– ¿Qué piensas, Cass? -Denver preguntó.
– Recuerdo ver papel para escribir en la casa, en el escritorio de mi madre en la esquina de la sala de estar, que tenía que halcón sobre el mismo. Creo que mi madre lo usaba para enviar cartas.
– Probablemente tendría, -le dijo Phyl-. Ella fue uno de los miembros fundadores del santuario y participaba en todas las actividades de recaudación de fondos. Yo estuve en su comité dos años antes de que se abriera el santuario. Según recuerdo, recaudamos el suficiente dinero para abrir tres meses antes de lo previsto.
– Nada de eso nos dice por qué el asesino habría tenido la imagen en su mano, -les recordó Anne Marie.
– Oh. -Phyl apoyó sus brazos sobre el respaldo de una silla cercana y se inclinó ligeramente-. El día de los Fundadores. Ellos tienen un gran evento cada año para recaudar fondos para mantener el santuario en funcionamiento. Hay una feria con atracciones para los niños, comida, un pequeño zoológico para niños, ese tipo de cosas. Establecen todo en el estacionamiento. Cuando uno paga para entrar en la feria, le estampan la mano. Esto significa que no tiene que pagar por ninguno de los eventos, y puede ir al santuario de forma gratuita todo el fin de semana. Mientras el sello todavía esté en su mano.
– ¿Tuvieron esa feria en 1979? -Preguntó Rick.
– Esa habría sido la primera, creo. Puedo comprobarlo, pero estoy bastante segura de que el santuario fue fundado en el'79, -dijo Phyl.
– Lo fue. Lo recuerdo, -les dijo Cass-. Me acuerdo de escuchar a mi mamá hablar de ello. Estaba muy emocionada y feliz de que sucediera. La entrega fue el día antes del ataque a nuestra casa.
– Puedo confirmarlo, -Phyl decía cuando ella dejó el cuarto-. Conseguiré la fecha de la entrega. Se trató de una gran cosa en aquel entonces.
– Por lo tanto, nuestro muchacho habría estado en la entrega del santuario, -dijo Rick-. Ahí es donde habría entrado en contacto con Jenny.
– El primero de junio de 1979. -Phyl la voz llegó a través del intercomunicador-. Llamé a mi hermana. Dice que lo recuerda, ya que fue su decimoséptimo cumpleaños y ese fin de semana todos los chicos que se habían ofrecido para trabajar en el santuario habían vuelto a la casa esa noche por pastel y helado.
– ¿Todos los chicos que se ofrecieron voluntariamente? -Preguntó Rick-. ¿Su hermana fue voluntaria allí ese día?
– Sí.
– Phyl, llámala por teléfono, luego ven aquí. Tenemos que hablar con ella, -el jefe la instruyó.
– Lo haré.
Phyl regresó en menos de un minuto y golpeó una luz parpadeante en el mostrador del teléfono, luego utilizó el altavoz.
– ¿Louise?
– Estoy aquí. -La voz flotó de la caja.
– Louise, el Jefe Denver aquí con el detective Burke, la doctora McCall y el Agente Cisco del FBI. Tenemos que hacerte unas cuantas preguntas.
– Dispare.
– ¿Estuvo en la inauguración del santuario de pájaros en'79?
– Sí. Había quince o veinte de nosotros allí ese día.
– ¿«Nosotros»? -Preguntó Rick.
– Chicos. De la escuela secundaria. -Ella se rió-. El señor Raddick, el profesor de ciencia, dio un crédito extra a cualquiera que se ofreciera como voluntario para trabajar en el santuario esa primavera.
Rick asumió el interrogatorio.
– ¿No sólo para trabajar ese día?
– No, no, con el fin de obtener el crédito, uno tenía que ir por lo menos un día cada fin de semana de todo el periodo.
– ¿Fue usted?
– La mayoría de los fines de semana.
– ¿Recuerda que otra persona más fue? -¿Le entregarían así de fácil unos cuantos nombres? ¿Cuándo fue la última vez que había sucedido?, Rick preguntó a sí mismo.
– Puedo recordar probablemente a la mayoría de los que fueron. Sobre todo las chicas, pero fueron un montón de tipos, también. Algunos realmente populares. -Ella se detuvo-. Recuerdo haber pensado que era raro que esos chicos fueran.
– ¿Raro de qué manera?
– Los tipos como ellos no estaban por lo general interesados en ese tipo de cosas.
– ¿Chicos como quiénes? -Denver se inclinó hacia el altavoz-. ¿Recuerda los nombres?
Louise se rió de nuevo.
– Claro. Era todo aquel grupo… te acuerdas, Phyl. Billy Calhoun, Jonathan Wainwright, Joey Patterson, Kenny Kelly… ese grupo.
Denver gimió.
– ¿Esos fueron los únicos chicos?
– Hasta donde puedo recordar. Oh, podría haber habido unos cuantos de los cerebritos, como Bruce Windsor, pero de los chicos populares, sólo esos cuatro. Es por eso que tantas de las chicas se inscribieron, por ellos.
– ¿Algo que destaque en su mente de ese día? -Annie preguntó.
– No realmente. Sólo que hizo calor y un montón de gente se presentó. Yo estaba en uno de los puestos que servían bebidas y limonada. Estuvimos ocupados todo el día.
– Louise, ¿conocía usted Jenny Burke? -Preguntó Rick.
– Seguro. Todos la conocíamos. Dirigió el programa de voluntarios. Trabajamos con ella.
– ¿Te acuerdas de si alguno de los chicos pareció prestarle una especial atención, o fue demasiado amistoso con ella?
– No creo. Pienso que todos los chicos trataron de lucirse con ella, sin embargo. Nadie en particular, pero parece que todos pensábamos que era algo más. La señora Burke era muy bonita y muy amistosa. Recuerdo que en su funeral todos los voluntarios estaban allí.
– ¿Alguna persona que se destaque en su mente como particularmente afectado? ¿O actuando extrañamente? Sé que fue hace mucho tiempo…
– Veintiséis años, pero recuerdo. Todos nos sentimos afectados. La señora Burke fue la primera persona que conocía que había sido asesinada. Nos golpeó a todos bastante duro. Como dije, era muy amistosa y todos la idolatrábamos. No recuerdo a nadie más afectado que otro.
– ¿Ella era igual de amistosa con todos? -Denver preguntó.
– Claro.
– ¿Hay alguien con quien alguna vez la vieras discutir, o alguien que la buscara más que los demás?
– Honestamente, no, no recuerdo nada parecido. Podría haberlo habido, lo único es que no recuerdo a nadie en particular.
– Bueno, si se acuerda de algo más -o el nombre de cualquier otra persona que trabajó ese día- llámeme.
– Claro, jefe. Phyl, te llamo más tarde.
Phyllis apretó el botón para finalizar la llamada.
– ¿Algo más, Jefe?, -preguntó.
– No ahora mismo. Pero gracias, Phyl. Fuiste de una gran ayuda.
– Bueno, ¿si me voy por el día? -Phyllis miró su reloj-. Le dije a mi marido que lo recogería después del trabajo. Le están revisando el coche.
– Es la hora de irse de todos modos, Phyl. Vete, -le dijo.
– ¿Por qué gimió cuando la hermana de Phyllis dijo esos nombres? -Annie preguntó después de que Phyl hubo abandonado la sala.
– Oh, bueno, vamos a ver. -El jefe se recostó en su asiento y miró al techo-. Ella nombró a los hijos del director de la secundaria, el antiguo jefe de policía, el alcalde, y un juez del condado.
Rick se animó.
– Grandioso. Por lo tanto, echémosles una mirada.
Denver tamborileaba sus dedos sobre la mesa.
– ¿Qué? -Cass preguntó.
– Ellos eran un cuarteto de engreídos en ese entonces. Inseparables. Prácticamente vivían en la casa de otro, iban a todas partes juntos. Y siempre en algo, muchos de ellos. -Cerró los ojos brevemente-. Fueron los dolores más grandes en mi culo, francamente. Veintitantos años atrás, y todavía veo rojo cuando pienso en ellos.
– ¿Fue alguno de ellos detenido en ese entonces? -Annie preguntó.
– ¿Con el padre de Jon Wainwright jefe de policía y el padre de Kenny Kelly juez? -Rió disimuladamente-. ¿Qué piensa?
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