– No se mueva, -le dijo a la figura que estaba parada en el centro de la sala de estar.
– Oh, por Dios, Cassie, ¿no tienes bastante de ese drama policial durante el día?
– Lucy. -Cass exhaló fuertemente y bajó el arma-. Jesús, Lucy, podría haberte disparado.
– Un simple «Cielos, es agradable volver a verte» sería suficiente.
Murmurando entre sí, Cass salió y cerró la puerta del coche.
– Traje la cena conmigo. ¿O ya comiste? -Lucy dijo mientras entraba en la cocina-. ¿Y que hay de un abrazo?
– No, en realidad, no he comido. -Cass abrazó a su prima ligeramente.
– Bien. Pollo parmesano y pasta. Me detuve en ese lugar justo al entrar a la ciudad -Lucy se apresuró al refrigerador y lo abrió-. Compré dos platos, Cass, te estaba esperando.
– ¿Dónde están David y los gemelos? -Cass preguntó.
– Los niños están ambos en un campamento de verano… han ido antes, pero nunca deja de sorprenderme que estén lo suficientemente mayores para dormir en un campamento. -Lucy sacudió su cabeza-. No sé donde se han ido los años, Cass, lo juro.
– ¿Y David?
– ¿Quieres un poco de vino con esto, Cassie? Me traje una botella conmigo, está justo ahí en el mostrador, por la curva.
Lucy arregló dos platos y metió uno en el microondas.
– Genial, un microondas nuevo. El viejo reventó al final, ¿eh? Con suerte, la cocina hará lo mismo y tendrás que conseguirte una nueva, también. ¿Has visto el tipo que tiene dos hornos? ¿Un horno pequeño en la parte superior y uno de tamaño completo en la parte inferior? Es súper.
Cass descorchó la botella de vino mientras Lucy sacaba dos vasos.
– Bueno, podríamos quizá encontrar para la primavera unas cuantas copas verdaderas, pero supongo que sabe igual de bien en estos vasitos gruesos. -Lucy sonrió brillante y tomó un sorbo-. Mmm. Cass, por qué no te sientas -parece que estás a punto de desmayarte a tus pies- y termino de buscarnos algunos cuchillos y tenedores…
– El segundo cajón al lado del fregadero. -Cass se hundió en una silla.
– Donde han estado por los últimos, oh, treinta y cinco y tantos años. -Lucy volvió y abrió el cajón-. Nadie puede acusarte de [4] hacer olas, Cassandra Burke.
Cass le sacó la lengua a Lucy en respuesta.
– Vi eso. Lo vi por el vidrio de la ventana. -Lucy sonrió abiertamente y entregó a Cass los cubiertos mientras el microondas sonaba. Con un solo movimiento, Lucy sacó un plato, se lo pasó a Cass, luego metió el segundo plato en el microondas.
– Ya he llevado mis cosas a mi habitación, -le explicó Lucy-. Espero que no te importe.
– ¿Por qué debería importarme? -Cass se encogió de hombros-. La casa es tanto tuya como mía.
– Sólo porque abuela lo dejó así en su testamento. Ambas sabemos que es tu casa, Cassie. No me importa. Me alegro de que decidieras vivir aquí. Mantiene el antiguo lugar vivo. Agradezco mi corto tiempo aquí en el verano.
El microondas sonó y Lucy tomó el plato y lo colocó sobre la mesa, frente a Cass.
– Puedo quedarme un poco más este año, si se puede. -Lucy sacó una silla y se sentó. Sus ojos estaban fijos en su plato-. Quiero decir, si no es un inconveniente para ti…
– Mi casa es tu casa. Literalmente. Quédate siempre que lo desees.
– Gracias. Podrían ser sólo un par de semanas. No estoy segura.
– Luce, ¿que está pasando? -Cass tomó otro sorbo de vino-. ¿Tú y David tienen problemas?
– ¿Problemas? -Lucy pinchó un pedazo de pollo y lo estudió-. Si llamas averiguar que tu marido ha estado tocándose los pies debajo de la mesa con tu vecina de al lado durante los últimos seis meses y todos en tu cuadra sabían que tenía problemas menos yo, entonces, claro que sí, David y yo tenemos problemas.
– Lucy, lo lamento mucho. -Cass dejó su tenedor al lado de su plato-. No sé qué decir.
– No hay mucho que decir. -Los ojos de Lucy se llenaron de lágrimas-. Ese bastardo.
Lucy mordisqueó su comida, sollozando todo el tiempo.
– Lo siento, Cass. -Ella sacudió su cabeza-. Sé que es probable que no quieras en realidad saberlo. Sé que tú no eres emocional, y ahora mismo, estoy terriblemente emocional. Y probablemente estaré llorando un momento sí y otro no por los próximos meses. Trataré de hacer todo lo posible por llorar cuando estés en el trabajo.
– Lucy… -Cass protestó débilmente.
– Está bien, cariño. -Lucy se enjuagó los ojos.
– Lucy, puedes sentirte libre de llorar cada vez que lo necesites o quieras. Siento tanto que estés pasando por esto. Me gustaría poder hacerte sentirte mejor. -Cass encontró los ojos de su prima a través de la mesa-. No sé qué más decir.
– Podrías decir, «David es un perfecto cretino y un bastardo y nunca fue lo suficientemente bueno para ti».
– David es un perfecto cretino y un bastardo, y yo nunca pensé que fuera lo suficientemente bueno para ti, Lucy.
Lucy asintió.
– Eso fue bueno, Cassie.
– Nunca entendí que viste en él. No es digno de tus lágrimas.
– Estás mejorando.
– En realidad, pensé que estabas loca por casarte con él en primer lugar.
– Estupendo, cariño. Gracias.
– Para decir la verdad, siempre me recordó un poco al Sr. Janner.
– ¿El señor Janner?
– Ese tipo sórdido que administraba el cine cuando éramos niñas y quién siempre parecía tener muchachos rondando a su alrededor.
– Bueno, quizás podamos relajarnos un poco ahora. Entiendo el punto, y lo aprecio. Nos reservaremos el derecho a reabrir la paliza a David en el futuro. Y puede ser que necesite un hombro donde llorar de vez en cuando. Sólo un poco.
Cass se inclinó por sobre la mesa y acarició la mano de Lucy.
– Puedes llorar en mi hombro en cualquier momento.
– A lo mejor te tomo la palabra, sabes, por lo que tal vez quieras pensártelo dos veces. -Lucy comenzó a suspirar.
– ¿Qué vas a hacer?
– ¿Quiere decir, si me divorciaré de su lamentable culo?
Cass asintió.
– Desde luego. -Lucy respiró hondo-. Una de las razones por las que quise quedarme aquí un poco más es tener tiempo para preparar mi estrategia, ¿sabes? Lo que quiero y cómo vamos a decírselo a los niños y todo eso. Oh, sé que no son bebés, pero aún así, va a ser un gran choque, y tengo que encontrar una manera de decírselos. Sólo necesito un poco de espacio.
– Puedes tener todo el espacio que desees, Luce. Si quieres hablar, hablaremos. Si quieres estar sola, está bien, también. Y te puedes quedar hasta que sientas que puedes volver. Cuando sea.
– Todavía eres como una hermana para mí. -Los ojos de Lucy se llenaron de lágrimas. Otra vez.
– Oye, sabes lo que dicen acerca de que la sangre es más espesa, y todo eso.
– Quiero que sepas que te lo agradezco. Trataré de no molestarte.
– Sinceramente, con esta repentina erupción de asesinatos, casi nunca estoy en casa. Y cuando estoy, paso la mayor parte del tiempo durmiendo.
– Tú sólo ocúpate de tus cosas. Yo haré mis propias cositas.
– Oh, mierda. -Cass frunció el ceño-. Pensaba cambiar las sábanas de tu cama antes de que llegaras. E iba a ir la tienda de comestibles.
– Yo puedo hacer lo de la tienda de comestibles mañana, no te preocupes. Y sólo dime sonde están las sábanas. Oh. Espera. Déjame adivinar. -Lucy sonrió-. En el mismo lugar que han estado siempre, ¿verdad? Honestamente, Cass, caminas en esta casa y es 1950 de nuevo. Nada ha cambiado desde que murió abuela.
– En realidad no he tenido mucho tiempo para la decoración, Lucy. En los últimos años, he sido el único detective de la ciudad. Finalmente contratamos otro, y su esposa, decide que odia aquí y que quiere volver a Wisconsin. Así que él, por ser un buen marido, empaca y nos deja en medio de un par de horribles homicidios. Abreviando, vuelvo a ser la única detective de la ciudad. -Cass soltó un largo suspiro-. Qué es una manera indirecta de decir que sencillamente no he tenido tiempo.
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