– Regan te conseguirá lo que necesites.
– Ella no sabe dónde está nada.
– Puedes decírmelo mientras subimos, -le dijo Regan-. Estaré encantada de traerte lo que quieras. Pero Rick tiene razón. Necesitas descansar un rato.
– ¿Qué pasa si Lucy se despierta? No sabré…
– Haré que el hospital me llame, vendré directo hasta aquí y te despertaré al minuto que sepa de ellos, -dijo Rick.
– ¿Lo prometes?
– Absolutamente. -Rick tomó a Cass del brazo y la ayudó a pararse.
Regan agarró el bolso de Cass y siguió a Rick hacia la escalera. Mitch se quedó para ocuparse de la cuenta.
– Sabes, debo estar cansada, si no estaría discutiendo contigo por esto, -Cass dijo a Rick, mientras subían la escalera-. De repente, no puedo mantener mis ojos abiertos.
– Es la manera en que tu cuerpo insiste para que lo dejes descansar un rato. -Rick la condujo en dirección a sus habitaciones. Abrió la puerta y las hizo pasar a ella y a Regan.
– Mira, que bonita sala. Esta puerta da a tu habitación.
– ¿Dónde dormirás?
– Aquella puerta de ahí es mi dormitorio. -Abrió su puerta e hizo señas a Regan para que siguiera a Cass-. Cass, Regan te ayudará a acomodarte. Si necesitas algo, házmelo saber. Estaré justo afuera.
Ella asintió y desapareció en la habitación con Regan, que salió menos de cinco minutos más tarde.
– Está noqueada. ¿Estás seguro de que no le metiste algo en su comida? -Regan preguntó suavemente.
– No tuve que hacerlo. Se tambaleaba en la oficina del jefe. Me sorprende que haya aguantado hasta la hora del almuerzo.
– Entonces, ¿qué sigue?
– Lo que sigue es que tú y yo vayamos a su casa y recojamos lo que sea que necesite para los próximos días. -Rick abrió la puerta al pasillo y miró en dirección a las escaleras-. Tan pronto como llegué Mitch, podemos irnos.
– Te ves un poco agotado tú mismo, -señaló Regan-. ¿Por qué no te quedas aquí y duermes algo. Mitch y yo podemos encontrar la casa y traer las cosas de Cass.
– Quiero ver cómo va la investigación allí. Y quiero echar una mirada alrededor de la casa, asegurarme de que nada ha sido pasado por alto. A continuación, regresaremos y veré si puedo lograr dormir unas cuantas horas antes de que algo más suceda.
Al final, Rick fue capaz de conseguir más que unas pocas horas de sueño. Eran casi las cinco de la mañana siguiente cuando el timbre de su teléfono celular le despertó. Se sentó y escuchó atentamente a la persona que llamaba, luego se levantó y se puso sus pantalones y camisa. Con los pies descalzos, cruzó la mullida alfombra hasta la puerta de Cass y golpeó suavemente.
– ¿Cass?- Él abrió la puerta-. ¿Cassie?
Ella se incorporó, asustada y desorientada.
– ¿Qué…? -Ella miró alrededor, tratando de ubicarse.
– Estás en la posada, Cass. El hospital acaba de llamar. Lucy está despierta, y pide verte. -Gesticuló hacia la silla cerca de los pies de su cama-. Regan dejó tu ropa y las cosas allí. Si puedes levantarte y vestirte, te llevaré al hospital.
Cass salió de la cama en un instante.
– Iré enseguida, -ella le dijo-. Puedo estar lista en un minuto. Sólo dame un minuto…
Rick cerró la puerta y volvió a su habitación para terminar de vestirse, agradecido porque ambos hubiesen tenido una buena noche de sueño. Tenía la sensación de que habían tenido el último descanso real que cualquiera de ellos probablemente conseguiría hasta que esto hubiese terminado.
Cass empujó a un lado a David Webb cuando entró en el silencioso cuarto del hospital, haciendo caso omiso de sus intentos de hablar con ella. Fue directamente a la cama de Lucy. Sus rodillas se debilitaron al ver a su prima acostada allí con un círculo de magulladuras en torno a su garganta y tubos en su nariz.
– Lulu. -Susurrando el viejo apodo de su infancia, Cass se inclinó para acercarse y tomó las manos de Lucy en las suyas.
La voz de Lucy fue tan amortiguada, que Cass al principio no estuvo segura de haberla oído hablar en absoluto. Ella murmuró algo, una serie de palabras, y Cass acercó su oreja hasta la boca de Lucy.
El color drenó su cara cuando escuchó atentamente las esforzadas palabras de Lucy.
– ¿Estás segura, cariño? ¿Estás absolutamente segura de que es lo que dijo? -Ella metió un mechón suelto de cabello oscuro detrás de la oreja de Lucy.
Lucy asintió despacio, casi disculpándose, luego cerró sus ojos. Cass se demoró un momento, frotando las manos de Lucy suavemente antes de girar hacia la puerta, donde Rick la esperaba.
David agarró a Cass por el brazo cuando pasó por delante de él.
– ¿Qué te dijo?
– Nada que te interese. -Trató de sacudir su mano para rodearlo.
– Si dijo algo acerca de mí…
– No te halagues. Ella tiene cosas más importantes en su mente en este momento. Ahora, si me perdonas…
– Los médicos dijeron que probablemente estaría lista para marcharse a finales de la semana. Sólo para que lo sepas, la llevo a casa.
Cass se volvió hacia él.
– ¿Por qué?
– ¿Por qué? Porque es mi esposa, por eso.
– Oh. Al final lo recordaste. -Cass pasó frente a él y dejó la habitación.
– Ella necesita estar en casa. Necesita estar con sus hijos, -David le gritó desde la puerta, pero Cass se negó a girarse.
Rick se unió a ella y caminaron hacia el ascensor.
– ¿Dónde está el fuego? -Preguntó.
– Donde sea menos aquí. -Su respiración estaba llegando de a poco, a pequeñas bocanadas-. Sólo sácame de aquí.
La dirigió al elevador y la tomó del brazo cuando las puertas se abrieron. Él golpeó el botón L y se apoyó contra el costado, estudiando de su rostro y preguntándose qué podría haberle dicho Lucy que la había desconcertado. Llegaron el vestíbulo y ella salió tan pronto como las puertas del ascensor se abrieron. Se dirigió hacia la salida al aparcamiento como si huyera de un edificio en llamas.
Rick mantuvo su paso con ella a medida que se acercaban a su coche. Lo desbloqueó con el mando a distancia cuando estaban todavía a diez pies, y una vez adentro, encendió el motor, pero no puso el coche en marcha.
– ¿Vas a decirme lo que ella te dijo que te ha trastornado tanto? ¿Reconoció al hombre que la atacó? ¿Te dio alguna pista en cuanto a quien es?
Cass sacudió su cabeza.
– No, no dijo nada parecido. Tiene dificultad para hablar, sabes, debido a las magulladuras en su garganta. Pero ella dijo… ella dijo… -Cass se aclaró la garganta y pareció estar tratando de rehacerse-. Ella dijo esto mientras él la atacaba… mientras él intentaba violarla… todo el tiempo mientras la estaba estrangulando, él la llamaba su Jenny.
– ¿Jenny? -Rick frunció el ceño-. ¿Qué diablos significa eso?
– Rick, mi madre se llamaba Jenny, -dijo Cass en voz baja.
– Lo recuerdo. Me mostraste el memorial en el refugio de aves. -Él parecía perplejo-. Pero hay muchas mujeres llamadas Jenny. Puedo ver la razón por la que podría agitarte un poco, pero…
– Te dije que mi madre fue asesinada. No creo haberte dicho que había sido estrangulada. En junio de 1979. Veintiséis años atrás.
– Veintiséis… -Rick frunció el ceño-. En el año 1979. Ese mismo verano, el Estrangulador de Bayside comenzó su carrera aquí. Jesús, Cass, ¿estás diciéndome que ella fue una de sus primeras víctimas? ¿No crees que podrías haberlo mencionado antes?
– No, no lo fue. Al menos… no. Bien… no. -Cass estaba claramente confundida-. El hombre que la mató… Mató a mi padre… A mi hermana pequeña… fue detenido. Fue juzgado y condenado.
– ¿Confesó?
– No -Ella se mordisqueó la uña de su índice derecho-. No. Nunca lo hizo.
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