ese verano.
– Sí.
– ¿Antes o después de los otros asesinatos?
– Antes.
– Cass… -Rick tocó su brazo-. Creo que es necesario que le cuentes toda la historia.
– ¿Es necesario? -El jefe contempló a Rick.
– Creo que sí. ¿Annie? -Rick pidió su opinión.
– Estoy de acuerdo. ¿Si Cass está de acuerdo…?
Cass asintió.
– Empecemos por ti diciéndome todo lo que recuerdas sobre el día que tu familia fue atacada. -Annie se calló, y luego preguntó-: Cass, ¿puedo grabar esta entrevista? Prefiero concentrarme en lo que estás diciendo en lugar de tener que tomar notas.
– Por supuesto, hazlo.
Annie sacó una pequeña grabadora de su bolso y la puso sobre la mesa entre ella y Cass. Después de la introducción inicial y la pregunta y el permiso otorgado para grabar, Annie repitió la pregunta.
– Cass, ¿puedes decirnos lo que recuerdas sobre el día del ataque a tu familia? ¿Qué es lo primero que recuerdas?
– Me desperté temprano… el sol aún no salía. Entré en el baño y todavía estaba oscuro, pero oí a mi padre abajo. Él tenía un chárter ese día, así que se iría mucho antes del amanecer. Me encontraba en lo alto de la escalera e iba a bajar a la cocina para pedirle que no se llevara los últimos bizcochos de chocolate y nueces… nosotras los hicimos el día anterior, Trish, mamá y yo. Bueno, Trish no hizo mucho, sólo tenía cuatro años…
– ¿Qué edad tenías, Cass? -Annie preguntó.
– Yo tenía seis. Cumpliría siete más tarde ese verano.
– Está bien, continúa.
– Yo iba a bajar, pero entonces oí cerrarse la puerta trasera, y sabía que nunca lo alcanzaría. Mi papá era muy alto y caminaba realmente rápido. Cuando llegara a la cocina, él habría estado en el coche y saliendo por el sendero, así que volví a la cama. Mi hermana y yo habíamos comenzado el campamento de verano esa semana, y yo estaba entusiasmada con ir, así que no podía dormir. Todavía estaba despierta cuando mi madre vino a despertarme.
– ¿Qué era lo que te entusiasmaba?
– Oh, simplemente toda esa cosa del campamento. Era diferente de mi vida cotidiana. Uno de mis amigos tenía una fiesta de cumpleaños esa tarde. Iba a ser un picnic en la playa. Y yo estaba excitada desde el día anterior. El refugio de aves se había inaugurado oficialmente, y habíamos pasado el día entero allí. -Cass se detuvo un momento, recordando-. Mi madre nos llevó por la mañana… nos detuvimos a recoger a Lucy. Ella era de mi edad y mi mejor amiga. Cuando el campamento terminó por el día, la madre de Lucy -mi tía Kimmie, la hermana de mi madre- nos recogió y nos llevó a casa.
– ¿Qué hora era, lo recuerdas?
– Después de almuerzo. En algún momento alrededor de las dos.
– Cuando llegaste a casa, ¿entraste directamente a la casa?
– Sí. Bueno, quiero decir, Trish entró primero. Al momento en que nos detuvimos frente a la casa, saltó y corrió por la puerta, llorando porque la tía Kimmie nos iba a llevar a Lucy y a mí a la fiesta, y Trish no había sido invitada. Ella corrió a la casa antes de que yo siquiera saliera del coche.
Cass tragó con fuerza y Rick abandonó el cuarto momentáneamente. A través de la puerta abierta, se escuchó el retumbar de una lata de refresco siendo expulsada de la máquina fuera de la sala de conferencias. Regresó en un instante y le entregó la lata de Pepsi Diet a Cass, ya abierta.
– Gracias. -Ella tomó un largo trago-. Gracias.
– ¿Qué pasó después? -Annie preguntó.
– Lucy y yo salimos del asiento trasero. Me acerqué a la casa. Estaba tan tranquilo…
– Espera un minuto. ¿Lucy salió del coche contigo? -Preguntó Rick.
– Sí.
Rick frunció el ceño.
– No recuerdo ver su nombre en ninguno de los informes que leí. ¿Entró en la casa?
– No
– ¿Dónde estaba, si no fue contigo? ¿Estaba allí cerca del coche, esperándote?
– Creo que… -Cass trató de recordar-. Creo que podría haber entrado en el patio trasero. Creo que dijo que iba a esperar en los columpios. Los viste, están aún allí, en el patio. Al costado derecho de la casa.
Él cabeceó.
– De todos modos, entré. Oí algo en el segundo piso, así que subí la escalera. Todo sucedió tan rápido después de eso. Vi… Vi a Trish. Él la tiró. -Las manos de Cass comenzaron a temblar-. Sólo la recogió y la lanzó, como a una muñeca.
– Está todo en el archivo. ¿Tiene que pasar por esto? -el Jefe Denver protestó.
– Me temo que sí, jefe. -Annie se hizo cargo de nuevo-. Cass, ¿lo viste?
– No, no. No lo vi. Yo no lo miraba, miraba a mi hermana. Ella había volado por el aire… y me pregunté cómo hacía eso. Corrí hacia la escalera y él me agarró.
– ¿Desde qué dirección?
– No lo sé. Sólo me acuerdo de estar sorprendida. No sé de donde vino. Comenzó a apuñalarme entonces… con el cuchillo. -Cass luchó por controlarse, y Rick acercó su silla a la suya, pero no la tocó.
– Entonces viste su rostro.
– No. No, no lo hice. Estoy segura de eso, -ella protestó-. Creo que me desmayé después de la primera vez que me cortó.
– ¿Entonces, durante todo ese tiempo, tu prima, Lucy, estaba afuera, jugando en los columpios?
– Creo que así habría sido, sí.
– ¿Habló alguien con ella acerca de lo que quizás había visto? -Annie dirigió la pregunta al jefe.
– No. No había motivo para hacerlo. Se encontró al asesino en el garaje. -Denver apretó la mandíbula-. La niña estaba en el patio cuando llegamos allí.
Annie volvió su atención a Cass.
– ¿Qué pasó después?
– No lo sé. Jefe, usted sabe más que yo
– La señora Donovan -la tía de Cass- comenzó a preguntarse dónde estaba su sobrina. Salió de su coche y se dirigió a la casa para averiguar qué le estaba tomando tanto tiempo. Entró y escuchó un sonido -ella lo describió como un suave gemido- desde la cocina. Ella entró, y encontró a Wayne Fulmer -él tenía un cuarto en uno de aquellos viejos moteles a lo largo de la Ruta Nueve, daba vueltas por la ciudad la mayor parte de los días- Wayne estaba llorando, sentado en el suelo junto al cuerpo de Bob Burke. Sus manos y la ropa estaban cubiertas de sangre. De acuerdo al testimonio de la Sra. Donovan, comenzó a gritar, «Dios mío, ¿qué has hecho?» Y Wayne, comenzó a gritar, «No, no, no yo. No Wayne». Luego él salió corriendo la puerta trasera, y ella fue arriba, llamando a gritos a su hermana. Te encontró donde habías caído, -asintió a Cass-, en las escaleras.
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