– No puedo creer este tipo se haya librado por asesinato durante tanto tiempo, -dijo Rick-. ¿Cómo diablos ha permanecido bajo el radar todo este tiempo?
– Obviamente, se ha trasladado mucho, a juzgar por la lista que el Agente Peyton tiene, -señaló Cass.
– Pero no tenemos ningún sospechoso aquí, -dijo Mitch-, y hasta la fecha, los informes que he recibido de estos otros organismos indican que no hay sospechosos allí, tampoco.
– Tal vez deberíamos volver a esos organismos -el FBI de Georgia, por ejemplo, tenía varios casos antiguos en los registros- y ver que evidencia tienen en sus casos fríos. Podría haber algo que contenga una muestra de ADN.
Cass asintió.
– Cierto. Por lo menos, podríamos empezar a comparar muestras de ADN. De esta forma, podemos confirmar si él de hecho estuvo involucrado en esos casos, en lugar de especular. Quien sabe, algunas de las cajas de archivo podría contener ropa vieja usada por una víctima, o algo encontrado en la escena podría contener cabello o piel. Uno nunca sabe lo que podría haber sido guardado.
– O lo que podría haber sido botado, -señaló Denver.
– El que no arriesga, no gana, -Rick contradijo.
– Y habría que preguntarse si estos cuerpos… esas otras mujeres… fueron plantadas en una forma concreta. Esa parece ser su firma. Tan reveladora como el ADN, -dijo Mitch.
– Y no se olvide de las fibras en el pelo, -Cass añadió-. ¿Quién sabe cuánto tiempo ha estado haciendo esto.
– ¿Qué fibras? -Regan preguntó-. ¿Cuánto tiempo ha estado haciendo qué?
– Nuestra investigadora de la escena del crimen encontró rastros de seda de color claro en el pelo de nuestras víctimas actuales. Ella lo rastreó… es cinta de seda fabricada dieciocho años atrás.
– ¿Usted no ha liberado esta información a la prensa? -Mitch preguntó y Denver sacudió su cabeza.
– Creo que tenemos que mantener la mayor cantidad de cartas cerca del pecho como podamos por el momento. Todo esto encaja de alguna manera. Pero no tenemos ni una pista todavía. Me figuro que mientras menos les damos, mejor.
– Estoy de acuerdo, -dijo Mitch.
– ¿De qué se trata? -Regan frunció el ceño-. ¿Él les ata una cinta en el pelo?
– Pero se la lleva con él, -le dijo Cass-. Nunca hemos encontrado la cinta en ninguno de los cuerpos. Sólo las fibras.
– Eso también es una firma, ¿no? -Regan preguntó a Mitch.
– Parece ser, -respondió.
– ¿Dos firmas? ¿Tienen los asesinos en serie más de una?
– Ten en cuenta lo que es una firma. -Mitch se reclinó en su asiento, con sus brazos cruzados en el pecho-. Es algo extraordinariamente único para el asesino que le da sentido a la muerte. Es lo que necesita hacer para lograr satisfacción con lo que hace.
– Así que él pone en pose a estas mujeres y ata la cinta de seda en su pelo… ¿luego se lleva la cinta con él? ¿Qué consigue con eso? -Regan pareció pensar en voz alta.
– Mi instinto me dice que revive algo que es importante para él, pero creo que esa es una buena pregunta para nuestra perfilista, -dijo Rick-. Ella tendrá una mejor idea de eso que yo.
– Bueno, aquí hay otra cosa. Perdónenme por afirmar lo obvio, -dijo Regan-, pero si consideramos que el asesino es el Estrangulador de Bayside original -y todos parecemos pensar que lo es- resulta que quienquiera que sea que está aquí ahora estuvo aquí hace veintiséis años. Pero tal vez no en los años intermedios.
– Porque no hubo ningún otro cuerpo -que sepamos- hasta ahora, -dijo Rick.
– Oh, bueno, eso estrecha el campo, -dijo Denver.
– En realidad, sí, -insistió Regan-. Si entendemos que esta persona ha estado por todo el país -ha estado al otro lado del mundo- y ha dejado un rastro de cuerpos, aunque ninguno de ellos aquí hasta ahora, entonces tenemos que pensar que ha estado fuera todo este tiempo. Los asesinatos pueden haber empezado aquí, pero definitivamente tuvo su espectáculo por el camino durante mucho, mucho tiempo.
– La pregunta es, ¿qué lo trajo de vuelta ahora? ¿Qué lo trajo a completar el círculo?
Denver y Cass intercambiaron una larga y significativa mirada.
– ¿Qué? -Preguntó Rick.
– La reunión, -les dijo Cass-. Esta semana es la semana del reencuentro. Ha llegado gente de todas partes. Se está derribando la antigua escuela secundaria y dedicando una nueva. Es una cosa de todas las promociones.
– Quizá regresó por eso, -dijo Regan.
– Y una vez que regresó aquí, la necesidad de matar -de repetir el pasado-, fue demasiado fuerte, -concluyó Rick.
– ¿Cuántas personas cree que están en la ciudad por esta reunión? -Mitch preguntó.
– No es sólo Bowers Inlet, -le dijo Cass-. Es Tilden, Dewey. Hasboro. Killion Point. Todos los pequeños pueblos a lo largo de la bahía. Es Bay Regional High. Todos acudimos a las mismas escuelas.
– Por lo tanto, ¿estamos hablando de cuántas personas? -Preguntó Rick.
– Un par de cientos, -respondió Denver.
– ¿Cómo podemos reducirlo? -Regan frunció el ceño.
– Bueno, mire, tenemos que asumir que hay un rango de edad con el que podemos trabajar. Tuvo que haber sido lo bastante mayor en 1979 para haber hecho a aquellas mujeres lo que hizo, pero aún lo suficientemente joven hoy para ser físicamente lo bastante fuerte como para someter a esas mujeres jóvenes sanas, y fuertes.
– ¿Digamos que lo más joven, podría haber tenido catorce, quince, entonces? -Cass sugirió-. ¿Y cuanto más viejo podría ser ahora? ¿Mediados de los cincuenta años, si está realmente en muy buena forma?
– Podemos utilizar eso como punto de partida, -Denver estuvo de acuerdo.
– Y podemos reducir ese grupo aún más, -Regan ofreció-, y calcular quien en la primera lista se ha ido de la zona y está aquí ahora.
Mitch asintió.
– Y hacer una búsqueda en Internet para rastrear quien ha estado donde en los años intermedios.
– Podemos hacer algo mejor que eso. -Denver apretó un botón en el intercomunicador-. Phyl, necesito que llames a la escuela secundaria y les digas que necesito una copia de cada anuario desde 19… -Hizo una pausa y miró alrededor del grupo-. ¿Que dicen, catorce o quince años atrás en 1979? Se habría graduado, por ejemplo, en el '81 o tal vez el '82. Si era mayor… veamos, estamos en el 2005, digamos que podría ser más viejo, ¿tal vez cincuenta y cinco? Se habría graduado… -El jefe hizo algunos cálculos mentales-. ¿Digamos 1968? Retrocedamos hasta 1960. Odiaría haber perdido a alguien porque no tuvimos en cuenta algún elemento desconocido.
Él se volvió al intercomunicador.
– Phyl, pídeles todos los anuarios entre 1960 y 1985. Sólo para estar seguro. Dile que enviaremos un coche patrulla a recogerlos.
– Lo haré, -Phyl contestó secamente.
– Podemos revisarlos. -Denver se dirigió a Cass-. Tú, yo, y Phyl. Al menos tendremos una ventaja al eliminar a las personas que sabemos nunca se mudaron o nunca viajaron por ahí como pensamos que este tipo ha hecho.
– Si me da la lista de nombres, -Mitch le dijo-, empezaré a rastrearlos a través de la Oficina. Si podemos obtener los números de seguro social, podemos seguirles la pista mucho más rápido.
Denver sacudió la cabeza.
– No creo que la escuela los dé.
– Tal vez podría pedirle a todos en la lista que den una muestra de ADN, -sugirió Regan.
Todo el grupo giró para mirarla como si le hubiera crecido de repente una cabeza extra.
– ¿Qué?, -Preguntó.
– Tendremos a la [14] ACLU por todas partes si tratamos de hacer algo así, -le dijo Denver.
– Lo han hecho en varios sitios durante los últimos años. Leí acerca de ello. La policía de Massachusetts lo hizo a principios de año, -protestó Regan.
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